Hace unos días, escuché a uno de los “padres” de nuestra Constitución vigente, disertando en un programa de Radio Nacional de España sobre su último libro: “Cádiz a contrapelo 1812-1978: dos constituciones en entredicho”, advirtiendo de antemano que su formación no era la de un historiador, sino la de un jurista riguroso.
Se destacan
entre sus conclusiones el afán desmitificador de “La Pepa”, la negación de su
origen liberal que él muta en emulación de la Revolución Francesa y de la
“Constitución” de Bayona (en realidad un Estatuto Real que no alcanza la
categoría de Constitución); la negación
de España como nación unitaria, debido a su afán centralista fundamentado en un
supuesto “imperialismo” castellano; y la negación y olvido de las cuestiones
circunstanciales (España invadida por Napoleón, la nación levantada en armas
antes de ser constituida, y la presencia de la Corte más oprobiosa, egoísta y
traidora a los intereses comunes de este país, por prevalecer en sus
privilegios).
Parece
mentira que al señor Herrero y Rodríguez de Miñón le haya servido de tan poco
ser residente temporal en Asturias en estiajes y solaces. Y resulta
imperdonable que no se haya imbuido, estando en esta tierra, del espíritu
liberal y social, y sin embargo nacional, que todo lo invade sin perder, por
ello, su idiosincrasia particular.
No se
podría comprender la Constitución Española promulgada un 19 de marzo de 1812
sin conocer que, una vez más, notables asturianos se pusieron a la cabeza de
España para que los españoles alcanzáramos la soberanía nacional y no popular,
más propia de una República, como todas las que derivan de la Revolución
Francesa, a excepción de la norteamericana. En España, la nación es soberana
desde 1812 y la nación, no es otra cosa que todo el pueblo reunido en un
momento dado, representando al pueblo reunido a lo largo de su historia. La
condición de cada individuo como sujeto nacional, proviene del nacimiento o la
adquisición de compromiso, no de la nada, ni de las invenciones en las que
algunos se sienten cómodos, para poder encajar la historia en su pensamiento.
El señor Herrero de Miñón parece haber leído más a Sieyes y Mancini, que a Tom
Paine y los liberales españoles.
El
espíritu nacional existía en España antes de la invasión napoleónica, prueba de
ello son las palabras pronunciadas por el diputado asturiano García del Busto en
la Junta General del Principado el nueve de mayo de 1808:
"Si nos declaramos
contra el opresor de la humanidad, nuestra voz sera de alarma en toda la
peninsula, el Leon dormido despertara, su rugido llegara a Londres, Viena y San
Petersrburgo, saldra la Europa de su letargo y conseguiremos ver derrotado al
coloso... pero no basta librarnos del yugo de la Francia: preciso es reformar
nuestras instituciones, poner coto al poder, hacer que prosperen las ciencias,
las artes, la industria, el cornercio y la agricultura, sacandolas de la
ayecci6n en que se encuentran; y finalmente cuanto conduzca al bien de la
Nacion"
Asturiano
era el ilustrado Jovellanos, que propuso una soberanía compartida entre Rey y
Nación, para evitar las derivas revolucionarias del país vecino, pero sus
tesis, representadas en Cádiz por el candamín Alonso Cañedo y Vigil, fueron
derrotadas. También era asturiano el llanisco Cardenal Inguanzo, líder del
bando conservador en las primeras constituyentes y el riosellano Agustín
Argüelles, líder de los liberales, y auténtico padre de la nación española y de
la Constitución de Cádiz, al igual que
el Conde de Toreno, que se dirigió a Londres en comisión tras la breve
independencia de Asturias de la España ocupada por Napoleón para reclamar ayuda
a los británicos contra el invasor francés, siendo recibidos y aplaudidos en el
Parlamento de Westminster Asturiano
también fue el General Riego, liberal que obligó a Fernando VII a sancionar la
Constitución, por lo que fue ahorcado por su orden tres años después en la
madrileña Plaza de la Cebada.
Realmente
es desolador ver a un padre de la Constitución Española de 1978, inventor de
nacionalidades y promotor de la creación de una “nación de naciones”, tratando
de cambiar la historia de este país para que pueda encajar en sus propuestas,
gratas a los “liberales” del PNV y CDC. Como también da coraje ver al PP de
Mariano Rajoy ir asumiendo poco a poco el concepto jacobino de “nación de ciudadanos” importado por el profesor Françesc de Carreras, que convirtió en su
día el partido Ciutadans en una formación literal “de izquierda no nacionalista”,
todo para encajar con la España discutible y discutida de ese farsante que fueJosé Luis Rodríguez
Zapatero, que impone Estado sobre Nación, que es lo mismo que imponer casta
sobre pueblo, a la que cada día se va
incorporando, sin prisa pero sin pausa, el Partido Popular de Mariano Rajoy,
aceptando la idea de “nación de ciudadanos”, sin saber siquiera el auténtico
significado del concepto de nación española, tras su deriva doctrinaria y
antiliberal.
Ante tanta
impostura, fraude e inmoralidad, este liberal no sometido a las argucias de los
impresentables, hace suyas las palabras del Marqués de Santa Cruz del Marcenado
pronunciadas el mismo día que García del Busto hablaba en la Junta General del
Principado de que España debía ser una nación:
"La tierra que
pisamos quisiera yo se abriese en este instante y nos tragase a todos para que
sepultase en sus entrañas tanta pusilanimidad y cobardía. Quédense en su
abyección y en su egoismo los que se resignen a ofrecer sus cuellos a las
argollas que les remachará el usurpador pero yo marcharé solo a encontrar sus
legiones en el confín de Pajares con un fusíl, cuya bayoneta clavare en el
primero que intente poner en el su planta. Me matarán y pasarán sobre mi
cadaver, si no lo hiciesen pedazos, más la posteridad sabrá que hubo un astur
leal y bizarro que murió resistiendo solo en la invasion de este noble suelo"
Y
se confirma una vieja teoría que he expuesto con anterioridad en numerosas
ocasiones, este país no está como está por las acertadas y permanentes
agresiones de sus enemigos, sino por la negligencia, traición de los adanistas
de la casta que se promovían como sus defensores, para no hacer defensa alguna
más que la de sus propios intereses.
España
está asediada por todos los miembros que conforman la casta partidaria en este
país, que han ocupado las instituciones, arrasado con la historia auténtica e
impuesto un lavado de cerebro a las próximas generaciones para posibilitar sus
más abyectos intereses. Hoy los invasores de nuestra condición soberana no
vienen de otros países, sino del nuestro, han ocupado el poder y se proponen
acabar con lo que hemos sido durante los últimos doscientos años, porque ya no
les permite seguir imponiendo su impostura.
Españoles,
nuestra nación, está en peligro y con ello, también nuestra soberanía, libertad, equidad, en el ámbito de la justicia, para imponernos e implantarnos un diseño pergeñado por la casta política que detenta el poder en este país. La España para la casta inventada por Herrero y Rodríguez de Miñón, Zapatero y Rajoy. Compatriotas, nosotros tendremos la última palabra, que nadie se quede callado porque de hacerlo, ya no volverá a tener voz de soberano en su vida ni en la de sus hijos, quedando reducidos a ciudadanos de un Estado en el que la soberanía pasará a la casta política que actualmente detenta el poder.
Enrique
Suárez Retuerta