Las trampas del relativismo
Y sin embargo el relativismo tenía razón, cierto, pero no toda la razón, por que si tuviera toda la razón se convertiría en un nuevo dogmatismo que, precisamente, era lo que trataba de demoler; esta magnífica paradoja pasó desapercibida por los detractores del racionalismo a finales del siglo XX. Ahora vivimos en las secuelas de aquella confusión.
El primer relativista de la historia fue Protágoras cuando advirtió que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, de las que no son en tanto que no son. Ciertamente la verdad no es igual para todos, salvo las verdades absolutas, pero más por su absolutismo que por su certeza. Sin dogmas todo es relativo.
Quizás el primer relativista de la historia moderna fue Nietzsche, cuando advirtió que la razón no podía someter la vida a sus designios, derribando los presupuestos construidos por Kant, e incluso Hegel:
Como se construye una estafa irracional
Nietzsche decía que el mayor error del pensamiento occidental que se podía cometer, era el que denominaba: “corrupción de la razón”, y que consiste básicamente en confundir las causas con las consecuencias, incluso prescindir de las causas y las consecuencias para ofrecer explicaciones, no fundamentadas en los juicios analíticos, sino en las opiniones, que a su vez dependen de las interpretaciones y estas provienen de las percepciones diversas.
Si el relativismo, entonces, puede ser considerado como un artefacto perceptivo que interpreta la realidad, llegamos al subjetivismo, todo es subjetivo, no hay objetividad. Sin embargo, cuando los hechos ocurren, son objetivos, si son consecuencia de otros hechos, estos pueden ser considerados sus causas. Negar la existencia de causas y efectos, es abjurar del principal fundamento de la racionalidad, no sólo filosófica o lógica, sino también científica.
Supone regresar al azar, sustituyendo la causalidad por la casualidad, devaluando el pensamiento y sometiéndolo a la arbitrariedad de la opinión. Si nada existe, comenzamos de nuevo, dando lugar al adanismo y el “presentismo” que asola nuestra existencia, la cultura del talante sustituye al talento, los deseos más infantiles a las necesidades más perentorias. Así ha sido la política del PSOE durante los últimos siete años, mendaz, artera e insidiosa.
Sin duda una estrategia urdida con el interés de abominar del orden establecido fundamentado en la razón, para entregarnos a los brazos del azar, de la casualidad, de la anécdota. De esa forma se puede negar la historia, la filosofía, la moral, la justicia, por supuesto la libertad, y todos los valores que han sostenido a la civilización occidental hasta ahora. Creo que nos encontramos ante una enorme falacia construida con la intención de imponer un nuevo dogmatismo, el de la relatividad, que permite cuestionarlo todo sin ofrecer una alternativa.
De ahí a la reducción de la verdad a una condición democrática hay un paso, y así alcanzamos el fundamentalismo democrático, que puede ser utilizado para detener el futuro creando comisiones. Supongamos que se reúnen cinco personas para tomar una decisión, tres no tienen ni idea del tema que se dirime, pero sin embargo tienen la intención de que no salga adelante a pesar de que su presencia sería positiva para todos (menos para ellos), mientras que dos, que son los que conocen las causas y consecuencias de la decisión son minoría, pues sencillamente se vota la decisión y saldrá la propuesta más irracional, pero también más democrática. Multipliquen ese proceso por las decisiones que se toman cada día en este mundo y obtendremos el origen de buena parte de nuestro malestar.
Para eso ha servido el relativismo, para apartar la razón y dejarnos a los pies de los caballos de la impostura y la irracionalidad. La sociedad de la comunicación en la que vivimos aboga por la democratización de las decisiones, independientemente de la racionalidad de los que deciden. Cuando las cosas van mal, con decir que todo es relativo está resuelto.
España, hundida por el socialismo
España tuvo un déficit el año pasado del 8,51 %, el Gobierno de Rodríguez Zapatero se había comprometido con la Unión Europea a que no sobrepasara el 6 %. Al igual que negó la existencia de una crisis económica en este país para triunfar en las elecciones del 2008, engañando a sus votantes y a todos los demás. De la misma forma que Zapatero prometió pleno empleo en el 2003, para marcharse dejando 5,2 millones de parados. No puede ser que durante siete años el PSOE no haya concluido ninguna de las reformas políticas y económicas que inició, y se haya dedicado a derrochar el dinero público en sus obsesiones particulares cuando ahora tenemos dificultades para cubrir los servicios básicos gracias a su enorme y descerebrado despilfarro.
