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domingo, 3 de febrero de 2013

Hasta aquí llegó la miseria




El anhelado cambio de sistema 

Desde Ciudadanos en la Red, quiero felicitar en primer lugar a todos aquellos demócratas que han hecho algo más que acudir a las urnas para cambiar la realidad política de este país, secuestrado por unas agencias de colocación, usurpación y expolio denominadas partidos políticos. Sin la colaboración prolongada para brindarnos un sistema mejor, no se hubiera logrado llevar a la casta política, esa aristocracia de carnet y privilegios, ante el profundo abismo que se les avecina.

Decía Lord Acton, que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia y Pierre Joseph Proudhon, que la democracia es hija de la libertad, no su madre. Yo creo que la democracia es aquello que son los demócratas ante los que no lo son.

Nuestro país comienza a recobrar, al fin, un rumbo de la normalidad y lo hace dejando atrás, como tantas veces anunciamos desde este blog, las opciones políticas que ya no significan nada en un país del siglo XXI, más que un mal recuerdo. Internet ha sido más fuerte para desmontar el tinglado de la casta  que la calle, tomada por sindicalistas y partidos de izquierda de forma habitual. Tampoco los dueños del dinero, las grandes fortunas que manejan este país a su antojo (7.000 españoles declaran más de 600.000 euros al año a Hacienda)  han podido hacer nada para detener el cambio que se avecina, ni con sus medios de comunicación, ni con sus arteras intenciones de vendernos un mundo de esclavitud a precio de supervivencia. La calle  hoy está en la red, los ciudadanos en la red somos la representación de la opinión pública y de la libertad en las opiniones publicadas.

Se ha acabado definitivamente el secuestro de la democracia española por los partidos políticos, los medios de comunicación a su servicio, y las estructuras de control del poder político ineficientes, comienza una etapa que se irá aproximando a la representación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos, la confianza de un pueblo en sí mismo para salir adelante. Y lo más importante, no hay vuelta atrás, ni reacción que salve de su destino a aquellos que han vivido de representarnos y expoliarnos.  El sufragio dejará de ser censitario y limitado, restringido a los que tienen carnet, que son los únicos representados en el Parlamento en defensa de sus intereses, para ser definitivamente universal y libre, representativo directamente de los intereses de los ciudadanos.

Los partidos políticos españoles han acumulado la mayor desconfianza de su historia, pero en esta ocasión los españoles se están zahiriendo como nunca antes lo habían hecho de su yugo demagógico. Parece que la luz ha llegado al final del túnel, hemos tenido que constatar que las formaciones políticas que nos representan no son fuente de solución más que para sus miembros, mientras que son origen de problemas para todos aquellos que no lo son. 

El profundo cambio que se avecina

Un país que ha evolucionado desde la dictadura autoritaria hasta la dictadura oligárquica, es la alegoría de un niño que ha crecido hasta hacerse adolescente pero está a punto de alcanzar la mayoría de edad democrática. En nuestro país no es extraño que muchos españoles teman a la libertad que supone ser dueños de su destino,  han sido educados para ser siervos durante doscientos años, sin embargo, es hora de que confíen sí mismos y en sus compatriotas. 

Es hora de que la gente abandone los motivos para creer y las promesas de cambio, para dedicarse con afán al cambio real de sus circunstancias. En otros países ha comenzado esta revolución sigilosa hace tiempo, Grecia, Italia, Islandia son ejemplos, pero si nos remontamos a un pasado inmediato, los países del antiguo Telón de Acero, incluida Alemania, hace tan sólo 25 años que están caminando hacia la democracia, liberándose de nomenclaturas burocráticas y sectarias. También algunos países musulmanes del norte de África se aventuran por la senda de la democracia. 

Aunque muchos nos quieran sumergir en el pánico, España ha llegado a tiempo para no perder el tren del futuro, pero para ello es necesario liberarse y librarse de los partidos que han conformado la casta política que ha mantenido inmerso en el despotismo más depravado y en la tiranía más discreta al pueblo español. El atado y bien atado que nos legó Franco está a punto de desatarse, de una vez para siempre.

