Cuatro ejes determinarán el futuro de nuestro país en los próximos años, las posibilidades de solución a los problemas que tendremos que afrontar están muy por encima de los recursos políticos de los que disponemos actualmente en España. Nuestro país necesita una auténtica revolución, un liderazgo que supere el maniqueísmo político, el anacronismo económico, la fosilización social y el marasmo cultural.
En lo político, España necesita deshacerse de los representantes actuales, dando a la democracia su auténtico significado. La democracia no sirve para que unos espabilados se forren a costa de los demás, sino para que los más cualificados, responsables y trabajadores nos representen. La política no es un circo donde José Luis puede salir de domador de leones y Leire Pajín de Payaso, mientras Rajoy hace de trapecista y Rosa Díez de mujer barbuda, al tiempo que los nacionalistas se van llevando la caja registradora. ¿Pero qué es este cachondeo?. No es cierto que cualquiera pueda ser político, un imbécil no puede ser político, lo mismo que no sería nombrado director de una empresa o catedrático de una universidad.
¿Cuántos imbéciles hay hoy en la política española?. ¿Qué esperábamos?. Teniendo a personajes que en su vida han demostrado absolutamente nada fuera de la política y dentro sus extrañas barbaridades, no puede funcionar un país. ¿Pero cómo va a dirigir el país –imagínense una orquesta- un personaje como José Luis que ni sabe música y además detesta a los instrumentos de aire y percusión?. Pues imagínense la quinta sinfonía interpretada por la mitad de los instrumentos y el silencio de los restantes. Eso es lo que ha hecho José Luis con España, gracia a su sectarismo faccioso. Este personaje nunca ha sido reconocido por la mitad del país, porque su origen es demasiado oscuro, y no proviene de sus méritos, sino de las malas artes con lo ocurrido el 11-M.
Otro grave problema de España son las autonomías, una descentralización que no ha estado orientada a mejorar el bienestar de los ciudadanos, sino a incrementar el poder de los caciques territoriales y sus sectas, como ha ocurrido durante treinta años con el PNV en el País Vasco, u ocurre actualmente con el gobierno albanés del tripartit, es malo para todos los españoles, incluso para los del País Vasco y Cataluña, atrapados en una milonga.
En lo económico, España está, como siempre, con un pie entre las economías avanzadas y con el otro entre las atrasadas. La balanza comercial española sigue siendo deficitaria, y con la crisis el turismo, que es la mayor fuente de ingresos de los españoles, se reducirá en visitantes y en gasto. Los nuevos destinos turísticos cada día resultan más atractivos.
Gracias a la necedad de los indigentes intelectuales que se han ocupado de la innovación tecnológica en España, hoy no contamos con recursos nuevos, y nuestro nivel de dependencia exterior se incrementa cada día. Las industrias españolas en su mayor parte se sostienen en penuria, y las multinacionales ya no conciben España como un destino último, sino como un almacén de distribución.
España no ha sabido aprovechar sus grandes oportunidades geoestratégicas por la incapacidad de sus políticos fundamentalmente, pero también por las atrasadas estructuras empresariales y el exagerado poder de los sindicatos que se han quedado colgados en la reconversión de los años setenta del siglo pasado, como un vestigio histórico.
La realidad financiera de España estará lastrada durante los próximos años por la situación de las Cajas de Ahorro, hoy acaba de ser intervenida Caja Sur, pero en los próximos meses la acompañarán otras. España no tiene liquidez, está endeudada en más del 250 % de su PIB, entre deuda privada y pública, no hay ahorro y la inversión extranjera ha salido despavorida ante las ocurrencias de José Luis.
En lo social, España tiene un enorme problema con el paro que alcanza el 20 % de la población, con más de 4 millones y medio de parados. Pero realmente el obstáculo para que se genere empleo en este país es que la dinámica empresarial siempre ha sido subsidiaria del Estado y si el Estado no tiene dinero, se paraliza. Por otra parte, los sindicatos bloquean cualquier reforma laboral que pueda devolver competitividad a nuestro país, al tiempo que otros países siguen creciendo y desarrollándose, España decae sin fin, gracias a la ineptitud y la osadía de unos oclócratas sobrealzados al poder.
