desde 2.006 en Internet

sábado, 6 de junio de 2009

La crisis del periodismo español

Una interpretación alternativa a la recientemente expuesta por Arcadi Espada, Miguel Ángel Aguilar, y Pedro J. Ramírez, desde el ámbito de la Red y el escenario de la blogosfera.

Bon Jour, Arcadi y cols.

Hay una idea que revolotea por las sinapsis de mi cerebro desde hace un par de semanas, cuando leí que Arcadi Espada, guardián de estilo de El Mundo, y Miguel Ángel Aguilar, colaborador estructural de El País, se pronunciaron en una conferencia en el Hay Festival Alhambra 2009, sobre el fenómeno creciente de los blogs, que inundan masivamente de información la Red, prácticamente de forma gratuita e incontrolada.

Días después, Pedro J. Ramírez, con motivo del cincuentenario de la Universidad de Navarra, dictó una conferencia en la Facultad de Periodismo donde estudió su carrera, que se reprodujo en uno de sus dominicales de dos páginas, bajo el título de “El periódico es el héroe”, recogiendo las palabras de Arcadi, y complementándolas con su opinión personal, al considerar que la información de los tigres de papel y los lobos esteparios de pantalla, estaban condenados a entenderse, como acababa ocurriendo en la magnífica película de Kevin Macdonald, “La Sombra del Poder” (State of Play), protagonizada por un avezado profesional del periodismo tradicional, magníficamente interpretado por Russell Crowe, y una novel periodista, de la sección digital de The Globe de Washington DC ,interpretada por Rachel McAdams.

El origen del film no carece de curiosidades, como la de que su formato original fue una miniserie de la BBC, y en su guión ha participado el sobrevalorado chamán de la escena, Tony Gilroy. Para evitar confusiones posteriores, el diario de referencia que utiliza el guionista es The e Washington Globe, -no confundir con The Boston Globe, el periódico del grupo The New York Times, que tras 137 años de existencia y unas pérdidas en 2008 de 50 millones de dólares, que se incrementarán a 85 millones de dólares en 2009 según estimaciones, está prácticamente condenado al cierre-. De las numerosas críticas del largometraje, quiero reseñar la publicada en Variety, realizada por Todd McCarthy, que dice así: "este eficiente, admirable y coherente thriller (...) tiene un aire melancólico en lo que respecta al cuarto poder, en un momento en que la profesión está colgando de un hilo."

La crisis del periodismo

Creo que el problema al que se quieren referir los afamados profesionales del periodismo citados, es precisamente que los diarios de papel españoles (y mundiales) atraviesan en estos momentos una situación bastante precaria, como recientemente se ha visto con el Grupo Prisa, que al borde ha estado de la quiebra técnica por no conseguir financiación para los créditos que adeuda; esta situación se puede generalizar a los demás diarios españoles, y también a la prensa mundial, porque realmente los periódicos que no producen pérdidas –la inmensa mayoría las acumulan- no están produciendo demasiadas ganancias.

En su inconsciente colectivo -me refiero al del colectivo de periodistas de papel-, sin embargo hay una genuina protesta, aunque no la manifiestan de forma directa, sobre su futuro inmediato que también amenaza precariedad, y que por supuesto no atribuyen a la deriva personal, que en el caso de Arcadi ha sido hacia el más puro esteticismo postmoderno y minoritario, al efluvio de sabidurías avejentadas y nostálgicas en el caso de Aguilar, o al liderazgo mesiánico y patrimonial de la noticia y su deconstrucción en el caso de Ramírez.

Quizás, en evolución paralela al ámbito de la política -su alter ego-, no se han percatado de que en su egotismo periodístico, acomodado y siempre mal cobrado, el único problema que presenta la profesión son ellos, el declive paulatino de su prestigio, la devaluación de su mensaje, la pérdida de poder mediático, de control de los criterios del prójimo, en resumen, la disminución de su reconocimiento, gloria e ingresos. Determinada prensa oculta, en numerosas ocasiones, hechos sencillos y explicables, tras la grandilocuencia de lo incognoscible para los no iniciados, y prácticamente vetado al aprecio y consideración del círculo selecto de los entendidos y fieles, en una semiótica del narcisismo más snob, para incrementar el valor -y por supuesto el precio- de lo expuesto.

La crisis de los periodistas

La evolución hacia la adaptación, tanto para humanos como para periódicos, siga dinámicas biológicas o culturales, tiene fundamentalmente dos vías, además de saltos puntuados, neolamarckismos discrepantes, y relativismo placenteros: la acomodación, que es cuando el mundo cambia a la medida de los intereses de las personas, y la asimilación, que es cuando cambian las personas a la medida de los intereses del mundo. Habitualmente el periodismo tradicional se ha fundamentado en la influencia sobre la opinión de las personas para que veneren la interpretación del mundo que hacen los periodistas.

