A poco más de un mes para las próximas Elecciones Europeas y
tras la debacle de participación en las elecciones municipales francesas del
pasado domingo, en las que el socialismo de Hollande ha sido derrotado,
arreglando el roto con un par de inmigrantes integrados de origen español, en
la presidencia del gobierno y en la alcaldía de la capital, para mermar el
discurso xenófobo de su posible rival a la presidencia, Marie Le Pen.
El panorama es desolador para la casta de todos los partidos
que conforman el elenco español de la usurpación y la desmesura irresponsable.
Más aún en una situación de incertidumbre económica que se avecina, cuando el
Presidente del Banco Central Europe, Draghi, ha advertido de que Europa no
entrará en deflación.
Con un 75 % de españoles que rechazan tanto al PSOE como al
PP en los últimos estudios del CIS, con una casta política que es considerada
el cuarto problema de este país y autora del segundo, la corrupción, creo que
las próximas elecciones continentales deberían denominarse depleciones
europeas, porque los votos es la sangre del poder en la democracia y en esta
ocasión, la hemorragia en las urnas va a resultar inolvidable.
Por un lado, tenemos a Elena Valenciano, una inflacionaria de méritos propios que se ha ofrecido para recibir el varapalo que va a concederle
el electorado socialista, pero asegurarse así un sueldo amplio durante los
próximos cinco años, porque tal como están las cosas, pueden venir mal dadas.
Al otro lado tenemos un candidato fantasma en el PP, posiblemente un trapacero
como Arias Cañete, configurador de pucherazos y confeso obeso a base de yogures caducados y duchas frías, aunque no sería de extrañar un impacto sorpresa, para movilizar conciencias.
Tan mal debe estar la cosa, que Cayo Lara, el que estuvo y no
estuvo en las marchas del 22-M, y que no condena la violencia de los que
pretendían convertirnos en la Cuba o la Venezuela de Europa, ha denunciado que
tras las elecciones europeas se formará un gobierno de concentración formadopor el PSOE y el PP, porque al parecer es de las cosas que se encarga el ínclito
e inefable expresidente Zapatero en los últimos tiempos.
A Rosa Díez se le ha caído la máscara de quitarle votos a la derecha y con la izquierda no creo que baile ni sola, cuando ha protestado por
la interpretación del himno nacional en el funeral de Estado de Adolfo Suárez,
como si el finado fuera un exconcejal franquista de Retortillo del Palancar. Creo que Vox y Ciudadanos le van a hacer un agujero negro en las aspiraciones de su formación política.
No hay nada para recordar en esta patulea de impresentables
que se quieren hacer nido en Europa para cobrar 10.000 euros al mes con dietas.
Creo que estas depleciones europeas vamos a asistir a la
apoteosis del esperpento nacional, los resultados son imprevisibles, por mucho
que el diario de cabecera de Rajoy se saque encuestas sobre el triunfo de la
izquierda más violenta. Acudir a votar en estas condiciones por cualquier
partido político es el mayor atentado a la democracia que pueda ejercer un
ciudadano español. Ya alertamos de la cuestión hace cinco años, pero en aquella ocasión no se hizo mucho caso, a ver si en ésta hay más suerte.
¿Votar?, ¿para qué?, como diría Lenin, se puede votar en una democracia, pero
es inútil hacerlo en un despotismo, que además ya quisiera ser ilustrado. Y lo
que cada día más españoles teman es que se configure en la Junta Electoral
Central alguna forma de pucherazo a la venezolana, inflando los asistentes a
las urnas, para que no se aprecie miseria.
Deberíamos solicitar observadores de otros países más serios
a los próximos comicios europeos, porque en las condiciones en que van a
celebrarse, dudo mucho que no llenen las urnas de papeletas preparadas para el
acontecimiento. Al fin y al cabo, si en la Junta Electoral Central colocada por
la casta es donde hacen el recuento final de los votos, ¿quién iba a enterarse?
Si hay más de un 40 % de participación, piensen ustedes que
han dado el pucherazo, al fin y al cabo, ¿para qué sirve la democracia en
España, más que para que se repartan el poder en los partidos de espaldas del
pueblo y contra él, en los últimos diez años?, desde el atentado del 11-M. ¿No esperaban el PSOE y el PP más de un 60 % de abstención en 2009 y luego no pasó nada?. Las urnas del milagro de la democracia se volverán a llenar de votos, lo que nunca sabremos es si serán los que han depositado los votantes o los que han depositado los votados, esta democracia en la que vivimos siempre nos acaba sorprendiendo.
Enrique Suárez