El pasado 2 de febrero, nos abandonaba a los 94 años uno de los más ilustres lenenses, Jesús Neira Martínez, que había nacido en el Valle de Pola de Lena en 1916, dedicando buena parte de su vida al estudio de los bables de Asturias (que no al asturiano), hasta ser reconocido como el patriarca de la lingüística asturiana, Catedrático de Dialectología en la Universidad de Oviedo, donde impartió historia del español entre otras muchas materias, miembro de número del RIDEA desde 1967, y miembro de correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española desde 1983. Asturias pierde a uno de sus más ilustrados lingüistas.
Gran defensor de la pluralidad lingüística asturiana, nunca aceptó Neira que en Asturias exista una lengua única y siempre rechazó su estandarización académica, así como la utilización instrumental del bable como un determinante político, acompañando a otro eminente lingüista de Asturias: Emilio Alarcos Llorach, y a otros muchos ilustarados en la resistencia a que las lenguas de Asturias atravesaran la frontera entre la cultura y la política, tan grata a los nacionalismos. Esa postura, que siempre defendió con firmeza absoluta, le trajo numerosos disgustos. Las formas del bable son un dialecto de la lengua castellana, del idioma español, no una lengua con identidad propia.
M.F.Antuña nos relata en El Comercio, el homenaje que le rinden sus amigos:
Josefina González, viuda de Emilio Alarcos Llorach y compañera suya en la Facultad de Filología de Oviedo lo recuerda con cariño: «Era cum laude como amigo, como sabio y como hombre». Lola Lucio dice de él: «Era un sabio, una persona buena y muy libre en sus opiniones intelectuales y eso hizo que tuviera problemas a la hora de exponer sus opiniones sobre los bables. Él era contrario a que se unificaran en un asturiano falso de academia, consideraba que las lenguas no se podían hacer en un laboratorio». Y así lo dejó claro en sus obras, 'El habla de Lena', 'El bable. Estructura e historia', 'Bables y castellano' y el 'Diccionario de los bables de Asturias', que firmó junto a su esposa, Rosario Piñeiro.
Ese compromiso al que aludía Lucio le llevó a formar junto a amigos como Emilio Alarcos, Josefina Martínez, Juan Benito Argüelles, Gustavo Bueno y Modesto González Cobas, entre otros, la asociación Amigos de los Bables. «Recuerdo que acuñamos una frase que era 'que florezcan los cien bables'», indica Gustavo Bueno, para recordar cómo en los ochenta trataron de contrarrestar el movimiento que apostaba por la cooficialidad del asturiano con diferentes actividades y reuniones con representantes políticos. «A mí me llegaron incluso a amenazar de muerte», rememora Gustavo Bueno, que conoció a Neira en los sesenta, cuando acababa de llegar a Oviedo.
La lingüística fue su vida. Porque, pese a su oposición a la unificación del asturiano, siempre se mantuvo muy al margen de la política. Eso al menos sostienen quienes le conocieron, esos que coinciden a la hora de otorgarle «una gran claridad de juicio». «Era un hombre muy trabajador, una mente clara», señala Gustavo Bueno.
«Un hombre admirable, que defendió siempre el bable», señaló el ex rector Teodoro López-Cuesta. En su funeral celebrado el pasado 5 de febrero en la iglesia de San Francisco de Asis en la Plaza de la Gesta de Oviedo, se reunieron numerosos representantes de la cultura, alumnos, compañeros, y amigos. En su sepelio, se oyeron unos versos de Antonio Machado en su despedida: «De ti, papá, seguiremos aprendiendo», subrayó Chus Neira, al término de la lectura de los versos del poema:
Gran defensor de la pluralidad lingüística asturiana, nunca aceptó Neira que en Asturias exista una lengua única y siempre rechazó su estandarización académica, así como la utilización instrumental del bable como un determinante político, acompañando a otro eminente lingüista de Asturias: Emilio Alarcos Llorach, y a otros muchos ilustarados en la resistencia a que las lenguas de Asturias atravesaran la frontera entre la cultura y la política, tan grata a los nacionalismos. Esa postura, que siempre defendió con firmeza absoluta, le trajo numerosos disgustos. Las formas del bable son un dialecto de la lengua castellana, del idioma español, no una lengua con identidad propia.
M.F.Antuña nos relata en El Comercio, el homenaje que le rinden sus amigos:
Josefina González, viuda de Emilio Alarcos Llorach y compañera suya en la Facultad de Filología de Oviedo lo recuerda con cariño: «Era cum laude como amigo, como sabio y como hombre». Lola Lucio dice de él: «Era un sabio, una persona buena y muy libre en sus opiniones intelectuales y eso hizo que tuviera problemas a la hora de exponer sus opiniones sobre los bables. Él era contrario a que se unificaran en un asturiano falso de academia, consideraba que las lenguas no se podían hacer en un laboratorio». Y así lo dejó claro en sus obras, 'El habla de Lena', 'El bable. Estructura e historia', 'Bables y castellano' y el 'Diccionario de los bables de Asturias', que firmó junto a su esposa, Rosario Piñeiro.
Ese compromiso al que aludía Lucio le llevó a formar junto a amigos como Emilio Alarcos, Josefina Martínez, Juan Benito Argüelles, Gustavo Bueno y Modesto González Cobas, entre otros, la asociación Amigos de los Bables. «Recuerdo que acuñamos una frase que era 'que florezcan los cien bables'», indica Gustavo Bueno, para recordar cómo en los ochenta trataron de contrarrestar el movimiento que apostaba por la cooficialidad del asturiano con diferentes actividades y reuniones con representantes políticos. «A mí me llegaron incluso a amenazar de muerte», rememora Gustavo Bueno, que conoció a Neira en los sesenta, cuando acababa de llegar a Oviedo.
La lingüística fue su vida. Porque, pese a su oposición a la unificación del asturiano, siempre se mantuvo muy al margen de la política. Eso al menos sostienen quienes le conocieron, esos que coinciden a la hora de otorgarle «una gran claridad de juicio». «Era un hombre muy trabajador, una mente clara», señala Gustavo Bueno.
«Un hombre admirable, que defendió siempre el bable», señaló el ex rector Teodoro López-Cuesta. En su funeral celebrado el pasado 5 de febrero en la iglesia de San Francisco de Asis en la Plaza de la Gesta de Oviedo, se reunieron numerosos representantes de la cultura, alumnos, compañeros, y amigos. En su sepelio, se oyeron unos versos de Antonio Machado en su despedida: «De ti, papá, seguiremos aprendiendo», subrayó Chus Neira, al término de la lectura de los versos del poema:
A un olmo seco - Antonio Machado.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Fue inhumado en el cementerio de Pola de Lena, su tierra natal, entre gran acogida de sus vecinos, lástima que no haya habido representación oficial del Ayuntamiento de Lena, que ni siquiera ha tenido el detalle de enviarle un ramo de flores. Estas cosas son las que definen el inexplicable desafecto de los políticos asturianos por los hombres más ilustres de esta tierra, información que hemos recibido de sus vecinos.
Descanse en paz, don Jesús, los asturianos agradecidos por su legado.