El Premio Nóbel André Gide, amigo del sarcástico Oscar Wilde, dijo en cierta ocasión henchido de razón, que el mundo se divide prácticamente en dos clases, los crustáceos que no mutan según van cambiando los tiempos, y los sutiles, que se empeñan en no seguir aplicando las mismas reglas del pasado al presente –aunque les favorezcan- y mucho menos al futuro.

Creo que la dialéctica de confrontación entre papel y pantalla, que proponen Espada, Aguilar y Ramírez, realmente no existe, -deberían leer más Foucault, aquel arqueólogo del conocimiento-, porque en el mundo de la información, como MacLuhan diagnosticó con precisión en su obra “La Aldea Global”, el medio sigue siendo el mensaje y desde los estudios de la Escuela de Palo Alto, todos sabemos que cuando hay posibilidad de que se establezca interacción humana, de forma directa o indirecta, la comunicación resulta inefable.

El juicio de sanedrín informativo que se ha tratado de establecer por los paladines del periodismo español, con cadencia pontificia, he de reconocer que ha sido bastante desafortunado en todas sus dimensiones, aunque al final, con la moral del converso expectante de mayores beneficios, y de forma tímida, Arcadi haya abogado por la dinámica de la noticia que permite la Red, quizás anticipando su ineludible deriva.

La temible blogosfera

En mi criterio, no existe ninguna confrontación entre la función que cumplen los blogs y la que desmpeña la prensa de papel, más bien al contrario, comparto en este caso la opinión del director de El Mundo, que habla de complementariedad, ciertamente forzado por las circunstancias, pero considero que acierta en su pronóstico.

Arcadi Espada no se ha atrevido a reconocer lo que realmente piensa, que lo que está ocurriendo es que los blogs están desplazando a los periódicos de papel, porque cumplen una función que ya no corresponde exclusivamente al periodismo, sin pretender sustituir a la prensa, más bien imbrincándonse con los diarios en el sinuoso y siniestro territorio de la información política y su divulgación.

El problema no es que los blogs compitan con los periódicos, sino que los blogueros disputan con los periodistas en criterio y opinión, porque se expresan libremente, y la información que producen, puede comunicarse de forma instantánea, gracias a la tecnología informática, por medio de os conocimientos básicos del bricolage de usuarios, en bata y zapatillas, comodamente desde sus casas, como estoy haciendo en estos momentos, se puede expresar en libertad un pensamiento, que los lectores, que también estarán en bata y zapatillas, podrán leer dentro de unos instantes desde sus casas, cuando “cuelgue” lo escrito.

El acceso masivo a la información a golpe de ratón, unido a la multiaxialidad y la simplificación de la comunicación, hace que una pluralidad de opiniones inconcebida hace dos décadas, navegue libre por el océano de la red para recalar y atracar en la pluralidad de criterios –algunos ciertamente excelsos, todos suficientes- existentes en este mundo.

La sociedad enredada

El fenómeno social al que estamos asistiendo es el de la deslocalización de la información y la comunicación, en un mundo interrelacionado y global. Ciertamente, lo que está ocurriendo es que la libertad de pensamiento, hoy se puede transmutar de forma espontánea e instantánea en libertad de expresión, antes acotada y controlada por los popes del periodismo, y limitada al albedrío interesado de las empresas editoriales y sus beneficios comerciales.

El único problema al que estamos asistiendo, querido Arcadi, nada tiene que ver entonces con las ideas y su expresión, ni con la competición por las noticias, ni con el acabado sintáctico exquisito, ni con la semiótica del Zeitgeist, ni con la retórica del chamán, ni siquiera con las facilidades y posibilidades que nos ofrecen la tecnología de la comunicación social, por cierto cada día más accesible y asequible.

