Las posibilidades de que Francisco Álvarez Cascos no sea nominado por el PP como candidato a la Presidencia del Principado de Asturias cada día son más remotas, o dicho de otra forma, el número de apoyos que recibe cada día son más numerosos; la cuestión que se dirime en estos momentos, no es ya si Cascos vencrá o no vendrá a Asturias, sino cómo vendrá, vía Congreso extraordinario o vía designación de la dirección nacional.
El regreso de Cascos a la política, no está recibiendo sin embargo, la atención que se merece, parece que los periodistas, especialmente los columnistas están realizando un “pequeño boicot” a su presencia. Puede ser porque las agencias no ofrezcan demasiadas noticias de su rentré o tal vez porque se quiera restar relevancia a su retorno. Verán ustedes, les pondré un ejemplo de cómo funcionan las cosas en este país, sobre el inestimable papel que los medios de comunicación juegan en la visibilidad e invisibilidad de las cosas que acontecen. Imagínense ustedes por un momento que Alfonso Guerra decidiera regresar a la política, seguramente no habría día en que todos los columnistas de pesebre hablaran de él, posiblemente le harían entrevistas en todos los medios, sería un acontecimiento que crearía una auténtica convulsión nacional que eclipsaría hasta las elecciones catalanas.
Pero con Francisco Álvarez Cascos no ocurre lo mismo, porque al PSOE no le interesa que sea candidato, porque el candidato socialista por Asturias, Javier Fernández, que se estrena en el 2011, tendrá tan difícil triunfar en las elecciones enfrentándose a Cascos, como que en este país volvamos a creerle algo a Zapatero. Más extraño es lo que ocurre en el PP, pues ya sólo queda que Benedicto XVI envíe su apoyo a Cascos a Rajoy; pero los arriolaris y las damas de Génova (Cospedal, Sáez de Santamaría) no están por la labor, porque desde hace mucho tiempo la consigna en el PP es no mirar al pasado, así prescinden de recordar a los españoles que durante los gobiernos de Aznar el paro descendió todos los años y el déficit se transformó en superavit, en un país que crecía a más del 3 % cada año. Más extraño aún es que Rajoy participe de la estrategia, porque precisamente él pertence como Aznar y Cascos a aquella época y negar su propia historia sería algo estrambótico, impropio de un hombre coherente, sobrio y riguroso como es el Presidente del PP.
El adanismo de José Luis Rodríguez Zapatero parece haber contagiado a sus rivales del PP, porque si bien al PSOE no le conviene recordar a su antecesor Felipe González, el GAL y aquellos asuntos de FILESA, MATESA y TIME EXPORT, el PP de Aznar merece ser recordado como partido que mejoró la situación económica y social de los españoles y el prestigio internacional de España, llevándola por primera vez a su presencia en los asuntos de relevancia internacional y no con la silla prestada que Sarkozy le dejó a Zapatero en aquella reunión del G20 o su ridícula actuación en los desayunos de oración, única ocasión en la que fue invitado personalmente por Obama, su “hermano interplanetario”.
Bien parece que el problema del PP es que ha impuesto una ley de olvido sobre sus éxitos económicos, políticos y sociales del pasado, pues desde hace años Aznar y la mayoría de los que participaron en sus gobiernos, son obviados y evitados, algo que también se puede constatar por la renovación completa de sus plantillas, permaneciendo exclusivamente Rajoy, Arenas, Ana Mato, y muy pocos más como puente entre el PP del ayer y el actual.
Posiblemente el quiebro al destino que le conviene al PP para que Mariano Rajoy acabe de despegar en la valoración en las encuestas por los ciudadanos, sea recordar, de forma contrastada, que en la época en que su partido gobernó este país, España mejoró prácticamente en todos los indicadores económicos y los ciudadanos españoles en la mayoría de los indicadores de su calidad de vida.
Si de algo carece el PP actual, de cara a la valoración de los electores, es de consistencia, algo que lleva a pensar a los votantes que más que un partido que ha gobernado este país con mucha más eficacia de lo que lo han hecho sus sucesores, es un invento que surge de la nada, un experimento de bricolage electoral, que ni ha sabido defender con rigor lo que se supone que debería defender, ni realmente cual es el modelo de recuperación que ofrece a los ciudadanos tras el descalabro que va a legar José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE de las mil y una noches.