Por otra parte, España tiene un grave problema, la juventud española está superando en muchos lugares el 50 % de paro, una población joven ociosa es una bomba social a punto de estallar. Ser joven hoy en España es un auténtico drama, por eso se promueven desde el gobierno la cultura del hedonismo y no la de la responsabilidad, porque la fatalidad es que de nada sirve ser responsable, si no va a haber posibilidades de trabajo. Lo que José Luis ha hecho con los jóvenes españoles es absolutamente imperdonable, porque van a ver como el desarrollo de su vida se empantana sin alternativa de solución.
Por último, y no menos grave que los anteriores ejes del problema, tenemos la cuestión cultural. En España se dicen muchas cosas, pero en la mayor parte de las ocasiones son réplicas y contrarréplicas, falta un discurso coherente y cohesionado, congruente con la auténtica realidad. La cultura en España ha derivado al bodrio y el esperpento, la televisión se ha llenado de payasos que pretendes ser referentes culturales, los medios de comunicación se han acomodado al pesebre, la información es intoxicación. No hay comunicación, solo hay propaganda.
En cuanto a las tecnologías, los españoles estamos disfrutando de un acceso a la tecnología con el mismo criterio que un niño puede tener al aproximarse a un acelerador de partículas. La cultura hedonista nos invita a la experiencia ociosa, a la lúdica existencia del instante de placer, a la espera y la inactividad.
No hay referentes claros en España, todo es dispersión y diversión, mientras la deuda sigue creciendo. El profeta de la época es Pedro Almodóvar que comenzó ofreciéndonos un modelo marginal que al final ha terminado atrapándonos a todos como clave de modernidad y "normalidad".
Nunca ha habido tanta basura en la cultura española, nunca tanta estupidez. A todo esto algunos idiotas afortunados lo denominan progreso, por mi parte prefiero denominarlo decadencia.
En estas condiciones España ni tiene presente, ni tiene futuro. Nos vamos a convertir en un lugar al que los occidentales afortunados acudirán para contemplar el fracaso de la civilización, la degeneración cultural y el declive social. Hasta que la conflictividad estalle, entonces pondrán una verja en Los Pirineos y nos convertirán en el zoológico de Europa, algo así como Parque Jurásico.
Biante de Priena
En lo político, España necesita deshacerse de los representantes actuales, dando a la democracia su auténtico significado. La democracia no sirve para que unos espabilados se forren a costa de los demás, sino para que los más cualificados, responsables y trabajadores nos representen. La política no es un circo donde José Luis puede salir de domador de leones y Leire Pajín de Payaso, mientras Rajoy hace de trapecista y Rosa Díez de mujer barbuda, al tiempo que los nacionalistas se van llevando la caja registradora. ¿Pero qué es este cachondeo?. No es cierto que cualquiera pueda ser político, un imbécil no puede ser político, lo mismo que no sería nombrado director de una empresa o catedrático de una universidad.
¿Cuántos imbéciles hay hoy en la política española?. ¿Qué esperábamos?. Teniendo a personajes que en su vida han demostrado absolutamente nada fuera de la política y dentro sus extrañas barbaridades, no puede funcionar un país. ¿Pero cómo va a dirigir el país –imagínense una orquesta- un personaje como José Luis que ni sabe música y además detesta a los instrumentos de aire y percusión?. Pues imagínense la quinta sinfonía interpretada por la mitad de los instrumentos y el silencio de los restantes. Eso es lo que ha hecho José Luis con España, gracia a su sectarismo faccioso. Este personaje nunca ha sido reconocido por la mitad del país, porque su origen es demasiado oscuro, y no proviene de sus méritos, sino de las malas artes con lo ocurrido el 11-M.
Otro grave problema de España son las autonomías, una descentralización que no ha estado orientada a mejorar el bienestar de los ciudadanos, sino a incrementar el poder de los caciques territoriales y sus sectas, como ha ocurrido durante treinta años con el PNV en el País Vasco, u ocurre actualmente con el gobierno albanés del tripartit, es malo para todos los españoles, incluso para los del País Vasco y Cataluña, atrapados en una milonga.
