"Es que la verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semi-verdad o en la mentira, muchos" Pío Baroja.
Lo confieso, he esperado desde hace años que algún
intelectual o político español, nos
ofreciera luz sobre el origen de las disputas que catalanes y vascos han
mantenido con el poder en España, que alguien se dignara desde el análisis
histórico riguroso a mostrarnos la legitimidad o ilegitimidad de las
pretensiones nacionalistas de las comunidades históricas. No ha ocurrido así, por lo que voy a intentar en este
artículo aclarar un poco las cosas para las próximas generaciones de españoles,
incluidos los catalanes y vascos, sin duda los más bizarros y aguerridos en la
lucha por la legitimidad del poder en este país, tras los liberales que promovieron
la fundación de la nación española en el Cádiz asediado de 1.812, y sin embargo,
enfrentados entre ellos.
Nadie se ha dignado en este país tras la presencia de miles
de parlamentarios en las Cortes, cientos de pesebristas en el Consejo de Estado,
innumerables catedráticos y profesores de historia, de establecer el escenario
que da origen a todo lo que está aconteciendo en el País Vasco y Cataluña,
consecuentemente, en España. Nadie nos ha dicho que catalanes y vascos nunca
han tenido problema alguno con España a lo largo de la historia, pero sí todos
los problemas con el poder en España, fundamentalmente con las cuestiones
dinásticas relacionadas con los Borbones. En realidad, el problema de los
nacionalismos catalán y vasco es una cuestión sobrevenida por su afán
legitimista, por no comulgar con las ruedas de molino que se impusieron a lo
largo de los siglos tanto a los vascos y catalanes como a los demás españoles.
Quiere esto decir que los vascos y catalanes tienen originalmente razón en sus
propuestas, al no aceptar las imposiciones monárquicas de un rey francés: Luis
XIV y el mayor felón de los reyes españoles: Fernando VII.
Para resolver los problemas que existen en España con
catalanes y vascos, en primer lugar hay que reconocer que han tenido razón en
sus propuestas históricas, tanto cuando los catalanes en 1714 se levantaron
contra Felipe V, nieto de Luis XIV, el “rey sol” francés, como cuando lo
hicieron contra Fernando VII al imponer la pragmática sanción que vulneraba la
ley sálica española y entregaba a su hija Isabel II, la corona de España. Todos los problemas que han existido y existen
en España entre catalanes y vascos y los demás españoles, son en realidad una
falacia inventada por los políticos a partir de estos hechos. Los nacionalistas
han llevado hasta el extremo la deslegitimación del poder monárquico en este
país, mientras los serviles que han apoyado la legitimad monárquica vigente en
España, han hecho mutis por el foro desviando la cuestión a otros problemas que
nada tienen que ver con la monarquía, auténtico origen del problema, y en los
últimos tiempos, la sucesión impuesta por Franco, que en vez de hacer regresar
este país a la legitimidad, imponía de nuevo un nuevo golpe a la legitimación
dinástica.
En realidad, en España tenemos problemas con los
nacionalistas catalanes y vascos porque la monarquía ha sido ocupada por el
heredero de los principales enemigos del pueblo español: Fernando VII e Isabel
II. No es difícil comprender la deriva
que se produjo posteriormente, dada la intransigencia natural de los españoles
para sentarse en una mesa y establecer acuerdos desde posiciones confrontadas.
Hace dos siglos era exactamente igual que ahora, fundamentalmente por la
intención de todos los partidarios de la casta política en sacar tajada de su
victoria sobre los demás. Desde que
hemos vuelto a vivir en democracia, si el régimen que sufrimos en España puede
denominarse así, nadie ha tenido voluntad de arreglar las cosas, porque a todos
les interesaba el “mantenella e no enmendalla”, tan tradicional por estos
lares. No tiene sentido alguno que no se rediman las hostilidades no resueltas
del pasado en un nuevo Abrazo de Vergara y estemos condenados a seguir siempre
enfrentados, por unas confrontaciones sin resolver que provienen de siglos
atrás.