En cuanto a Cascos, no resulta admisible a estas alturas que prevalezca su veto entre sus detractores dentro de su propio partido. Reuniendo a todos ellos, con la excepción de Rajoy, posiblemente no lleguen al 10 % de lo que Cascos hizo por su partido, por Asturias y por España, y fundamentalmente por la política de este país, que mientras Cascos estuvo en el Gobierno, España se iba pareciendo poco a poco a nuestros vecinos europeos, y no como ahora, que recuerda más bien a una república bolivariana presa del esperpento y la incongruencia.
Sin duda las razones para rechazar a Cascos, servirían igualmente para apartar a la mayoría de los que hoy dirigen el PP, que solo despega en las encuestas gracias al hundimiento de su rival el PSOE y no por sus propios méritos, algo que dista mucho de una ideología conservadora o liberal. Parece que el PP también se ha divorciado de la razón en trayectoria paralela a los gobiernos de Rodríguez Zapatero. El boicot que se está haciendo a Cascos desde el PSOE es fácil de comprender, porque no lo quiere ver en la escena política ni en foto, pero lo que no se entiende es el rechazo o la postergación de su candidatura en su propio partido. De lo que estoy seguro, es que si Cascos no es candidato por Asturias, el PP perderá las elecciones autonómicas en el Principado y posiblemente en España, porque el votante del PP, no quiere un discurso alternativo ahormado a la extravagancia del PSOE de Rodríguez Zapatero, sino un discurso claro y contundente, que le devuelva la confianza y le proporcione seguridad, algo que no se está transmitiendo desde la oposición. Así, Francisco Álvarez Cascos se ha convertido en la línea de inflexión que el PP necesita para remontar por si mismo en las urnas y no a expensas de que el PSOE, y los gobiernos de Zapatero acaben con el país. No hacer nada, quedarse de brazos cruzados, ante la mayor crisis económica de nuestra historia reciente, es un tremendo acto de irresponsabilidad política.
Asturias no se puede permitir prescindir de un Presidente con experiencia y talento como Francisco Álvarez Cascos, cualquier alternativa presentada por el PP sería rechazada por el electorado asturiano y posiblemente tendría repercusiones negativas a nivel nacional, porque negar a Cascos, es como reconocer que el PP se ha quedado sin alma política y se ha convertido exclusivamente en una empresa electoral y de eso ya hemos tenido bastante con el PSOE, que nos ha hecho regresar a los años 90 del siglo pasado a fuerza de imponernos su progreso, y si no llega a ser por la crisis económica nos hubieran llevado hasta 1939, que era la intención oculta de José Luis Rodríguez Zapatero, menos mal que no le ha dado tiempo.
Enrique Suárez
El regreso de Cascos a la política, no está recibiendo sin embargo, la atención que se merece, parece que los periodistas, especialmente los columnistas están realizando un “pequeño boicot” a su presencia. Puede ser porque las agencias no ofrezcan demasiadas noticias de su rentré o tal vez porque se quiera restar relevancia a su retorno. Verán ustedes, les pondré un ejemplo de cómo funcionan las cosas en este país, sobre el inestimable papel que los medios de comunicación juegan en la visibilidad e invisibilidad de las cosas que acontecen. Imagínense ustedes por un momento que Alfonso Guerra decidiera regresar a la política, seguramente no habría día en que todos los columnistas de pesebre hablaran de él, posiblemente le harían entrevistas en todos los medios, sería un acontecimiento que crearía una auténtica convulsión nacional que eclipsaría hasta las elecciones catalanas.
Pero con Francisco Álvarez Cascos no ocurre lo mismo, porque al PSOE no le interesa que sea candidato, porque el candidato socialista por Asturias, Javier Fernández, que se estrena en el 2011, tendrá tan difícil triunfar en las elecciones enfrentándose a Cascos, como que en este país volvamos a creerle algo a Zapatero. Más extraño es lo que ocurre en el PP, pues ya sólo queda que Benedicto XVI envíe su apoyo a Cascos a Rajoy; pero los arriolaris y las damas de Génova (Cospedal, Sáez de Santamaría) no están por la labor, porque desde hace mucho tiempo la consigna en el PP es no mirar al pasado, así prescinden de recordar a los españoles que durante los gobiernos de Aznar el paro descendió todos los años y el déficit se transformó en superavit, en un país que crecía a más del 3 % cada año. Más extraño aún es que Rajoy participe de la estrategia, porque precisamente él pertence como Aznar y Cascos a aquella época y negar su propia historia sería algo estrambótico, impropio de un hombre coherente, sobrio y riguroso como es el Presidente del PP.
