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jueves, 28 de agosto de 2014

La era de los simulacros


"Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad" Marco Aurelio

Ciertamente todo ha ido demasiado deprisa en los últimos 20 años, en el año 1995 adquirí mi primer PC, tenía un disco duro de 40 Mb, era de los buenos; hoy los ordenadores similares tienen discos duros de 1 Tb de serie, es decir 25 millones de veces más capacidad. Con internet ha ocurrido algo similar, las primeras conexiones de acceso público  provienen también del mismo año, los servicios eran limitados, lentos y restringidos. En el año 2000 no había más de un millón de usuarios en España, en 15 años, prácticamente todos los hogares españoles tienen varias formas de acceso a internet. Durante los últimos tres años se ha transferido la "internetización"  a los móviles, de tal forma que hoy en día, pasamos buena parte de nuestro tiempo de trabajo y ocio conectados a la red.

La generación que será mayor de edad en el próximo año ya no sabría vivir sin ordenador, móvil e internet, de esta forma el ideal del humanismo como conocimiento completo del ser humano ha concluido, nadie podría conocer hoy lo que concierne al ser humano en una sola vida, pero conocerá muchas cosas desconocidas que ampliarán su "humanidad" dependiente. 

Durante este tiempo el hardware como el software han experimentado un avance exponencial. Hay millones de aplicaciones, juegos, películas, textos, y usuarios de blogs, foros, redes sociales. Todo esto ha transformado la configuración de nuestra existencia, es difícil distinguir si la vida asociada a internet es vida real o no lo es,  transformando incluso nuestro concepto de realidad que se ha ampliado con un anexo inexistente hace veinte años que va camino de ser más importante que la propia realidad: la realidad virtual o hiperrealidad.

El abrazo de la sociedad global

El fenómeno de la globalización también ha transformado nuestra existencia creando una expansión mundial desconocida hace unas décadas. Las empresas se han deslocalizado, los trabajadores han perdido su trabajo, la producción se ha fragmentado y el consumo se ha internacionalizado. Hoy podemos consumir productos creados a miles de kilómetros por una empresa que tiene su sede en un país situado también a miles de kilómetros y que no está ubicado en el mismo lugar de la producción. La división del trabajo ha superado la especialización para introducirse en la fragmentación de la producción, lo que ha traído como consecuencia también la fragmentación del consumo y su sublimación, a veces esperpéntica.

Hoy la leche ya no es de vaca, cabra u oveja, puede ser de avellanas o almendras, soja, y otras alternativas. Dentro de poco tendremos quesos de soja y almendras, con sabor de arándanos y frambuesas, y disolución de chocolate en la base, y en unos pocos años más llegaremos al queso personalizado, posiblemente según un perfil de alergias establecido científicamente. Decía Aldoux Huxley con ironía que la medicina había avanzado tanto en su tiempo que ya nadie podía considerar que no estuviera enfermo, algo así ocurre con el mercado, ha avanzado tanto en sus ofertas como en sus productos que ya no hay nadie en este mundo que pueda prescindir de lo que le ofrece.

Creando la caverna

El avance de los soportes para la información, así como los distintos canales de comunicación que ha supuesto internet de forma  instantánea, prácticamente gratuita y universal, también contiene su lado oscuro, un paquete pernicioso con las viejas fórmulas de la manipulación, persuasión y demagogia que, con un nuevo disfraz apto para la hipocresía, sirve al enmascaramiento de la realidad que pretenden aquellos que viven de embaucarnos. La información se ha masificado de tal forma que cada día resulta más difícil encontrar datos rigurosos, consistentes, fundamentados en hechos o pruebas fehacientes. La comunicación se ha transformado en algo parecido a un espectáculo, donde ya no importa tanto lo que dice la gente, sino lo que representa o escenifica, la forma prevalece sobre el contenido, el significante sobre el significado.