Verán ustedes, yo sigo pensando que no hay inocencia en estas políticas, más bien al contrario, hay intención de crear un escenario de “tierra quemada” como se denunció en su día. La política de Zapatero durante los últimos años de su Gobierno estaba orientada exclusivamente a incrementar nuestro malestar y precariedad, urdida con el objetivo de empobrecernos, empujarnos al abismo y a la desesperación. No hay inocencia, sino maldad. No hay casualidad, sino causalidad en la ruina de España.
Ahora los del PSOE se han marchado, dejando este país hundido, y ya preparan la reacción en las calles para culpabilizar al PP de todos nuestros males. Me parece que asistimos a un episodio de desvergonzada inmoralidad, ningún partido ha gobernado en España para crear más desigualdad, ningún partido lo ha hecho tan mal y además, sin pedir disculpas a los españoles por sus errores, que han quebrantado el futuro de este país y condenado a la miseria a las próximas generaciones, nadie ha sido tan inútil y desalmado en el Gobierno como la tropa que ha acompañado a Rodríguez Zapatero, entre ellos Rubalcaba y Chacón.
Desgraciadamente no ha sido una orgía relativista la causa de nuestros males, sino la ineptitud acompañada de egoísmo la que ha convertido España en el país con más parados de Europa, y el mayor riesgo de empobrecimiento. En las próximas elecciones el PSOE debería ser erradicado del escenario político por todo el daño que ha causado a los españoles. No exigir responsabilidad a quien debería haberla tenido, supone, tarde o temprano, el regreso al error, por mucho que se trate de corregir en el presente.
¿Estamos acaso condenados a levantar el país, con gran esfuerzo, para qué dentro de unos años, los mismos ineptos que lo derribaron en la última ocasión vuelvan a hacerlo?. Para acabar con lo malo, es bueno comenzar cualquier día.
Enrique Suárez
Y sin embargo el relativismo tenía razón, cierto, pero no toda la razón, por que si tuviera toda la razón se convertiría en un nuevo dogmatismo que, precisamente, era lo que trataba de demoler; esta magnífica paradoja pasó desapercibida por los detractores del racionalismo a finales del siglo XX. Ahora vivimos en las secuelas de aquella confusión.
El primer relativista de la historia fue Protágoras cuando advirtió que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, de las que no son en tanto que no son. Ciertamente la verdad no es igual para todos, salvo las verdades absolutas, pero más por su absolutismo que por su certeza. Sin dogmas todo es relativo.
Quizás el primer relativista de la historia moderna fue Nietzsche, cuando advirtió que la razón no podía someter la vida a sus designios, derribando los presupuestos construidos por Kant, e incluso Hegel:
"Nietzsche piensa que el hecho de someter la vida a la razón es un error, es como apagar la vida, porque la racionalidad es aquello derivado de la vida, mientras que la vida no está en función de ningún valor externo a ella misma. La cultura occidental, entonces, está viciada desde su origen. Su “pecado” ha consistido en instaurar la “racionalidad” costara lo que costara. Este error dogmático se arrastra desde que Platón inventó el espíritu puro y la idea de bien en sí mismo. Este dogmatismo a toda ultranza Nietzsche lo interpreta como un síntoma de decadencia, entendida ésta como una oposición a los valores de la vida que afecta en todos los aspectos de la cultura. Para eliminar el error de base, es necesario criticar el dogmatismo platónico y hacerlo en todos los ámbitos en qué se manifiesta: el moral, el religioso, el filosófico, el cultural, el económico y el político”Eliminar todos los dogmatismos, incluye también erradicar el relativismo dogmático y su pretensión de que todo depende del cristal con que se mira. Las cosas no dependen del cristal con que se miran, sí lo hacen las percepciones y en consecuencia las interpretaciones, luego la relatividad es una interpretación más dependiente de la percepción, porque la percepción de la realidad sí es relativa en cada ser humano, que de los hechos percibidos.
Como se construye una estafa irracional
Nietzsche decía que el mayor error del pensamiento occidental que se podía cometer, era el que denominaba: “corrupción de la razón”, y que consiste básicamente en confundir las causas con las consecuencias, incluso prescindir de las causas y las consecuencias para ofrecer explicaciones, no fundamentadas en los juicios analíticos, sino en las opiniones, que a su vez dependen de las interpretaciones y estas provienen de las percepciones diversas.
Si el relativismo, entonces, puede ser considerado como un artefacto perceptivo que interpreta la realidad, llegamos al subjetivismo, todo es subjetivo, no hay objetividad. Sin embargo, cuando los hechos ocurren, son objetivos, si son consecuencia de otros hechos, estos pueden ser considerados sus causas. Negar la existencia de causas y efectos, es abjurar del principal fundamento de la racionalidad, no sólo filosófica o lógica, sino también científica.
