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viernes, 11 de julio de 2008
Los españoles y su lengua
A propósito del Manifiesto por una Lengua Común de Fernando Savater y su círculo
Algo ha logrado el "Manifiesto por la Lengua Común" promovido por el "círculo Savater" y UPD, apoyado por El Mundo, Libertad Digital, Hazte Oír, La Razón, y el PP, algún socialista aislado y numerosos ciudadanos anónimos, al menos ha conseguido señalar la realidad con el dedo de la razón, y los caníbales nacionalistas y progresistas casi se lo comen de un bocado.
Hay gente que se aparta del Manifiesto tras haberlo firmado, Gamoneda, Luz Casal, tal vez Marina, por la politización que ha ido adquiriendo. Parece que la realidad de sumisión del castellano en las comunidades donde se hablan otras lenguas, no haya tenido su origen e interés en la política de consolidación nacionalista.
Medrados charnegos en Cataluña, como Montilla y Chacón, han tratado rápidamente de boicotear la iniciativa, mostrando que su defensa del catalanismo no admite dudas, y es más furibunda incluso que la de los nacionalistas radicales, pero esto no es política, es costumbre de conversos o marranos.
El mismo Fernando Savater en un artículo publicado hoy mismo en El País, titulado "Ciudadanía y Lengua Común", advierte de la concomitancia de muchos de los impulsores iniciales del manifiesto con los promotores de la asignatura Educación para la Ciudadanía, aprovechando para establecer común causa de ambas propuestas sociales, pero esto tampoco es política.
Hoy mismo, he leído un comentario jocoso de uno de nuestros lectores diciendo que "alguien que había escrito su obra en gallego como el Premio Nóbel Camilo José Cela..."; Cela defendió el gallego como Alarcos Llorach defendió el asturiano, Axular el vasco, o Josep Pla el catalán, con criterio y conocimiento.
La gran obra de Cela está escrita exclusivamente en castellano, pero en El País de 21-XII-2006, tras reconocer que salvo una carta y el discurso de entrada en la RAG escritos en gallego poca cosa más de Cela había en esta lengua, el editor Alvarellos, decía lo siguiente: "Una parte de Cela decidía acercarse a Galicia" (sic), pero esto tampoco es política.
¿Qué no es política?
La lengua no es política, es cultura, y las culturas no compiten salvo que estén en guerra encubierta (que es precisamente lo que ocurre en España), pero señor Savater se le olvida a usted -una vez más- lo más importante, que la cultura no puede provenir de la política, sino al contrario, es la política la que deriva siempre y en cualquier circunstancia de la cultura, al igual que la lengua.
Por esa razón no he firmado su manifiesto, porque entre todos los intelectuales, frikis, y anónimos que lo han firmado, todavía no he escuchado a ninguno decir algo tan sencillo como que la política no puede establecer ni la cultura, ni la lengua, ni el curso de la vida de los seres humanos. Y no lo han dicho porque ustedes no conciben la cultura como algo que pertenece por derecho a los individuos, o al agregado de ciudadanos que deciden expresarse en libertad, sino a un conglomerado amorfo de gente que es la sociedad.
Porque ustedes no consideran que los individuos tomados de uno en uno tengan libertad y derechos por ser ciudadanos de un Estado democrático, sino que consideran que es el Estado el único con capacidad de otorgar, delimitar y decidir que derechos y libertades deben tener los ciudadanos. Y no es así, precisamente, lo que se establece en nuestra Constitución.
El "círculo de Savater" quiere hurtar a los ciudadanos su libertad de elegir y decidir, olvidando que para que haya libertad al menos tiene que haber dos alternativas, que en el caso de la lengua, por ejemplo, se ha conculcado en las comunidades que han sometido al castellano hasta excluirlo de las instituciones por intereses exclusivamente políticos, organizando la formación educativa en la lengua que beneficia a sus intereses. Pero esto parece que tampoco es política.
El señor Savater quiere hacer una finta intelectual obviando que ha sido el Estado en su representación autonómica, en manos de los nacionalistas, los socialistas y los populares, el que ha permitido el sometimiento del castellano, su acoso y maltrato, en plena impunidad. Si hoy el idioma español ha desaparecido de la educación infantil en algunas comunidades españolas es gracias a la política, pero promover una rectificación política de un error del Estado en manos de unos políticos irresponsables, no resuelve el problema.