Las consecuencias de lo que acontecerá son más previsibles de lo que temen los agoreros de los partidos políticos que se juegan su futuro, sencillamente, las cosas se irán deslizando hacia un nuevo contrato entre ciudadanos y políticos, no habrá tanques, ni troncos, porque eso es lo que les interesaría  a los partidos que conforman la casta política, los tanques a los de la casta de derechas y los troncos formando barricadas a los de la casta de izquierdas. Deben comprender unos y otros, que la casta se ha acabado para siempre. Eso es lo que estamos decidiendo en estos momentos los españoles libremente.

Más allá de la representación de sí mismos

Los partidos políticos que quieran participar en las elecciones del futuro estarán obligados a regenerarse desde dentro, el PSOE ya ha comenzado su tránsito por el desierto y el PP, está a punto de acompañarle. CIU ha iniciado un camino que no le conducirá a ninguna parte en busca de un oasis imaginario, pero  las demás formaciones políticas también estarán obligadas a su regeneración, incluso las ascendentes que pretenden sacar tajada del río revuelto.  UPyD es un sucedáneo del PSOE, autoritario y piramidal  en su estructura,  que presume de español, pero en realidad es federalista como el PSC y el PSOE; IU, es una secuela del PSOE que reclama más dinero público para los partidos políticos, mientras se va deshaciendo en pluralidades.

Los demás, minoritarios, no están en mejores condiciones. Al igual que los sindicatos de clase que han logrado que en este país haya seis millones de parados sin inmutarse, con tal de no perder el chollo de representar a los trabajadores. 

Los ciudadanos se darán cuenta más pronto que tarde que en España los partidos políticos que se ofrecen no son democráticos, sino absolutamente demagógicos y exigirán un cambio radical desde su seno, porque los políticos deben estar al servicio del pueblo que representan y no el pueblo al servicio de los políticos que les representan.

Nos espera un periodo de transición hacia una democracia más  auténtica, que posiblemente concluya en un periodo de Libertad Constituyente;  la crisis política es demasiado intensa e inmensa para ser contenida en las actuales estructuras sin un cambio definitivo, porque sin librarnos de la sospecha de corrupción generalizada en nuestros representantes públicos, España no puede avanzar hacia ningún lado, ni siquiera sostenerse en pie.

Cuando hace siete años decidí dedicar buena parte de mi tiempo libre a una lucha sin cuartel contra la casta política, sabía que los españoles teníamos por delante una auténtica cruzada contra el poder absoluto, similar a aquella en la que se forjó nuestra primera constitución. en un Cádiz asediado por el invasor francés (hoy, la deuda de España es fundamentalmente europea y en buena parte francesa) y la depravación de una monarquía borbónica. Quien no conoce su historia está condenado a repetirla. 

En aquella ocasión, en el año 1812, un asturiano, liberal, Agustín Argüelles, máximo exponente de la lucha por la soberanía de su pueblo, salió un 19 de marzo, ya entrada la noche, a las puertas del Oratorio de San Felipe Neri,  para decirles a los gaditanos y los españoles allí refugiados, una frase que hoy debemos recordar: “españoles, ya tenéis una nación, ya sois libres”.  Pasaron aún ocho años más, para que el General Riego, otro asturiano, liberal, sometiera al felón rey Fernando VII al juramento de la constitución, algo que tres años después le costó su vida. 

Hoy, este ciudadano español que nunca renunció, ni va a renunciar, a su soberanía compartida con todos sus compatriotas, os quiere dar la enhorabuena. Que nadie os diga a partir de ahora lo que sois o dejáis de ser, sois españoles, un pueblo que se ha enfrentado al destino a lo largo de la historia y ha sobrevivido hasta hoy. Seguir siéndolo y volver a sentirnos orgullosos de serlo, depende de todos nosotros.

Y ahora quiero confesaros mis motivos para emprender hace años esta batalla de David contra Goliat, sencillamente, porque tengo hijos y consideré una auténtica inmoralidad dejarles por legado el miserable país-armario en el que nos habían introducido los sucesores de Franco a los españoles.  

A partir de ahora hay que ponerse a trabajar, tenemos tarea por delante y un porvenir magnífico, porque ahora nuestro futuro dependerá de nosotros mismos y no de unos intermediarios que han mirado exclusivamente por el suyo, a costa de destrozar el de sus representados.

Enrique Suárez

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