Asistimos a  un procesamiento singular de la información por el que la simulación sustituye y desplaza a la realidad, en un propósito que remeda la confección de hamburguesas con carne picada, las chuletas tienden a la desaparición; al igual que los medios de comunicación tradicionales, masivos y compartidos; esto trae como consecuencia una nueva forma de limitación, porque sin duda el futuro está en las comunicaciones personalizadas, cada uno tendrá la información que desee, se comunicará con quien quiera y vivirá en el mundo que mejor le parezca, a la carta, desapreciando todo aquello que no le interesa, incluidos los seres humanos que tiene por vecinos. Será más fácil establecer una comunidad de jugadores de petanca virtual, que una nación de contribuyentes.

A fecha actual, la comunicación más  frecuente y posiblemente fundamental no es con las personas más próximas, sino con aquellas con las que se tiene mayor afinidad, independientemente del lugar del mundo en que se encuentren. Esto está creando graves problemas de comunicación entre las personas y sus relaciones, en las parejas, pero también en las familias, en los hijos con los padres, entre los hermanos y en las comunidades más próximas, los vecinos, los compañeros, los compatriotas

De esta forma, lo que ayer se consideraba más auténtico se vuelve cada día más inaccesible, por eso estamos abocados a vivir una era de los simulacros, la representación de la realidad que exactamente no es la realidad, en nuestros “reality shows” particulares, donde se mezcla lo virtual y lo genuino. Este mundo exige que nos representemos públicamente, no que seamos como somos, ni que pensemos, sintamos o hagamos como corresponde a nuestra condición, lo importante en la era de los simulacros es sin duda la representación: la imagen pública.

Y cuando ya no somos quienes somos sino nuestras representaciones públicas en el escenario mundo en el que todos se representan, nuestra identidad se confunde, se hace más anómica y anónima; trascendemos la realidad para habitar en una forma de ficción, que se entremezcla con las ficciones de todos los demás, con sus diversas representaciones.

Si la realidad pasa a ser hiperrealidad, es lógico que esta requiera que el ser humano pase a un ser  hiperhumano, que contenga lo humano más sus circunstancias, pero el grave problema es que esas circunstancias no están bajo su control, sino de otros. Paradoja sorprendente, en el momento en el que el ser humano alcanza su mayor grado de liberación en la historia, surge el ser hiperhumano que es el más dependiente de la técnica que jamás ha existido.

La verdad como epifenómeno de la realidad

En ese proceso similar a la fragmentación de los alimentos o de los seres humanos, la verdad que contiene la realidad también se va transformando hasta el punto de que lo que se dice puede contener más o menos porcentaje de verdad, pero en algunas ocasiones nada tiene que ver con la realidad, pues de tanta sustracción de su contenido y tantos aditivos que se añaden, una noticia puede ser una intoxicación muy bien elaborada que nada tiene que ver con la que realmente ha ocurrido y que ha sido creada para beneficiar de alguna forma el interés del procesador de la información y la comunicación que amablemente nos la regala. Avanzamos de esta forma hacia alguna forma de ceguera magníficamente urdida por aquellos que tratan de imponer un velo sobre nuestra propia conciencia y la de todos. Y al mismo tiempo a un nuevo mapeado de las relaciones que si por un lado se hacen universales, es al precio de hacerse controladas.

Volvemos de esta forma a la búsqueda de la verdad, haciendo válido el aforismo cristiano de la verdad nos hará libres, pero ¿cómo alcanzarla?. Estas cuestiones relativas a la información y la comunicación no son nada nuevo, provienen de la Grecia Antigua como tantas cosas, cuando los sofistas se propusieron demostrar que podrían, mediante artificios retóricos, demostrar una cosa y la contraria, algo que sin duda coincide con los comienzos del relativismo por parte de los escépticos, origen de la duda y la incertidumbre, pero también de la desinformación, la propaganda y las intoxicaciones y por supuesto, de la publicidad. La manipulación de la realidad por medio del verbo es algo muy antiguo sobre lo que nos advirtieron ilustres personajes como Aristóteles, Maquiavelo, Voltaire Schopenhauer,  Milosz o Chomsky.

