Recientemente Pablo Iglesias ha sido elegido
Secretario General del partido Podemos en una candidatura cerrada, formada por
62 miembros, seleccionados por él. No ha tenido la deferencia de hacerlo en una
lista abierta, donde sus acólitos pudieran elegir a los que mejor creyeran que
pudieran representarles, o pegarse el baño democrático e igualitario, de formar su candidatura
con una lista de miembros elegidos al azar dentro de su partido. No ha sido así, se ha eliminado la isocracia de un hachazo, antes de que se eliminen la isegoria y la isonomia, que son los pilares imprescindibles de una democracia, junto a la separación real de poderes.
Pablo Iglesias ha elegido los viejos métodos de la
casta para crear una oligarquía dentro de su partido, permitiéndose elegir a
quienes le acompañarán de aquí al futuro, sin ninguna discrepancia, como en los
mejores momentos del estalinismo soviético.
Un amigo mío me ha dicho que en los círculos se vive
intensamente la democracia, por supuesto, en los círculos se puede vivir la
democracia igual que en los grupos de facebook, pero en la realidad se acabó
tal cosa, en Podemos ya no puede haber democracia, hagan lo que hagan en los círculos,
porque se ha impuesto de la forma más despiadada y depravada el despotismo de
su líder, exactamente lo mismo que acontece en todos los partidos políticos
españoles.
Pablo Iglesias no ha cometido un error juvenil, sino
un despojo con sus seguidores, a los que ha privado de ser demócratas,
ofreciendo como única alternativa la que a él le ha parecido bien. Sus
guardianes dirán que el líder necesita rodearse de su gente para sacar el
proyecto adelante, exactamente igual que hizo Rajoy o ha hecho Pedro Sánchez.
En realidad la cuestión no es baladí, pues forma parte de una de las estrategias más arteras de la política, la representación la ha concedido Pablo Iglesias a los que le acompañan, los que han votado sólo han ratificado esta imposición. Es lo mismo que acontece cuando se hacen listas electorales en los partidos o dentro de los partidos, porque es el Poder el que elige a sus representantes, no la gente la que elige, porque la gente sólo puede decidir dar su apoyo o no, a lo que otros han elegido.
En realidad la cuestión no es baladí, pues forma parte de una de las estrategias más arteras de la política, la representación la ha concedido Pablo Iglesias a los que le acompañan, los que han votado sólo han ratificado esta imposición. Es lo mismo que acontece cuando se hacen listas electorales en los partidos o dentro de los partidos, porque es el Poder el que elige a sus representantes, no la gente la que elige, porque la gente sólo puede decidir dar su apoyo o no, a lo que otros han elegido.
Lamentablemente Podemos ya forma parte de la casta,
por mucho que se empeñen en decirnos que en los círculos existe la democracia o
que esto es provisional para sacar el partido adelante. Cuando lleguen las
listas electorales que promuevan los círculos, unas pasarán y otras no, según
su perfil sea del agrado del supremo líder y sus edecanes o no lo sea. Cuando
lleguen las propuestas, ocurrirá lo mismo. Cuando alguien proteste, será expulsado. Cuando alguien cuestione, será condenado al ostracismo. Podemos ha comenzado su proceso de
degradación, el siguiente paso será aburrir a los demócratas para que se
larguen del partido y se lo dejen a Pablo Iglesias bien nutrido de totalitarios
que defiendan exclusivamente la voz de su amo, la que les puede conceder favores como cualquier cacique andaluz del siglo XIX.
Que forma de perder el tiempo con semejante
simulacro ¿y esta degeneración de la democracia es la que se ofrece para
resolver la degeneración de la democracia que tenemos con la casta?. Hay tantas
posibilidades de que Podemos no sea casta, como de que haya vida en la luna,
pero la gente seguirá mirando al dedo que señala los males ajenos y no al que impera y decide los males propios.
Que hermosa melodía interpreta el flautista de Hamelin que vino a llevarse las
ratas de la casta y se terminó llevando a los más desesperados que anhelaban
democracia, para cambiar las cosas y les dieron por el saco. La casta ya tiene un nuevo miembro.
Enrique Suárez