Tengo la premonición de que los españoles cada día estamos más próximos a un lugar de encuentro, al que los políticos nos empujan sin descanso, en cierta forma, nunca desde la primera transición había visto a esta gran nación , que es España, más cohesionada; posiblemente se deba nuestra cohesión a la irreducible fractura que se ha producido en los últimos años entre los ciudadanos y los políticos. Presiento la luz al final del túnel.
Creo que los españoles cada día estamos más próximos a un acuerdo sobre las cuestiones políticas, fundamentalmente sobre nuestra relación de ciudadanos con los partidos políticos, que clama por un nuevo contrato, en el que mutuo respeto, rigor en el ejercicio de sus funciones y responsabilidad de sus actos y los nuestros, sean fundamentales, eliminando toda sospecha de corrupción. ¿A qué mayor ambición que la honestidad podemos aspirar unos y otros? Evidentemente, en los últimos tiempos hemos comprobado que la honestidad brilla por su ausencia en el escenario de la política española, pero también podemos comprobar que nuestros bajos instintos humanos se encuentran cada noche con un programa de televisión.
Pero para que la honestidad se produzca son necesarios muchos precursores, unos positivos y otros negativos, unos de reafirmación y otros de denuncia. Verán ustedes, la diferencia entre el PP y el PSOE no es otra más que la forma de detraer dinero público, mientras que en el PP hay un señor o una pequeña camarilla que se lleva la pasta, por el arte de pagarse a sí mismo, en el PSOE, la camarilla se amplía a colectivo y se reparten entre más gente los latrocinios, eso sí, siempre aderezándolos con algún motivo supuestamente loable, que propone la salvación de sus semejantes. Los nacionalistas, con aquello de que tienen como objetivo la construcción de su nueva patria, parece que tienen la legitimidad de trincar lo que se pueda, siempre “que se haga nación”.
Pero el problema inmenso que tenemos la mayoría de los españoles, es que pagamos al virtuoso y la camarilla, a los colectivos salvadores y a los fundadores de nuevas patrias con el dinero que ahora necesitamos para crear puestos de trabajo, reducir el déficit, hacer infraestructuras, reducir la deuda y pagar los servicios gestionados por el Estado, en sus múltiples representaciones. No es justo, que tengamos que prescindir de lo que realmente necesitamos, para que algunos puedan saciar sus instintos egoístas.
Sigo pensando, y lo seguiré haciendo, que no hay ideología que justifique la apropiación de dinero público para otra cosa que no sea más que el interés general. Es hora de concluir definitivamente con el patronazgo político de causas que tienen como único objetivo el cultivo electoral con el dinero de todos los españoles. El PSOE debería dar ejemplo de honestidad, y dejar de regar con el dinero de todos sus campos electorales, porque de otra forma, ¿qué legitimidad tiene para criticar a los demás como corruptos?.
¿Es que se diferencia de alguna forma lo de robar, y es más inmoral incrementar la actividad económica de la construcción en Mallorca, remodelando palacetes, que construir obras públicas que no tienen más sentido que proporcionar subsidios a los votantes del partido socialista y gloria para el cacique que contrata jornaleros en Andalucía para que puedan cobrar el subsidio?.
Tan inmoral y carente de ética es quedarse con lo ajeno para disfrute personal, como utilizarlo para seguir en política disfrutando personalmente de las ventajas que proporciona el poder (esas que jamás les corresponderían si no estuvieran en política), de la caridad a la que denominan solidaridad, manteniendo en servidumbre a los electores cautivos de la generosidad de un régimen corrupto, como si no fueran ciudadanos de una democracia.
La única diferencia entre un megalómano del PP que se construye un palacio, y los megalómanos del PSOE que disfrutan de una vida palaciega, es que los del PP no tienen siervos de su ideología y los del PSOE cultivan y mantienen a sus siervos (porque son unos caciques en realidad) con el dinero de todos los españoles, a costa de todos los españoles, para que les voten a ellos cuando corresponda. Hay otra diferencia, la propaganda, cuando un socialista va a un restaurante de cinco tenedores o un hotel de cinco estrellas a costa del erario público, lo hace con un claro interes social, para comprobar que todo funciona correctamente, mientras que cuando lo hace un conservador, lo hace porque es un facha egoista que sólo piensa en si mismo.
