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sábado, 26 de enero de 2008

Con Z de Zapatero (16): "Tras cuatro años, vuelve a crecer el desempleo"

Unos lo atribuyen a la crisis del ladrillo, otros a la coyuntura internacional, y Jesús Caldera, el ministro de trabajo, culpa directamente a los Estados Unidos por la invasión de Irak, lo que ha hecho que suba el petróleo. Bueno.

La cuestión es que ya esta el paro en 8,6 %, cuando Z, desde la seguridad económica que caracteriza sus actos y sus gestos, había prometido que se acabaría la legislatura con cifras de desempleo muy inferiores al 8 %.

Posiblemente los sindicatos de clase, UGT y CCOO convoquen protestas antes de que se celebren las elecciones de marzo, estamos expectantes a la espera de su convocatoria.


MADRID (AFP) — La tasa de desempleo en España aumentó el año pasado por primera vez desde 2003 y llegó al 8,6% de la población activa, debido sobre todo a la pérdida de puestos de trabajo en el sector inmobiliario y a un aumento fuerte del número de personas activas en el cuarto trimestre.

Según datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número total de desempleados aumentó en 117.000 en 2007 y llegó a 1.927.600 personas, con lo cual la tasa de paro alcanzó el 8,6%, es decir, muy por encima de la previsión de los analistas, que apostaban por un 8,20%. A finales de 2006, la tasa de desempleo en España era del 8,3%.

A poco más de un mes de las elecciones generales del 9 de marzo y en una precampaña donde los riesgos de recesión económica ocupan un lugar importante, el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, ha admitido que el incremento del desempleo es un dato "malo" pero según él, "coyuntural". Frente a ello, ha querido destacar la creación durante el pasado año de más de 475.000 empleos y ha subrayado que el número de personas con trabajo se elevó un 2,38% y se situó en 20.476.900 personas.

El desempleo sin embargo golpeó todos los sectores, según el INE, sobre todo el sector terciario (con 46.400 nuevos desempleados) y de la construcción (+61.500 parados), cuya actividad vive una flagrante pérdida de velocidad después de varios años de 'boom'.

"El dato anual es positivo, no así el del cuarto trimestre", insistió Caldera, culpando del aumento del paro entre octubre y diciembre a la desaceleración de la construcción y de los servicios relacionados con el sector inmobiliario, motivada por la crisis hipotecaria en Estados Unidos.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, candidato para un segundo mandato frente a Mariano Rajoy, del Partido Popular, prometió que la tasa de desempleo estaría "claramente" por debajo del 8% en 2007.

En esta línea, Caldera recordó que la tasa actual de desempleados en España se sitúa tres puntos porcentuales por debajo de la que el actual Gobierno encontró al inicio de la legislatura. El ministró pidió estos datos "no empañen" los resultados positivos en materia de empleo obtenidos por el Ejecutivo en los últimos cuatro años.

Información AFP


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Ciudadanos en la Red

Se llamaba Libertad

A veces te asaltan los recuerdos, precisamente hoy invadió mi tranquilidad una historia que viví hace años, y mientras trato de que mi hija de tres años no se cargue la mesa de cristal con el cenicero, voy recorriéndola por los pasajes entelarañados de la memoria.

Era una chica muy joven, la recuerdo mendigando calle arriba y calle abajo, con su mirada verde de esperanza agotada, en aquellos rasgados y aburridos ojos que parecían vidrieras de un convento de clausura abandonado. Seguía el paso a los transeúntes, poco más de cinco metros, repitiendo su arenga de hijos y miseria.

Le pregunté a Dionisio, el camarero del bar donde tomo café que sabía de aquella chica, y me dijo que era una yonki. Más tarde pensé en la diferencia entre ese “ser” yonki, y el “estar en la droga”. El caballo salvaje de la heroína no admite visitantes, ni turistas, solo emigrantes permanentes, esclavos a precio, saldos humanos.

Luego desapareció y tras varios meses, un día helado de diciembre, volví a verla, con poca ropa, ensombrecida, tiritando, ya no seguía a los viandantes, se movía como un robot a izquierda y derecha, me acerqué y le dije que si quería tomar un café. Asintió con la cabeza.

A Dionisio le extraño verme sentado con ella, le pedí un café grande y dos magdalenas, pero solo se comió una. Quería invitarla a un café y que los dos siguiéramos nuestro camino, pero fue inevitable que le preguntara mientras miraba como comía, si no tenía familia, o porque no buscaba trabajo.

Con la boca llena levantó su cabeza y sus ojos acristalados se fijaron en los míos como quien se mira ante un espejo o una pregunta. Permaneció en silencio y siguió comiendo, olvidándose de la inquisición menor de tener que dar referencias de su vida.

