La demagogia de dolor y cieno nacida hace tres años en España, -paulatinamente visible desde la periferia hacia el centro-, se ha extendido por todas partes, hasta infiltrarse en muchos diarios. Pero no sólo a los de costumbre, también afecta ahora a los que consideramos “de los nuestros”, por ejemplo, “El Mundo”.
Todo esto forma parte de la calamitosa situación política española, con su carga de inmoralidad y de ausencia de escrúpulos, que mancha y marca a personas con reconocido prestigio social. Tal es el caso del Sr. Gómez Marín, directivo de este diario en Andalucía.
En el día de ayer, la redacción de este diario en Sevilla, ha invitado a Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos de Cataluña, partido cuya sede se encuentra en Barcelona, a participar dentro de su ciclo “Las charlas de El Mundo”. Después de las intervenciones y en el turno de ruegos y preguntas, he tomado el micro y me he dirigido a la mesa, para exponer lo que a continuación les refiero, sin llegar a concluir la intervención que ahora finalizo:
“Lleva razón Rivera cuando dice que estuvo en Sevilla con motivo de la campaña contra el estatuto andaluz, yo estaba sentado a su lado entonces, pues era el coordinador del la agrupación de Ciudadanos en Sevilla.
Es difícil estar en desacuerdo con lo expresado por Rivera, ha sido la crónica de la situación política española que podemos leer hoy en cualquier periódico e incluso ser relatado por un trabajador autónomo al corriente de lo que ocurre en la Nación. Pero el presidente de un partido político no debería dar conferencias, sin expresar algo nuevo en función del papel y responsabilidades asumidas.
Yo he venido a decir aquí esta noche para que todo el mundo lo escuche, que Ciudadanos ya no es el partido que obtuvo 89.000 votos, ni aquel que ilusionó miles de afiliados, y a muchos miles más de españoles. Este partido ha sido afectado por la trepidante degeneración política que sufre nuestro país y se ha convertido en una cueva de ladrones al servicio de los nacionalistas catalanes y unos estraperlistas de sus normas internas. Como ha denunciado Albert Rivera, se ha convertido en una ”agencia de colocaciones”, y como se ha informado en prensa nacional e Internet, Ciudadanos constituye hoy día una estafa pública al igual que el gobierno y casi todas las castas autonómicas.
De manera que Albert ya no es un díscolo, pues si hubiera justicia en nuestro país, Rivera estaría imputado por delito a las leyes vigentes; pero no sólo él, sino toda la cúpula de Ciudadanos donde el Sr. Carreras acepta-asume un referéndum consultivo de acuerdo con los nacionalistas; el diputado Domingo también anda pidiendo las balanzas fiscales igual que los nacionalistas; y el Sr. Robles conocido por popularmente por el “bambas” por su afición al calzado deportivo, se está especializando en maniobras de hipnosis para averiguar el secreto de conducta nazi de la casta catalana, en vez de responder a sus miles de votantes con hechos y palabras valientes en el Parlamento regional; en definitiva, unos traidores a los ciudadanos catalanes y españoles, unos estafadores políticos, unos colaboradores “moderados” de fascistas. De ahora en adelante se encontrarán cada día más y más ciudadanos españoles que los abuchearán por haberse vendido al enemigo. Y ahora haré mi pregunta:
¿Se disolverá Ciudadanos o permanecerá como partido demagogo y populista?
Quiero decir que ante esta intervención, el Sr. Marín interrumpió perentoriamente mi comentario hacia el final y Albert contestó que no se disolverían mientras en el partido hubiese gente decente. Habría que interrogar a Rivera para saber si sabe realmente el criterio que distingue la decencia de la falta de respeto a los demás.
Era evidente que gran parte de las 400 personas del público no estaba al corriente de esta espectacular podredumbre, tal vez ahora es cuando les llegue a sonar Ciudadanos, porque bien que se afanaron los delincuentes de su dirección para frenar la extensión del partido a toda España.
Pero ese desconocimiento también se debe al pésimo cumplimiento profesional del Sr. Marín, que siendo su obligación profesional informar adecuadamente a la opinión pública, lo ha cambiado por montar la charlita a un joven muy pronto desahuciado por su trepidante mala vida política.
Y el remate ha sido pedir al siguiente orador que su pregunta no fuese "ominosa". Dice el diccionario: ominoso, adj. Azaroso, de mal agüero, abominable, vitando. Exacto, he ahí una buena apreciación de este acto.
Pues con su pan se lo coma el Sr. Gómez Marín.Mario M. Acosta (8-2-2008)NOTA: Es curioso, en Ciudadanos en la Red, vamos tan rápido que ya mostramos las respuestas... antes de que salgan las preguntas, aquí tenemos
la valoración de El Mundo de el acto de Rivera en Sevilla publicado en Ciutadans. Enre nosotros, no hay color..., ni calor. Mensajes desde el más allá.