La interesada propaganda de sus detractores, la misma del “nunca mais”, el “no a la guerra”, el “pásalo” del 11-M, o la genialidad del Estado de Alarma en que nos encontramos, consideró en su día, que Francisco Álvarez Cascos, por su carácter y formas recordaba a un perro de una raza extraordinariamente agresiva, los dóberman, incluso las juventudes del PSOE le hicieron un vídeo a propósito de la infamia. Pasado el tiempo y la égida del zapaterismo, creo que debemos considerar que no se equivocaron del todo, pues de su mentira salió una profunda verdad.
Cascos defendió con todas sus fuerzas sus creencias, valores, y principios y su lealtad al Partido Popular, a su país, España, y a los ciudadanos que lo pueblan, los españoles, no tuvo añagazas de enfrentarse a cualquiera que tratara de imponer su propaganda o de hacer daño a los españoles con su mentiras e insidias. Su fiereza fue épica, su furia considerable, su hostilidad contra la ineptitud encomiable. Cascos siempre ha sido responsable de sus actos, pero nadie ha logrado demostrar que se había equivocado en sus percepciones, en su olfato de político recio y experto. Quizás fue el primero que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo en España, con una legión de descamisados e ineptos dispuesta a tomar al asalto las instituciones, los recursos públicos, el Estado y la libertad de los españoles. El saco de Roma por los bárbaros es el precedente de lo ocurrido en España con los gobiernos del PSOE, y el Presidente Rodríguez Zapatero en los últimos años.
El tiempo va poniendo las cosas en su lugar, en los últimos seis años, a mí, personalmente se me ha ido cambiando el gesto, viendo lo que estaba ocurriendo, al principio sentí sorpresa, más tarde perplejidad, después enfado, y por último cabreo, porque la realidad política que estamos soportando resulta inadmisible. Por cierto, durante los últimos años, cada día he visto como a muchos españoles se les ha ido frunciendo el ceño, cada día más, sin importar su ideología. Los cinco millones de parados, la deuda galopante, el déficit inadmisible, las leyes sectarias, los abusos de poder, la soberbia de los gobernantes, la estupidez de los que les alaban, la miseria y mezquindad en la que nos encontramos, el profundo desasosiego, y la ruina de la nación a la que nos han llevado los gobernantes del PSOE, con la colaboración o acomplejamiento de los que se han callado, pudiendo haberlo impedido, nos ha vuelto a todos un poco como Cascos, sacándonos “el dóberman” que los españoles llevamos dentro.
Quizás haya que reflexionar sobre lo acontecido, con serenidad y sosiego, sobretodo a la vista de los resultados, porque aquellos que nos ofrecían el paraíso nos han llevado directamente al infierno, y los que nos advertían del infierno ahora quieren regresar al paraíso, para volver a empezar, desde el suelo de la democracia, buscando el regreso de la política con mayúsculas, en unión de los ciudadanos a los que quiere representar.
Francisco Alvarez Cascos regresa a Asturias, el próximo miércoles 15 de diciembre estará en Oviedo a las 19:30 horas, para dar una conferencia sobre el AVE invitado por el Colegio de Ingenieros, en la sede del Colegio de Médicos de la Plaza de América. La expectación es grande, porque se espera que hable de la Huelga de Controladores, así como de su regreso como candidato a la Presidencia de Asturias, cuando la dirección nacional del partido lo confirme.
Quizás ese día comprendamos que Cascos fue un “doberman” circunstancial, algo que nos puede ocurrir a cualquiera si anticipamos un peligro y un daño que se va a cometer sobre las cosas que amamos, porque la conducta de Cascos hoy se comprende mucho mejor, trató de defender Asturias y España con uñas y dientes de la que se le venía encima con la ambiciosa legión de hambrientos de poder y dinero que se avecinaba con la llegada del PSOE, de la quiebra hacia la que nos llevarían, de la muerte pública de todo lo que nos identificaba, de la usurpación y detentación de las instituciones, de la miseria inmensurable que viviríamos, de los cinco millones de parados, de tanta estupidez gratuita y tanta insidia e vesania. Cascos “ladró” con todas sus fuerzas para dar la voz de alarma sobre los lobos que acechaban al rebaño, que estaban dispuestos a esquilmarlo hasta la saciedad. Es de justicia reconocerlo, a la vista de lo sucedido.
Francisco Álvarez Cascos relumbra por si mismo ante la oscuridad que nos circunda, es un personaje clave en la vida política española, imprescindible para esta Asturias que nada tiene que ver con su esencia, que corre peligro en su propia existencia. Es un faro para los asturianos perdidos en el océano de la mediocridad y la estupidez, en la que los tiburones tanto del PSOE como del PP han hecho su agosto. Por eso para mí, y para otros muchos, Cascos para nada representa hoy un doberman, sino un leal labrador, el más fiel de los cánidos, aquel que ayuda a los ciegos a encontrar su camino, nunca les abandona y siempre está dispuesto para ayudarles.
Y para todos aquellos que tratan de que sigamos sometidos y encerrados en el armario de propaganda en el que nos han introducido, con el objetivo de aprovecharse de nosotros y perpetuarse en el poder, sólo quiero dedicarles un estruendoso ¡GUAU,GUAU!, mi ladrido rabioso de advertencia (o de guerra), para informarles de que en esta ocasión Cascos no está solo, su jauría está con él.