Porque el problema no se soluciona con promocionar cuidados paliativos a una lengua que está plenamente viva en el mundo hispano, sino en erradicar a los parásitos que la asolan y asedian, que la censuran, que la reprimen, que la amputan, que la secuestran y eliminan por eutanasia, porque les interesa a sus finalidades políticas.
La lengua nada tiene que ver con la política, ni con el Estado; no es el Estado el que debe imponer ninguna lengua, porque somos los ciudadanos los que tenemos el derecho de establecer que lengua debe ser la del Estado, y lo hemos hecho en la Constitución de 1978.
El problema es que el Estado español, tanto a nivel nacional, como a nivel autonómico, en manos de los políticos irresponsables y papanatas, ha traicionado y traiciona los fundamentos de la democracia al no respetar lo establecido por la Constitución española de 1978, es decir, lo que hemos establecido los ciudadanos libremente.
La traición como política
El problema es mucho más grave que lo que se puede constatar en relación a nuestro idioma, porque se ha subvertido por la política el orden establecido por el pueblo, por los ciudadanos si lo prefiere. Los políticos se han pasado por el forro nuestra Constitución, y lo siguen haciendo cada día en plena impunidad.
Ese es el problema que tenemos los ciudadanos de este país, los españoles, que ya no vivimos en un Estado de Derecho, que la Constitución ya no garantiza nada, que los políticos hacen lo que les da la gana en relación a sus propios intereses, contra los de los ciudadanos.
Por eso no he firmado su manifiesto, porque es una trampa que impide la solución legítima de nuestros problemas, tratando de implantar un apósito en una hemorragia incoercible, en un acto estético y simbólico que les permita a usted y a otros lavar su conciencia, para promover una muerte digna del español en las comunidades bilingües, para que no se diga que no lo intentaron.
A los de la izquierda se les ha ido la mano en el asunto, y algunos de los firmantes del Manifiesto, representantes de la izquierda más racional, saben que esa es la situación que estamos viviendo en España y tratan de rectificar el error progresista.
Pero resulta patético verle a usted y a otros defender la misma España que defiende Rodríguez Zapatero, pero corregida y matizada, por eso el que suscribe este artículo no ha firmado el Manifiesto, ni lo firmará, porque en realidad la única pretensión del mismo es eliminar las estridencias más impopulares para seguir implantando la sumisión inconstitucional de España a los intereses del modelo Estatal de eliminación de las libertades individuales, entre otras, la de poder elegir el idioma en el que queramos expresarnos los españoles en cualquier lugar de nuestra nación, y teniendo las instituciones del Estado a nuestro servicio, y no la tergiversación de que los ciudadanos estemos al servicio de las instituciones del Estado.
Piden ustedes tolerancia para el español, cuando en realidad somos los españoles los que hemos decidido que la comunicación en nuestro idioma es un derecho inalienable de cada uno de los ciudadanos españoles, y el Estado, lo único que tiene que hacer es garantizar su vigencia y permanencia, nada más, pero no lo hace, se opone ilegítimamente a reconocer nuestros derechos.
El idioma español no tiene un problema político, señor Savater, son los políticos irresponsables y traidores a nuestra Constitución, los que tienen un problema con el idioma español, y los ciudadanos de este país no tenemos ningún problema con la lengua castellana, sino con los políticos que no respetan nuestra Carta Magna, y desde la más absoluta tiranía implantan su criterio en contra de nuestra libertad, derechos, necesidades y bienestar.
Usted quiere salvar a los políticos corruptos, señor Savater, yo quiero que los tribunales de justicia les juzguen, les declaren traidores, y les sentencien a la cárcel o el exilio, que es lo que corresponde. Todavía hay clases y categorías, yo no compadreo con un régimen corrupto, y menos con uno que se ceba en los niños, que son nuestros hijos, para implantar e imponer sus objetivos, con la sumisión del español en las comunidades gobernadas por nacionalistas y socialistas, con la Educación para la Ciudadanía para que el Estado se convierta en única doctrina, con la deshumanización rampante de nuestra existencia, con la renuncia a nuestra Constitución legítima, vigente y legal.
