Es cuestión de días, tal vez horas, el tiempo que transcurrirá para que el Presidente Rodríguez Zapatero anuncie la convocatoria de Elecciones Generales.
La puntilla se la han dado los mercados, la prima de riesgo en los 370 puntos, el interés al 6,5 %, la necesidad de colocar más de 7.000 millones de deuda esta semana, el descenso del IBEX en más de 1.000 puntos el último mes, son indicadores letales para la permanencia de Rodríguez Zapatero en La Moncloa.
El Editorial de hoy de El País, el artículo de Juan Luis Cebrían de ayer, construyen con parsimonia el epitafio del Gobierno, con la anuencia de Rubalcaba (o más bien su inducción) y el silencio del PSOE. Solamente los miembros del Gobierno han manifestado su protesta, no como miembros del partido, sino como miembros del Gobierno. Ni siquiera el flamante portavoz, José Blanco, que ha tratado de hacer de puente entre partido y Gobierno ha dicho nada. La sentencia ha sido pronunciada, la condena se ejecutará rápidamente.
Rubalcaba ha decidido romper con Zapatero y lo ha hecho, con la astucia que le caracteriza, una ruptura pública es la mejor forma de crear un abismo entre el pasado al que pertenece y el futuro al que quiere pertenecer, se ha desprendido de su jefe, ahora le suelta de la mano y se convertirá en su principal crítico, invitando a la amnesia a los españoles sobre los últimos siete años que ha gobernado el PSOE, los peores años de la democracia española, partiendo de los mejores resultados que heredó del PP de José María Aznar, Francisco Álvarez Cascos, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy.
No se trata de que la oposición reclame el adelanto electoral, sino de recoger el clamor de los españoles, que tras haber brindado al PSOE el mayor varapalo electoral el pasado 22 de mayo, ahora son una sola voz para erradicar definitivamente la peste política y económica que nos ha legado la inanidad de un iluminado.
Ya no hay margen para la resistencia, ni siquiera para la espera
ADIOS ZAPATERO, TANTA GLORIA LE FALTE COMO MIERDA NOS DEJA.
