El líder del Partido Liberal Alemán (FDP), Guido Westerwelle, con toda probabilidad formará gobierno con la triunfadora de las elecciones celebradas ayer en Alemania, la presidenta de la coalición CDU (“Partido Conservador alemán”), Angela Merkel. El Partido Socialdemócrata alemán (SPD), ha obtenido los peores resultados de su historia y formará oposición con La Izquierda de Lafontaine y Los Verdes, más algunos diputados de partidos minoritarios.
Durante la campaña electoral celebrada durante las últimas dos semanas, apenas se ha hablado en los medios de comunicación de la condición homosexual de líder del Partido Liberal alemán, ¿qué importancia tiene?. Él, tampoco ha hecho gala de su “diferencia” (¡¿qué diferencia?!), ni desde el victimismo, ni desde la soberbia impostada de algo parecido a un orgullo gay. Tampoco hizo alarde de su condición cuando presentó públicamente a su pareja, Michael Mronz, con el que se dejó ver en el festival de ópera de Bayreuth, dedicado a Richard Wagner, algo que le distingue, por ejemplo, del Presidente de Gobierno de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, quien anunció a los cuatro vientos en un acto de su partido que era homosexual cuando aún era candidato a gobernador de la capital alemana.
Resulta extraordinariamente iluminador este hecho, cuando un liberal es homosexual, considera que su condición forma parte de su vida privada y que a nadie le incumben sus preferencias u orientaciones sexuales, pero cuando es un socialista el que aduce su condición homosexual, lo hace públicamente, en un alarde –orgullo gay- ante la sociedad, para recibir aplausos de los compañeros por su demostrado valor al salir del armario.
La homosexualidad, una condición que era considerada como enfermedad hasta que la APA (Asociación de Psiquiatría Americana) decidió extraerla de su clasificación DSM en 1975, ha dejado de ser algo extraño en nuestra sociedad, ser homosexual es algo absolutamente normal, lo que no quiere decir que sea frecuente, porque hay más heterosexuales que homosexuales en todas las sociedades; sin embargo, en España hay determinados lobbys homosexuales, de los que el socialista Cerolo es líder indiscutible, que ejercen presión social más por su estridencia que por su auténtica presencia o frecuencia, siguiendo el paradigma de que lo que sale en los medios de comunicación es lo realmente existe.
Una anécdota reciente, ha sido la equivocación del Eurodiputado de UPyD, Sosa Wagner, al confundirse con los botones de la votación y no mostrar su rechazo contra una ley lituana, que supuestamente aplaude la homofobia. En la Red, se ha organizado de forma inmediata la de dios es cristo, han expulsado al partido de Rosa Díez de las celebraciones del Orgullo Gay, y en un singular remdo de la Santa Inquisición a punto han estado de condenar a morir en la hoguera del descrédito a los seguidores de este partido.
El partido magenta, podrá ser criticado por muchas cosas, menos por una, su homofobia, en todo caso podría ser criticado por su ipsifilia u homofilia, pero nunca de homofobia. Pero le tienen ganas los sectarios desde que los partidarios de Rosa Díez denunciaron, con toda la razón, la boutade de una portada de la revista Zero(lo), por haber mostrado un guardia civil con tricornio en posición de hacerle una felación a un terrorista de ETA.
A lo largo de mi vida he conocido mucha gente, el único interés que he tenido sobre su condición sexual ha sido para comprender su perspectiva sobre algunas cuestiones de la vida, para mí no más importante que la edad, la raza, su trabajo, o sus aficiones. Los liberales respetamos a los seres humanos, exclusivamente por su condición humana, algo de lo que son incapaces los socialistas, que consideran que en su cruzada social deben cambiar los criterios de la gente para que acepten, aunque sea por imposición, la normalidad que piensan que no se les concede en la sociedad.
Tengo amigos y amigas homosexuales, me divierto con ellos y apenas hablamos de lo que su condición sexual repercute en sus vidas, es algo que siempre se queda en segundo plano, ni me siento discriminado, ni se sienten discriminados/as conmigo. ¡Qué tremenda estupidez!, discriminar a alguien por su condición sexual, sea la que sea. El clima es relajado y cómodo en nuestras conversaciones. Y sé que eso es lo normal.