Biante de Priena
Algo ha logrado el "Manifiesto por la Lengua Común" promovido por el "círculo Savater" y UPD, apoyado por El Mundo, Libertad Digital, Hazte Oír, La Razón, y el PP, algún socialista aislado y numerosos ciudadanos anónimos, al menos ha conseguido señalar la realidad con el dedo de la razón, y los caníbales nacionalistas y progresistas casi se lo comen de un bocado.
Hay gente que se aparta del Manifiesto tras haberlo firmado, Gamoneda, Luz Casal, tal vez Marina, por la politización que ha ido adquiriendo. Parece que la realidad de sumisión del castellano en las comunidades donde se hablan otras lenguas, no haya tenido su origen e interés en la política de consolidación nacionalista.
Medrados charnegos en Cataluña, como Montilla y Chacón, han tratado rápidamente de boicotear la iniciativa, mostrando que su defensa del catalanismo no admite dudas, y es más furibunda incluso que la de los nacionalistas radicales, pero esto no es política, es costumbre de conversos o marranos.
El mismo Fernando Savater en un artículo publicado hoy mismo en El País, titulado "Ciudadanía y Lengua Común", advierte de la concomitancia de muchos de los impulsores iniciales del manifiesto con los promotores de la asignatura Educación para la Ciudadanía, aprovechando para establecer común causa de ambas propuestas sociales, pero esto tampoco es política.
Hoy mismo, he leído un comentario jocoso de uno de nuestros lectores diciendo que "alguien que había escrito su obra en gallego como el Premio Nóbel Camilo José Cela..."; Cela defendió el gallego como Alarcos Llorach defendió el asturiano, Axular el vasco, o Josep Pla el catalán, con criterio y conocimiento.
La gran obra de Cela está escrita exclusivamente en castellano, pero en El País de 21-XII-2006, tras reconocer que salvo una carta y el discurso de entrada en la RAG escritos en gallego poca cosa más de Cela había en esta lengua, el editor Alvarellos, decía lo siguiente: "Una parte de Cela decidía acercarse a Galicia" (sic), pero esto tampoco es política.
¿Qué no es política?
La lengua no es política, es cultura, y las culturas no compiten salvo que estén en guerra encubierta (que es precisamente lo que ocurre en España), pero señor Savater se le olvida a usted -una vez más- lo más importante, que la cultura no puede provenir de la política, sino al contrario, es la política la que deriva siempre y en cualquier circunstancia de la cultura, al igual que la lengua.
Por esa razón no he firmado su manifiesto, porque entre todos los intelectuales, frikis, y anónimos que lo han firmado, todavía no he escuchado a ninguno decir algo tan sencillo como que la política no puede establecer ni la cultura, ni la lengua, ni el curso de la vida de los seres humanos. Y no lo han dicho porque ustedes no conciben la cultura como algo que pertenece por derecho a los individuos, o al agregado de ciudadanos que deciden expresarse en libertad, sino a un conglomerado amorfo de gente que es la sociedad.
Porque ustedes no consideran que los individuos tomados de uno en uno tengan libertad y derechos por ser ciudadanos de un Estado democrático, sino que consideran que es el Estado el único con capacidad de otorgar, delimitar y decidir que derechos y libertades deben tener los ciudadanos. Y no es así, precisamente, lo que se establece en nuestra Constitución.
El "círculo de Savater" quiere hurtar a los ciudadanos su libertad de elegir y decidir, olvidando que para que haya libertad al menos tiene que haber dos alternativas, que en el caso de la lengua, por ejemplo, se ha conculcado en las comunidades que han sometido al castellano hasta excluirlo de las instituciones por intereses exclusivamente políticos, organizando la formación educativa en la lengua que beneficia a sus intereses. Pero esto parece que tampoco es política.
El señor Savater quiere hacer una finta intelectual obviando que ha sido el Estado en su representación autonómica, en manos de los nacionalistas, los socialistas y los populares, el que ha permitido el sometimiento del castellano, su acoso y maltrato, en plena impunidad. Si hoy el idioma español ha desaparecido de la educación infantil en algunas comunidades españolas es gracias a la política, pero promover una rectificación política de un error del Estado en manos de unos políticos irresponsables, no resuelve el problema.