No Arcadi Espada, te vuelves a equivocar en esta ocasión, el único problema que existe es con el comercio de las ideas, con el tráfico de información, antes restringida y controlada por los periodistas, que hoy, ven amenazado su futuro profesional, y la exigencia de una deriva inequívoca hacia la especialización, que incluye el análisis profundo y sosegado de la noticia y la publicación de su acertada crónica. Claro, querido Arcadi, ahora podrás contárselo a J., a estas horas habrás podido sospechar que el problema no es otro queel dinero, por supuesto, porque este autor desconocido para ti, está escribiendo este artículo porque le complace, de forma gratuita –como tú bien dices-, sencillamente por que le apetece expresar públicamente su pensamiento, y sus lectores, no tendrán que pagar más que la conexión, la tarifa eléctrica y disponer de un ordenador personal y los mínimos conocimientos para saber hallar este artículo en el maremagnum de los contenidos de la Red, para poder acceder a su lectura, y disfrutar con ella o despreciarla directamente, comentando que les ha parecido, prácticamente de forma interactiva, también de forma gratuita, consumiendo exclusivamente el tiempo que les lleve su digestión mental.

El dinero, claro, como no te habrás dado cuenta desde la sagacidad que te caracteriza, ese es el problema fundamental en la mayoría de las ocasiones en un mundo capitalista y materialista como en el que estamos viviendo, porque los periodistas profesionales viven de expresar y exponer públicamente sus conocimientos y opiniones desde su criterio, como los albañiles profesionales lo hacen de colocar ladrillos; la cuestión en juego es, que los periodistas defienden el territorio de la información y la comunicación como si fuera de su exclusivo patrimonio, como los albañiles consideran usurpadores, intrusos o impostores a los que levantan paredes o colocan suelos y techos, a ratos libres.

La triple dialéctica del fenómeno

No se puede establecer por tanto, una dialéctica de formatos, entre papel y pantalla, debemos ser más sutiles, porque la dialéctica auténtica que se esconde tras tu discurso culterano, es mucho más práctica y menos romántica, pues no es otra que la surgida entre los que cobran por la comunicación que producen porque viven de ello, y los que ofrecen sus opiniones de forma gratuita, porque les apetece y pueden hacerlo.

La misma dialéctica que se estableció hace 2.400 años, en la época de los sofistas, que desvirtuaron públicamente la transmisión de su conocimiento, y el comienzo de su desprestigio, porque comenzaron a cobrar por ello, sin dedicarse profesionalmente a la educación y la formación cultural regulada por las polis; decidieron recorrer los territorios griegos, visitando esencialmente los hogares más afortunados –habitualmente de políticos, comerciantes, y privilegiados herederos- que podían pagar sus servicios y disfrutar o presumir de su compañía, estableciendo una singular simbiosis con los administradores del poder; hoy, ni siquiera es necesario que el periodista se desplace, porque los medios de comunicación físicos permiten que los medios de comunicación culturales visiten el kiosco de nuestro barrio cada mañana y por poco más de un euro nos llevamos a nuestra casa un periódico, pero además hay numerosos centros sociales donde su lectura es gratuita. Y en esta cultura de masas no rebeladas, pero atentas, la única diferencia entre los defensores del papel y los diletantes emborronadores de pantallas, es que el periodista cobra por la información que comunica, mientras que el bloguero no profesional transmite lo que le apetece de forma gratuita.

La segunda dialéctica y posiblemente la que contiene la solución del presunto conflicto para la supervivencia del periodismo -más histérico que real-, es bien sencilla, se remonta a Sócrates, que comenzó siendo un sofista, que cobraba por transmitir sus conocimientos, pero un buen día descubrió que la filosofía –que previamente había denominado Pitágoras- consistía en la búsqueda de la verdad, en un mundo de mitologías organizado por los poderosos, y su difusión liberadora no debía quedar restringida a las familias privilegiadas, sino que debía alcanzar a todos los ciudadanos. Por tanto, decidió dedicarse al oficio de transmitir su conocimiento de forma gratuita, algo que como sabrás acabó costándole la vida. En la heroicidad de suicidarse, antes que abjurar de su criterio y su verdad, surgió la primera víctima conocida de la libertad de expresión y posiblemente el cimiento más sólido de la cultura occidental, tal como la conocemos, pero también le permitió alcanzar personalmente la inmortalidad, sin escribir siquiera ni una sola palabra a lo largo de su vida, gracias fundamentalmente al periodista que hizo la crónica del suceso, su discípulo Platón, el divulgador del mito de la caverna y sus sombras.

Es decir, al dinero por el trabajo de informar y comunicar, añadimos la defensa de la libertad de expresión, al precio que corresponda, lo que incluye la propia vida.


El último eje del conflicto, querido Arcadi, y aquí te expongo la tercera dialéctica, es el que se establece entre el poder en todas sus representaciones y la divulgación a la opinión pública de noticias, opiniones e interpretaciones sobre las mismas – actividad restringida tradicionalmente al "cuarto poder"-, que como sabrás, en los tiempos actuales mantiene una posición deudora con el poder, por la necesidad de subvenciones y publicidades del sector público, gestionado por los gobiernos de turno, es decir, el cuarto poder se encuentra en una relación de sumisión al poder político.