La guerra de sucesión
(1700-1714)
En Cataluña en 1714 el pueblo catalán no se levanta contra
España, sino contra la imposición de Felipe V de Borbón como Rey de España por
el rey francés Luis XIV, porque al morir Carlos II sin descendencia, las principales
potencias europeas se repartieron –a espaldas de España- los reinos del
decadente imperio español. El primer heredero del imperio español era José de
Baviera, pero al fallecer antes de asumir la Corona y ser reconocido, aunque
habiendo dejado testamento en favor del archiduqe Carlos, a quien también
apoyaba el Reino Unido, fraccionando las dependencias europeas del imperio
español, Luis XIV aprovechó la ocasión, convenciendo a Carlos II de que dejara
como heredero a su nieto Felipe de Anjou, que también era sobrino-nieto del
monarca español. A la muerte de Carlos II, Luis XIV hizo llamar a su nieto
Felipe de 17 años y le manifestó su ancilaje eterno con Francia de la siguiente
forma:
«Señores, he aquí el Rey de España». Entonces le dijo a su nieto: «Pórtate bien en España, que es tu primer deber ahora, pero recuerda que naciste en Francia, para mantener la unión entre nuestras dos naciones es la manera de hacerlos felices y preservar la paz de Europa»
De 1700 a
1714 se produjo la Guerra de Sucesión en España, un conflicto internacional
entre las potencias europeas pero también una guerra civil en España, la corona
de Navarra y la de Castilla apoyaron a Felipe V, mientras que la mayor parte de
la Corona de Aragón apoyó al archiduque Carlos. Tras la victoria de Almansa
(1707) Aragón y Valencia cayeron bajo el control de Felipe V. Pero en 1713, el
aspirante a la Corona española, el archiduque Carlos fue elegido emperador e
Alemania, y las potencias europeas retiraron sus tropas de España dado el poder
de los Habsburgo, firmando el Tratado de Utrech, por la que España perdía sus
posesiones en Europa y Gibraltar y Menorca en favor de Reino Unido, aunque
conservaba sus posesiones de ultramar. El archiduque Carlos, emperador de
Alemania, siguió reclamando el trono español
Las instituciones catalanas primero juraron fidelidad a Felipe de Anjou
(Cortes de 14 de enero de 1702, en Barcelona), pero después una flota
anglo-holandesa a favor de Carlos desembarcó en el río Besós (el 25 de agosto
de 1705) y conquistó Barcelona ante la indiferencia de la población. El 16 de
octubre las instituciones catalanas reconocieron a Carlos como rey de España.
Finalmente, la guerra acabó con la renuncia de Carlos al trono (pues había sido elegido Emperador del Sacro Imperio) y Felipe V no tuvo oposición en Cataluña: amnistió a los dirigentes de la revuelta “austracista”, pero abolió las instituciones catalanas, creando un estado centralista a imitación de la Francia de aquel momento.
Cada 11 de septiembre se conmemora que aquel día de 1714 Barcelona y los
seguidores del Archiduque Carlos se rindieron ante las tropas de Felipe V en la
Guerra de Sucesión española. Cada 11 de septiembre se realiza una ofrenda
floral ante el monumento a Casanova en la calle Girona de Barcelona, porque la
tarde del 11 de septiembre de 1714 un patriota español llamado Rafael Casanova,
consejero en jefe de Barcelona, emitía su famoso bando que repartió por las
calles de la ciudad condal, y que decía textualmente:
«Se hace saber a todos generalmente, de parte de los tres Excelentísimos Comunes, considerando el parecer de los Señores de la Junta de Gobierno, personas asociadas, nobles, ciudadanos y oficiales de guerra, que separadamente están impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad; atendiendo que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo de someterse a una entera esclavitud. Notifican, amonestan y exhortan, representando así a los padres de la Patria que se afligen de la desgracia irreparable que amenaza el favor e injusto encono de las armas franco-hispanas, haciendo seria reflexión del estado en que los enemigos del Rey N.S., de nuestra libertad y Patria, están apostados ocupando todas las brechas, cortaduras, baluartes del Portal Nou, Sta. Clara, Llevant y Sta. Eulalia.
Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan los presentes, y dan testimonio a las generaciones venideras, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, quejándose de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y extermine todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España»
Rafael de
Casanovas fue herido en el sitio de Barcelona pero concluyó apaciblemente sus
días como abogado, perdonado y pensionado por el Borbón, a los 83 años en Sant
Boi de Llobregat, según nos cuentan magníficamente en el blog la historia sin historietas.
Los
catalanes nunca se enfrentaron a los españoles como tales por ninguna cuestión
territorial, sino a los borbones por una cuestión dinástica.
Las guerras
carlistas
Felipe V,
tras no ser admitida la ley sálica, que impedía el acceso a la corona a las
mujeres, impuso la Ley de Sucesión Fundamental, que solo permitía gobernar a
las mujeres si no había herederos varones de primer grado, abriendo el
conflicto que daría lugar a las guerras carlistas del siglo XIX, al imponer
Fernando VII la pragmática sanción que dejaba como sucesora a su hija Isabel II
y no a su legítimo heredero, su hermano Carlos María de Isidro, y el enfrentamiento entre españoles en una
nueva guerra civil, en la que vascos, navarros, aragoneses, catalanes y
valencianos se enfrentaron con los demás españoles bajo el cetro del felón
Fernando VII.