Ahora que os conocemos realmente, sabemos de todas vuestras miserias urdidas desde el poder, no estamos dispuestos a olvidar, ni a perdonar lo que nos habéis hecho a los ciudadanos, tratándonos como si fuéramos precisamente perros a vuestro servicio o borregos a los que esquilmar hasta destrozarles la vida, cuando bien os parezca. La política de connivencia y acotamiento urdida desde el poder, forma ya parte del pasado.
Enrique Suárez
Cascos defendió con todas sus fuerzas sus creencias, valores, y principios y su lealtad al Partido Popular, a su país, España, y a los ciudadanos que lo pueblan, los españoles, no tuvo añagazas de enfrentarse a cualquiera que tratara de imponer su propaganda o de hacer daño a los españoles con su mentiras e insidias. Su fiereza fue épica, su furia considerable, su hostilidad contra la ineptitud encomiable. Cascos siempre ha sido responsable de sus actos, pero nadie ha logrado demostrar que se había equivocado en sus percepciones, en su olfato de político recio y experto. Quizás fue el primero que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo en España, con una legión de descamisados e ineptos dispuesta a tomar al asalto las instituciones, los recursos públicos, el Estado y la libertad de los españoles. El saco de Roma por los bárbaros es el precedente de lo ocurrido en España con los gobiernos del PSOE, y el Presidente Rodríguez Zapatero en los últimos años.
El tiempo va poniendo las cosas en su lugar, en los últimos seis años, a mí, personalmente se me ha ido cambiando el gesto, viendo lo que estaba ocurriendo, al principio sentí sorpresa, más tarde perplejidad, después enfado, y por último cabreo, porque la realidad política que estamos soportando resulta inadmisible. Por cierto, durante los últimos años, cada día he visto como a muchos españoles se les ha ido frunciendo el ceño, cada día más, sin importar su ideología. Los cinco millones de parados, la deuda galopante, el déficit inadmisible, las leyes sectarias, los abusos de poder, la soberbia de los gobernantes, la estupidez de los que les alaban, la miseria y mezquindad en la que nos encontramos, el profundo desasosiego, y la ruina de la nación a la que nos han llevado los gobernantes del PSOE, con la colaboración o acomplejamiento de los que se han callado, pudiendo haberlo impedido, nos ha vuelto a todos un poco como Cascos, sacándonos “el dóberman” que los españoles llevamos dentro.
Quizás haya que reflexionar sobre lo acontecido, con serenidad y sosiego, sobretodo a la vista de los resultados, porque aquellos que nos ofrecían el paraíso nos han llevado directamente al infierno, y los que nos advertían del infierno ahora quieren regresar al paraíso, para volver a empezar, desde el suelo de la democracia, buscando el regreso de la política con mayúsculas, en unión de los ciudadanos a los que quiere representar.
Francisco Alvarez Cascos regresa a Asturias, el próximo miércoles 15 de diciembre estará en Oviedo a las 19:30 horas, para dar una conferencia sobre el AVE invitado por el Colegio de Ingenieros, en la sede del Colegio de Médicos de la Plaza de América. La expectación es grande, porque se espera que hable de la Huelga de Controladores, así como de su regreso como candidato a la Presidencia de Asturias, cuando la dirección nacional del partido lo confirme.
Quizás ese día comprendamos que Cascos fue un “doberman” circunstancial, algo que nos puede ocurrir a cualquiera si anticipamos un peligro y un daño que se va a cometer sobre las cosas que amamos, porque la conducta de Cascos hoy se comprende mucho mejor, trató de defender Asturias y España con uñas y dientes de la que se le venía encima con la ambiciosa legión de hambrientos de poder y dinero que se avecinaba con la llegada del PSOE, de la quiebra hacia la que nos llevarían, de la muerte pública de todo lo que nos identificaba, de la usurpación y detentación de las instituciones, de la miseria inmensurable que viviríamos, de los cinco millones de parados, de tanta estupidez gratuita y tanta insidia e vesania. Cascos “ladró” con todas sus fuerzas para dar la voz de alarma sobre los lobos que acechaban al rebaño, que estaban dispuestos a esquilmarlo hasta la saciedad. Es de justicia reconocerlo, a la vista de lo sucedido.
Francisco Álvarez Cascos relumbra por si mismo ante la oscuridad que nos circunda, es un personaje clave en la vida política española, imprescindible para esta Asturias que nada tiene que ver con su esencia, que corre peligro en su propia existencia. Es un faro para los asturianos perdidos en el océano de la mediocridad y la estupidez, en la que los tiburones tanto del PSOE como del PP han hecho su agosto. Por eso para mí, y para otros muchos, Cascos para nada representa hoy un doberman, sino un leal labrador, el más fiel de los cánidos, aquel que ayuda a los ciegos a encontrar su camino, nunca les abandona y siempre está dispuesto para ayudarles.
Y para todos aquellos que tratan de que sigamos sometidos y encerrados en el armario de propaganda en el que nos han introducido, con el objetivo de aprovecharse de nosotros y perpetuarse en el poder, sólo quiero dedicarles un estruendoso ¡GUAU,GUAU!, mi ladrido rabioso de advertencia (o de guerra), para informarles de que en esta ocasión Cascos no está solo, su jauría está con él.
Ahora que os conocemos realmente, sabemos de todas vuestras miserias urdidas desde el poder, no estamos dispuestos a olvidar, ni a perdonar lo que nos habéis hecho a los ciudadanos, tratándonos como si fuéramos precisamente perros a vuestro servicio o borregos a los que esquilmar hasta destrozarles la vida, cuando bien os parezca. La política de connivencia y acotamiento urdida desde el poder, forma ya parte del pasado.
Enrique Suárez