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miércoles, 10 de marzo de 2010

La dieta del Acorazado Potemkim


La intención de este artículo no es fastidiar la cosa más de lo que está, que también, si no mostrar abiertamente a los “creyentes” que quedan en el zapaterismo, aunque cada día más escasos y discretos, la peligrosa temeridad de su creencia.

A pesar de que algunos pensadores como Nietzsche, Durkheim, James o el propio Marx nos advirtieron de la inexplicable fuerza de las creencias y considerando que el socialismo realmente existente en este país se ha convertido en una auténtica nueva fe que se fundamenta en la mitología de sus promesas mucho más que en la realidad de sus hazañas, algunos españoles, ingenuos por naturaleza y orgullosos por acomplejamiento, siguen pensando que cabe alguna posibilidad de que ese inefable personaje que habita La Moncloa desde hace seis largos años tiene posibilidades, aunque sean remotas, de devolver este país a la normalidad perdida.

No, no hay ninguna, absolutamente ninguna, lo siento y lo lamento, ni con “estosololoarreglamosentretodos.org”, ni con el milagro de los panes, los peces y los puños. Para que se hagan una idea de lo que está haciendo Rodríguez Zapatero y su corte de guardianes y edecanes, es como tratar de convertir el mundo esférico en plano, que las causas sean consecuencias, el sol se transforme en la luna y Obama reconozca que este personaje de las cejas circunflejas es un político de inexcusable referencia internacional (después de invitarle a rezar, haciendo un guiño al mundo sobre su soberana incongruencia, tanto por acudir a un rito en el que no cree, como por tratar de vender su ateismo en una congregación religiosa).

Hagan el favor de despertar de la hipnosis queridos creyentes, porque cuanto más tarde lo hagan peor será la pesadilla, y si no miren a su alrededor y contemplen lo que ha destrozado este malandrín en seis años: la política, la economía, la cultura, el significado de ser español y la consideración internacional de nuestro país. Tiene razón Aznar: “nadie ha destruido tanto en este país en tan poco tiempo”.

Lo único que ha creado es pesebres por doquier para sus amigos, afines y familiares. ¿Conocen ustedes algún socialista que esté en la política, aunque sea de secretario de una organización local, sin trabajo?. No, no conocerán a ninguno, porque todos han logrado hacerse con buenos puestos de trabajo, apartando a los españoles que realmente se lo merecían por su trabajo, esfuerzo, conocimiento o experiencia. ¿Conocen ustedes a algún hijo de políticos socialistas que esté en el paro?. No, porque el que no está haciendo algún trabajo social bien remunerado para alguna agencia estatal, está colocado magníficamente para ocupar el lugar que le espera en el mercado laboral, mucho más elevado del que le correspondería por sus propios méritos. ¿Conocen ustedes a algún militante socialista que haya sido parado de larga duración en los últimos años?.

Verán ustedes, el PSOE es una gran empresa de empleo para los militantes, votantes fieles, afines y familiares, que no tiene ningún recato en desplazar a los más de cuatro millones de parados de este país de los puestos de trabajo que les corresponden, por “la regla justa” de que los que tengan carnet socialista se aseguran el trabajo, mientras que los que no lo tengan ya se verá, que para eso el socialismo se fundamenta en la lucha de clases, dos clases fundamentalmente: la de los privilegiados (ellos) y la de todos los demás.

Gracias a este método igualitario que concede trabajo a quien menos se lo merece pero reúne suficientes méritos políticos, por delante de los que tienen facultades, conocimientos, experiencias o cumplen todos los requisitos exigidos, tenemos el país como está. Porque los que lo están dirigiendo son conserjes alzados a ministros, liberados sindicales convertidos en directores generales, y analfabetos funcionales que dan órdenes a funcionarios de carrera que están en huelga de celo, para que las cosas no vayan aún a peor, esperando a ver si pasa pronto la vorágine.

Lo único que ha hecho bien el socialismo hasta la fecha es repartir privilegios entre los suyos, eso lo bordan. Un país que sobrepasa en estos momentos el 40 % de paro juvenil, y más de cuatro millones de parados se permite tener un gobierno de inútiles que parecen salidos de un tebeo, que confunden la economía sostenida con la economía sostenible y la política laboral con el feudalismo sindical. Que no, no hay ninguna posibilidad, ni próxima, ni remota, de que Rodríguez Zapatero resuelva los problemas de los españoles.

Pero además, para su desgracia y nuestra alegría, tampoco hay ninguna posibilidad de que resuelva ya los problemas del PSOE, lo advertí hace un par de años, cuando Zapatero se vaya arrastrará al PSOE en su caída, la cosa ya no tiene remedio, y además se convertirá en el chivo expiatorio del socialismo español, porque lo van a destrozar todos los que han vivido como sultanes a costa nuestra durante todos estos años, se cruza mal la línea desde los restaurantes de cinco tenedores y los hoteles de gran lujo a costa del erario público, a comer en el bar de la esquina y dormir en la pensión de enfrente, trabajando en lo que haya.

Los adoradores del Potemkin se hunden con el acorazado (con Z de Zapatero) y lo saben, pero se hunden por sí mismos, nadie les ha tocado, su propia incoherencia e incongruencia les ha conducido a su final. Siempre ocurre lo mismo cuando se comienzan a ver gusanos en la carne podrida entre la tripulación, mientras en el puente de mando se disfruta de las viandas más preciadas, por aquello de tener carnet. La bandera de la igualdad será arriada en el momento en que los que han convertido a estos aprovechados en jefes, directores y ministros descubran que la carne podrida solo es para los desgraciados que han creído que iban a compartir su pato laqueado a la naranja con los desposeídos. La única igualdad posible es que los aprovechados sigan aprovechándose, mientras los demás se reparten la miseria en la que les han dejado, que es aún mayor de la que tenían cuando consideraron que había “motivos para creer” (que no para comer).

Creo que fue en una cena en el Bulli, cuando Miguel Bosé le comentó a Willy Toledo que un poquito de pimienta y cinamomo sobre la carne con gusanos la mejoraba mucho, mientras degustaban “una pularda a la esencia de trufa”. No sé, por si acaso ustedes prueben, no vaya a ser que les acaben llamando “fachas”. Digo yo (y posiblemente Rodríguez Zapatero esté de acuerdo conmigo) que valdrá más ser idiota que facha, aunque haya que comerse la carne podrida.

Biante de Priena

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