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martes, 23 de enero de 2007
Prohibición del castellano en el hogar
Estimados amigos. Soy el autor de la carta Prohibición del Catalán en el Hogar, que tanta conmoción y tantos comentarios ha provocado. Durante estos días he leido a muchas personas que han escrito textos llamándome fascista y cosas así. También he visto que mi carta ha sido reproducida en casi todos los foros independentistas de Cataluña. Os envío esta nueva nota sólo para que la gente sea consciente de que existe otra realidad mucho más dura y más extendida que la nuestra...
Pero antes, sólo querría volver a insistir en algo: como ya dije en la primera carta, yo no estoy contra el catalán. Estoy a favor de que mi niño aprenda el castellano, que es bien diferente, ya que lo catalanizan en la escuela durante 30 horas cada semana, y con eso tiene asegurado el aprendizaje del catalán: mi niño en el futuro será bilingüe, aunque espero que nunca pierda sus raices, y que su idioma principal sea el mismo que el de sus padres.
Pero hoy vuelvo a escribiros porque quisiera hacer una reflexión sobre toda esa impresionante cantidad de gente que prohibe totalmente el castellano en sus domicilios. Conozco a varias personas así, tanto en mi entorno laboral como en el colegio de mi hijo. Me refiero a familias catalanas que nunca hablan en castellano, que nunca cambian de idioma, que sólo ven en su casa la televisión catalana, que sólo compran la prensa catalana. Y que, por supuesto, sus hijos, al igual que el mío, sólo reciben educación 100% en catalán.
Con el agravante de que todas estas familias, votantes de partidos nacionalistas, están tan obsesionadas con la cuestión nacional catalana que en sus domicilios continuamente insultan a España, para ellos todo lo malo viene de España, porque España les roba, y porque viven en una nación catalana que está invadida por España, y bla, bla, bla.
Lo que quiero decir con esto es que existen infinidad de familias en Cataluña que están totalmente a favor de la doctrina catalanista que imparten a sus hijos en las escuelas, y que encima después continuan adoctrinándolos en sus casas, sin que los niños tengan ningún contacto con otra realidad, y llenándolos de un odio inmenso (esos sí que llenan a sus niños de odio, y no yo, que nunca hablo delante de mi niño contra Cataluña), educando no a personas sino a integristas, a auténticos talibanes del catalanismo.
Orgullo catalán basado en el odio a España, y no basado en sus propios logros o en su propia cultura.
Yo no creo que mi niño sea una víctima de su padre. Pero estoy convencido de que a todos esos niños catalanes sí que les están robando buena parte de su futuro, encerrándolos en una idea simplista y encerrándolos en Cataluña de por vida. Entre los políticos y sus familias, a esos niños les están negando ser hombres libres. Y eso, para mí, sí que es la plasmación exacta del fanatismo y del fascismo.
Atentamente: Luis R.L.
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