Sin duda la hegemonía visual a la que nos enfrentamos, que ha desplazado los argumentos racionales por los memes ópticos, tiene algo que ver en este proceso. Algo que fue descrito en su día por Giovanni Sartori con su “homo videns” el ser humano como espectador que ve la realidad pero no reflexiona sobre ella, con sus puntos de coincidencia con el “homo sentiens” de Franco Ferrarotti,  sedicentes reproductores de aquello que no han comprendido pero de lo que consideran que entienden  porque lo han visto. No se alejan estos personajes de los “hombrecillos” descritos por Whilhem Reich, el hombre masa de Ortega y Gasset, o los “estúpidos” de Carlo María Cipolla. 

Si no se hace algo para evitarlo, pronto nos quedaremos sin realidad, sin autenticidad, y sin verdad. Y todo lo que llegará a nosotros será una maraña de datos imposible de procesar, un auténtico fiasco, una reproducción interesada del simulacro de la realidad, que sólo contiene de realidad lo que le interesa que contenga al mensajero.  El procedimiento es sencillo, cada día lo disfrutamos en la televisión con los “reality shows”, concepto no traducido al castellano, porque perdería su glamour, pero en realidad no son otra cosa que simulacros, pero también en las redes sociales, en cualquier escenario de comunicación, incluso en los que ayer eran reales. El problema es que la inmensa mayoría de la gente se cree que simulacros y realidad coinciden, de esa forma resultan dependientes de las intenciones del cocinero, se alimentarán con lo que le interese y cuando son estafados, antes de reconocer su ingenuidad, posiblemente recurran a la desconfianza, la neurosis y la paranoia.

El secuestro de la opinión pública 

El sociólogo Jean Baudrillard nos advirtió de que la hiperrealidad había envuelto a la realidad, que las representaciones al igual que los mapas habían desplazado a los territorios, que la información y la comunicación cada día se abrazaban más al simulacro de la realidad, a su representación, de aquí en adelante, decía el pensador francés, los simulacros precederán a cualquier acontecimiento, o más exactamente  a cualquier suceso que ocurra en la realidad. 

Michel Foucault nos advirtió antes de la llegada de internet que para alcanzar los conocimientos de la realidad sería necesario realizar algo parecido a la arqueología, rebuscando en el montón de escombros que la hiperrealidad, la realidad virtual creada y construida con intereses, hubiera dejado sobre ella.  El modelo que nos sirve para comprender el pasado desde la historiografía, también nos debe servir para comprender el futuro desde la hipocresía, al fin y al cabo, desde sus representaciones ficticias, que tanto recuerdan a la caverna de Platón.

Algo ha debido hacer bien el poder para lograr que tras un periplo de 2500 años hayamos regresado al mismo punto de partida, ver sombras proyectadas que sólo recuerdan a la realidad, pero que no coinciden con ella. Volveremos a depender de aquellos que encienden y apagan las luces según su conveniencia, como ha ocurrido siempre, pero algo hemos avanzado, antes lo hacíamos en una caverna creada por el poder y hoy podemos hacerlo relajadamente desde nuestras casas, sintiéndonos poderosos por ver todo aquello que otros han decidido mostrarnos y no acceder a todo aquello que han decidido ocultarnos. 

El problema se producirá cuando regresemos a la fase anterior como creo que acontecerá en los próximos años, abandonando el ámbito de la creación, la reflexión y el raciocinio que ha caracterizado a la civilización occidental, para abrazar la mitología de las creencias tan grata a otras civilizaciones y a algunas opciones dentro de la nuestra. Sin duda, creeremos aquello que les interese que creamos a los detentadores del poder que administran el curso de nuestras vidas. 

Los dioses que guiarán nuestra existencia ya no se denominarán Zeus, Minerva o Venus, sino Prima de Riesgo, Déficit Público e Indice de Precios al Consumo y sus sacerdotes formarán gobiernos, hata que algún émulo de Tales, en la puerta de algún mercado, vuelva a repetir aquello de "todo está lleno de dioses" y comencemos una nueva era de la razón, que haya abjurado para siempre de las trampas dialécticas del relativismo y de todos los simulacros que conlleva. Sólo entonces, volveremos a ser dueños de nuestra realidad, el homo mensura de Protágoras.

