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sábado, 5 de julio de 2014

Reflexiones sobre la casta política: volver a empezar



"Aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla" Napoleón Bonaparte

Recientemente, D. Antonio García-Trevijano, posiblemente el español vivo que más ha hecho por defender las ideas republicanas en este país, se refería a la tribu de Podemos y su líder Pablo Iglesias, como gentuza, desde el punto de vista intelectual. En mi criterio, más que gentuza, son una secuela del pensamiento del anterior Presidente de Gobierno, prodigio de “presentismo” y “adanismo”, que a fuerza de imponer su pensamiento político de una España discutida y discutible, acabó logrando su propósito, ayudados por el "desmoralismo" de su principal opositor, además de introducirnos en la crisis económica más importante que se recuerda en democracia, sin haberla reconocido siquiera. Los prodigios de la inepcia con poder, siempre son recordados por su nefasto legado.

Antes de que la marea de la estupidez política acabe con el poco sentido común que existe en este país, quiero hacer algunas precisiones que nos ayudarán a comprender mucho mejor lo que ocurre.

La casta como terminología adaptada a estos tiempos ha sido recobrada en los últimos años en los países del sur de Europa, que han sido, junto con Irlanda, los más castigados por la crisis económica. Es importante señalar en este momento que tanto Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda, son precisamente los países que históricamente han dado lugar a las instituciones más importantes de Europa y el mundo occidental.

Los primeros en hablar de la casta fueron los italianos Rizzo y Stella en un libro publicado en 2007 titulado “La Casta”, que algunos seguimos con interés y divulgamos en su momento entre los lectores hispanos. Luego vinieron otras obras como las de Francisco Rubiales: “Políticos, los nuevos amos” y Daniel Montero: “La casta: el increíble chollo de ser político en España”, posteriormente otros se fueron sumando, sin embargo no tengo constancia que ninguno de los líderes de Podemos haya escrito nada al respecto, previo a su utilización política como estandarte revolucionario para alcanzar poder.

De la Antigua Grecia al siglo XXI

Sin embargo, nadie hasta ahora ha hablado del origen de la casta política hasta donde tengo conocimiento, a pesar de que son muchos los que lo utilizan como arma arrojadiza contra el poder.

Personalmente, me fascina el escaso bagaje intelectual de políticos y periodistas españoles cuando hablan cada día de algo que desconocen, posiblemente no entiendan y además lo hacen como si fueran los más avezados conocedores de la terminología. El papanatismo siempre fue inmenso e intenso en este país.

Para comprender el concepto de casta, no sólo hay que recurrir a la estructura social de la India que segrega por interés político y sentir religioso a la sociedad en castas divididas desde el nacimiento, hasta ahí sólo nos quedaríamos en la metáfora.

Pero desde una perspectiva política nadie nos ha hablado hasta ahora, al menos no tengo conocimiento, de que la concepción de la casta como clase política se encuentra en las mismas raíces de la democracia en la Grecia Antigua. Precisamente la Timocracia u Oligarquía es el primer paso hacia la Democracia, Sólon estableció la primera Constitución de Atenas creando una casta, fundamentalmente para evitar una tiranía monárquica. Esto ocurrió en el siglo IV a de C, posteriormente Clístenes, que es el padre de la primera Constitución democrática, a pesar de la oposición de la oligarquía reinante, estableció la igualdad como principio fundamental entre los ciudadanos. Tres elementos se encuentran en el origen de la democracia, que al fin y al cabo, es una lucha contra la acumulación de poder en escasas manos, todos ellos establecidos desde un presupuesto de igualdad entre los ciudadanos: isocracia (igualdad entre gobernantes y gobernados), isonomia (igualdadad ante las leyes) e isegoría (igualdad en la libertad de expresión ante la asamblea).

Los romanos fueron en cierta forma una evolución de los griegos, su mayor aportación fue la de establecer la ley como principio fundamental, además de la igualdad que habían establecido los griegos. El imperio romano fue un imperio de la ley y una normalización de los principios políticos en todos los lugares de su imperio, creando las primeras instituciones de poder desde un centralismo original, esta cuestión también ha sido olvidada.

Por último, los españoles y portugueses son precisamente los que expandieron por primera vez un modelo unitario por el mundo, el poder de un rey, la creencia en una religión, sus respectivos idiomas y costumbres, la configuración burócrática de un Estado, creando un ámbito cultural compartido, algo que posteriormente también hicieron franceses, ingleses, holandeses y rusos. Las culturas orientales y musulmanas siguieron su propia evolución, ajena a los presupuestos occidentales hasta épocas recientes.


¿Qué es lo que ha ocurrido en Occidente?

Sencillamente que en algunos países, fundamentalmente los del sur de Europa, y particularmente en España, la tentación oligárquica de Solón ha alcanzado su plenitud, convirtiendo la democracia en un simulacro, que ha eliminado cualquier vestigio de isocracia entre gobernantes y gobernados, de isonomia, debido a los múltiples aforamientos y leyes barrera para impedir que nadie que no pertenezca a los partidos políticos existentes pueda alcanzar representación, y por supuesto de isegoría, elevando a los púlpitos de la opinión pública a la colección más decrépita de reaccionarios desde el franquismo, todos discípulos de Emilio Romero, aquel papista del poder, sea cual fuera su esencia. Tiene razón Pablo Iglesias al decir que la casta ha secuestrado la democracia.

Sin embargo cada país del sur de Europa tiene su particular historia, en España posiblemente el origen de la casta se encuentre en Manuel Godoy, reconocido Príncipe de la Paz y apodado “el choricero”, personaje de baja ralea y excesiva ambición, que no dudó en vender España a Napoleón llegado al momento, junto con el felón Fernando VII y el cornudo de su padre, alguien ha llegado a decir que Fernando VII más que hijo de Carlos IV parecía hijo de Godoy. En ese mismo instante, con la irrupción de la casta política en España, de la lumpen-élite, comenzó nuestra decadencia, a pesar de los denodados esfuerzos de los liberales que se enfrentaron a los absolutistas y legaron el máximo logro para los ciudadanos de este país: su condición de soberanos.

En conclusión, nada nuevo bajo el sol, ni siquiera la coleta de Pablo Iglesias, que se aleja demasiado de las virtudes atribuidas al buen demócrata por Tucídides cuando se refería a Pericles en su discurso funerario, pero también a la biografía de Agustín Argüelles, que al cambio fue nuestro Pericles.

En España, en el sur de Europa, seguimos en lo mismo de siempre, el poder y sus representantes se obstinan, hoy igual que hace 25 siglos a ser demócratas, para ello inventan partidos políticos (prohibidos en la Antigua Grecia), aforamientos (imposibles en la Antigua Grecia) y leyes segregadoras de la isocracia.

Son unos ilusos aquellos que piensan que en este país, o en los del sur de Europa, del poder o de Podemos puede provenir el regreso de la democracia, eso es absolutamente imposible, porque en los países del sur de Europa y especialmente en España, el poder político siempre ha sido enemigo acérrimo de la democracia, con Fernando VII, con Primo de Rivera, con Franco, con las Repúblicas, la primera y la segunda, y con todos los presidentes de la actual democracia, con la excepción discreta y limitada de Adolfo Suárez, que al menos fue capaz de lavarle la cara al régimen para darle apariencia de normalidad, para que la casta política recobrara en el tiempo, extrañamente sin mayor oposición de los ciudadanos, su afición al ejercicio del poder desde la tiranía en la que actualmente vivimos.

Enrique Suárez

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