Hoy, tras la decisión de Francisco Álvarez Cascos de abandonar el PP tras 34 años de militancia, habiendo constituido durante muchos años su auténtica columna vertebral, fundamentada en principios, creencias, valores e ideas claras sobre lo que es España, la democracia, la libertad, la justicia, la política y la vida de los ciudadanos; hoy, el PP de Mariano Rajoy, convertido en maquinaria electoral sin alma, vacío de todo lo que se lleva Cascos con su marcha, se desmorona como una marioneta con los hilos cortados. Mariano Rajoy nunca llegará a ser Presidente de España. Con su deriva errática, con su pusilanimidad intrascendente, ha demostrado no reunir las condiciones necesarias, para llegar a La Moncloa y llevar su partido, el PP, al Gobierno. La marcha de Cascos le ha deslegitimado para representar lo que pretende, su partido de diseño y espectáculo, que en nada recuerda a su esencia y sustancia, comienza a desvanecerse. Y lo que le ha ocurrido al PP, puede ocurrirle al PSOE cualquier día.
Sin embargo, es la mejor noticia con que los españoles podemos recibir este año 2011, algo ha cambiado en la política española, que sin duda será comienzo de unas nuevas relaciones entre ciudadanos y políticos. El gesto de Cascos ha liberado a los españoles de su adscripción obligatoria a unas siglas contra otras, si Cascos, tras tres décadas de su vida dedicadas a crear y consolidar el PP ha podido irse, podemos hacerlo todos los españoles. El golpe seco y contundente, no es exclusivamente a la línea de flotación de la partitocracia española, sino a algo mucho más profundo: la confianza de los ciudadanos en sus representantes políticos. No obstante, lo que ha hecho Francisco Álvarez Cascos no es la causa de nada, sino la consecuencia de todo.
En estos momentos, España atraviesa una de las crisis económicas y políticas más importantes de su historia reciente, con un Gobierno hostil a los ciudadanos y una oposición connivente con su errática deriva. Si el PSOE negó la crisis económica para triunfar en las elecciones, mintiendo a los españoles, el PP no fue capaz de mostrar que lo estaba haciendo. Un PSOE que ha logrado cinco millones de parados cuando prometió pleno empleo en su día, gracias a un PP que ha consentido y aceptado que la quiebra nacional era inevitable. Deuda y déficit, ineficacia e improvisación, tantas necedades juntas no podían contenerse en la cápsula en la que nos han introducido a los españoles con el Gran Hermano de La Moncloa, y al final se ha roto por la costura más humana, gracias a un político que antepone sus principios y valores a su bienestar personal. La historia juzgará este día como aquel en que cambiaron las relaciones entre los ciudadanos y los políticos en España.
Tras la decisión de Cascos de abandonar el PP, estamos todos los españoles que abjuramos de la patética representación política que nos brindan nuestros elegidos en las urnas, aunque designados por las ejecutivas de sus partidos políticos. Cascos ha resumido con una frase inolvidable lo que está ocurriendo: “sin democracia todo lo demás cae”. Tiene razón, caerá el PP y más tarde el PSOE, porque la herida en el sistema partitocrático que ha provocado Francisco Álvarez Cascos es profunda e incoercible, una auténtica hemoragia de confianza. Luz y Taquígrafos. La realidad ilumina la apariencia política, esta representación teatral que nos ofrecen esos actores tan bien pagados que son los políticos en su hipocresía, con extrema nitidez, tras apartarse el que fuera general secretario del PP en su día, donde había sombras sinuosas y siniestras, resplandece la autenticidad de la verdad: la extrema incoherencia e incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace desde la política.
No hay que preocuparse por lo que ocurrirá a partir de ahora, porque realmente debemos contemplar en todo su esplendor esta quiebra del sistema que nos ofrece el abandono del engaño de un auténtico estadista. Su hartazgo y saciedad representa el de todos los españoles, si la actual democracia es un sistema de opresión que incrementa sin fin los privilegios de los políticos al tiempo que los perjuicios de los ciudadanos, es que algo está fallando. La hoja de ruta está descrita en nuestra historia: volver a empezar, el primer paso lo ha dado Francisco Álvarez Cascos, el segundo lo tenemos que dar todos los españoles. La espalda de Cascos es nuestro espejo.
Podemos.
Enrique Suárez
Sin embargo, es la mejor noticia con que los españoles podemos recibir este año 2011, algo ha cambiado en la política española, que sin duda será comienzo de unas nuevas relaciones entre ciudadanos y políticos. El gesto de Cascos ha liberado a los españoles de su adscripción obligatoria a unas siglas contra otras, si Cascos, tras tres décadas de su vida dedicadas a crear y consolidar el PP ha podido irse, podemos hacerlo todos los españoles. El golpe seco y contundente, no es exclusivamente a la línea de flotación de la partitocracia española, sino a algo mucho más profundo: la confianza de los ciudadanos en sus representantes políticos. No obstante, lo que ha hecho Francisco Álvarez Cascos no es la causa de nada, sino la consecuencia de todo.
En estos momentos, España atraviesa una de las crisis económicas y políticas más importantes de su historia reciente, con un Gobierno hostil a los ciudadanos y una oposición connivente con su errática deriva. Si el PSOE negó la crisis económica para triunfar en las elecciones, mintiendo a los españoles, el PP no fue capaz de mostrar que lo estaba haciendo. Un PSOE que ha logrado cinco millones de parados cuando prometió pleno empleo en su día, gracias a un PP que ha consentido y aceptado que la quiebra nacional era inevitable. Deuda y déficit, ineficacia e improvisación, tantas necedades juntas no podían contenerse en la cápsula en la que nos han introducido a los españoles con el Gran Hermano de La Moncloa, y al final se ha roto por la costura más humana, gracias a un político que antepone sus principios y valores a su bienestar personal. La historia juzgará este día como aquel en que cambiaron las relaciones entre los ciudadanos y los políticos en España.
Tras la decisión de Cascos de abandonar el PP, estamos todos los españoles que abjuramos de la patética representación política que nos brindan nuestros elegidos en las urnas, aunque designados por las ejecutivas de sus partidos políticos. Cascos ha resumido con una frase inolvidable lo que está ocurriendo: “sin democracia todo lo demás cae”. Tiene razón, caerá el PP y más tarde el PSOE, porque la herida en el sistema partitocrático que ha provocado Francisco Álvarez Cascos es profunda e incoercible, una auténtica hemoragia de confianza. Luz y Taquígrafos. La realidad ilumina la apariencia política, esta representación teatral que nos ofrecen esos actores tan bien pagados que son los políticos en su hipocresía, con extrema nitidez, tras apartarse el que fuera general secretario del PP en su día, donde había sombras sinuosas y siniestras, resplandece la autenticidad de la verdad: la extrema incoherencia e incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace desde la política.
No hay que preocuparse por lo que ocurrirá a partir de ahora, porque realmente debemos contemplar en todo su esplendor esta quiebra del sistema que nos ofrece el abandono del engaño de un auténtico estadista. Su hartazgo y saciedad representa el de todos los españoles, si la actual democracia es un sistema de opresión que incrementa sin fin los privilegios de los políticos al tiempo que los perjuicios de los ciudadanos, es que algo está fallando. La hoja de ruta está descrita en nuestra historia: volver a empezar, el primer paso lo ha dado Francisco Álvarez Cascos, el segundo lo tenemos que dar todos los españoles. La espalda de Cascos es nuestro espejo.
Podemos.
Enrique Suárez