Porque el problema no se soluciona con promocionar cuidados paliativos a una lengua que está plenamente viva en el mundo hispano, sino en erradicar a los parásitos que la asolan y asedian, que la censuran, que la reprimen, que la amputan, que la secuestran y eliminan por eutanasia, porque les interesa a sus finalidades políticas.
La lengua nada tiene que ver con la política, ni con el Estado; no es el Estado el que debe imponer ninguna lengua, porque somos los ciudadanos los que tenemos el derecho de establecer que lengua debe ser la del Estado, y lo hemos hecho en la Constitución de 1978.
El problema es que el Estado español, tanto a nivel nacional, como a nivel autonómico, en manos de los políticos irresponsables y papanatas, ha traicionado y traiciona los fundamentos de la democracia al no respetar lo establecido por la Constitución española de 1978, es decir, lo que hemos establecido los ciudadanos libremente.
La traición como política
El problema es mucho más grave que lo que se puede constatar en relación a nuestro idioma, porque se ha subvertido por la política el orden establecido por el pueblo, por los ciudadanos si lo prefiere. Los políticos se han pasado por el forro nuestra Constitución, y lo siguen haciendo cada día en plena impunidad.
Ese es el problema que tenemos los ciudadanos de este país, los españoles, que ya no vivimos en un Estado de Derecho, que la Constitución ya no garantiza nada, que los políticos hacen lo que les da la gana en relación a sus propios intereses, contra los de los ciudadanos.
Por eso no he firmado su manifiesto, porque es una trampa que impide la solución legítima de nuestros problemas, tratando de implantar un apósito en una hemorragia incoercible, en un acto estético y simbólico que les permita a usted y a otros lavar su conciencia, para promover una muerte digna del español en las comunidades bilingües, para que no se diga que no lo intentaron.
A los de la izquierda se les ha ido la mano en el asunto, y algunos de los firmantes del Manifiesto, representantes de la izquierda más racional, saben que esa es la situación que estamos viviendo en España y tratan de rectificar el error progresista.
Pero resulta patético verle a usted y a otros defender la misma España que defiende Rodríguez Zapatero, pero corregida y matizada, por eso el que suscribe este artículo no ha firmado el Manifiesto, ni lo firmará, porque en realidad la única pretensión del mismo es eliminar las estridencias más impopulares para seguir implantando la sumisión inconstitucional de España a los intereses del modelo Estatal de eliminación de las libertades individuales, entre otras, la de poder elegir el idioma en el que queramos expresarnos los españoles en cualquier lugar de nuestra nación, y teniendo las instituciones del Estado a nuestro servicio, y no la tergiversación de que los ciudadanos estemos al servicio de las instituciones del Estado.
Piden ustedes tolerancia para el español, cuando en realidad somos los españoles los que hemos decidido que la comunicación en nuestro idioma es un derecho inalienable de cada uno de los ciudadanos españoles, y el Estado, lo único que tiene que hacer es garantizar su vigencia y permanencia, nada más, pero no lo hace, se opone ilegítimamente a reconocer nuestros derechos.
El idioma español no tiene un problema político, señor Savater, son los políticos irresponsables y traidores a nuestra Constitución, los que tienen un problema con el idioma español, y los ciudadanos de este país no tenemos ningún problema con la lengua castellana, sino con los políticos que no respetan nuestra Carta Magna, y desde la más absoluta tiranía implantan su criterio en contra de nuestra libertad, derechos, necesidades y bienestar.
Usted quiere salvar a los políticos corruptos, señor Savater, yo quiero que los tribunales de justicia les juzguen, les declaren traidores, y les sentencien a la cárcel o el exilio, que es lo que corresponde. Todavía hay clases y categorías, yo no compadreo con un régimen corrupto, y menos con uno que se ceba en los niños, que son nuestros hijos, para implantar e imponer sus objetivos, con la sumisión del español en las comunidades gobernadas por nacionalistas y socialistas, con la Educación para la Ciudadanía para que el Estado se convierta en única doctrina, con la deshumanización rampante de nuestra existencia, con la renuncia a nuestra Constitución legítima, vigente y legal.
Biante de Priena
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