Si no fueran tan lelos los catalanistas, se darían cuenta de
que sus motivos no son más prevalentes que los de los madrileñistas,
asturianistas, andalucistas, galleguistas, castellanistas o murcianistas. Tan
extravagante es su simplismo racional que consideran que los deseos se pueden
convertir en hechos por la magia de las subjetividades diferenciales, sin saber aquello que dijo Max Weber: "una nación siempre es un resultado, nunca un propósito."
Se les llena la boca con algo que han denominado “derecho a
decidir”, que en realidad es el derecho a decidir por todos los demás, sin
haberles consultado siquiera. Se intitulan de demócratas para ejercer una
tiranía camboyana que remeda al kmer rojo sobre los sufridos contribuyentes
españoles de la comunidad catalana. Dicen que defienden la libertad, y es
cierto, la libertad de hacer lo que le salga de las narices, sin respetar una
Constitución que fue aprobada por el 90 % de los catalanes, sin respetar la
libertad de aquellos que no piensan como ellos. Consideran justas sus
reivindicaciones, cuando en realidad suponen la injusticia soberbia de aquellos
que deciden contar lo que les deben los demás, sin pagar a sus acreedores.
Cataluña o Catalunya, si lo prefieren, está quebrada, gracias
a los nacionalsocialistas del 3 % que gobernaron en la época del PSC-ERC-ICV, y
gracias a los nacionalelistas de CIU-ERC que gobiernan actualmente. La deuda
pública catalana se ha disparado en 2012 hasta los 50.000 millones de euros, el
25 % de su PIB autonómico, a la que hay que sumar 200.000 millones de euros que
le corresponden de la deuda pública española. El negocio está claro, consiste
en hacerse independientes y dejar sin pagar los 200.000 millones de deuda
pública española que les corresponden, porque todo el mundo sabe que Espanya
ens roba, sobre todo entre los nacionalsocialistas de PSC-ERC-ICV del pasado y
los nacionalelistas de CIU-ERC del presente. Cataluña tiene 3.660.000
trabajadores activos, un 22,4 % de los trabajadores españoles. En una
hipotética independencia cada uno tendría que pagar antes de irse a los demás
españoles, solamente 54.664 euros. Como evidentemente una cosa es votar y otra
pagar, algo que en Cataluña se dirime con esmero, seguramente no estarían por
la labor de soltar la pasta de la soberanía emancipatoria, por lo tanto el pufo
iría a deuda catalana.
Ahora bien, 250.000 millones de euros de deuda para Cataluña
suponen aproximadamente el 125 % de su PIB, si ahora tienen dificultades con
una deuda del 25 %, imagínense ustedes con cinco veces más, y sin el Espanya
ens roba.
Supongo que al salir del euro y la Unión Europea, esta deuda
tendría que ser adquirida por otros países, pues imagínense ustedes que tras la
independencia, España comprara la deuda catalana íntegramente. ¿Qué ocurriría
entonces?, pues sencillamente que Cataluña habría alcanzado una independencia
política sin una independencia económica, y su dependencia económica de España
sería extrema, tanto que la metrópolis podría decidir embargar las instituciones de la colonia económica con el apoyo
del FMI y el BCE, eso sin considerar quien iba a pagar las pensiones de los
catalanes, así como todas las ayudas y subvenciones a más de un millón de
parados que existen en la comunidad secesionista.
Fíjense ustedes hasta donde llega el nacionalelismo que los
garrulos de los partidos políticos catalanistas no le han contado a los
catalanes en que va a consistir el negocio del derecho a decidir con pelos y
señales, ni siquiera les han dicho que para lograr la independencia tendrían
que pagar durante muchas décadas el doble de impuestos que pagan ahora.
Estoy deseando que pongan fecha al referéndum, menudo negocio
que vamos a hacer los demás españoles con la independencia de Cataluña, cuando
les dejen peor que a Grecia sus representantes políticos, ya no podrán decir lo
de Espanya ens roba, entonces dirán, Espanya ens mata de fam, pero entonces no
tendrá remedio y además será verdad.
Enrique Suárez