Algunos hablan interesadamente de apocalipsis, de un final de
los días próximo, pero creo que el tiempo se acaba para los milenaristas que
proponen mesiánicas soluciones y nos invitan al Armagedón diseñado para confundirnos: salir del euro, una prensa pública, abandono de
la OTAN, no pagar la deuda y una futura alianza con países como Venezuela,
Rusia o Irán para enfrentarse al sionismo de los yankes.
Al otro lado tenemos otro apocalipsis, el de aquellos que en
su cobardía son capaces de ceder espacio a los milenaristas con tal de que se
queden tranquilos, mientras ofrecen el mejor de los mundos posibles con
impuestos de Dinamarca y servicios públicos que cada día serán más parecidos a
los africanos.
En la encrucijada también se encuentran separatistas
catalanes, partidos de pa ayudar, un PSOE que ha perdido toda orientación y los
mismos puntos cardinales, los nacionalistas vascos que esperan a resolver la
crisis para convertirse en separatistas y los nacionalistas canarios que lloran
por el petróleo que les iban a robar los godos.
Realmente creo que los que se enfrentan al apocalipsis son
todos ellos, los doctrinarios, los separatistas, los que quieren seguir
aprovechándose de los que engañen con promesas que serán incumplidas con
seguridad, como siempre acontece tras las campañas electorales. No se dan
cuenta de que los españoles han avanzado y no están dispuestos a regresar al
pasado, ni para abrazar el tercermundismo, ni para ensalzar el caciquismo, ni
para hacer la ola con las gilipolleces que dicen los que salen en la
televisión. Este país está harto de mangantes de todos los partidos.
No es difícil llegar a la conclusión de que todo lo que no es
solución, será problema, y los españoles ya no quieren más problemas creados de
forma artificiosa por los que viven magníficamente de representarnos, a costa
de que los demás tengamos que vivir cada día peor, para cumplir con sus
programas, proyectos y delirios.
La reacción está en marcha, no dejaré de insistir que toda
esta colección de mequetrefes que representan a los partidos políticos son
menos de un 1 % de los españoles, y reunidos con todos los que les apoyan a
todos ellos apenas alcanzaron el 42 % en las pasadas elecciones europeas, con
el circo que se han montado no creo que logren llevar más gente a las urnas,
aunque se maten en el sarao, sino al contrario, van a despejarlas de todos
aquellos que tengan un mínimo respeto por sí mismos y conserven un atisbo de
dignidad.
¿Cómo se puede acudir a las urnas para votar por gente que
nos ha mentido, robado, expoliado y despojado, sin reconocer siquiera que son
los autores, cómplices o negligentes que han creado el estropicio? ¿Pero cómo
pueden ser tan indulgentes con sus delitos y esperar que los electores les
perdonen la afrenta que están cometiendo con la democracia, la justicia, la
equidad y la libertad que deberían
defender?
Creo que tienen razón, el apocalipsis se aproxima, pero para
todos ellos con sus bonitas siglas, lemas y eslóganes, con su parafernalia
televisiva, con sus cuentos de la lechera y sus actos execrables. No creo que
los españoles sean tan idiotas para volver a depositar su confianza en esta
banda de impresentables que se afinca en los partidos políticos, en todos y
cada uno de los partidos políticos, que participan en la estafa democrática que
se está cometiendo con los ciudadanos de este país, con los mismos engaños que
utilizaron con sus bisabuelos. Esta casta impresentable es un anacronismo que
debe ser erradicado como la Santa Inquisición, porque si los españoles no son
capaces de decir no ahora a todos ellos, tendrán que decir sí a lo que vendrá,
que por supuesto será mucho peor que lo que hoy existe.
Creo que es hora de realizar una independencia de España y de
los españoles de los partidos políticos, que son los invasores de nuestras
vidas desde el poder a los que nos enfrentamos, estos no son nuestros
compatriotas, son los cien mil hijos de San Luis que han vuelto para que los
españoles no podamos vivir en una democracia, con libertad y justicia.
Son
nuestros enemigos, y los enemigos de las próximas generaciones de españoles.
Enfrentarse a todos ellos y derrotarlos es un deber patriótico y un acto de
inteligencia y sentido común. Hasta que no seamos capaces de reunirnos para
hacerlo, seguiremos viviendo alejados de la realidad, en la jaula de despropósitos que han construido para
contenernos como ganado al que ordeñan votos cuando les conviene, mientras ejercen su lavado de cerebro desde los medios de comunicación.
Enrique Suárez