En lo económico, España está, como siempre, con un pie entre las economías avanzadas y con el otro entre las atrasadas. La balanza comercial española sigue siendo deficitaria, y con la crisis el turismo, que es la mayor fuente de ingresos de los españoles, se reducirá en visitantes y en gasto. Los nuevos destinos turísticos cada día resultan más atractivos.
Gracias a la necedad de los indigentes intelectuales que se han ocupado de la innovación tecnológica en España, hoy no contamos con recursos nuevos, y nuestro nivel de dependencia exterior se incrementa cada día. Las industrias españolas en su mayor parte se sostienen en penuria, y las multinacionales ya no conciben España como un destino último, sino como un almacén de distribución.
España no ha sabido aprovechar sus grandes oportunidades geoestratégicas por la incapacidad de sus políticos fundamentalmente, pero también por las atrasadas estructuras empresariales y el exagerado poder de los sindicatos que se han quedado colgados en la reconversión de los años setenta del siglo pasado, como un vestigio histórico.
La realidad financiera de España estará lastrada durante los próximos años por la situación de las Cajas de Ahorro, hoy acaba de ser intervenida Caja Sur, pero en los próximos meses la acompañarán otras. España no tiene liquidez, está endeudada en más del 250 % de su PIB, entre deuda privada y pública, no hay ahorro y la inversión extranjera ha salido despavorida ante las ocurrencias de José Luis.
En lo social, España tiene un enorme problema con el paro que alcanza el 20 % de la población, con más de 4 millones y medio de parados. Pero realmente el obstáculo para que se genere empleo en este país es que la dinámica empresarial siempre ha sido subsidiaria del Estado y si el Estado no tiene dinero, se paraliza. Por otra parte, los sindicatos bloquean cualquier reforma laboral que pueda devolver competitividad a nuestro país, al tiempo que otros países siguen creciendo y desarrollándose, España decae sin fin, gracias a la ineptitud y la osadía de unos oclócratas sobrealzados al poder.
Por otra parte, España tiene un grave problema, la juventud española está superando en muchos lugares el 50 % de paro, una población joven ociosa es una bomba social a punto de estallar. Ser joven hoy en España es un auténtico drama, por eso se promueven desde el gobierno la cultura del hedonismo y no la de la responsabilidad, porque la fatalidad es que de nada sirve ser responsable, si no va a haber posibilidades de trabajo. Lo que José Luis ha hecho con los jóvenes españoles es absolutamente imperdonable, porque van a ver como el desarrollo de su vida se empantana sin alternativa de solución.
Por último, y no menos grave que los anteriores ejes del problema, tenemos la cuestión cultural. En España se dicen muchas cosas, pero en la mayor parte de las ocasiones son réplicas y contrarréplicas, falta un discurso coherente y cohesionado, congruente con la auténtica realidad. La cultura en España ha derivado al bodrio y el esperpento, la televisión se ha llenado de payasos que pretendes ser referentes culturales, los medios de comunicación se han acomodado al pesebre, la información es intoxicación. No hay comunicación, solo hay propaganda.
En cuanto a las tecnologías, los españoles estamos disfrutando de un acceso a la tecnología con el mismo criterio que un niño puede tener al aproximarse a un acelerador de partículas. La cultura hedonista nos invita a la experiencia ociosa, a la lúdica existencia del instante de placer, a la espera y la inactividad.
No hay referentes claros en España, todo es dispersión y diversión, mientras la deuda sigue creciendo. El profeta de la época es Pedro Almodóvar que comenzó ofreciéndonos un modelo marginal que al final ha terminado atrapándonos a todos como clave de modernidad y "normalidad".
Nunca ha habido tanta basura en la cultura española, nunca tanta estupidez. A todo esto algunos idiotas afortunados lo denominan progreso, por mi parte prefiero denominarlo decadencia.
En estas condiciones España ni tiene presente, ni tiene futuro. Nos vamos a convertir en un lugar al que los occidentales afortunados acudirán para contemplar el fracaso de la civilización, la degeneración cultural y el declive social. Hasta que la conflictividad estalle, entonces pondrán una verja en Los Pirineos y nos convertirán en el zoológico de Europa, algo así como Parque Jurásico.
Biante de Priena