El
anhelado cambio de sistema
Desde
Ciudadanos en la Red, quiero felicitar en primer lugar a todos aquellos
demócratas que han hecho algo más que acudir a las urnas para cambiar la
realidad política de este país, secuestrado por unas agencias de colocación,
usurpación y expolio denominadas partidos políticos. Sin la colaboración
prolongada para brindarnos un sistema mejor, no se hubiera logrado llevar a la
casta política, esa aristocracia de carnet y privilegios, ante el profundo
abismo que se les avecina.
Decía
Lord Acton, que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia
y Pierre Joseph Proudhon, que la democracia es hija de la libertad, no su
madre. Yo creo que la democracia es aquello que son los demócratas ante los que
no lo son.
Nuestro
país comienza a recobrar, al fin, un rumbo de la normalidad y lo hace dejando
atrás, como tantas veces anunciamos desde este blog, las opciones políticas que
ya no significan nada en un país del siglo XXI, más que un mal recuerdo.
Internet ha sido más fuerte para desmontar el tinglado de la casta que la calle, tomada por sindicalistas y partidos
de izquierda de forma habitual. Tampoco
los dueños del dinero, las grandes fortunas que manejan este país a su antojo (7.000 españoles declaran más de 600.000 euros al año a Hacienda) han podido
hacer nada para detener el cambio que se avecina, ni con sus medios de
comunicación, ni con sus arteras intenciones de vendernos un mundo de
esclavitud a precio de supervivencia. La calle
hoy está en la red, los ciudadanos en la red somos la representación de
la opinión pública y de la libertad en las opiniones publicadas.
Se
ha acabado definitivamente el secuestro de la democracia española por los
partidos políticos, los medios de comunicación a su servicio, y las estructuras
de control del poder político ineficientes, comienza una etapa que se irá
aproximando a la representación directa de los ciudadanos en los asuntos
públicos, la confianza de un pueblo en sí mismo para salir adelante. Y lo más
importante, no hay vuelta atrás, ni reacción que salve de su destino a aquellos
que han vivido de representarnos y expoliarnos. El sufragio dejará de ser censitario y limitado, restringido a
los que tienen carnet, que son los únicos representados en el Parlamento en
defensa de sus intereses, para ser definitivamente universal y libre, representativo directamente de los intereses de los
ciudadanos.
Los
partidos políticos españoles han acumulado la mayor desconfianza de su
historia, pero en esta ocasión los españoles se están zahiriendo como nunca
antes lo habían hecho de su yugo demagógico. Parece que la luz ha llegado al
final del túnel, hemos tenido que constatar que las formaciones políticas que
nos representan no son fuente de solución más que para sus miembros, mientras
que son origen de problemas para todos aquellos que no lo son.
El
profundo cambio que se avecina
Un
país que ha evolucionado desde la dictadura autoritaria hasta la dictadura
oligárquica, es la alegoría de un niño que ha crecido hasta hacerse adolescente
pero está a punto de alcanzar la mayoría de edad democrática. En nuestro país
no es extraño que muchos españoles teman a la libertad que supone ser dueños de
su destino, han sido educados para ser
siervos durante doscientos años, sin embargo, es hora de que confíen sí mismos y
en sus compatriotas.
Es
hora de que la gente abandone los motivos para creer y las promesas de cambio,
para dedicarse con afán al cambio real de sus circunstancias. En otros países
ha comenzado esta revolución sigilosa hace tiempo, Grecia, Italia, Islandia son
ejemplos, pero si nos remontamos a un pasado inmediato, los países del antiguo
Telón de Acero, incluida Alemania, hace tan sólo 25 años que están caminando
hacia la democracia, liberándose de nomenclaturas burocráticas y sectarias.
También algunos países musulmanes del norte de África se aventuran por la senda
de la democracia.
Aunque
muchos nos quieran sumergir en el pánico, España ha llegado a tiempo para no
perder el tren del futuro, pero para ello es necesario liberarse y librarse de
los partidos que han conformado la casta política que ha mantenido inmerso en
el despotismo más depravado y en la tiranía más discreta al pueblo español. El
atado y bien atado que nos legó Franco está a punto de desatarse, de una vez
para siempre.