Conozco a muchos homosexuales normales que están hartos de las “locas histéricas” que abanderan su condición sexual; piensan que son los elementos más perniciosos para poder vivir en normalidad en nuestra sociedad, por qué su estridencia, su distrofia estética, su tensa alarma, se ha convertido en algo que la sociedad acaba denostando y detestando, como las locuras de Zapatero, el silencio sindical, las barbaridades feministas, las inversiones históricas del olvido o el talibanismo del cambio climático: auténticos timos sociales
El problema de nuestra sociedad no es la homosexualidad, ni para los homosexuales, sino el sectarismo de izquierdas, que desde el victimismo irredento pretende revocar nuestra cultura, la cultura de la inmensa mayoría, para adaptarla a sus pretensiones neuróticas. El problema ya no es la homosexualidad en las sociedades occidentales, sino la rentabilidad del vicitmismo que por medio de los descerebrados legisladores pretende convertirnos a todos en sospechosos de homofobia, para que los colectivos homosexuales sigan viviendo del cuento y el adoctrinamiento de la sociedad.
El único problema que tienen los homosexuales normales en nuestro país, que no en otros como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, es que unos aprovechados de la izquierda, han encontrado un filón de oro del que viven cómodamente, mientras adoctrinan a la sociedad de su culpabilidad por los crímenes históricos que esta sociedad no ha cometido, ni se le ocurriría cometer. Pero mientras resulte rentable política y económicamente para algunos, en este país no permitirán, esta legión de sinvergüenzas organizados para delinquir públicamente, que la homosexualidad sea definitivamente normal, como tantas otras cosas de la vida.
La homosexualidad ya no es un problema para nadie en nuestra sociedad occidental–no lo es-, salvo para los socialistas que lo explotan, por qué no acaban de distinguir lo privado de lo público, para ellos todo es lo mismo. Con un argumento similar, se puede explicar la polémica que el Presidente Rodríguez Zapatero ha organizado con la imagen velada de sus hijas, para que al final se hable hasta la saciedad de la inmortal foto ante el Metropolitan de los líderes cósmicos reunidos, que es lo que realmente le interesa.
Sé que con este artículo acabo de condenarme, pero como no tenía ninguna intención de ser salvado por los sectarios organizados que se empavonan de su condición de homosexuales para vivir del erario público, me quedo tan tranquilo y desde aquí les envío, con absoluta premeditación, un liberal y solemne corte de mangas.
¡Qué os den, "locas"!.
Biante de Priena
Durante la campaña electoral celebrada durante las últimas dos semanas, apenas se ha hablado en los medios de comunicación de la condición homosexual de líder del Partido Liberal alemán, ¿qué importancia tiene?. Él, tampoco ha hecho gala de su “diferencia” (¡¿qué diferencia?!), ni desde el victimismo, ni desde la soberbia impostada de algo parecido a un orgullo gay. Tampoco hizo alarde de su condición cuando presentó públicamente a su pareja, Michael Mronz, con el que se dejó ver en el festival de ópera de Bayreuth, dedicado a Richard Wagner, algo que le distingue, por ejemplo, del Presidente de Gobierno de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, quien anunció a los cuatro vientos en un acto de su partido que era homosexual cuando aún era candidato a gobernador de la capital alemana.
Resulta extraordinariamente iluminador este hecho, cuando un liberal es homosexual, considera que su condición forma parte de su vida privada y que a nadie le incumben sus preferencias u orientaciones sexuales, pero cuando es un socialista el que aduce su condición homosexual, lo hace públicamente, en un alarde –orgullo gay- ante la sociedad, para recibir aplausos de los compañeros por su demostrado valor al salir del armario.
La homosexualidad, una condición que era considerada como enfermedad hasta que la APA (Asociación de Psiquiatría Americana) decidió extraerla de su clasificación DSM en 1975, ha dejado de ser algo extraño en nuestra sociedad, ser homosexual es algo absolutamente normal, lo que no quiere decir que sea frecuente, porque hay más heterosexuales que homosexuales en todas las sociedades; sin embargo, en España hay determinados lobbys homosexuales, de los que el socialista Cerolo es líder indiscutible, que ejercen presión social más por su estridencia que por su auténtica presencia o frecuencia, siguiendo el paradigma de que lo que sale en los medios de comunicación es lo realmente existe.
