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jueves, 1 de diciembre de 2011

Economía y Política deben mantener su cohesión independiente para salir de la crisis


La causa de la crisis económica española, es mucho más política que, realmente económica. Las estructuras políticas españolas, siempre obsesionadas con su pérdida de poder, con su concentración de autoridad en los partidos políticos, con su imposición de controles y trabas a la democracia, con elementos encubiertos para limitación de acceso al poder, con su legislación obsoleta, y con las decisiones irracionales de sus mandatarios, en realidad se pueden asimilar a una vieja estructura de poder que se asemeja, considerablemente, a las del Antiguo Régimen.

Siguiendo las enseñanzas de Benjamin Constant, cuando las estructuras políticas forman parte del pasado y las estructuras económicas son abiertas y modernas, orientadas al futuro, como ocurre en la globalización, se produce una ineficiencia que concluye en retrasos y descalabros.

Las recomendaciones del político liberal en su fórmula de Gobierno Limitado deberían ser acogidas con entusiasmo por los políticos españoles, tanto los que se encuentran en tareas de gobierno como aquellos que están en la oposición, pero no lo harán, porque no soportarían la pérdida de poder que eso les supondría: ‎"los medios para obtener un gobierno limitado son los equilibrios, balances y mutua moderación que genera el reparto de soberanía en funciones distintas; la responsabilidad de los gobernantes ante la sociedad civil, la transparencia de los procedimientos en la toma de decisiones, la descentralización administrativa, y el ejercicio de la libertad de opinión"

No se puede avanzar en lo social si lo económico no avanza, este ha sido la equivocación del socialismo, porque los avances sociales siempre son consecuencia de los avances económicos. Ninguna nación que se empobrece crece en su bienestar, pero sin embargo, todas las que se enriquecen incrementan su bienestar.

España es, posiblemente, uno de los países más retrasados de Europa en su estructura política y en el desarrollo de su sociedad civil, con unos medios de comunicación uncidos al poder y una justicia dependiente de la política, no se puede avanzar de ninguna forma, sólo se puede retroceder.

Hay demasiados reaccionarios en España, que ante todo defienden su poltrona e intereses, hay demasiados políticos ineptos en este país, hay demasiada demagogia en la política, y una escasa credibilidad por parte de la ciudadanía en las posibilidades de que los políticos españoles antepongan los intereses generales a los suyos personales. Esa desconfianza repercute como un arancel en los resultados económicos de nuestro país y en los negocios que en él se realizan.

El proteccionismo sectario que la política española establece sobre aquellos a que los detentadores de poder les deben favores, nos aparta cada día más de la normalidad.

Para que la economía avance es necesaria más libertad, más democracia en la política, más recompensas de lo valioso y desprecio de lo inútil, que hay mucho; unos medios de comunicación independientes del poder y una justicia ecuánime y no servil con los poderosos y hostil al futuro, y por supuesto una sociedad civil formada, culta políticamente, dispuesta a exigir sus derechos y respeto por sus libertades civiles. La política, no puede convertirse en España en un lastre, sino que debe transformarse en un acicate para estimular el desarrollo económico, político, social y cultural de nuestro país. El mundo del caciquismo político está condenado a la desaparición. Al igual que los negocios que se hacen al albur de la política.

Equivocarse en las decisiones que deben tomarse, para evitar conflictos sociales organizados por aquellos que están condenados a perder poder y privilegios, sobretodo bajo la bandera de lo social, manteniendo una justicia dependiente del poder político, y unos medios de comunicación que viven más de la propaganda institucional que de sus lectores, nos puede condenar al atraso secular y al hundimiento definitivo.

Por eso es preciso que quienes deban tomar las decisiones sobre nuestro futuro no se examinen más que ante la realidad y no ante aquel que vaya a designarlos con su cetro. No se trata de que Mariano Rajoy acierte en los nombramientos, sino de que los nombrados acierten en enfrentarse con la realidad, al precio que sea necesario. La política debe dejar de ser un instrumento para hacer negocios, y los negocios "de pesebre" deben alejarse de la política, mientras exista esa connivencia de intereses y acotamiento del mercado a intereses sectarios o partidarios, España no saldrá de la crisis económica y mucho menos de la política, porque precisamente la mayoría de los políticos españoles viven de su existencia, y esos, deben ser erradicados con prontitud, porque son el mayor peligro para la recuperación económica de nuestro país.

España, en estos momentos, depende más que nunca de sí misma para salir de la crisis económica y política en la que transcurren sus días, no saber tomar decisiones necesarias, o actuar con temor a las consecuencias inevitables, puede ser letal para nuestro futuro. Hace falta más que democracia para salir de esta crisis, se necesita inteligencia, pero en la política española tal condición es tan escasa como el agua en el desierto.

Enrique Suárez

La Rebelión de las Musas



Quizás vaya siendo hora de liberar a las musas, de acabar con su secuestro en el armario del olvido al que fueron condenadas por el inolvidable psicopompo al que se le ha acabado el contrato en La Moncloa. Ahora que Rubalcaba recuerda cada día más a Boabdil y el PSOE al esperpento, es momento para hacer reflexión sobre lo acontecido durante los últimos siete años.

Muchos son los que piensan que lo ocurrido en España durante los últimos años fue resultado de la mala suerte, pobres infelices aquellos que no comprenden que cuando se detenta todo el poder, los errores son consecuencia de decisiones equivocadas, porque no se atreven ni a pensar que todo lo ocurrido en España ha sido producto de la insidia, de la vesania de los miembros de un partido que prefirieron salvar su poltrona, aunque el país que gobernaban se hundiera. Prodigio de ingenuidades es el pueblo español, al pensar que las cosas dependen de los mercados internacionales antes que de los errores propios y los aciertos ajenos.