El adanismo de José Luis Rodríguez Zapatero parece haber contagiado a sus rivales del PP, porque si bien al PSOE no le conviene recordar a su antecesor Felipe González, el GAL y aquellos asuntos de FILESA, MATESA y TIME EXPORT, el PP de Aznar merece ser recordado como partido que mejoró la situación económica y social de los españoles y el prestigio internacional de España, llevándola por primera vez a su presencia en los asuntos de relevancia internacional y no con la silla prestada que Sarkozy le dejó a Zapatero en aquella reunión del G20 o su ridícula actuación en los desayunos de oración, única ocasión en la que fue invitado personalmente por Obama, su “hermano interplanetario”.
Bien parece que el problema del PP es que ha impuesto una ley de olvido sobre sus éxitos económicos, políticos y sociales del pasado, pues desde hace años Aznar y la mayoría de los que participaron en sus gobiernos, son obviados y evitados, algo que también se puede constatar por la renovación completa de sus plantillas, permaneciendo exclusivamente Rajoy, Arenas, Ana Mato, y muy pocos más como puente entre el PP del ayer y el actual.
Posiblemente el quiebro al destino que le conviene al PP para que Mariano Rajoy acabe de despegar en la valoración en las encuestas por los ciudadanos, sea recordar, de forma contrastada, que en la época en que su partido gobernó este país, España mejoró prácticamente en todos los indicadores económicos y los ciudadanos españoles en la mayoría de los indicadores de su calidad de vida.
Si de algo carece el PP actual, de cara a la valoración de los electores, es de consistencia, algo que lleva a pensar a los votantes que más que un partido que ha gobernado este país con mucha más eficacia de lo que lo han hecho sus sucesores, es un invento que surge de la nada, un experimento de bricolage electoral, que ni ha sabido defender con rigor lo que se supone que debería defender, ni realmente cual es el modelo de recuperación que ofrece a los ciudadanos tras el descalabro que va a legar José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE de las mil y una noches.
En cuanto a Cascos, no resulta admisible a estas alturas que prevalezca su veto entre sus detractores dentro de su propio partido. Reuniendo a todos ellos, con la excepción de Rajoy, posiblemente no lleguen al 10 % de lo que Cascos hizo por su partido, por Asturias y por España, y fundamentalmente por la política de este país, que mientras Cascos estuvo en el Gobierno, España se iba pareciendo poco a poco a nuestros vecinos europeos, y no como ahora, que recuerda más bien a una república bolivariana presa del esperpento y la incongruencia.
Sin duda las razones para rechazar a Cascos, servirían igualmente para apartar a la mayoría de los que hoy dirigen el PP, que solo despega en las encuestas gracias al hundimiento de su rival el PSOE y no por sus propios méritos, algo que dista mucho de una ideología conservadora o liberal. Parece que el PP también se ha divorciado de la razón en trayectoria paralela a los gobiernos de Rodríguez Zapatero. El boicot que se está haciendo a Cascos desde el PSOE es fácil de comprender, porque no lo quiere ver en la escena política ni en foto, pero lo que no se entiende es el rechazo o la postergación de su candidatura en su propio partido. De lo que estoy seguro, es que si Cascos no es candidato por Asturias, el PP perderá las elecciones autonómicas en el Principado y posiblemente en España, porque el votante del PP, no quiere un discurso alternativo ahormado a la extravagancia del PSOE de Rodríguez Zapatero, sino un discurso claro y contundente, que le devuelva la confianza y le proporcione seguridad, algo que no se está transmitiendo desde la oposición. Así, Francisco Álvarez Cascos se ha convertido en la línea de inflexión que el PP necesita para remontar por si mismo en las urnas y no a expensas de que el PSOE, y los gobiernos de Zapatero acaben con el país. No hacer nada, quedarse de brazos cruzados, ante la mayor crisis económica de nuestra historia reciente, es un tremendo acto de irresponsabilidad política.
Asturias no se puede permitir prescindir de un Presidente con experiencia y talento como Francisco Álvarez Cascos, cualquier alternativa presentada por el PP sería rechazada por el electorado asturiano y posiblemente tendría repercusiones negativas a nivel nacional, porque negar a Cascos, es como reconocer que el PP se ha quedado sin alma política y se ha convertido exclusivamente en una empresa electoral y de eso ya hemos tenido bastante con el PSOE, que nos ha hecho regresar a los años 90 del siglo pasado a fuerza de imponernos su progreso, y si no llega a ser por la crisis económica nos hubieran llevado hasta 1939, que era la intención oculta de José Luis Rodríguez Zapatero, menos mal que no le ha dado tiempo.
Enrique Suárez