Una anécdota reciente, ha sido la equivocación del Eurodiputado de UPyD, Sosa Wagner, al confundirse con los botones de la votación y no mostrar su rechazo contra una ley lituana, que supuestamente aplaude la homofobia. En la Red, se ha organizado de forma inmediata la de dios es cristo, han expulsado al partido de Rosa Díez de las celebraciones del Orgullo Gay, y en un singular remdo de la Santa Inquisición a punto han estado de condenar a morir en la hoguera del descrédito a los seguidores de este partido.
El partido magenta, podrá ser criticado por muchas cosas, menos por una, su homofobia, en todo caso podría ser criticado por su ipsifilia u homofilia, pero nunca de homofobia. Pero le tienen ganas los sectarios desde que los partidarios de Rosa Díez denunciaron, con toda la razón, la boutade de una portada de la revista Zero(lo), por haber mostrado un guardia civil con tricornio en posición de hacerle una felación a un terrorista de ETA.
A lo largo de mi vida he conocido mucha gente, el único interés que he tenido sobre su condición sexual ha sido para comprender su perspectiva sobre algunas cuestiones de la vida, para mí no más importante que la edad, la raza, su trabajo, o sus aficiones. Los liberales respetamos a los seres humanos, exclusivamente por su condición humana, algo de lo que son incapaces los socialistas, que consideran que en su cruzada social deben cambiar los criterios de la gente para que acepten, aunque sea por imposición, la normalidad que piensan que no se les concede en la sociedad.
Tengo amigos y amigas homosexuales, me divierto con ellos y apenas hablamos de lo que su condición sexual repercute en sus vidas, es algo que siempre se queda en segundo plano, ni me siento discriminado, ni se sienten discriminados/as conmigo. ¡Qué tremenda estupidez!, discriminar a alguien por su condición sexual, sea la que sea. El clima es relajado y cómodo en nuestras conversaciones. Y sé que eso es lo normal.
Conozco a muchos homosexuales normales que están hartos de las “locas histéricas” que abanderan su condición sexual; piensan que son los elementos más perniciosos para poder vivir en normalidad en nuestra sociedad, por qué su estridencia, su distrofia estética, su tensa alarma, se ha convertido en algo que la sociedad acaba denostando y detestando, como las locuras de Zapatero, el silencio sindical, las barbaridades feministas, las inversiones históricas del olvido o el talibanismo del cambio climático: auténticos timos sociales
El problema de nuestra sociedad no es la homosexualidad, ni para los homosexuales, sino el sectarismo de izquierdas, que desde el victimismo irredento pretende revocar nuestra cultura, la cultura de la inmensa mayoría, para adaptarla a sus pretensiones neuróticas. El problema ya no es la homosexualidad en las sociedades occidentales, sino la rentabilidad del vicitmismo que por medio de los descerebrados legisladores pretende convertirnos a todos en sospechosos de homofobia, para que los colectivos homosexuales sigan viviendo del cuento y el adoctrinamiento de la sociedad.
El único problema que tienen los homosexuales normales en nuestro país, que no en otros como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, es que unos aprovechados de la izquierda, han encontrado un filón de oro del que viven cómodamente, mientras adoctrinan a la sociedad de su culpabilidad por los crímenes históricos que esta sociedad no ha cometido, ni se le ocurriría cometer. Pero mientras resulte rentable política y económicamente para algunos, en este país no permitirán, esta legión de sinvergüenzas organizados para delinquir públicamente, que la homosexualidad sea definitivamente normal, como tantas otras cosas de la vida.
La homosexualidad ya no es un problema para nadie en nuestra sociedad occidental–no lo es-, salvo para los socialistas que lo explotan, por qué no acaban de distinguir lo privado de lo público, para ellos todo es lo mismo. Con un argumento similar, se puede explicar la polémica que el Presidente Rodríguez Zapatero ha organizado con la imagen velada de sus hijas, para que al final se hable hasta la saciedad de la inmortal foto ante el Metropolitan de los líderes cósmicos reunidos, que es lo que realmente le interesa.
Sé que con este artículo acabo de condenarme, pero como no tenía ninguna intención de ser salvado por los sectarios organizados que se empavonan de su condición de homosexuales para vivir del erario público, me quedo tan tranquilo y desde aquí les envío, con absoluta premeditación, un liberal y solemne corte de mangas.
¡Qué os den, "locas"!.
Biante de Priena