Eso hizo que pensara que tal vez le hubiera molestado con mi tonta curiosidad, y pensé por un momento que su respuesta había sido algo así como: ¿necesitas qué te cuente realmente como he llegado hasta aquí, de verdad qué quieres saberlo?.

Una señora con su abrigo de visón, alertada por su amiga, evitó sentarse en la mesa de al lado y se fueron tres más allá para cuchichear mientras nos miraban.

La chica terminó su magdalena y le dio un sorbo al café, entonces con una voz áspera, gutural y profunda, me dijo:

- ¿Sabes?. Tengo Sida, me han quitado a mis hijos.

Siguió tomando el café y con la mirada extraviada en la calle, bajando la voz hasta el susurro, continuó.

- Mi madre se murió cuando tenía nueve años, con diez años mi padre me violó por primera vez, y a los trece ya me había acostado con casi todos los chicos del barrio. A los catorce un señor muy majo, me llevó a un hotel y me dio 30 euros por satisfacerle. ¿Puedo pedir otro café?. ¿Cómo te llamas?. Yo me llamo Libertad.

Le pedí a Dionisio un café para la chica y otro para mí, encendí un cigarro y le ofrecí a ella, cuando lo cogió me di cuenta de que en sus manos había cicatrices de viejas quemaduras. Dioni nos trajo los cafés hasta la mesa, mientras se acercaba a las señoras parlanchinas para atenderlas, no habían dejado de cuchichear desde que se habían sentado.

- Más tarde, un amigo que me gustaba, Juan me dijo que si nos íbamos a vivir juntos, tendría unos dieciséis años por entonces, Juan se metía caballo y me aficioné al "chute"; un día le encontré muerto, pero antes me dejó unos gemelos preciosos. Yo seguí trabajando en la calle, él no hacía nada, yo me acostaba con quien me pagaba. Mi novio me pegaba cuando no traía dinero, cuando ya nadie quería acostarse conmigo por la tripa enorme me fui a un refugio de unas monjas, allí me quitaron a mis hijos, no les he vuelto a ver. Desde entonces prefiero mendigar. Y ahora te dejo, tengo que hablar con aquel chico, señalando a un punki encrestado que pasaba por la calle. Me dio las gracias y un beso para irse.

El de la cresta era un camello conocido, Dionisio se acercó a recoger las tazas y los cubiertos y dijo.

- Esto no lleva remedio, hay gente que solo sabe destrozar su vida. Ni se sabe para que nacen, son escoria.

No le respondí, quedé mirando la tele donde anunciaban un nuevo atentado en Bagdad; la señora del abrigo de visón se reía discretamente con su amiga. Un señor mayor tropezó con una banqueta de la barra y casi se cae, mientras unos niños pequeños deshacían un servilletero, a la par que sus madres despellejaban ajenas a alguna vecina.

Salí a la calle, hacía más frío, era posible que nevara. Me fui al trabajo.

Al día siguiente volví a tomar café, Dionisio se acercó, estaba nervioso, me dijo que si sabía lo que había pasado, le dije que no.

- La chica a la que invitaste ayer ha aparecido muerta en el portal de la óptica, tenía una jeringuilla al lado, debió ser por sobredosis. Mañana seguro que sale en los periódicos.

Me puso el café y pensé en Libertad, había muerto, pero todos aquellos imbéciles no sabían que la sobredosis no había sido de caballo sino de vida; tantas afrentas, tanta miseria, tanto horror no hay cuerpo ni mente que los soporte. En ocasiones, la vida es la droga más dura, no hay antídoto para su veneno.

Y aquel invierno tan frío nos quedamos sin Libertad, pero todo siguió más o menos igual. La señora del abrigo de visón siempre que pasaba a mi lado me miraba despectivamente, estoy seguro de que no tiene hijos, para que los necesita si tiene su abrigo tan bonito y tan caro, y seguro que no tiene más preocupaciones que criticar a los demás, esa afición a meterse en las vidas ajenas por aburrimiento, posiblemente porque nunca se atrevió a vivir la suya en plenitud, demasiado riesgo eso de vivir.

Aquí se acaba la historia, que se va haciendo tarde. Las vidas de los demás siempre nos parecen simples, pero son extraordinariamente complejas. Estamos acostumbrados a ver solo las sombras de la existencia ajena, así que cuando nos encontramos con un ser que vive descarnadamente, arrastrado por la corriente, nos inunda la sorpresa hasta dejarnos perplejos. Despertamos un instante del cotidiano discurrir de nuestros días, para volver inmediatamente a aletargarnos en el más de lo mismo. Cuanta razón llevaba el dramaturgo que equiparó la vida al sueño.

- Libertad, quieres dejar de una vez el cenicero, vas a terminar rompiendo la mesa.


Biante de Priena

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