Las
consecuencias de lo que acontecerá son más previsibles de lo que temen los
agoreros de los partidos políticos que se juegan su futuro, sencillamente, las
cosas se irán deslizando hacia un nuevo contrato entre ciudadanos y políticos,
no habrá tanques, ni troncos, porque eso es lo que les interesaría a los partidos que conforman la casta
política, los tanques a los de la casta de derechas y los troncos formando
barricadas a los de la casta de izquierdas. Deben comprender unos y otros, que
la casta se ha acabado para siempre. Eso es lo que estamos decidiendo en estos
momentos los españoles libremente.
Más
allá de la representación de sí mismos
Los
partidos políticos que quieran participar en las elecciones del futuro estarán
obligados a regenerarse desde dentro, el PSOE ya ha comenzado su tránsito por
el desierto y el PP, está a punto de acompañarle. CIU ha iniciado un camino que
no le conducirá a ninguna parte en busca de un oasis imaginario, pero las demás formaciones políticas también
estarán obligadas a su regeneración, incluso las ascendentes que pretenden sacar
tajada del río revuelto. UPyD es un
sucedáneo del PSOE, autoritario y piramidal
en su estructura, que presume de
español, pero en realidad es federalista como el PSC y el PSOE; IU, es una secuela del PSOE que reclama más
dinero público para los partidos políticos, mientras se va deshaciendo en
pluralidades.
Los demás, minoritarios, no están en mejores condiciones. Al
igual que los sindicatos de clase que han logrado que en este país haya seis
millones de parados sin inmutarse, con tal de no perder el chollo de
representar a los trabajadores.
Los
ciudadanos se darán cuenta más pronto que tarde que en España los partidos
políticos que se ofrecen no son democráticos, sino absolutamente demagógicos y
exigirán un cambio radical desde su seno, porque los políticos deben estar al
servicio del pueblo que representan y no el pueblo al servicio de los políticos
que les representan.
Nos
espera un periodo de transición hacia una democracia más auténtica, que posiblemente concluya en un
periodo de Libertad Constituyente; la
crisis política es demasiado intensa e inmensa para ser contenida en las
actuales estructuras sin un cambio definitivo, porque sin librarnos de la
sospecha de corrupción generalizada en nuestros representantes públicos, España
no puede avanzar hacia ningún lado, ni siquiera sostenerse en pie.
Cuando
hace siete años decidí dedicar buena parte de mi tiempo libre a una lucha sin
cuartel contra la casta política, sabía que los españoles teníamos por delante una
auténtica cruzada contra el poder absoluto, similar a aquella en la que se forjó
nuestra primera constitución. en un Cádiz asediado por el invasor francés (hoy,
la deuda de España es fundamentalmente europea y en buena parte francesa) y la
depravación de una monarquía borbónica. Quien no conoce su historia está
condenado a repetirla.
En
aquella ocasión, en el año 1812, un asturiano, liberal, Agustín Argüelles,
máximo exponente de la lucha por la soberanía de su pueblo, salió un 19 de
marzo, ya entrada la noche, a las puertas del Oratorio de San Felipe Neri, para decirles a los gaditanos y los
españoles allí refugiados, una frase que hoy debemos recordar: “españoles, ya
tenéis una nación, ya sois libres”.
Pasaron aún ocho años más, para que el General Riego, otro asturiano,
liberal, sometiera al felón rey Fernando VII al juramento de la constitución,
algo que tres años después le costó su vida.
Hoy,
este ciudadano español que nunca renunció, ni va a renunciar, a su soberanía
compartida con todos sus compatriotas, os quiere dar la enhorabuena. Que nadie
os diga a partir de ahora lo que sois o dejáis de ser, sois españoles, un
pueblo que se ha enfrentado al destino a lo largo de la historia y ha
sobrevivido hasta hoy. Seguir siéndolo y volver a sentirnos orgullosos de
serlo, depende de todos nosotros.
Y
ahora quiero confesaros mis motivos para emprender hace años esta batalla de David contra Goliat,
sencillamente, porque tengo hijos y consideré una auténtica inmoralidad
dejarles por legado el miserable país-armario en el que nos habían introducido
los sucesores de Franco a los españoles.
A
partir de ahora hay que ponerse a trabajar, tenemos tarea por delante y un porvenir
magnífico, porque ahora nuestro futuro dependerá de nosotros mismos y no de
unos intermediarios que han mirado exclusivamente por el suyo, a costa de
destrozar el de sus representados.