Biante de Priena
Creo que los españoles cada día estamos más próximos a un acuerdo sobre las cuestiones políticas, fundamentalmente sobre nuestra relación de ciudadanos con los partidos políticos, que clama por un nuevo contrato, en el que mutuo respeto, rigor en el ejercicio de sus funciones y responsabilidad de sus actos y los nuestros, sean fundamentales, eliminando toda sospecha de corrupción. ¿A qué mayor ambición que la honestidad podemos aspirar unos y otros? Evidentemente, en los últimos tiempos hemos comprobado que la honestidad brilla por su ausencia en el escenario de la política española, pero también podemos comprobar que nuestros bajos instintos humanos se encuentran cada noche con un programa de televisión.
Pero para que la honestidad se produzca son necesarios muchos precursores, unos positivos y otros negativos, unos de reafirmación y otros de denuncia. Verán ustedes, la diferencia entre el PP y el PSOE no es otra más que la forma de detraer dinero público, mientras que en el PP hay un señor o una pequeña camarilla que se lleva la pasta, por el arte de pagarse a sí mismo, en el PSOE, la camarilla se amplía a colectivo y se reparten entre más gente los latrocinios, eso sí, siempre aderezándolos con algún motivo supuestamente loable, que propone la salvación de sus semejantes. Los nacionalistas, con aquello de que tienen como objetivo la construcción de su nueva patria, parece que tienen la legitimidad de trincar lo que se pueda, siempre “que se haga nación”.
Pero el problema inmenso que tenemos la mayoría de los españoles, es que pagamos al virtuoso y la camarilla, a los colectivos salvadores y a los fundadores de nuevas patrias con el dinero que ahora necesitamos para crear puestos de trabajo, reducir el déficit, hacer infraestructuras, reducir la deuda y pagar los servicios gestionados por el Estado, en sus múltiples representaciones. No es justo, que tengamos que prescindir de lo que realmente necesitamos, para que algunos puedan saciar sus instintos egoístas.
Sigo pensando, y lo seguiré haciendo, que no hay ideología que justifique la apropiación de dinero público para otra cosa que no sea más que el interés general. Es hora de concluir definitivamente con el patronazgo político de causas que tienen como único objetivo el cultivo electoral con el dinero de todos los españoles. El PSOE debería dar ejemplo de honestidad, y dejar de regar con el dinero de todos sus campos electorales, porque de otra forma, ¿qué legitimidad tiene para criticar a los demás como corruptos?.
¿Es que se diferencia de alguna forma lo de robar, y es más inmoral incrementar la actividad económica de la construcción en Mallorca, remodelando palacetes, que construir obras públicas que no tienen más sentido que proporcionar subsidios a los votantes del partido socialista y gloria para el cacique que contrata jornaleros en Andalucía para que puedan cobrar el subsidio?.
Tan inmoral y carente de ética es quedarse con lo ajeno para disfrute personal, como utilizarlo para seguir en política disfrutando personalmente de las ventajas que proporciona el poder (esas que jamás les corresponderían si no estuvieran en política), de la caridad a la que denominan solidaridad, manteniendo en servidumbre a los electores cautivos de la generosidad de un régimen corrupto, como si no fueran ciudadanos de una democracia.
La única diferencia entre un megalómano del PP que se construye un palacio, y los megalómanos del PSOE que disfrutan de una vida palaciega, es que los del PP no tienen siervos de su ideología y los del PSOE cultivan y mantienen a sus siervos (porque son unos caciques en realidad) con el dinero de todos los españoles, a costa de todos los españoles, para que les voten a ellos cuando corresponda. Hay otra diferencia, la propaganda, cuando un socialista va a un restaurante de cinco tenedores o un hotel de cinco estrellas a costa del erario público, lo hace con un claro interes social, para comprobar que todo funciona correctamente, mientras que cuando lo hace un conservador, lo hace porque es un facha egoista que sólo piensa en si mismo.
Biante de Priena