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viernes, 9 de abril de 2010

Poder Maniqueo


El maniqueísmo fue una religión surgida en Babilonia en el siglo III después de Cristo, su inspirador era Manes, un sabio persa. Su influencia se extendió en la antigüedad por el Imperio Romano y el Imperio Parto, y en la Edad Media por China, Asia Central y el mundo actualmente musulmán. En China, se mantuvo vigente hasta el siglo XVII, e incluso, algunos estudiosos, consideran que hasta comienzos del siglo XX pudo haber comunidades aisladas que practicaban esta religión en remotos lugares de Asia.

La doctrina de Manes se fundamenta en el dualismo, considerando que hay una lucha eterna entre dos principios opuestos sin solución, el Bien y el Mal, que eran asociados a la luz (Zurván) y las tinieblas (Ahrimán). Dentro de los seguidores del maniqueísmo, creyentes en la reencarnación, había dos categorías jerárquicas bien definidas: los elegidos y los oyentes, los primeros, próximos al ascetismo, vegetarianos y célibes, tras su muerte alcanzaban el Reino de la Luz, mientras que los oyentes, tenían que servir a los primeros, podían casarse, y practicaban eventualmente ayuno. A su muerte, si habían cumplido correctamente con los preceptos, podrían reencarnarse en elegidos. El pensamiento maniqueo transmitió su influencia histórica al cristianismo y la religión musulmana.

El pensamiento occidental con Hegel resolvió el dilema establecido entre el conflicto del bien y el mal con la dialéctica de contrarios, entre tesis y antítesis se puede establecer una síntesis, algo que no se observa en los pensamientos orientales que no establecen síntesis y mantienen la huella de los contrarios en un escenario eterno, despreciando la reducción occidental.

De la dialéctica surgieron las principales ideologías de la izquierda fundamentadas en la Teoría del Conflicto, la Teoría Crítica y el pensamiento dialéctico de las teorías marxistas. La confrontación entre los dioses pasó a los hombres, el infierno se transformó en proletariado y el cielo en élites burguesas, en pugna eterna en un régimen de capitalismo opresor. Sin embargo, el capitalismo resolvió la situación enriqueciendo al proletariado, hasta convertirlo en sociedad de consumo y clases medias, alejando la mirada de la producción y el control de los medios de producción, siempre bajo el dominio de las élites. El trabajo se transformó en una mercancía más, la vida en un negocio, los trabajadores siguieron su proceso de alienación y las élites mantuvieron su dominio.

A finales del siglo XX, la postmodernidad irrumpió en el escenario de la mano del relativismo y el despojamiento de todos los dogmas del absolutismo, que se transformaron en construcciones de dominación. El poder se convierte entonces en el único motor del mundo y de la vida, y la lucha por el poder nos hace regresar de nuevo al maniqueísmo de confrontación previo a la dialéctica, ahora reconvertido en bueno o malo según la mirada del perceptor. Un trabajador está condenado a ver la realidad desde abajo y un empresario desde arriba, aunque haya muchos trabajadores (v.g funcionarios) que objetivamente disfrutan de una calidad de vida superior a muchos empresarios (v.g. autónomos) en el decadente e infame sistema capitalista, que tras la globalización se ha expandido por el mundo, transformándose incluso en capitalismo de Estado en China o la antigua Unión Soviética, más abierta políticamente.

El conflicto social y la perpetuación en el poder

La izquierda necesita del maniqueísmo como los seres humanos del oxígeno, sin confrontación social no es posible su supervivencia, por eso busca permanentemente la delación de los conflictos, que si no existen se inventan, porque de su existencia dependen mucho puestos de trabajo de las élites dirigentes del socialismo, que es el interés prioritario de los defensores de la ideología.

En España estamos asistiendo al apogeo de la estrategia de la izquierda, contemplando como cualquier posible solución a nuestros problemas resulta inviable e imposible, mientras que la propaganda –un arma que siempre han manejado magníficamente todos los políticos de izquierdas- nos orienta a que la imposibilidad de acuerdos siempre es responsabilidad de los demás.

