Nada, a pesar de los titulares de los diarios, las aperturas de las emisoras, o los debates televisivos. Si se suman los resultados del socialismo esquizofrénico del PSOE –constitucionalista en Euskadi, nacionalista en Cataluña- más los del socialismo de toda la vida de UPyD, el socialismo empata con el PP, luego siguen ordenando los nacionalistas. Las posibilidades de que UPyD pactara contra el PSOE con el PP son tan remotas, como que Gorka Maneiro hubiera apoyado a Arantza Quiroga como presidenta del Parlamento Vasco y no lo hubiera hecho con Patxi López como Lehendakari.
Pero vamos a ver, ¿es que la gente no sabe sumar?, las peras con las peras y las manzanas con las manzanas. Deben pensar que los españoles somos idiotas, en el análisis político que se ha hecho sobre UPyD, se ha visto claramente que Rosa Díez no llegará nunca a ser la tercera fuerza política de este país, al menos en las condiciones actuales. La función de UPyD es hacer entrar en razones al PSOE, la misma que tenían los socialistas en positivo en Cataluña, la misma que tenía el Ciudadanos de Robles y Domingo, la misma que tienen todas las formaciones que han surgido al albur de la quiebra ideológica del socialismo español, en manos de su Secretario General, José Luis Rodríguez Zapatero, porque la verdad más que seguir dando subvenciones a diestro y siniestro, a ver si por generosidad se le perdona todo, poco tiene que hacer.
En las Elecciones Europeas se ha podido contemplar cual es la deriva del socialismo en Europa, con una pérdida de más de 100 escaños, y un triunfo apoteósico del Partido Popular Europeo, a pesar de que los conservadores británicos se han salido del grupo. El batacazo de Gordon Brown, ha sido mayor aún que el de Zapatero.
La diferencia entre estar y ser en política
El partido de Rosa Díez está en la escena política española, pero esto no quiere decir que forme parte de ella estructuralmente. Un partido que solo tiene una voz –era patético contemplar a Sosa Wagner en campaña expresándose de esta guisa: “Rosa Díez dice...”-, termina convirtiéndose en un monólogo y eso es lo que está ocurriendo con el mensaje de UPyD y su única portavoz.
El éxito, que no triunfo, de UPyD se ha debido a la coyuntura, porque un partido consolidado o consolidándose no hubiera perdido en tres meses la mitad de sus apoyos, como ha ocurrido en Euskadi o Galicia, hubiera competido por los votos con la fuerza hegemónica caso del PP en Madrid, Valencia o Murcia, o del PSOE en Extremadura y Andalucía, y no lo ha hecho, aunque si parece que lo ha hecho con ambos en Asturias.
Del casi medio millón de votos que ha recibido UPyD, la inmensa mayoría provienen de votantes fijos del PSOE, que en estas elecciones “sin importancia” querían castigar a Zapatero, pero no premiar a Rajoy. Es decir, son votos coyunturales, absolutamente volátiles, que en las próximas elecciones volverán a su origen.
Como se logra ser en política
Pues precisamente al contrario de lo que se está haciendo en el partido de Rosa Díez, como se ha demostrado con la reciente quiebra de Ciudadanos, en UPyD, Carlos Martínez Gorriarán está haciendo exactamente lo mismo que Antonio Robles en Ciudadanos, tratar de consolidar el partido con sus afinidades electivas antes de procurar su expansión, expulsando a todos los críticos y disidentes con criterio propio, para llegar al primer congreso con todo atada y bien atado. Eso se podía hacer a comienzos de la transición, pero no en el siglo XXI, cuando la libertad de pensamiento se puede convertir de forma instantánea en libertad de expresión, gracias a la red, pero también a que la gente, al menos una proporción creciente de los ciudadanos españoles, tienen criterio propio y les gusta expresarlo públicamente.
En política los dirigentes deben ser generosos, ecuánimes, tolerantes y empáticos, virtudes de las que carece el factotum, para que sus seguidores les respeten y les quieran. No se puede anunciar que la confianza y la amistad deben regir el asunto de la distribución de poder para aproximarlo a los afines y alejar a los que discrepan.
Para que un nuevo partido salga adelante, los dirigentes deben hacer tres cosas, someterse a la ley igual que todos los demás –los estatutos concebidos y respaldados por una asamblea-, respetar la libertad en su plenitud, y ser justos, premiando a quien se lo merece y no sancionándolo contra cualquier criterio de razón, porque puede generar problemas, conflictos, distensiones o comparaciones, incluso de forma preventiva por criterios arbitrarios.
