Parásito: dicho de un organismo animal o vegetal; que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo, sin llegar a matarlo
La plaga de parásitos que asola la tierra de Cervantes cada día se va adueñando de más circunstancias y vidas, alcanzando cotas de epidemia, este país está lleno de delincuentes, unos con corbata y otros con Kufiyya, pero la mayoría todavía no han sido identificados.
El erario público es el principal terreno que habitan los parásitos españoles, que en nombre de las más sacrosantas y nobles intenciones han vaciado las arcas del Estado para los próximos veinte años. Unos lo han hecho desde los consejos de administración de las Cajas de Ahorro, formadas por los principales partidos políticos de este país y los sindicatos; otros lo han hecho directamente desde las administraciones públicas, desde el Estado, desde las autonomías, desde las diputaciones, desde los ayuntamientos; aún otros han creado empresas fantasma para transferir fondos desde lo público a lo privado; algunos se dedican a cobrar las prestaciones sociales en este páramo laboral que nos ha legado la izquierda del pleno empleo y los sindicatos de van a acabar con todo, que han creado 3 millones de nuevos parados, y cientos de miles de puestos de trabajo en la economía sumergida.
Por si fueran pocos los nacionales, también hemos ido recogiendo parásitos internacionales que se vienen a tratar de los problemas de salud desde países más ricos que el nuestro y otros desde países más pobres. Por último tenemos a todos los empleados públicos que se han instalado desde el enchufe en los últimos años con patente de funcionario, gracias a los partidos políticos que los han colocado y que no bajan de medio millón. Si a ellos añadimos los políticos, sindicalistas, cantantes y sonantes, que forman legión, España es sin duda el país con más parásitos del planeta.
¿Y cómo se puede resolver una infestación como la que sufre España con cientos de miles de parásitos viviendo de lo público?, pues sencillamente reduciendo lo público hasta su más mínima y necesaria expresión, no hay otra manera, por mucho que se empeñen algunos de culpar a la banca, a los partidos políticos, a los sindicatos, al grupo Bildelberg, a Alemania o a Perico de los palotes, sólo hay una forma de resolver esta epidemia, reduciendo lo público y aislándolo de los parásitos, con un control exhaustivo de los recursos por parte de los órganos correspondientes, que a su vez deben ser vigilados de cerca por algún medio de control creado ex profeso por el Gobierno y en seguimiento permanente por el Parlamento, los Medios de Comunicación y la Justicia española.
Cuanto más tiempo se tarde en hacerlo, más graves serán las consecuencias; debemos abandonar definitivamente la propaganda y las campañas orquestadas para ocultar esta situación porque corremos el grave peligro de no poder resolver por nosotros mismos nuestros problemas, como dejemos que la cuestión se relaje.
En estos momentos la situación de España es muy grave, tan grave, que si no se toman las decisiones acertadas y oportunas nos veremos arrojados a una situación como la que se vive en Grecia donde están pensando en bajar el SMI de 730 euros a 500 euros, cuando un café cuesta en cualquier bar cuatro euros. Por supuesto ya se han reducido las pensiones y los salarios públicos en más de un 50 %.
Por mucho que la gente se ocupe de saber si en España hay más parásitos de izquierdas o derechas, populistas o nacionalista, a los efectos es lo mismo, da igual que unos sean el 70 % y otros el 30 %, o viceversa, al final roba igual un parásito de izquierdas que de derechas y roban lo mismo a los que votan por las izquierdas, las derechas o los nacionalismos.
Los españoles no se acaban de dar cuenta todavía (y hay muchos que tratan de confundirlos más) del auténtico conflicto que se vive en España, que es el de los parásitos que viven de lo público (ojo, hay gente que vive en lo público que hace magníficamente su trabajo, que no es poco, a esos no me refiero), frente a todos los demás que los pagamos.
Hasta que los habitantes de este país no se den cuenta de que ese es el único y grave problema que tenemos en España, seguiremos discutiendo sobre el singular color de las nubes que cuenta Zapatero y la elocuencia de sonora de los silencios de Rajoy.
Enrique Suárez