Salvados por la crisis
“No hay mal, que por bien no venga”, dice un refrán de la sabiduría española del sentido común y la experiencia vivida. Y cierto es.
Hay que pensar en términos positivos, porque la crisis en la que está el mundo mundial, no produce los mismos efectos en todos los lugares, mostrando que esa “entelequia” de que las naciones no existen que venden los nacionalistas para crear sus propias naciones, poco sentido tiene. Porque la crisis no se vive igual en Europa, que en América, en Asia, que en Africa. Algo habrá de positivo en todo ésto, aunque sólo sea ver la realidad sin el envoltorio feliz de la propaganda.
La crisis económica es como un gran foco, que nos muestra las grietas y las ratas de nuestra coyuntura.
Ayer mismo, sin ir más lejos, en un programa de la tele se vio al Presidente del Gobierno asfixiado en su propia demagogia. También se vio que los españoles están hartos de sus ocurrencias y piden soluciones, incluso alguno, trabajo, mostrando ese “pecado español” que proviene de la época estamental, en la que los poderosos determinaban quien comía y quien no. Tal que si fuera un ayuntamiento de los 31.000 que se repartirán 8.000 millones de euros para “lo que mande el señor alcalde”.
Pues bien, la crisis está mostrando a los españoles quienes son los socialistas cuando se ponen a gobernar, cuando confunden la caridad laica con la justicia social, cuando crean puestos de trabajo, que no solo no producen nada, sino que además cuestan dinero, para mantener al personal entretenido. ¿Cuantos cursos del INEM, de los sindicatos, de las compañías privadas afines al PSOE se han hecho en este país para dar trabajo a los compañeros y sacar gente del paro?.
Sabíamos que el socialismo maquilla la sociedad a su gusto, envolviéndola en buenos deseos y promesas, para permitir que los chicos y chicas del partido sigan beneficiándose con buenas palabras.
Ciertamente, el problema de nuestro país es uno, y nada más que uno: la dependencia de una mayoría de españoles de las prebendas del Estado, tanto central, como autonómico, como municipal, como extrapolítico pero vinculado.
Eliminar lo inútil
Lo primero que hay que hacer en este país es eliminar lo inútil, lo superfluo, lo que nos va a traer más problemas que soluciones. La crisis económica nos traerá sin duda una crisis política, porque la gente se ha dado cuenta de que la política es un negocio, con fondos públicos, para que unos vivan bien a costa de otros que viven cada día peor.
Lo segundo, es elevar lo valioso al lugar que le corresponde, para desplazar de una vez los obstáculos del bienestar, porque ya está bien de que los zoquetes con carnet, sin mérito, sin criterio, y con mucha suerte, ocupen los puestos de mayor responsabilidad en nuestra sociedad, impidiendo que los mejores –mucho más jóvenes, más formados, y más esclavizados-, sigan bajo sus órdenes, como si esto fuera el Ejército de Salvación. ¿Quién va a respetar a un comisario político, que además ha demostrado ser un inútil?.
En este país teníamos la juventud mejor formada y peor pagada de nuestra historia, gracias al socialismo que ha disminuido las diferencias económicas entre los que sacan castañas del fuego y los que se las comen, en un acto de injusticia social sin precedentes.
En España el mercado laboral tiene una grave enfermedad que se llama sindicalismo, que asocia gratuitamente pobreza con justicia y riqueza con injusticia, lo privado con el robo y lo público con la generosidad. Como en ningún país de nuestro entorno los sindicatos juegan un papel tan siniestro, hay que tenerlos en cuenta a la hora de contabilizar los parados, porque su política genuina es la de esclavizar a los más jóvenes y blindar a los más favorecidos por su trabajo. En este país han crecido como setas los liberados sindicales gracias al PSOE y la anuencia del PP ausente. Y eso debe cambiar.
En tercer lugar, el Estado Providencia debe desaparecer, porque además de no servir para nada –bueno, para que los políticos de izquierdas y los sindicalistas hagan su agosto, sí sirve-, ni ha conseguido reducir la pobreza, que se mantiene en el 20 % de la población desde hace veinte años, ni ha conseguido ninguna de las paradisiacas maravillas que ofrece, todo son buenas palabras.
En cuarto lugar, España debe ser una y no “un fristro cutre”, que es a lo que la ha llevado el PSOE. Debe haber algunas cosas que no pueden estar en manos de las autonomías –educación, sanidad, justicia, bienestar- si las autonomías las utilizan para obtener ventajas diferenciales, y no un bienestar común. La mayoría de los servicios públicos deben despolitizarse, o terminarán siendo gestionadas desde planteamientos privados y privativos, cosa que la mayoría de los españoles no deseamos.