El respeto se consigue a lo largo de toda la vida, pero se pierde en un instante de incoherencia. La autoridad se obtiene por el respeto de los demás, no por singular imposición o vehemencias de poder. Cierto es como decía Aristóteles que todo lo bueno, a la larga se convierte en algo bello, y que toda ética con el paso del tiempo deviene en estética. Pero también todo lo malo se convierte deprisa en feo, y lo feo en nuestra cultura de imaginarios llama la atención más que lo bello, y se rechaza mucho más fácilmente.
El glorioso porvenir de UPyD
El partido de Rosa Díez sigue el patrón establecido por el de Albert Rivera, son de la misma categoría, y aunque el partido no nacionalista de centro izquierda se ha estrellado definitivamente tras su operación con Libertas, fue la primera formación política que rompió la cadencia del oligopolio político de este país. UPyD es el segundo intento y aunque parezca que ha triunfado, no ha sido así, porque se ha convertido en un comodín electoral de los desencantados, más que en un objeto pasional, como fue Ciudadanos. Y ahí radica su diferencia.
Con todo lo malo que ha tenido Ciudadanos, algo de bueno ha dejado en el panorama político español, permitir que cientos o miles de ciudadanos hayan alcanzado la madurez política suficiente para enfrentarse contra las opresiones y los privilegios de los políticos, y gracias a la Red, y no a pesar de ella, han entrado en contacto, para convertirse en una guerrilla absolutamente desorganizada, pero extraordinariamente eficaz en la denuncia de los desmanes y arbitrariedades de los políticos. Los ciudadanos no son sólo testigos de lo que ocurre, sino que comienzan a formar resistencia contra la desmesura y el oprobio de la casta de privilegiados opresores.
Los ciudadanos han llegado al espacio de la política y ya nunca se irán de él, ahora solo queda ir librando escaramuzas o batallas hasta derrotar a los políticos que solo quieren sus votos y sus impuestos. El tiempo lo dirá, pero en las Elecciones Europeas celebradas ayer, ya hay partidos representados como el Partido Pirata en Suecia o el MoDem en Francia, que están en la era de la política 2.0.
En un mundo intercomunicado y global, los políticos, al igual que ocurre con los periodistas, como el otro día le relataba a Arcadi Espada, están condenados a desaparecer si no evolucionan, si no cambian, si no establecen una nueva relación con los ciudadanos, de mutuo respeto y confianza, prescindiendo de sus privilegios autoritarios y sus pequeñas argucias estrafalarias, que conducen a la opresión desde la violencia de los hechos.
El sufragio universal sustituyó al censitario en su día porque no hay democracia, si no hay igualdad, libertad y justicia. Los partidos políticos españoles han venido jugando el papel de elementos censitarios con respecto a sus ciudadanos, esto ha acumulado todo el poder en sus dirigentes y todo el trabajo y esfuerzo en sus militantes, convirtiéndolos en instrumentos de opresión, proveedores de ventajas y privilegios solo para los dirigentes, que no llegan a sus puestos por méritos propios, sino por casualidades o causalidades que les apartan del común, para convertirlos en herederos sobrevenidos de cualquier bienestar, por su cara bonita.
Definitivamente, UPyD podría ser otra cosa, pero es lo que es y ya no tiene ninguna posibilidad de regeneración: un juguete electoral para todo el mundo, para Rosa Díez, para sus dirigentes, para sus militantes, para sus votantes y sus no votantes. No ha sido capaz de representar lo que es realidad, sino que ha dado una nueva versión para su interpretación diferente a las existentes, sino combinando los mismos elementos de distinta forma. Por eso es un partido nuevo, más que un nuevo partido. Durará lo que Rosa Díez sea capaz de aguantar hipnotizando a la gente, y la gente hipnotizada por Rosa Díez, nada más y nada menos.
Las elecciones de ayer han servido para que podamos comprobar que la política no proveerá la solución de los problemas que tenemos los españoles, sino que se ha convertido en un problema añadido. Todos los partidos políticos españoles son iguales, como las ganaderías de toros bravos, sólo se distinguen en los hierros que van acuñados en los votos y en las neuronas fosilizadas de los que acuden a votar, antes de que los conviertan en objeto de espectáculo provechoso. Pero la tauromaquia tiene incrustada en su doctrina la idiosincrasia de este país, porque en alguna ocasión es el torero el que sale recogido por los camilleros y no el toro por los caballos. Por eso la fiesta permanece.
Que haya fortuna, donde falte lo demás.
(c) Ciudadanos en la Red