Los de Democracia Nacional han convocado una manifestación contra la inmigración que ha sido suspendida por las Delegación del Gobierno en Madrid por sus tintes racistas. En concreto se han reunido 300 manifestantes y 200 policías.
El líder de la formación, Manuel Canduela, ha hecho unas declaraciones que no tienen desperdicio, cuando se preguntó ante los medios si el 'llamar escoria a bandas de delincuentes, de Latin Kings, de trinitarios, es algo erróneo'. 'A partir de ahora -continuó en tono irónico- les llamaremos señores delincuentes', en respuesta a las acusaciones recibidas por su lenguaje violento y xenófobo.
Con estas cosas flaco favor le hacen a su causa, y aquí podemos observar un claro ejemplo de nacionalismo extremista, que por supuesto es inaceptable, reprobable y deleznable. Es curioso que todos los demócratas podamos apreciar que esto es fascismo al más puro estilo de Goebbels.
Sin embargo, si la manifestación se hubiera hecho en Cataluña promovida por los independentistas o en el País Vasco por la gente de Batasuna, no sería tratada de la misma forma por los medios de comunicación y las instituciones, porque se produce ese plus de legitimación que proviene del apoyo de la Generalitat y Ajuriaenea a los gritos de independencia de los fascistas xenófobos.
El tratamiento diferencial de las distintas formas de expresión del fascismo que hay en nuestro país, debido fundamentalmente a que las secesionistas reciben el apoyo de los nacionalismos instalados en los poderes autonómicos, es una de las arbitrariedades más espeluznantes de la política española.
Y nadie dice nada, si alguien actúa como un fascista, es un fascista hasta que no se demuestre lo contrario, catalán o vasco, o simplemente español.
Pues algo habrá que decir: todos los demócratas somos inmigrantes, a ver si se enteran de una vez los fascistas.
Liliana de la Sota
El líder de la formación, Manuel Canduela, ha hecho unas declaraciones que no tienen desperdicio, cuando se preguntó ante los medios si el 'llamar escoria a bandas de delincuentes, de Latin Kings, de trinitarios, es algo erróneo'. 'A partir de ahora -continuó en tono irónico- les llamaremos señores delincuentes', en respuesta a las acusaciones recibidas por su lenguaje violento y xenófobo.
Con estas cosas flaco favor le hacen a su causa, y aquí podemos observar un claro ejemplo de nacionalismo extremista, que por supuesto es inaceptable, reprobable y deleznable. Es curioso que todos los demócratas podamos apreciar que esto es fascismo al más puro estilo de Goebbels.
Sin embargo, si la manifestación se hubiera hecho en Cataluña promovida por los independentistas o en el País Vasco por la gente de Batasuna, no sería tratada de la misma forma por los medios de comunicación y las instituciones, porque se produce ese plus de legitimación que proviene del apoyo de la Generalitat y Ajuriaenea a los gritos de independencia de los fascistas xenófobos.
El tratamiento diferencial de las distintas formas de expresión del fascismo que hay en nuestro país, debido fundamentalmente a que las secesionistas reciben el apoyo de los nacionalismos instalados en los poderes autonómicos, es una de las arbitrariedades más espeluznantes de la política española.
Y nadie dice nada, si alguien actúa como un fascista, es un fascista hasta que no se demuestre lo contrario, catalán o vasco, o simplemente español.
Pues algo habrá que decir: todos los demócratas somos inmigrantes, a ver si se enteran de una vez los fascistas.
Liliana de la Sota