Enrique Suárez

viernes, 22 de agosto de 2014

El ocaso de los hipócritas



 

La lucha por el poder en la mitología griega

En épocas de triunfo espiritual del materialismo es necesario regresar a las interpretaciones simbólicas para comprender que acontece en este mundo, dentro de ellas la mitología griega, es, sin duda, el huerto egregio en el que ha brotado la cultura occidental. 

En el caos inicial, antes de la existencia de los dioses del Olimpo, la mitología griega consideraba que el titán Kronos, había castrado a su padre Urano con una hoz (“cortado el cielo”), para así destronarlo, surgiendo la Edad Dorada de la mitología griega, en la que todos hacían lo correcto y no existía la inmoralidad. Sin embargo, una profecía anunció a que uno de los hijos de Kronos le daría la misma muerte que él había dado a su padre, por lo que el tirano decidió comerse a sus hijos según iban naciendo, hasta que Gea decidió ocultar a su sexto hijo, Zeus, dándole a su padre una piedra, ónfalos, que se tragó como si fuera su hijo. 

Zeus, fue alimentado por la cabra Amaltea en la isla de Creta, mientras los Coribantes ocultaban sus llantos para que su padre no descubriera su existencia.  Cuando Zeus creció le dio a su padre un veneno para que regurgitara a sus hermanos, expulsando en primer lugar la piedra ónfalos, que dio lugar a la Pitia y el Oráculo de Delfos. Luego liberó a los titanes cíclopes y hecantóquiros que Kronos había  encerrado en el Tártaro y con su ayuda y la de sus hermanos lograron destronar a Kronos, creando la era olímpica de la mitología griega y el concepto de gobierno del mundo que hoy nos resulta más conocido.

Sin duda, el mito de la lucha por el poder entre los dioses griegos nos recuerda a cualquier lucha por el poder entre y dentro de los partidos políticos de cualquier país occidental, así ha sido y así seguirá siendo, con la sucesión correspondiente de unos por otros a lo largo de la historia de la democracia. Sin duda los partidos políticos están más adheridos a la mitología olímpica, que a la etapa lógica que vino después en la Antigua Grecia. Mientras los políticos continúen en su actitud despótica fundamentada en la creencia y el engaño, no abandonaremos la era mitológica de la política para dar paso a la era racional

La aventura del 18 brumario

El otro día denunciaba en este mismo lugar el Golpe de Estado de Luis Napoleón unido a la “sociedad de beneficencia”, en recuerdo del que había dado su antepasado Napoleón Bonaparte para acabar con las instituciones de la Revolución Francesa, precisamente el día 18 brumario (9 de noviembre), fecha de la convocatoria del referéndum catalán. Cualquier paralelismo con la actualidad es pura coincidencia.

La “sociedad de beneficencia o del 10 de diciembre” fue magníficamente descrita por Karl Marx:
Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y en general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora.

Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpemproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses, que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase. Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos de Gobierno y de Estado como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y los frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable”.


La alternativa de progresar hacia el caos

Nada nuevo bajo el sol, cambiemos algo para que todo siga igual como dijo el Príncipe de Salina, seguiremos retrocediendo por el sendero erróneo y fácil que nos brinda el despotismo, ahora por televisión, al haber reducido la democracia a su condición mitológica,  al acto ritual de acudir a las urnas cada cuatro años, y no seamos capaces, de comprender que eso nada tiene que ver con la democracia, que en realidad es el gobierno del pueblo, y no el gobierno de los dioses de la casta, representados en su forma actual de partidos políticos.

Pero si difícil resulta alcanzar una conciencia democrática en un mundo de creencias establecido desde el poder, aún más difícil resulta si los que propugnan un cambio (y se monopolizan como alternativa) se asemejan a las hordas de Jerjes.

