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martes, 23 de octubre de 2007

Muerte al Sha - ¿Tú también, Rajoy?-.

Cuando en el año 1979 vimos en la ciudad alemana de Frankfurt a cientos de iraníes con trajes y corbatas arrodillados bajo la lluvia donde se gritaba SHAK MAT (Jaque Mate), pudimos comprender que algo no iba bien en la Persia de Reza Palevi.

Y ahora en España, si en una ciudad como Coria del Río (Sevilla) la policía municipal tirotea con gases a su Ayuntamiento porque le debe salarios, en otra como Barcelona se interrumpe por costumbre el transporte ciudadano, el gobierno quiere formar jueces- policías y el presidente insta a la modificación del Tribunal Constitucional, es que algo no va bien en nuestro país.

Lo que ocurre en España nos parece tan nuevo y sorprendente como a los alemanes debieron parecerle los argumentos y discursos de Hitler. Toda contienda social en la historia se viste con nueva indumentaria sin despreciar totalmente los retales a mano.

Pero lo que es realmente sorprendente es que el principal partido de la oposición esté contaminado por el virus antinacional que acaudilla ZP. Así podemos verlo en la conducta de sus barones y en la sarta de lugares comunes de Rajoy, quién parece más un periodista mediocre que el jefe del partido que debe salvar a España.

D. Mariano se despierta un día y ve que los ciudadanos están cabreados, los llama a poner banderas en balcones, y al otro vuelve a contarles que la cosa está mal, que espera que ZP comprenda su “error” y que si ellos gobernaran estas cosas no pasarían.

¿El PP no sabe que puede pedir el adelanto de elecciones o la dimisión del presidente? ¿Tiene que esperar que sean los ciudadanos quienes tengan que arreglar directamente sus problemas? ¿Para esa quietud y monserga está el PP en la palestra política? ¿Se marchará ZP de rositas?

Pues bien señores, ¡qué bien viven sus señorías!

Mirinda Greco (funcionaria)

Ciudadanos de Polonia


Los liberales de Donald Tusk, con un 41,4 % de los votos emitidos, han obtenido una sorprendente victoria en las urnas polacas, que les permitirá gobernar con una mayoría suficiente (209 de los 460 escaños de la Cámara Baja Polaca), habiendo recibido apoyos de otros partidos moderados como el PSL.

Las opciones conservadoras configuradas sobre el aislacionismo patriótico, el distanciamiento europeo, la simbiosis con el hermano americano, y las políticas sociales más austeras, fundamentadas en un mantenido crecimiento económico, han sido derrotadas por una opción que se ha aproximado a los ciudadanos polacos y les ha hablado con claridad, sobre sus auténticos problemas y su realidad. Las posiciones del nacionalismo patriótico han perdido en esta ocasión, para dar paso a las más racionales de quien se permite decir que prefiere que le recuerden por sus obras que por sus gestos.

La Plataforma Ciudadana (PO), ha salido victoriosa con un programa de cambio, que aproxima definitivamente la católica y conservadora Polonia a la “entente cordiale” europea.


El partido Justicia y Ley de los gemelos Kaczynski ha sido derrotado, con un 32,2% de los votos y 166 escaños. Jaroslaw tendrá que abandonar el gobierno, mientras que Lech, continuará presidiendo la República hasta el año 2010. Los partidos aún más conservadores, como el ultracatólico o el de Autodefensa, han desaparecido del mapa electoral. Polonia está harta de sus agresores y sus salvadores, quiere ser exclusivamente normal.

Polonia ha apoyado el cambio de rumbo, contra el populismo patriótico de los conservadores, que ha concedido permiso a los norteamericanos para instalar un escudo antimisiles en su territorio contra la amenaza iraní (aunque quien ha reaccionado ha sido el gobierno de Vladimir Putin, vetando tal posibilidad ante los Estados Unidos), y mantienen 900 soldados polacos en la guerra de Irak (que posiblemente regresen pronto a sus casas). Al mismo tiempo que han apartado a Polonia de sus históricos rivales, Alemania y Rusia, que ahora podrían ser sus principales mercados.

Las propuestas de Donald Tusk se fundamentan en un mejor aprovechamiento de los fondos recibidos de la Unión Europea, denunciando que en dos años sólo se han hecho siete kilómetros de autovías y un millón de polacos bien formados, han emigrado, fundamentalmente al Reino Unido e Irlanda, produciéndose una descapitalización humana que es imprescindible evitar.

La participación electoral ha sido del 53,8%, superior a las del resto de los comicios parlamentarios realizados desde la caída del comunismo en 1989. La abstención polaca es la más alta de Europa, lo que demuestra la escasa confianza que los ciudadanos de esta nación báltica tienen en sus políticos.

La situación delirante que han inducido los gemelos Kaczynski en la política polaca, ha quedado manifiesta cuando llegaron a solicitar a la Comisión Europea que su cuota de representación en el Parlamento de Estrasburgo se viera compensada por las elevadas bajas de su población durante la Segunda Guerra Mundial, o cuando permitieron la construcción de infraestructuras en zonas declaradas como protegidas por la Unión Europea.

El presidente francés Sarkozy se ha apresurado a felicitar al nuevo líder polaco, al igual que lo han hecho los mandatarios más europeistas de la Unión Europea, con el presidente Barroso a su cabeza.

Polonia, uno de los grandes países europeos, parece que ha sido capaz en esta ocasión de vencer la inercia política tradicional que le ha conducido desde la opresión del comunismo a la regresión de sus políticos más conservadores.

En España deberíamos aprender la lección de los polacos, lástima que en este país no haya partidos liberales, posiblemente la opción más parecida a lo que ha sido la Plataforma Cívica de Donald Tusk, sea el partido UPyD del triunvirato emergente de Basta Ya. Los orígenes de la Plataforma Ciudadana de los liberales polacos, son muy similares, primero fue una plataforma cívica y posteriormente, se transformaron en un partido político que ha logrado vencer a izquierda y derecha en las elecciones generales celebradas ayer.

Hoy Polonia mira al progreso y sonríe, esperamos que España también pueda hacerlo pronto, resolviendo la ecuación de la memoria histórica que nos mantiene atrapados en un presente que ya forma parte del pasado, entre los que vencieron y salieron derrotados de una guerra que ocurrió hace sesenta años, tras una dictadura que concluyó hace treinta años, y todavía se actualiza para rentabilizar el dolor en escrutinios.

Biante de Priena

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