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domingo, 14 de diciembre de 2008

La desmesura se cargará la democracia

Viendo las cosas que hace este Gobierno - y que consiente esta oposición- es fácil pensar en que manos se encuentra nuestro futuro. El marco que delimita nuestra existencia y su desarrollo está pletórico de despropósitos, henchido de barbaridades, inflado de decisiones insólitas, orondo de mediocridades.

Si dejamos que el porvenir de este país sea guiado por esta banda de ineptos mucho tiempo más, no habrá reversibilidad posible; antes de que la destrucción del Estado alcance el grado de ruina irresoluble, aunque solo sea por pundonor y salvar las lentajas, algo estamos obligados a hacer, todos, que nadie se escaquee.

¿Pero qué hacer?.

Pues vayamos por partes, lo primero es acabar con el programa del PSOE-PP de destrucción de lo existente, para crear una nueva realidad, porque toca la España 2.0, que a saber que es.

Nos están cambiando discretamente la libertad por un redil, y eso nos lleva a una nueva pregunta: ¿por qué permitimos que nos traten como al ganado en vez de cómo ciudadanos que es lo que somos?, ciudadanos dueños del poder soberano de regir nuestro destino, de decidir nuestro futuro, de exigir al Gobierno que se ciña a nuestra Constitución, de plantar cara ante tanta estupidez organizada como estrategia de opresión, y reparto de privilegios. Somos ciudadanos no súbditos, no siervos, no ganado.

El Gobierno ha fracasado y debemos exigir su dimisión por tierra, mar, aire y estratosfera. El Gobierno nos está robando para hacer parcelas culturales a su medida, semilleros electorales con nuestro dinero, y lo estamos permitiendo. El Gobierno, este Gobierno, ha tenido la desfachatez de inmiscuirse en nuestra vida privada, diciendo lo que podemos conocer, lo que tenemos que hacer, y hasta donde tenemos que someternos. Trata como vasallos a los españoles, cuando con la excepción de los once millones de descerebrados que les han apoyado en las urnas, no creo que ni uno más acepte como signo de ciudadanía un yugo, aunque sea en forma de Z.

Sí, un yugo, que imponen desde su sectarismo inmisericorde unos mediocres que en su vida soñaron con alcanzar en la vida normal, en la que todos estamos, el poder que hoy han acumulado. De todos los miembros del Gobierno, salvo una o dos excepciones, todos los ministros, secretarios, consejeros y asesores han hecho su vida dentro de la política, los sindicatos o las asociaciones políticas o politizadas. Son mediocres reconocidos que nunca han destacado en nada en su vida que no tuviera previamente la bendición y el apoyo de la política de sus partidos. En la oposición, en menor grado, no mucho menor, ocurre prácticamente lo mismo. La política se ha llenado de parásitos analfabetos que demuestran su incultura con declaraciones solemnes y decisiones desproporcionadas, que solo conducen al progresivo deterioro de la situación general.

El analfabetismo ocupa la política

El socialismo ha descerebrado este país, porque indigentes intelectuales que no han sido capaces ni de acabar sus estudios, hoy ocupan cargos de consejero en las empresas a las que extorsionan políticamente. Gente sin experiencia alguna, mediocridades ambulantes, están dirigiendo escalas de funcionarios que se han dejado la vida para alcanzar su posición. Incapaces demostrados están marcando objetivos de futuro, cuando no tienen ni puñetera idea ni de que va el presente. Y tanta memez no se puede soportar, nos van a llevar a la ruina, porque además, en la oposición, no hay nadie que ose contravenir el silencio de Rajoy esperando que pase el cadáver del enemigo ante su puerta, porque es incapaz de triunfar compitiendo en unas elecciones. Una nulidad mediocre no puede contraponerse a otra mediocre nulidad, porque se equilibran.

El país funciona de la siguiente forma, aquí de 100 personas teóricamente trabajan 35, el resto son dependientes, pero el problema no es la dependencia de los que lo son, sino la de los que no lo son y se han hecho dependientes gracias al beneficio social de un Gobierno que prefiere hacer del Estado una granja electoral que una empresa productiva o por lo menos que no dé demasiadas pérdidas. Un país subvencionado es un país secuestrado, condenado a la derrota, y la destrucción, sin salida.

El sistema de seguridad social que tenemos en España, gracias a la ineptitud de este Gobierno no puede mantenerse por mucho tiempo, vamos hacia los cuatro millones de parados, siete millones de niños, ocho millones de pensionistas y seis millones de ciudadanos improductivos (estudiantes, amas de casa, trabajadores temporales, contemplativos).

19 millones de españoles tenemos que producir riqueza para que vivan 45 millones, dentro de poco serán 18 millones. De esos 18 millones hay aproximadamente ocho millones de trabajadores dependientes de sectores públicos, que no generan riqueza material, sino riqueza en bienestar, en servicios, etc, que a duras penas puede ser equilibrada, y siempre dará pérdidas.

Por lo tanto hay 10 millones de españoles estamos obligados a tirar del carro, absolutamente explotados, hartos, y desorientados, con una conciencia de fracaso al ver que sólo triunfan los mediocres, con una percepción funesta de la realidad.

Esos 10 millones de españoles (e inmigrantes, por supuesto) es todo el capital humano que tenemos para sacar adelante a 4,5 personas cada uno y además producir para que los políticos sigan repartiendo nuestro dinero a las entidades financieras, a los amigos en apuros, a los pintores de cúpulas, a los titiriteros, a la Alianza de Civilizaciones, a los delirios de todos los ombligos que están en el poder y en sus inmediaciones.

Y mientras pasan los años, y seguimos viendo como el que no pega palo al agua pero tiene carnet de un partido político mejora en sus condiciones de vida y los que nos dejamos la vida en el trabajo cada día vamos peor. Este sistema se cae, y lo único que podemos evitar es que nos caiga encima. No se puede seguir engañando a la gente.

Los diez millones de españoles que trabajan fuera del Estado en este país son los que producen la mayor parte de los ingresos para que todos los demás puedan vivir como viven, muchos de ellos son autónomos. Evidentemente, su decisión, no puede pesar lo mismo que la de los que no han pegado palo al agua en su vida, o la democracia se irá a la mierda.

La democracia, como la ley, es un sistema que funciona con libertad e igualdad para todos, pero fundamentalmente con justicia, sino se convierte en un instrumento de impostura. En este país no todo el mundo disfruta de las mismas condiciones, los privilegiados se concentran alrededor de la política y los sindicatos, y los desfavorecidos, explotados, y ninguneados, fuera del poder, cuando son los que hacen posible que el sistema se sostenga. Las cosas tienen que cambiar, y muy pronto, o será demasiado tarde.


Biante de Priena

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