Esta afinidad, posiblemente no electiva, y la deriva acomodaticia que han ido adquiriendo los periodistas, ha establecido una implícita y sutil censura, que al contrario del sacrificio socrático, no es ajena a manipulaciones de la verdad, desviaciones de la opinión pública hacia interesadas interpretaciones de la realidad, o sometida a la intoxicación directa de los ciudadanos con informaciones equívocas o falacias, y evidentemente esa dinámica de corrupción relativa y constante, etiológica o teleológica, de reptiles actitudes, -con honrosas y notorias excepciones-, también ha acabado influyendo sobre las estadísticas de la OJD. Evidentemente que estas cosas también puede ocurrir en cualquier blog, pero al contrario que ocurre en los periódicos, la comunicación libre, profusa, difusa y masiva impide el control y condicionamiento del poder sobre la divulgación de las noticias u opiniones, por ahora.


Así que, en mi modesto criterio, la dialéctica no debe establecerse entre formatos de presentación de la información y su comunicación, ni sobre la profesionalidad de sus autores, ni siquiera sobre el estatus doxológico de la noticia, sino sobre la relación del cuarto poder con el dinero que produce para quienes viven en su ámbito, el distanciamiento del privilegio que supone la expresión libre y transparente de la verdad, y el condicionamiento siniestro e inflexible de la información publicada por quienes detentan el poder.

El irrenunciable aroma de la libertad

Los blogs, que son medios de comunicación directa e inmediata por medio de Internet, los que se ocupan del poder y la política fundamentalmente, no se encuentran matizados, ni condicionados, ni sirven a ningún otro interés que el de los autores que los producen, al contrario que el periodismo vigente; recuerdan más que al periodismo al estilo panfletario de los libelos que en la antigua Roma surgieron para denunciar las arbitrariedades del poder, que en la Edad de Oro española tuvieron al genial Quevedo por protagonista, en la Independencia de Estados Unidos al inmortal Tom Paine y su inolvidable Sentido Común, en la Francia del Antiguo Régimen al inigualable Voltaire, en la Revolución Francesa a Marat y sus seguidores, y en el siglo XIX a Proudhon y su denuncia de la propiedad; y desde entonces, a todos los que sienten la opresión del poder y el perjuicio inicuo a que les someten los políticos con su avaricia de privilegios, que deteriora paulatinamente su existencia y la de sus coetáneos.

Cuando el Estado se ha convertido en un instrumento de opresión y reparto de privilegios, el Gobierno en una empresa que beneficia a quien lo sostiene, los periódicos poco a poco van dejando de hablar desde la libertad, para hacerlo encaramados desde el altar del pesebre, lo que quizás resulte ineludible si quieren sobrevivir, pero al mismo tiempo esta perversión les hace perder su función genuina y convertirse en correa de transmisión de la injusticia y la arbitrariedad, tal vez pot eso, estén siendo desatendidos o rechazados.

Por último, Arcadi Espada, no quisiera concluir este extenso panegírico sin mencionar la representación última y más excelsa del fenómeno expuesto, el ejemplo palmario de mis argumentos, la representación áurea de lo aducido, la configuración magna de lo que he dicho: la bendita Sociedad General de Autores, que reúne en sí misma la santísima trinidad de la dialéctica referida, el voraz interés económico, el intento baldío de subyugar la libertad de expresión y comunicación, y el protectorado político y fiscal del Gobierno que utiliza el poder conferido por los ciudadanos de forma discrecional creando instrumentos feudales en una democracia.

Sí, Arcadi Espada, esa SGAE que defiendes tú, la misma que desde la red no dejaremos de sitiar, acosar, y atacar hasta que logremossu erradicación y olvido. Por eso Arcadi, hay gente que vive del periodismo condescendiente con el poder, y otros, que no siendo periodistas, -ni falta que nos hace-, hemos decidido izar la bandera de la libertad, para emprender la lucha contra la opresión y los privilegios de los políticos, con los modestos recursos que provienen de nuestro criterio, teclado y ratón.

Y transmítele a Pedro que tampoco estoy de acuerdo con su posicionamiento, porque “el periódico” hace tiempo que dejó de ser el héroe, para convertirse en el colaborador necesario de los desmanes del poder.

