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domingo, 30 de septiembre de 2007
Encuentros Ciupedanos I
Iniciamos hoy una nueva sección que bajo el nombre Encuentros Ciupedanos intentará aportar algo de luz a las difíciles relaciones existentes entre Ciutadans (Albert Rivera y comparsas) y Unión Progreso y Democracia (Rosa Díez y amigos).
Crónica de una melancolía
Te pasa como a Ubú Rey, Maestro Boadella: tienes más moral que el Alcoyano. A pesar de la putrefacción prematura de Ciutadans, vuelves al ruedo, emulando a José Tomás y buscando la puerta grande. Una puerta que, lo sabes muy bien, no se va abrir, porque los toros buscan tablas y la plaza está casi vacía.
Pero has querido echarles un quite a éstos también, porque quieres creer que existe la posibilidad de que estés equivocado, y que esa hipocondría que arrastras sólo se debe a tu madurez y a la insoportabilidad del entorno.
En el fondo, te conformarías con que los alegres muchachos de la UPD no te saliesen tan espabilaos como los advenedizos de tu primera criatura política, y te colmaría de satisfacción coyuntural que un puñado de votos ilusionados retrasaran algo el hundimiento del barco España. Sigues impoluto en tu traje blanco de oficial distinguido y distanciado, oteando el horizonte, y quieres soñar con que tu lucidez sea sólo pesimismo.
Intuyo incluso que ibas a decir, después de una de tus pausas y entre aplausos, tocándote el cabello: "no me creo una palabra de lo que os estoy diciendo, de esta esperanza que quiero compartir con vosotros, pero puedo errar, esta vez, y vosotros tener razón... ¿o no?"
Mantuviste el tipo gracias a unos malsonantes "Viva España" y "Nación Española". Por mí, que no quede, pensaste.
El problema es que, después de ti, hablaron otros, los portavoces más o menos oficiales, según el caso, del nuevo proyecto político, y tus peores presagios se volvieron a confirmar.
Rosa Díez hizo un discurso propio de la izquierda decente que queda en España, sin darse cuenta de que la nave está haciendo agua por todas partes y ella con una llavecita inglesa agarrada por la mano (izquierda) en la sala de máquinas. Lo de Savater es bastante peor, la confirmación de una impostura y de una frivolidad. Aunque esta vez no se atrevió a insultar la bandera que estaba detrás de él, se mostró como siempre, retrógrada y dogmático; es el pasado en blanco y negro, lo más parecido al nodo. Su discurso sobre laicidad o laicismo es trasnochado y de catequesis roja. En cuanto a Vargas Llosa, resultaron enigmáticos sus ataques hacia el PP en temas que AHORA son menores y nimios (además de discutibles). Parece mentira, viniendo de donde viene y con su experiencia fallida en el Perú. Pensándolo bien, logró lo imposible hace unos quince o veinte años: perder una elección presidencial cuando tenía veinte puntos de ventaja en las encuestas sobre un inmigrante japonés sin carisma y desconocido. Como lo tengan de sherpa, que Dios los coja confesados (perdón si lo que acabo de escribir es de derechas). Le perdono porque escribió La ciudad y los perros y porque le gusta Flaubert, que si no...
Quizás albergues la esperanza de que sirva el proyecto upedeo, por lo menos, para quitarle a la izquierda delincuente los votos necesarios a su reconducción. Pero a estas alturas... ¿para qué, cuando ves a Vidal-Quadras más solo que la una en un PP que no sabe lo que es ni a dónde va?
Si estos últimos años han sido malos para España, no quieres ni pensar en el próximo cuatrenio. Tu melancolía te traicionó, Boadella.
Jorge Harrison
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