En la memoria del rey espartano Leónidas y sus trescientos, que se dejaron la vida enfrentándose contra el imperio del misticismo y la tiranía persa, en el paso de las Termópilas, creo que es necesario recordar su hazaña.

Hoy los persas no vienen armados más que de un teclado y un ratón, dispuestos a invadir el espacio de la opinión pública de forma arrogante y zafia, defendiendo lo indefendible, en una campaña de “agit-prop” de todo a un euro, en el que con críticas absurdas y soflamas abstrusas, tratan de convencer a la gente de que son la única alternativa para enfrentarse al poder de la casta, eso sí, desde el totalitarismo, el dogmatismo, el fanatismo y la desmesura.

Las redes sociales como escenario

Hace escasos días las redes sociales se inundaron de una campaña organizada, todas lo son, de aquellos que protestaban contra el genocidio de Gaza, acusaban a Israel y defendían a Hamas, en lo que estaba ocurriendo. Me he fijado en una extraña coincidencia de propósitos entre los que siempre apoyan estas cosas en las redes sociales: lo mismo defienden la excarcelación de los presos de ETA, que la magnífica gestión de la economía Argentina, que la “democracia” existente en Cuba o Venezuela, que la teocracia de Irán, la independencia de Cataluña, la paz de Corea del Norte, que se olvidan de la existencia de Zapatero, los errores del pasado que nos han traído esta crisis y al mismo tiempo tratan de atrapar “corazones” mostrando las escenas más descarnadas de la guerra, la crisis o la miseria humana, sólo con el propósito de imponer su creencia y propaganda. Al mismo tiempo siempre son los mismos aquellos que están contra Israel, Estados Unidos, la libertad, “esta” democracia”, la Constitución, Rajoy, Merkel y el capitalismo. También resulta sorprendente que los mismos crímenes cuando vienen de alguno de sus patrocinados son luchas sociales y cuando viene de alguno de sus vilipendiados, actos execrables. Otra curiosidad es que no ocurren como hechos aislados, sino que provienen de consignas establecidas y por eso se presentan en oleadas, así cada día hay un tema que prevalece en las redes sociales agitado siempre por los mismos.

Recientemente, un periodista norteamericano ha sido asesinado por el ISIS, el califato islámico que con bandera de yihad se dedica a imponer su orden en Siria e Irak, patrocinado posiblemente por Irán, el mismo país que ha aupado desde hispantelevisión a Pablo Iglesias al estrellato político. Juan Carlos Monedero tendrá que enfrentarse el próximo 10 de septiembre a un juzgado por haber agredido a un periodista que le ha denunciado. En Podemos han comenzado a surgir voces discrepantes, denunciadas por Pablo Iglesias y Echenique, pidiendo democracia interna al igual que ha ocurrido en UPyD, en CDC, en el PSOE y hasta en el PP.

Está claro que tanto desde los partidos que conforman la casta como aquellos que a ella se oponen, tratan de vendernos, de nuevo, la esperanza de que con ellos alcanzaremos la era dorada de Cronos, en la que  en la que todos hacían lo correcto y no existía la inmoralidad, como si tal cosa fuera posible viviendo en el ritual de la democracia mitológica que se han inventado desde el poder.

No va quedando mucho tiempo para que todos estos aprendices de tiranos depongan su despotismo, más de un 80 % de los españoles estamos hartos de su representación teatral en el poder, más de un 58 % no apoyamos a ningún partido en las pasadas elecciones europeas, más de un 95 % queremos que se juzgue la corrupción existente en los partidos políticos de este país y que cambien de actitud o se vayan a la mierda, y que les acompañen también aquellos que tratan de sustituirles defendiendo el regreso al caos, el totalitarismo y la aniquilación de la libertad.