Supone regresar al azar, sustituyendo la causalidad por la casualidad, devaluando el pensamiento y sometiéndolo a la arbitrariedad de la opinión. Si nada existe, comenzamos de nuevo, dando lugar al adanismo y el “presentismo” que asola nuestra existencia, la cultura del talante sustituye al talento, los deseos más infantiles a las necesidades más perentorias. Así ha sido la política del PSOE durante los últimos siete años, mendaz, artera e insidiosa.
Sin duda una estrategia urdida con el interés de abominar del orden establecido fundamentado en la razón, para entregarnos a los brazos del azar, de la casualidad, de la anécdota. De esa forma se puede negar la historia, la filosofía, la moral, la justicia, por supuesto la libertad, y todos los valores que han sostenido a la civilización occidental hasta ahora. Creo que nos encontramos ante una enorme falacia construida con la intención de imponer un nuevo dogmatismo, el de la relatividad, que permite cuestionarlo todo sin ofrecer una alternativa.
De ahí a la reducción de la verdad a una condición democrática hay un paso, y así alcanzamos el fundamentalismo democrático, que puede ser utilizado para detener el futuro creando comisiones. Supongamos que se reúnen cinco personas para tomar una decisión, tres no tienen ni idea del tema que se dirime, pero sin embargo tienen la intención de que no salga adelante a pesar de que su presencia sería positiva para todos (menos para ellos), mientras que dos, que son los que conocen las causas y consecuencias de la decisión son minoría, pues sencillamente se vota la decisión y saldrá la propuesta más irracional, pero también más democrática. Multipliquen ese proceso por las decisiones que se toman cada día en este mundo y obtendremos el origen de buena parte de nuestro malestar.
Para eso ha servido el relativismo, para apartar la razón y dejarnos a los pies de los caballos de la impostura y la irracionalidad. La sociedad de la comunicación en la que vivimos aboga por la democratización de las decisiones, independientemente de la racionalidad de los que deciden. Cuando las cosas van mal, con decir que todo es relativo está resuelto.
España, hundida por el socialismo
España tuvo un déficit el año pasado del 8,51 %, el Gobierno de Rodríguez Zapatero se había comprometido con la Unión Europea a que no sobrepasara el 6 %. Al igual que negó la existencia de una crisis económica en este país para triunfar en las elecciones del 2008, engañando a sus votantes y a todos los demás. De la misma forma que Zapatero prometió pleno empleo en el 2003, para marcharse dejando 5,2 millones de parados. No puede ser que durante siete años el PSOE no haya concluido ninguna de las reformas políticas y económicas que inició, y se haya dedicado a derrochar el dinero público en sus obsesiones particulares cuando ahora tenemos dificultades para cubrir los servicios básicos gracias a su enorme y descerebrado despilfarro.
Verán ustedes, yo sigo pensando que no hay inocencia en estas políticas, más bien al contrario, hay intención de crear un escenario de “tierra quemada” como se denunció en su día. La política de Zapatero durante los últimos años de su Gobierno estaba orientada exclusivamente a incrementar nuestro malestar y precariedad, urdida con el objetivo de empobrecernos, empujarnos al abismo y a la desesperación. No hay inocencia, sino maldad. No hay casualidad, sino causalidad en la ruina de España.
Ahora los del PSOE se han marchado, dejando este país hundido, y ya preparan la reacción en las calles para culpabilizar al PP de todos nuestros males. Me parece que asistimos a un episodio de desvergonzada inmoralidad, ningún partido ha gobernado en España para crear más desigualdad, ningún partido lo ha hecho tan mal y además, sin pedir disculpas a los españoles por sus errores, que han quebrantado el futuro de este país y condenado a la miseria a las próximas generaciones, nadie ha sido tan inútil y desalmado en el Gobierno como la tropa que ha acompañado a Rodríguez Zapatero, entre ellos Rubalcaba y Chacón.
Desgraciadamente no ha sido una orgía relativista la causa de nuestros males, sino la ineptitud acompañada de egoísmo la que ha convertido España en el país con más parados de Europa, y el mayor riesgo de empobrecimiento. En las próximas elecciones el PSOE debería ser erradicado del escenario político por todo el daño que ha causado a los españoles. No exigir responsabilidad a quien debería haberla tenido, supone, tarde o temprano, el regreso al error, por mucho que se trate de corregir en el presente.
¿Estamos acaso condenados a levantar el país, con gran esfuerzo, para qué dentro de unos años, los mismos ineptos que lo derribaron en la última ocasión vuelvan a hacerlo?. Para acabar con lo malo, es bueno comenzar cualquier día.
Enrique Suárez