En quinto lugar, nuestra sociedad para ser más justa debe premiar lo que se lo merece y no lo que nos convierte en lastre. El socialismo ha destruido la cultura del esfuerzo en nuestro país, para instaurar la cultura del subsidio. El ataque furibundo contra todas la cultura tradicional española que nos ha traído hasta aquí, con el fin de sembrar nuevos códigos y codificaciones culturales, para cosechar apoyos electorales en el futuro, es un auténtico cáncer que debemos erradicar de nuestra sociedad por la cuenta que nos tiene.
Por último, es imprescindible y urgente despolitizar la vida de los ciudadanos y la sociedad. Es inadmisible que en este país para cualquier cosa haya que acudir a la política para poder hacer algo, como empresa, como trabajo, o como innovación. La política del PSOE subvenciona lo inane, lo que favorece a sus lobbys sociales, contra el sentido común, la razón y la lógica. Derrocha los bienes públicos, no en lo que nos beneficia, sino en lo que perjudica a la mayoría de ciudadanos. Convierte en gratuito lo que no lo es. Nos engaña, para afianzar su cuota electoral, y miente mucho más cada día que pasa aumentando el problema. Ahora en las obras públicas se pone el cartel de “aquí se hará” y recogen bártulos. El PSOE ha reducido la política exclusivamente a una dictadura de la propaganda.
En fin, se ha mostrado el fracaso del socialismo en España, ahora solo queda que los españoles sean conscientes de que el socialismo trae pobreza, paro, y perversiones de la democracia. Y que no se olviden, que el PP, no ha hecho nada para evitarlo, nada que realmente pudiera haberlo evitado. Hay que recordarlo también.
Es hora de que los ciudadanos recojan el relevo, y planten cara a los partidos políticos, recuperando por completo el ejercicio de su soberanía, cuanto más tiempo se tarde, será mucho peor. Es hora de pasar a la acción, no se puede esperar ni un minuto más, bajo riesgo de que nos vayamos a la mierda para las próximas décadas.
Erasmo de Salinas
“No hay mal, que por bien no venga”, dice un refrán de la sabiduría española del sentido común y la experiencia vivida. Y cierto es.
Hay que pensar en términos positivos, porque la crisis en la que está el mundo mundial, no produce los mismos efectos en todos los lugares, mostrando que esa “entelequia” de que las naciones no existen que venden los nacionalistas para crear sus propias naciones, poco sentido tiene. Porque la crisis no se vive igual en Europa, que en América, en Asia, que en Africa. Algo habrá de positivo en todo ésto, aunque sólo sea ver la realidad sin el envoltorio feliz de la propaganda.
La crisis económica es como un gran foco, que nos muestra las grietas y las ratas de nuestra coyuntura.
Ayer mismo, sin ir más lejos, en un programa de la tele se vio al Presidente del Gobierno asfixiado en su propia demagogia. También se vio que los españoles están hartos de sus ocurrencias y piden soluciones, incluso alguno, trabajo, mostrando ese “pecado español” que proviene de la época estamental, en la que los poderosos determinaban quien comía y quien no. Tal que si fuera un ayuntamiento de los 31.000 que se repartirán 8.000 millones de euros para “lo que mande el señor alcalde”.
Pues bien, la crisis está mostrando a los españoles quienes son los socialistas cuando se ponen a gobernar, cuando confunden la caridad laica con la justicia social, cuando crean puestos de trabajo, que no solo no producen nada, sino que además cuestan dinero, para mantener al personal entretenido. ¿Cuantos cursos del INEM, de los sindicatos, de las compañías privadas afines al PSOE se han hecho en este país para dar trabajo a los compañeros y sacar gente del paro?.
Sabíamos que el socialismo maquilla la sociedad a su gusto, envolviéndola en buenos deseos y promesas, para permitir que los chicos y chicas del partido sigan beneficiándose con buenas palabras.
Ciertamente, el problema de nuestro país es uno, y nada más que uno: la dependencia de una mayoría de españoles de las prebendas del Estado, tanto central, como autonómico, como municipal, como extrapolítico pero vinculado.