El problema de la casta y la plasta que aspira a sustituirla, es que no se dan cuenta de que Cronos, que es el dios del tiempo, se los ha tragado y se han convertido en una entelequia en el presente. Forman parte del olvido, exactamente igual que los dioses del Olimpo, que hoy ya nadie recuerda. Creo que cada día nos acercamos más a la sentencia de Jorge Luis Borges: habrá un día en que nos merezcamos vivir sin gobiernos. Que así sea.

Enrique Suárez

Apuntes para comprender que ocurre en la política española



"Cuando la tiranía se derrumbe, procuremos no darle tiempo para que se levante" Maximilien Robespierre

Los ciudadanos asistimos absortos cada día,  a la exposición de cientos de noticias que, hace sólo unos años, nos daría cada una, para comentarios que durarían semanas. ¿Nos hemos acostumbrado de tal forma a la degradación de la política que hoy nos resultan indiferentes?, no creo que sea así, más bien al contrario, los ciudadanos de este país nunca antes habíamos dedicado mayor atención y tiempo a las cosas que ocurren en la política española. 

Hay ocasiones en las que parece que no existe otra cosa en este mundo más que las extravagancias políticas que nos encontramos, y a pesar del hastío, no hablas con alguien que no te acabe contando alguna barbaridad acontecida en el día anterior, por algún político o algún partido. En realidad, creo que es un signo de los tiempos, nos aproximamos a la apoteosis de la desfachatez, a la culminación de todos los despropósitos que nos brindan desde el poder.

¿Pero qué ha ocurrido en este país para que en la última década las cosas de la política hayan degenerado de esta forma?, creo que los ingredientes más importantes del menú son el incremento de la comunicación directa entre ciudadanos a través de las redes sociales, la propia degradación de los representantes políticos y por último, el diagnóstico en la conciencia colectiva de los ciudadanos de que la política más que una alternativa de servicio, es un expolio de unos aprovechados, en función de los intereses de los políticos y los partidos a los que representan (porque en realidad nunca han representado a los ciudadanos).

Dice un viejo refrán español, que aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y las operaciones de maquillaje de la casta y sucesores están a punto de expirar. Han sido tantos los delitos impunes que se han cometido desde la política española que la gente ya está comenzando a dudar de si la justicia española no es una sucursal del poder político, al igual que los medios de comunicación, que hasta ahora se habían dedicado a tapar sutilmente los desmadres de una élite representativa que cada día se asemeja más en sus formas a la mafia siciliana.

Hay otro fenómeno que podemos observar en algunos formaciones, como el PSOE, Podemos o recientemente,  UPyD, la rebelión de las bases en los partidos políticos, que exigen una democracia interna real y no la pantomima acostumbrada y ficticia con la que han venido funcionando durante los 35 últimos años. La concentración de poder en las ejecutivas de forma sectaria y corporativa, está a punto de saltar por los aires. En el PSOE se ha visto recientemente con la exclusión de las candidaturas alternativas a la triunfadora, que sumaban más votos que aquella, entre ambas. En Podemos, se está viendo con las advertencias de Pablo Iglesias y Echenique sobre “los intrusos” y “la gente que no comparte nuestros valores” (cuando en cualquier democracia, los dirigentes de un partido tendrían que esperar a ver lo que dicen sus bases antes de considerar cuales son los valores del partido o quienes resultan “intrusos”, no vaya a ser que los intrusos realmente sean ellos).

El último caso ha sido UPyD, con la sugerencia de Sosa Wagner de que el partido de Rosa Díez debería unirse con Ciudadanos dada la situación del país, a lo que la "indiscutible" lideresa del partido magente y su camarilla, han respondido de forma furibunda denunciando por traición la propuesta y al proponente, cabeza de candidatura en las Elecciones Europeas recientes. La enésima tentativa de autoritarismo del partido de Rosa Díez ha sido respondida, a su vez, por los militantes de la base del partido que apoyan la propuesta de Sosa Wagner. Entender lo que ocurre en UPyD no es difícil, pues es, sin duda, el partido que mejor representa la organización de una formación política en el marketing y el populismo, dispuesta a defender cualquier idea o alternativa que le conceda votos. Las cartas de Alvaro Ballesteros y Fran García, y la de Mikel Buesa, todos ellos cargos caídos del partido, nos muestran por donde van las cosas.

