La falsedad política de Ciutadans, que comenzó su andadura resolviendo la incógnita de si su presidente había pertenecido al Partido Popular para acabar convirtiéndose en un partido de centro izquierda, formará parte del apartado de la ignominia histórica de la política española, en los anaqueles de la sección de mediocridades.
Si Borges se levantara de la tumba, hoy escribiría de política, no tengo ninguna duda, y si llegase a conocer la trayectoria de este pequeño partido catalán que engañó a más de 80.000 ciudadanos para ocupar tres escaños del parlament. Tres escaños que costaron sangre, sudor y lágrimas a sus cientos o miles de promotores, para nada, o mejor dicho, para retrasar, neutralizar, empastar y desviar la lucha contra el nacionalismo en Cataluña. Para boicotear la respuesta de los españoles en Cataluña, algo que se puede comprobar por los hechos ocurridos desde su nacimiento, que se pueden resumir, siendo prolijos, en no más de dos folios, y uno de ellos en catalán.
Pues ahora resulta que los dirigentes de Ciutadans se quieren convertir en adalides de la libertad de expresión contra la opresión nacionalista del CAC, al cerrar dos emisoras de la COPE; el partido de centro-izquierda que construyeron los ladrones de actas del Congreso de Bellaterra, ahora, va y se erige en defensor de la libertad de expresión, y es para partirse de risa, cuando se recuerda que al poco de su nacimiento, cuando se mencionaba a la COPE en ese partido era suficiente para que uno fuera considerado como facha y deslegitimado y vituperado "ad aeternum" por ello. Hay que ser sinvergüenzas para cambiar de chaqueta con tanta celeridad ahora que están dando sus últimas bocanadas a causa de sus muchos errores.
Y a los que tengan su esperanza puesta en la UPyD de Rosa Díez, que se espabilen, porque sólo tienen que contemplar la andadura de este partido en Cataluña, para saber que su oferta, exclusivamente comercial, no tiene ninguna intención de resolver los problemas del nacionalismo, sino exclusivamente la de ofrecer un diagnóstico alternativo. Todo lo español en Cataluña -cultura, lengua, Constitución, historia, presencia- contra lo que arremete el nacionalismo, con la inestimable ayuda de Zapatero y Rajoy, estará definitivamente muerto si se deja su defensa a quienes, como los dirigentes de Ciutadans y UPyD, se consideran ungidos por los dioses, y no elegidos por los ciudadanos que quieren una España normal.
Estamos hartos de parches, de gasas esterilizadas para que se tape la infección nacionalista que sufre España, y que los españoles estamos viviendo, mientras los socialistas van a por más gasas, y los del PP dicen que el caso parece grave, sin hacer absolutamente nada.
Que los de la COPE dejen de hacer el payaso y se enteren de una vez, que ni quienes ocupan hoy Ciutadans, ni quienes ocupan hoy UPyD, defenderán jamás las palabras de Federico Jiménez Losantos y Cesar Vidal, ni el concepto de España que ellos promueven.
Si estuvieran en un tribunal en el que Cristina Almeida propusiera quemar la COPE, los muchachos del centro-izquierda de Ciutadans, y los socialistas de UPyD, estoy seguro -como Galileo de que la tierra giraba alrededor del sol - de que votarían a favor, eso sí, siempre que la votación fuera secreta.
Erasmo de Salinas
Si Borges se levantara de la tumba, hoy escribiría de política, no tengo ninguna duda, y si llegase a conocer la trayectoria de este pequeño partido catalán que engañó a más de 80.000 ciudadanos para ocupar tres escaños del parlament. Tres escaños que costaron sangre, sudor y lágrimas a sus cientos o miles de promotores, para nada, o mejor dicho, para retrasar, neutralizar, empastar y desviar la lucha contra el nacionalismo en Cataluña. Para boicotear la respuesta de los españoles en Cataluña, algo que se puede comprobar por los hechos ocurridos desde su nacimiento, que se pueden resumir, siendo prolijos, en no más de dos folios, y uno de ellos en catalán.
Pues ahora resulta que los dirigentes de Ciutadans se quieren convertir en adalides de la libertad de expresión contra la opresión nacionalista del CAC, al cerrar dos emisoras de la COPE; el partido de centro-izquierda que construyeron los ladrones de actas del Congreso de Bellaterra, ahora, va y se erige en defensor de la libertad de expresión, y es para partirse de risa, cuando se recuerda que al poco de su nacimiento, cuando se mencionaba a la COPE en ese partido era suficiente para que uno fuera considerado como facha y deslegitimado y vituperado "ad aeternum" por ello. Hay que ser sinvergüenzas para cambiar de chaqueta con tanta celeridad ahora que están dando sus últimas bocanadas a causa de sus muchos errores.
Y a los que tengan su esperanza puesta en la UPyD de Rosa Díez, que se espabilen, porque sólo tienen que contemplar la andadura de este partido en Cataluña, para saber que su oferta, exclusivamente comercial, no tiene ninguna intención de resolver los problemas del nacionalismo, sino exclusivamente la de ofrecer un diagnóstico alternativo. Todo lo español en Cataluña -cultura, lengua, Constitución, historia, presencia- contra lo que arremete el nacionalismo, con la inestimable ayuda de Zapatero y Rajoy, estará definitivamente muerto si se deja su defensa a quienes, como los dirigentes de Ciutadans y UPyD, se consideran ungidos por los dioses, y no elegidos por los ciudadanos que quieren una España normal.
Estamos hartos de parches, de gasas esterilizadas para que se tape la infección nacionalista que sufre España, y que los españoles estamos viviendo, mientras los socialistas van a por más gasas, y los del PP dicen que el caso parece grave, sin hacer absolutamente nada.
Que los de la COPE dejen de hacer el payaso y se enteren de una vez, que ni quienes ocupan hoy Ciutadans, ni quienes ocupan hoy UPyD, defenderán jamás las palabras de Federico Jiménez Losantos y Cesar Vidal, ni el concepto de España que ellos promueven.
Si estuvieran en un tribunal en el que Cristina Almeida propusiera quemar la COPE, los muchachos del centro-izquierda de Ciutadans, y los socialistas de UPyD, estoy seguro -como Galileo de que la tierra giraba alrededor del sol - de que votarían a favor, eso sí, siempre que la votación fuera secreta.
Erasmo de Salinas