Las guerras
carlistas suponen el periodo de guerra civil más prolongado de la historia de
España, hubo tres guerras carlistas: 1833-1840, 1846-1849, 1872-1876, la
primera fue la más violenta y dejó 200.000 muertos, concluyó con el Abrazo de
Vergara, entre Maroto y Espartero, aunque Cabrera resistió un año más en el
Levante.
El carlismo
es el origen del fenómeno nacionalista en el País Vasco, que fue el único lugar
en el que, junto con Navarra, y algunos focos aislados en Barcelona y otras
provincias españolas, se mantuvo la reivindicación por la legitimidad dinástica
hasta fechas recientes. En 1893, Vázquez de Mella es el principal ideólogo del
carlismo teniendo gran influencia en el pensamiento tradicional español. En
1895, Sabino Arana y su hermano abandonan el carlismo y fundan el PNV. Durante
el franquismo un sector del carlismo se unió al franquismo y otro se opuso a él,
pero ambos rechazaron la presencia de Juan Carlos I de Borbón. En el
congreso federal de 1972, el Partido Carlista se definió como un partido de
masas, de clase, democrático, socialista y monárquico federal. El nuevo Partido
Carlista se incorporó a la Junta Democrática de España y después de abandonarla
a la Plataforma de Convergencia Democrática.
Conclusiones, siempre provisionales
1) Nunca
en la historia de España existió una confrontación territorial de origen nacionalista, ni una búsqueda
de independencia de España, ni en el País Vasco, ni en Cataluña
2) Los
conflictos existentes entre vascos, catalanes, junto a los de otras comunidades
contra los españoles que no se levantaron contra el yugo de los borbones no
fueron por cuestiones políticas, territoriales o culturales, sino por problemas
exclusivamente dinásticos. Los vascos y los catalanes, junto con navarros,
aragoneses y valencianos… fueron más patriotas españoles, si cabe que los que
se conformaron con la imposición de Felipe V por Luis XIV, o las sucesivas
felonías de Fernando VII para imponer a su hija Isabel II contra la legitimidad
dinástica vigente en España.
3) Las
reivindicaciones iniciales de los movimientos que se levantaron contra la
ilegitimidad de las imposiciones borbónicas, fundamentalmente protagonizadas
por catalanes y vascos, deberían ser reconocidas por todos los españoles y en
nuestra Constitución, por ser una quiebra de la legitimidad histórica,
fundamentalmente cuando hoy la monarquía ha quedado reducida a un papel
testimonial, querer extraer de un conflicto dinástico la oposición entre
españoles es una impostura a la historia de España, de la que vascos y
catalanes forman, no me duele decirlo, lo más granado del patriotismo español
que se levantó ante la impostura de los Borbones para acceder ilegítimamente a la Corona Española.
4) Nunca
hubo en la historia de España hasta el siglo XX un nacionalismo vasco o catalán, sino un
nacionalismo español, de origen liberal, que se enfrentó a las imposiciones de
la monarquía española representada por los Borbones y por las potencias
extranjeras que implantaron en España sus pretensiones dinásticas. La nación hizo soberano al pueblo español, pero los monarcas siempre trataron de condenarlo a ser súbdito.
5) Es
hora de que se reconozca que los catalanes y vascos que se levantaron contra
las imposiciones de los Borbones, sean reconocidos como pilar inolvidable de los patriotas españoles
que siempre fueron, es de justicia histórica.
6) El
himno carlista, el Oriamendi, es el vínculo que mejor expresa el sentimiento
histórico de catalanes y vascos hacia su patria española, que siempre
defendieron como el que más.
Viva Dios queridísmo
tengámoslo todos por dueño.
Vivan España y el País Vasco
y el rey legítimo.
Amamos al País Vasco,
amamos sus viejos Fueros,
a esta idea están orientadas
siempre las fuerzas carlistas.
¡¡Viva Dios inmortal!!
¡¡Viva el vasco,
que tiene bien
el mismo rey de España!!
tengámoslo todos por dueño.
Vivan España y el País Vasco
y el rey legítimo.
Amamos al País Vasco,
amamos sus viejos Fueros,
a esta idea están orientadas
siempre las fuerzas carlistas.
¡¡Viva Dios inmortal!!
¡¡Viva el vasco,
que tiene bien
el mismo rey de España!!
No sobra España, ni catalanes, vascos o españoles; lo que sobran son las imposturas
de los Borbones y todos los serviles de la casta política que se han adueñado
de nuestra patria, tras imponer una Constitución a los españoles urdida en la
ilegitimidad del legado de la dictadura franquista.
Enrique
Suárez