En el PP las cosas no se mueven porque el partido está en el poder y el que se mueva no sale en la foto, ni en las candidaturas, mientras haya acceso al pesebre público, todos felices. En IU, están esperando a ver qué ocurre con Podemos tras su congreso, pero están dispuestos a no dejarse ni un conserje colocado por el partido en la batalla. En los partidos nacionalistas como CDC con su aventura pujoliana, CC con su referéndum sobre las prospecciones y en ERC sobre la independencia siguen su propio curso, ajenos a las necesidades reales de los ciudadanos que dicen representar.

Es tan fácil de comprender lo que está ocurriendo, que parece mentira que en este país sigamos viviendo en la inopia.

Lo que está aconteciendo es, sencillamente, que el modelo de representación política en este país está agotado y no lleva ni arreglo, ni apaño. La mayoría de los ciudadanos han comprendido definitivamente que el mayor atentado a la igualdad que existe en este país es el que existe entre ciudadanos de a pie que pagan todos los destrozos y políticos de pedestal que se llevan todos los privilegios y beneficios. La ausencia de isocracia, que nos condena a un modelo estamental como el existente antes de la primera Constitución de 1812, en el que los que representan a los demás, y los que estos han colocado en las administraciones públicas y empresas vinculadas a la cosa pública, viven bien, mientras que sus representados cada día viven peor y con más dificultades.

El cuento se acaba, los de la casta lo saben y andan desesperados tratando de buscar fórmulas que le devuelvan la confianza de sus electores, que se ha ido para siempre.  Así lo demostraron las elecciones europeas con 5,2 millones de votos perdidos por el PSOE y el PP en relación a las anteriores. Ni las propuesta de alcaldes más votados del PP, ni la hibridación electoral de los candidatos del PSOE, ni los círculos de Podemos, ni las propuestas de alianzas entre Ciudadanos y UPyD, o entre el PSOE y el PP, salvarán de la catástrofe a la casta política española, absolutamente deslegitimada por sus delitos, sus corrupciones y sus fraudes, además de su desvergüenza, pero también por la crítica incendiaria que cada día acompaña sus hazañas en las redes sociales, así como las protestas sin interrupción de buena parte de los ciudadanos que abjuran de su representación (83 % en la última encuesta del CIS que trató el tema), pero sin duda y  fundamentalmente, el escaso apoyo recibido de los electores en las pasadas Elecciones Europeas, donde un 58 % de los convocados no votaron por ninguna formación política. Hoy todos los partidos políticos reunidos son una minoría, con respecto a ninguno que es el elegido por la mayoría.

La extinción del modelo de representación política con el que hemos vivido los últimos 35 años en este país está próxima, o bien los políticos de todos los partidos cambian su tradicional comportamiento despótico, o serán depuestos definitivamente, al tiempo que los partidos políticos que hoy conocemos disueltos por inútiles ejemplos de democracia. También se extinguieron los dinosaurios de la noche a la mañana y habían dominado el planeta durante millones de años. 

Los políticos de este país deben ir dándose cuenta de su condición absolutamente prescindible, cuando se han convertido en causa fundamental de nuestros problemas y consecuencia de nuestra ingenuidad y confianza infantil, cuando anunciaban la búsqueda de nuestro bienestar en las campañas electorales, pero en realidad sólo se procuraban el suyo una vez que llegaban al poder. 

Creo que a partir de ahora no podrán continuar engañando a la gente, se les agota el tiempo y se les acaba el chollo, por mucho que se disfracen en su impostura y usurpación. Las alternativas se van definiendo, o bien deponen en breve su actitud infame, o vamos camino de un enfrentamiento ineludible, directo y prolongado entre ciudadanos y políticos, hasta que sean desalojados de la representación política que les hemos concedido y han demostrado que no se merecen.

Enrique Suárez


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