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domingo, 4 de noviembre de 2012

Patulea de meretrices sectarias



¡Indescriptible el apogeo de la estupidez!, una vez más, el diario del régimen parademocrático español, conocido como El País, al borde de la quiebra definitiva,  emite su perentorio canto del cisne con un manifiesto, pletórico de intelectuales de servicio (al poder, al dinero público, a lo que sea menester);  en el que advierte a los españoles (o amenaza, no sé), con ese pontificio tono que adopta para las grandes ocasiones histéricas, de todos los males, plagas y miserias que acontecerán en un futuro inmediato, de no hacer lo que nos recomienda su doctrina oficial del  pensamiento políticamente correcto.

Nadie nos advirtió desde El País de todas las miserias, plagas y males que nos brindaría su protegido y protector, Rodríguez Zapatero. Mientras hubo orgía de dinero público, nadie dijo ni una palabra; ahora, en época de vacas escuálidas, Cebrián dicta doctrina y los edecanes aplauden, al borde del éxtasis, firmando manifiestos o la sentencia de muerte de la nación española, si es preciso y necesario. Pobrecillos ¿de qué van a vivir todos ellos si cambia el régimen y los deja a pie, en la cuneta del destino, después de haber cabalgado, como dioses del Olimpo, sobre nuestros impuestos?

Sólo una cosa más. ¿Qué hace ahí  un liberal como Mario Vargas Llosa legitimando la estupidez con su apoyo? ¿Le han vuelto a engañar otra vez los de Rosa Díez, como con aquello de "la lengua común”, pretendiendo transformar el idioma español que le ha hecho Premio Nobel en un no se sabe, de nueva creación, réditos y dividendos?  Como siga usted con esta gente va a terminar de liberal de pacotilla, sr. Vargas LLosa y créame, le aseguro que no se lo merecen. Deje usted de legitimar manifiestos progresistas de otro mundo es posible, ni usted lo necesita, ni los españoles tampoco; ellos sí, claro que lo necesitan, es vital para su futuro.

Sin embargo, me agrada extraordinariamente contemplar, que en esta ocasión, no han pillado a mi admirado Albert Boadella, "traidor nacional de Cataluña" con el carrito de todo a cien, probablemente, porque sepa mucho mejor que todos ellos de que va la cosa y ya no tenga otro interés que defender aquello que le florezca de sus mismas gónadas. El otro día le preguntaron en un programa de la Cope si era de izquierdas y respondió, con esa sorna que sólo él sabe ejecutar con perfección: "lo fui, tiene usted razón, ahora ya no sé lo que es la izquierda, me quedaré en liberal, porque siempre he defendido la libertad".

¡Como si para ser considerado intelectual en este país, fuera imprescindible firmar manifiestos!. Los intelectuales no crean rebaño, ni aunque sea para llevar a las ovejas descarriadas al redil de sus intereses, privilegios y beneficios. Bueno, en esta España decadente y nihilista, sí, forma parte del negocio, es lo que habitualmente hacen los que forman la nomenclatura elitista de la izquierda, inexplicablemente sobrealzados por el "establishment socialista" a la condición de intelectuales.

Enrique Suárez

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