A estas alturas de la historia humana, vamos a dejarnos de crear nuevas mitologías para someter a los creyentes, porque el logos ya no es patrimonio de una minoría, sino de la inmensa mayoría, algo que deberían saber los políticos que nos gobiernan y los periodistas que nos hacen la amable crónica y la crítica conveniente de su inevitable gestión política, sin siquiera despeinarse, sin mojarse, sin complicarse la vida, cómodamente desde sus casas, al igual que cualquier despreciable bloguero de la Red, que no está a la altura de comprender la realidad, ni por supuesto de evocársela a los demás.

La disputa, en definitiva, querido Arcadi evidentemente no se ciñe por el formato, sino que se refiereal valor real del criterio y su auténtico precio, y la efímera duración de la noticia en un mundo global e intercomunicado que ha abaratado el precio de su producción debido a la economía de escala, estando el pescado todo vendido y empaquetado, sin necesidad de periódicos para envolverlo.

A lo largo de la transición democrática, desde el cambio de régimen hasta nuestros días, los políticos de todos los partidos españoles, los representantes sindicales de los sindicatos mayoritarios, los miembros de asociaciones a la sombra de los partidos políticos han construido un "survival" de privilegios y beneficios, al que los periodistas no han sido ajenos; configurándose un establishment político que no se rige para su existencia por las mismas reglas que imperan para los demás ciudadanos, promoviendo una nueva aristocracia, que se aferra al poder y los negocios que este genera, a los privilegios que atesoran, a la soberbia de la opresión de los demás de forma impune, sin más mérito que haberse aprovechado de la oportunidad de forma sectaria, traicionando lo que realmente anunciaban representar, y sin mostra más mérito que el de pertenecer a un estamento político. Durante todo este tiempo, los periodistas profesionales han tenido más interés por participar de las migajas y el reconocimiento que recibían de los detentadores del poder, que por recibir el aplauso, admiración y glorificación de sus lectores.

Con la llegada de internet y el estallido de libertad de expresión que ha supuesto, el negocio tan bien urdido está amenazado de forma permanente por miles o millones de francotiradores espontáneos, hoy separados, mañana reunidos, y el único dilema que surge para el periodista profesional proviene del conflicto al que se encuentra expuesto, debiendo decidir entre la supervivencia cómoda que le proporciona su proximidad al poder, o el regreso a sus orígenes, para enarbolar la denuncia y dar testimonio de los abusos de los privilegiados, y ciertamente hay que reconocer que no les queda demasiado tiempo para realizar la conversión.

La función de los blogs no es la divulgación de noticias -que replican de los diarios-, sino la expresión de opiniones y juicios sobre la interpretación de la realidad en plena libertad, algo que hasta ahora era patrimonio exclusivo de los periodistas, desacostumbrados a participar en la selección natural de sus criterios y en la difusión de los mismos, con los demás ciudadanos.

Arcadi, no deberías preocuparte porque lo bueno, lo útil, lo necesario, lo innovador, lo escaso, l o acertado, lo diferente, lo que ha requerido esfuerzo, lo valorado por los demás, siempre acaba permaneciendo, y alcanzando un elevado precio de forma natural, sin que nadie lo controle y fiscalice, sencillamente siguiendo las reglas del mercado, sin aranceles de partida, ni protecciones de llegada, sin artificios de oligopolio.

La libertad es un juez implacable porque no admite intrusos Arcadi, no deberías olvidarlo.

Recuerdos a J.


Enrique Suárez Retuerta

001-Herramientas defensivas para combatir la "peste roja"-M-16


La "peste roja" empieza a aparecer por doquier cual sarpullido ladillero y se acerca peligrosamente a nuestras casas. Es bueno que el ciudadano de bien empiece a documentarse sobre cuales serían las herramientas más efectivas para combatirla.
Este es la primera entrega de una serie de recomendaciones para la defensa ante el más que probable ataque de la “peste roja”.
Herramienta -01:
M-16

La herramienta se revisa quitando el cargador, tirando de la palanca de armado hacia atrás, e inspeccionando la recámara. Para cargar, el cargador es insertado dentro del hueco. Para preparar la herramienta para su uso, se alimenta tirando de la palanca de armado hacia atrás y soltándola, sin acompañar el regreso del mismo, asegurándose que el cierre de la cámara cierra correctamente. "Montar" la palanca de armado frecuentemente puede causar que el cierre no cierre perfectamente.
Cuando el cargador está agotado, el cierre queda bloqueado hacia atrás; reemplazando el cargador vacío por uno nuevo, y presionando el seguro del cierre, un nuevo cartucho entra en la recámara y el individuo puede comenzar a usarla inmediatamente.
Estéticamente, como se puede apreciar en la imagen adjunta, la herramienta es soberbia.

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...