Eliminar lo inútil
Lo primero que hay que hacer en este país es eliminar lo inútil, lo superfluo, lo que nos va a traer más problemas que soluciones. La crisis económica nos traerá sin duda una crisis política, porque la gente se ha dado cuenta de que la política es un negocio, con fondos públicos, para que unos vivan bien a costa de otros que viven cada día peor.
Lo segundo, es elevar lo valioso al lugar que le corresponde, para desplazar de una vez los obstáculos del bienestar, porque ya está bien de que los zoquetes con carnet, sin mérito, sin criterio, y con mucha suerte, ocupen los puestos de mayor responsabilidad en nuestra sociedad, impidiendo que los mejores –mucho más jóvenes, más formados, y más esclavizados-, sigan bajo sus órdenes, como si esto fuera el Ejército de Salvación. ¿Quién va a respetar a un comisario político, que además ha demostrado ser un inútil?.
En este país teníamos la juventud mejor formada y peor pagada de nuestra historia, gracias al socialismo que ha disminuido las diferencias económicas entre los que sacan castañas del fuego y los que se las comen, en un acto de injusticia social sin precedentes.
En España el mercado laboral tiene una grave enfermedad que se llama sindicalismo, que asocia gratuitamente pobreza con justicia y riqueza con injusticia, lo privado con el robo y lo público con la generosidad. Como en ningún país de nuestro entorno los sindicatos juegan un papel tan siniestro, hay que tenerlos en cuenta a la hora de contabilizar los parados, porque su política genuina es la de esclavizar a los más jóvenes y blindar a los más favorecidos por su trabajo. En este país han crecido como setas los liberados sindicales gracias al PSOE y la anuencia del PP ausente. Y eso debe cambiar.
En tercer lugar, el Estado Providencia debe desaparecer, porque además de no servir para nada –bueno, para que los políticos de izquierdas y los sindicalistas hagan su agosto, sí sirve-, ni ha conseguido reducir la pobreza, que se mantiene en el 20 % de la población desde hace veinte años, ni ha conseguido ninguna de las paradisiacas maravillas que ofrece, todo son buenas palabras.
En cuarto lugar, España debe ser una y no “un fristro cutre”, que es a lo que la ha llevado el PSOE. Debe haber algunas cosas que no pueden estar en manos de las autonomías –educación, sanidad, justicia, bienestar- si las autonomías las utilizan para obtener ventajas diferenciales, y no un bienestar común. La mayoría de los servicios públicos deben despolitizarse, o terminarán siendo gestionadas desde planteamientos privados y privativos, cosa que la mayoría de los españoles no deseamos.
En quinto lugar, nuestra sociedad para ser más justa debe premiar lo que se lo merece y no lo que nos convierte en lastre. El socialismo ha destruido la cultura del esfuerzo en nuestro país, para instaurar la cultura del subsidio. El ataque furibundo contra todas la cultura tradicional española que nos ha traído hasta aquí, con el fin de sembrar nuevos códigos y codificaciones culturales, para cosechar apoyos electorales en el futuro, es un auténtico cáncer que debemos erradicar de nuestra sociedad por la cuenta que nos tiene.
Por último, es imprescindible y urgente despolitizar la vida de los ciudadanos y la sociedad. Es inadmisible que en este país para cualquier cosa haya que acudir a la política para poder hacer algo, como empresa, como trabajo, o como innovación. La política del PSOE subvenciona lo inane, lo que favorece a sus lobbys sociales, contra el sentido común, la razón y la lógica. Derrocha los bienes públicos, no en lo que nos beneficia, sino en lo que perjudica a la mayoría de ciudadanos. Convierte en gratuito lo que no lo es. Nos engaña, para afianzar su cuota electoral, y miente mucho más cada día que pasa aumentando el problema. Ahora en las obras públicas se pone el cartel de “aquí se hará” y recogen bártulos. El PSOE ha reducido la política exclusivamente a una dictadura de la propaganda.
En fin, se ha mostrado el fracaso del socialismo en España, ahora solo queda que los españoles sean conscientes de que el socialismo trae pobreza, paro, y perversiones de la democracia. Y que no se olviden, que el PP, no ha hecho nada para evitarlo, nada que realmente pudiera haberlo evitado. Hay que recordarlo también.
Es hora de que los ciudadanos recojan el relevo, y planten cara a los partidos políticos, recuperando por completo el ejercicio de su soberanía, cuanto más tiempo se tarde, será mucho peor. Es hora de pasar a la acción, no se puede esperar ni un minuto más, bajo riesgo de que nos vayamos a la mierda para las próximas décadas.
Erasmo de Salinas