Cuando se analizan los sucesos acontecidos desde el 13 de marzo de 2004 hasta ahora, se pueden contemplar las decisiones encadenadas que nos han traído hasta la catastrófica situación en la que nos encontramos, una tras otra, partiendo de un superávit del Estado del 0,34 % hemos alcanzado el 10 % de déficit, con la alegría de los irresponsables que decían que el dinero público no era de nadie, hasta que descubrieron que si los gastos eran mayores que los ingresos se producía una cosa llamada deuda, que es la que define la realidad de nuestro país y la de sus 46 millones de habitantes en estos momentos. Dos tardes para entender la economía le llevó a Zapatero aprender todo lo que ha llegado a saber de ofertas y demandas, producciones y consumos, ingresos y gastos.

Aquellos que negaban la existencia de la crisis y presumían que el sistema financiero español era el más sólido de Occidente, se van hoy dejando la prima de riesgo por encima de los 450 puntos, un déficit público del 9 %, una deuda total de más de 800.000 millones de euros y un porvenir más negro que el de un moribundo en el desierto. Pero lo más fascinante es que se van sin pedir disculpas a los españoles por el destrozo, el expolio y la estafa pública de los que prometieron pleno empleo –algo que es imposible – y lograron la increíble cifra de más de cinco millones de parados. Con haber perdido las elecciones se marchan tan frescos, consideran que ya no le deben nada a España y a los españoles, porque las urnas, con su derrota, les han redimido de sus enormes irresponsabilidades.

Los españoles desconocen el dinero que han manejado los criminales y delincuentes económicos del PSOE durante estos años, para sus veleidades, aproximadamente una cantidad de 200.000 euros por cada uno de los once millones de votantes socialistas en 2008, más de dos billones de euros, que se han dilapidado en Alianzas de Civilizaciones, lavados de cerebro, patrocinio de las causas afines y otras mandangas, al antojo del tirano.

El origen de la crisis económica en España no es otro que la dilapidación de recursos para crear una estructura socialista sectaria en este país, para comprar votos por prestaciones a la carta, para crear bolsas de riqueza entre los amigos, y para transformar a la sociedad española al catecismo socialista de la iglesia de los últimos días en Europa.

No, no han sido casualidad, sino causalidad esas decisiones, ni les ha importado que los jóvenes se estrellaran contra el futuro, ni que los viejos mermaran sus pensiones, ni los trabajadores sus derechos, ni el resto de los españoles su bienestar. Durante los últimos siete años se ha incrementado la pobreza en España, nunca ha habido más gente en toda la democracia buscando entre las basuras para no pasar hambre, gracias a los adalides de la igualdad social.

Pero el problema es que los medios de comunicación, tras haber cobrado enormes favores y obtenido grandes beneficios gracias al PSOE, ahora callan y no transmiten la realidad auténtica a los españoles. La mayoría de los diarios españoles no podrían sobrevivir exclusivamente con sus lectores, las nuevas cadenas de televisión y muchas emisoras de radio, a duras penas, si no les hubiera salido gratis su ocupación de las ondas –favores que agradecerán eternamente-. Así que tenemos unos medios de comunicación dispuestos a venderse al mejor postor, con tal de permanecer en la supervivencia. Este es el funesto panorama de las comunicaciones públicas en España, posiblemente las más tóxicas de todo Occidente.

España se ha convertido en un gran solar, en el que será necesario reconstruir todo lo que han derribado y derribar buena parte de lo que han construido los socialistas para perpetuarse en el poder, imponiendo de forma sectaria una cultura de la dependencia y la subvención en los españoles y no de la responsabilidad y el esfuerzo. Los socialistas no solo han convertido España en un país de vagos, estratégicamente, sino que además han apartado a los mejores y más formados del trabajo, para colocar a los suyos.

Creo que los populares de Mariano Rajoy no se han dado cuenta de la trampa en la que se han metido, tras la política de tierra quemada que han ejercido los socialistas de forma voluntaria e intencionada, y la campaña para perder las elecciones que han realizado. El problema de este país, que está prácticamente parado, no es solo ponerlo de nuevo en marcha, sino romper con la inercia decadente que han instalado en su estructura para boicotear su futuro, sabiendo que de esa forma en las próximas elecciones habrá tanta desesperación en este país que volverán a triunfar en las elecciones.

Por eso sólo podemos apelar a la rebelión de las musas, para que inspiren la inteligencia de los que tengan que tomar decisiones, porque sin librar de parásitos incrustados en las instituciones, de sindicalistas e indignados las calles, y de empresarios cochambrosos que esperan como buitres el cambio de ciclo, España no tiene nada que hacer, más que ir agonizando lentamente, mientras los españoles vamos perdiendo soberanía, libertad, bienestar, democracia y derechos.

No piensen que podremos juzgar a los autores del desastre, porque ya se han precavido de tal cuestión dejando en los principales órganos de la justicia a los suyos, para que protejan sus prebendas, beneficios y privilegios del pasado, y aseguren su transición hacia el futuro.

Y todavía algún ingenuo español se pensará que todo ha sido mala suerte, la de los españoles por supuesto; la de los que han formado los gobiernos socialistas ha sido vivir en la España que han creado a su medida, a base de no dejar desatado ningún nudo importante para su supervivencia, para que nadie les pase facturas, ni les exija cuentas sobre el desastre. La corrupción y la extorsión del pueblo, para quien la trabaja.

Como no regresen las musas pronto y asesoren a los que deben tomar decisiones, las masas vamos a vivir una época inolvidable.

Enrique Suárez

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