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miércoles, 11 de julio de 2007

¿Quién ha triunfado en el Congreso de Ciutadans?

A la vista de los resultados, una respuesta unívoca a esta pregunta no es fácil, porque en el Congreso de Ciutadans, paradójicamente, todos hemos triunfado y todos hemos salido derrotados.

Si se considera que la victoria en el Congreso venía determinada por la elección de su presidente y el consejo ejecutivo, el triunfador ha sido Albert Rivera, que ha obtenido una victoria hegemónica con listas abiertas (54%), lo que parece corresponderse con un apoyo extraordinario de los delegados que asistieron al encuentro.


Pero este gran triunfo resulta sorprendente, cuando toda su gestión fue rechazada por los asistentes en la mañana del sábado día 30 de junio, mientras que salía aprobada la gestión del comité de garantías, que precisamente le había reprobado, a él y a su ejecutiva anterior, en numerosas ocasiones.

Sin embargo, si se considera la victoria como resultado de los cambios ocurridos en la reunión de Ciutadans, las cosas no resultan tan evidentes.

Se podría decir que el triunfador ha sido Françesc de Carreras, empeñado desde hace un año en colocarle a nuestro partido un ideario de centro izquierda, restringido al ámbito catalán, con la obsesión de retraer el proyecto desde una mentalidad nacionalista o contranacionalista menor.

Se podría decir entonces que el Congreso lo han ganado los militantes que abogaban por esta definición ideológica, que en realidad oculta una nostalgia por un PSC no filonacionalista.

Sin embargo, si lo que se valora es el futuro, los indudables vencedores del asunto han sido precisamente los que han perdido el congreso; brindaron al sol con una opción netamente ciudadana, ideológicamente transversal, con un énfasis en la regeneración de la democracia en la política, con expansión al ámbito nacional, y con el objetivo de coincidir con otras opciones convergentes en una tercera vía nacional, como la organización Basta Ya.

Esta opción representada por Luis Bouza-Brey, apoyada por Gimenez-Barbat, Pericay, Arcadi Espada y Albert Boadella, requería que los delegados del congreso perdieran el pánico escénico para introducirse sin complejos en el escenario de la política nacional.

En realidad, creo que nadie ha vencido en el Congreso de Ciutadans, más bien todos hemos perdido, porque como decía alguien estos días: esto no da más de sí, y así no vamos a ningún sitio.
Mal remedio tiene el dilema de retroceder para avanzar, un partido monolítico como el Ciutadans actual ha perdido su esencia fundamental, la perplejidad que provocaba en los electores y en los políticos de este país, en los medios de comunicación, en el establishment.

Ese soplo de aire fresco que comenzó apenas hace un año, se ha convertido en un estertor agónico, porque a algunos les ha interesado asfixiar el proyecto y muchos han colaborado en el propósito, unos con conocimiento y otros sin esperanza.

Es lo que hay, y poco más habrá, el ineludible enranciamiento de la realidad. No hay partido para crecer, no hay mensaje novedoso para transmitir, no hay ánimo que soporte la hemorragia de afiliados, no hay futuro, ni esperanza.

En este Congreso, el único que ha perdido es Ciutadans, el propio partido, este proyecto requería más inteligencia, y menos ambición por parte de algunos; pero también más tolerancia y paciencia por parte de otros.


Liliana de la Sota

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