Evidentemente, si desde la izquierda se propone el suicidio colectivo como alternativa, el acuerdo resultará imposible para aquellos que no quieran sacrificarse por el socialismo, que serán inmediatamente acusados de insolidarios y egoístas. Esta estrategia es beneficiosa para el socialismo, que antes de pretender resolver nuestros problemas, desea siempre incrementarlos, pues sabe que mientras sea capaz de dividir a la sociedad en buenos y malos, podrá seguir manteniéndose en el poder, que perdería si se alcanzara algún acuerdo. El socialismo busca la intermediación en todas las posibles áreas de confrontación, que la política se apropie de todos los espacios y por supuesto que determine la libertad políticamente correcta.

Así, los trabajadores, siempre explotados, no pueden llegar a acuerdos con los empresarios, siempre explotadores, si no es a través de los sindicatos, que impiden esos acuerdos. Las feministas dividen a la sociedad en pobre mujeres y malvados hombres, cuando en realidad todos sabemos que habrá hombres y mujeres buenos y hombres y mujeres malvados, pero esto desde el pensamiento políticamente correcto es inadmisible. Las izquierdas mantienen cautivas a sus masas de electores en la demonización de la derecha, mientras que la derecha mantiene secuestrados a los suyos en la demonización de las izquierdas. Las izquierdas aplican permanentemente el divide y vencerás a la sociedad, sabe que cuanto más dividida esté la sociedad más votos recibirán en las urnas. Esto podría llegar a alcanzar una predicción matemática.

Tu eliges: suicidio u homicidio


La liberación para los ciudadanos del cautiverio ideológico a que nos someten los políticos tiene una fácil solución, cuando los votantes de izquierdas y los de derechas se pongan de acuerdo en que los partidos políticos son un problema, mucho antes que una solución. En estos momentos, estamos comprobando como mucha gente ha dejado de creer que las soluciones a los problemas sociales que tenemos los españoles provenga en alguna ocasión de los políticos, mientras que todavía hay millones que confían en que son los únicos que pueden resolver nuestros problemas, bien aderezados cada día por la propaganda permanente desde los medios de comunicación.

Los socialistas dicen que todos nuestros problemas provienen de los conservadores, los conservadores dicen que son los socialistas los que los han creado y los crean sin interrupción. Realmente de esta confrontación maniquea sólo nos puede salvar la dialéctica de Hegel, estableciendo una síntesis inapelable. Definitivamente son los socialistas y los conservadores (ambos a la vez), los que crean nuestros problemas y evitan las soluciones.

El día que descubramos que el desacuerdo entre ambos les mantiene a ambos en el poder, podremos comprender que realmente nunca resolverán nuestros problemas, sino que al contrario, seguirán creando más, porque si realmente resolvieran nuestros problemas dejarían de ser necesarios. ¿Para qué necesitamos representantes si en la era de la tecnología que vivimos nos podemos representar a nosotros mismos?.

La ideología es el opio del pueblo, si actuáramos racionalmente, o al menos con sentido común, nos daríamos cuenta de que acudir a votar es darle vida a nuestros principales enemigos. La democracia sólo sirve para que los representantes políticos cada día vivan mejor, explotándonos a todos. La nueva dialéctica de dominación ha cambiado, hoy los proletarios somos todos los ciudadanos y las élites burguesas son todos los políticos que dominan los medios de control social, por eso tanto desde la teoría de la izquierda como desde los principios liberales, llegaremos a la misma conclusión. Marx tiene razón, los proletarios debemos imponer la dictadura de los ciudadanos, para erradicar a los explotadores; al igual que ocurre desde el liberalismo, que considera que los detentadores del poder siempre son opresores que deben ser controlados.

Tanto desde el liberalismo como desde el marxismo se puede llegar a la misma conclusión: los políticos son unos explotadores de los ciudadanos que deben ser erradicados.
Con ideología o sin ella, estos políticos, esta política, debe ser erradicada.

No está en las urnas la solución a nuestros problemas (no hay democracia), no sirve con votar, hay que poder elegir, no solo escoger entre lo que nos ofrecen; sino en los tribunales (mientras no hayan acabado con la justicia) y en la calle hoy sustituida por internet- (mientras no hayan acabado con la libertad).

Biante de Priena

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