La falsa
correlación entre Estado del Bienestar y Gasto Público que se ha venido
estableciendo en la Cultura Occidental, gracias fundamentalmente, a los que
viven del gasto público, sin importarles otro bienestar que el suyo, se ha
instalado como una creencia irreductible en la mentalidad de numerosos
ciudadanos, oportunamente desinformados o intoxicados.
En los países más afectados
por el caciquismo y el tercermundismo políticos, se ha creado una casta pública
que tiene como único objetivo mantener su estado de privilegio. Tanto
socialistas como conservadores, comunistas y nacionalistas y jóvenes promesas
de la política, que instalan a sus fieles en lo público, comparten esta filosofía
que está condenando a los ciudadanos occidentales a la pérdida de calidad de
vida, el crecimiento de la pobreza, el incremento del paro, las cargas impositivas y una deuda pública que superan todos los
dinteles del sentido común y la reflexión racional.
Que más gasto público produce
más bienestar es una inmensa falacia, podemos comprobarlo en Grecia, que
durante los últimos quince años se ha movido en rangos de déficit público
constantes e insoportables, con un endeudamiento que supera el 175 % de su PIB
y que, posiblemente, acabe con su expulsión del euro y de la Unión Europea enlos próximos meses. Se puede observar evoluciones paralelas en España, Portugal
e Italia, con sus diversos estropicios, no ajenos a la corrupción política,
económica y social, de aquellos que dicen representar a los ciudadanos y
exclusivamente patrocinan sus intereses sectarios. Otra falacia de la
democracia, que un voto concede representación, cuando lo que permite en los
sistemas políticos corruptos como el español es consagrar la tiranía que los
que detentan el poder ejercen sobre todos los demás.
Que España, con el – 7,10 %,
haya tenido más déficit público que Haití en el 2013 sólo nos puede indicar la
catadura moral de los que usurpan los recursos públicos desde el poder, en su
propio interés. La mayoría de los países en los que mejor se vive no superan el
3 % de déficit o tienen superávit. El Estado de Bienestar sostenible sí
correlaciona con un control del déficit público por parte de los gobiernos,
quienes tienen déficit público intenso saben que eso condena a los ciudadanos a
una pérdida de su Estado de Bienestar, con deterioro paulatino de los
servicios, más paro, más deuda, más impuestos y más problemas.
Del año 1999 al 2007, España
tuvo un déficit público menor del 3 % y durante algunos años hubo superávit,
desde el 2008, España ha acumulado un 52,5 % de déficit público, lo que supone un 8,75 % por año; lo peor es que ese déficit público se ha pagado con deuda
pública incrementando en 600.000 millones de euros nuestro agujero, pero además
con cifras que han alcanzado los 6 millones de parados, todo para mantener un
Estado que no necesitamos, unos empleados públicos que nos sobran y unas
instituciones que sólo sirven para distorsionar nuestra existencia, porque son
incapaces de adaptarse a la realidad, creando dos mundos, el de los que viven
de lo público, que no han perdido ni calidad de vida, ni bienestar y todos los
demás, los que lo pagamos, que hemos perdido casas, trabajos y hasta la vida
para sostener miserables que cada día incrementan más sus privilegios en relación
a los demás.
Al tiempo que la pobreza se va incrementando en este país hasta alcanzar cifras olvidadas hace décadas, al igual que el paro que se mantiene inamovible, o la pérdida de calidad de vida de todos los ciudadanos soportamos, que lleva a algunos a perder cualquier oportunidad de una vida normal, y lo peor, mucho de ellos jóvenes.
Al tiempo que la pobreza se va incrementando en este país hasta alcanzar cifras olvidadas hace décadas, al igual que el paro que se mantiene inamovible, o la pérdida de calidad de vida de todos los ciudadanos soportamos, que lleva a algunos a perder cualquier oportunidad de una vida normal, y lo peor, mucho de ellos jóvenes.
Las cotas de desigualdad existentes en España son mayores que las que había en el año 2000, precisamente, después de gobernar este país un partido que defendía la igualdad y el progreso, sucedido por otro que ganó las elecciones diciendo que iba a bajar los impuestos y no ha dejado de subirlos desde que llegó al poder. Pero lo mejor de todo es que durante este tiempo cientos de miles de millones de euros fuero transferidos desde fondos europeos a este país, para dedicarlos a incrementar las bolsas de corrupción política y económica, siempre asociadas a los partidos políticos. Lo público, se está devorando nuestro Estado de Bienestar, al contrario de lo que nos anuncian los que viven de lo público.
¿Quién se beneficia del Gasto Público más que los que viven de él?, mantener un gasto público que sólo beneficia a algunos y perjudica a la inmensa mayoría es un violación cívica, una injusticia flagrante, un crimen social y una imperdonable inmoralidad.
Dentro de poco comenzará la
campaña electoral para que los mismos que han trincado con tanta desmesura que anuncia el destrozo próximo del Estado de Bienestar, nos vuelvan a solicitar la confianza, y como alternativa, tendremos otros que nos ofrecen más gasto público, para incrementar el poder
del Estado, es decir, su propio poder, y con ello, su bienestar, a costa del
malestar de los que voten. A este negocio, los que se benefician lo
denominan democracia, mientras los perjudicados, que somos todos los demás nos
acordamos cada día de su impostura, degradación. y mezquindad.
Nuestro infortunio servirá de alimento al Saturno de la casta que hemos creado, que para para evitar su propia destrucción, devorará cualquier posibilidad de que salgamos de la estupidez algún día, siendo nuestro infausto destino, seguir sirviendo de carroña cívica al poder desaforado y corrupto que nos somete cada día a su locura.
Nuestro infortunio servirá de alimento al Saturno de la casta que hemos creado, que para para evitar su propia destrucción, devorará cualquier posibilidad de que salgamos de la estupidez algún día, siendo nuestro infausto destino, seguir sirviendo de carroña cívica al poder desaforado y corrupto que nos somete cada día a su locura.
Enrique Suárez