"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo el más sagrado e indispensable de los deberes" Maximilien Robespierre
Cada día está más próxima la reacción de los españoles ante el despotismo y la tiranía de sus mandatarios políticos. Antes de final de año, se producirán revueltas callejeras, porque la vesania gubernamental ha superado el dintel de expolio que puede admitir un pueblo que se respete a si mismo. No hay vuelta atrás, ni nadie que pueda detener el conflicto al que vamos a enfrentarnos.
La política, se ha convertido en un negocio para aquellos que viven a su sombra y un latrocinio legal para todos aquellos que la sufragamos con nuestros impuestos. En España hay dos clases diferenciadas, como en la época de Fernando VII, los aristócratas del poder y la plebe subyugada. No hay invocación a la democracia que soporte tanta molicie y desenfreno.
Ahora, sólo queda imaginar como será la reacción popular ante la sevicia de los desalmados que acumulan privilegios desde la corrupción, mientras incrementan sin interrupción los perjuicios de aquellos que les han alzado. Mariano Rajoy no se ha enterado de que está gobernando sobre un depósito de gasolina mientras se fuma el puro de su mayoría absoluta.
La reacción será escalonada, comenzará por brotes aislados e individuales, relacionados con alguna injusticia concreta, algo que indignará a los españoles de tal forma que se producirá una reacción en cadena. Una vez identificado el enemigo de su bienestar en los partidos políticos, las sedes de las formaciones políticas serán las primeras en recibir la ira de los ciudadanos, posiblemente después vengan los sindicatos y más tarde, las instituciones públicas.
Las manifestaciones, cada día más numerosas, incrementarán su grado de violencia, algo que ocasionará una represión más agresiva. Surgirán las primeras víctimas y en ese momento, la reacción se hará generalizada y cada vez más osada, legitimada por la coerción que se ejercerá desde el poder.
Los líderes de los partidos políticos españoles actuales tienen la consideración más baja de la historia de la democracia. Más de un 75 % de los españoles consideran a Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba más como un grave problema que como una fuente de soluciones. La connivencia de ambos en ocultar los desmadres de sus respectivos partidos es inadmisible.
Los españoles vamos a pagar la reflotación financiera de los bancos que ayer fueron Cajas de Ahorros esquilmadas por representantes de partidos políticos y sindicatos. El déficit público ya ha superado en un semestre el total previsto para este año. Los políticos exigen a los parados que demuestre que buscan trabajo, mientras se inhiben a la hora de dar explicaciones sobre lo ocurrido, el porqué del hundimiento económico de este país gracias a sus inepcia. No hay ni un político responsable de lo ocurrido en la cárcel, aunque hay muchos imputados. Las autonomías están quebradas gracias a los políticos que las han gobernado y las gobiernan, otro tanto ocurre con los ayuntamientos. Europa está dispuesta a realizar un rescate de este país siempre que sea solicitado por su Gobierno, las condiciones que acompañarán a esta decisión se sumarán a todas las anteriores que fueron tomadas por los gobiernos del PSOE y del PP y no sirvieron para nada, lloverá sobre anegado.
Más de un 50 % de jóvenes en paro es un polvorín dispuesto para una chispa, más de cinco millones de parados están dispuestos a reclamar la vida que les han arrebatado los políticos, exclusivamente para mantener sus privilegios. Los pensionistas congelados, los funcionarios esquilmados, todo el mundo cabreado, están a la espera de un motivo para echarse a la calle, no para protestar, sino para reclamar que los que se han cargado la economía de este país desde la política sean juzgados y encarcelados.
Realmente en este país no queda nadie a quien no le afecte la crisis, una crisis que fue organizada por el PSOE y no resuelta por el PP, que además condonó los crímenes contra la razón y los desfalcos públicos de la época de Zapatero, además de mentir a los españoles para acceder al Gobierno.
Estamos ante el escenario de una revolución próxima, en la que habrá violencia sin duda alguna, y que no cesará hasta que se consiga un cambio definitivo en la relación entre ciudadanos y políticos, una regeneración democrática y una intervención de la justicia en todos los nichos de corrupción del país. Vienen purgas y depuraciones, estallidos sociales y reacciones indeseadas. No es una predicción, sino una constatación de los hechos y de la evolución más probable que acontecerá.
Puede ser mañana o la próxima semana, no creo que pasen un par de meses antes que las cosas de la política en España comiencen a cambiar de forma definitiva y para siempre. Y lo peor es que lo que pronto comenzará no podrá ser detenido ni por los inductores, porque abierta la espita la presión les acabará sobrepasando, mucho menos podrá ser sofocada por los políticos, que son los principales agentes causales de los problemas que hoy tenemos en España y han perdido toda legitimidad para contener la evolución de los hechos.
Estamos ante una incipiente revolución de la que todavía desconocemos comienzo y final. Lo que no sabemos todavía es como quedarán las cosas tras los acontecimientos que viviremos, ni cuanto tiempo durarán, ni el precio que pagaremos por ellos. Ojalá no se produzca ningún daño irreparable, aunque será prácticamente imposible.
Enrique Suárez
La política, se ha convertido en un negocio para aquellos que viven a su sombra y un latrocinio legal para todos aquellos que la sufragamos con nuestros impuestos. En España hay dos clases diferenciadas, como en la época de Fernando VII, los aristócratas del poder y la plebe subyugada. No hay invocación a la democracia que soporte tanta molicie y desenfreno.
Ahora, sólo queda imaginar como será la reacción popular ante la sevicia de los desalmados que acumulan privilegios desde la corrupción, mientras incrementan sin interrupción los perjuicios de aquellos que les han alzado. Mariano Rajoy no se ha enterado de que está gobernando sobre un depósito de gasolina mientras se fuma el puro de su mayoría absoluta.
La reacción será escalonada, comenzará por brotes aislados e individuales, relacionados con alguna injusticia concreta, algo que indignará a los españoles de tal forma que se producirá una reacción en cadena. Una vez identificado el enemigo de su bienestar en los partidos políticos, las sedes de las formaciones políticas serán las primeras en recibir la ira de los ciudadanos, posiblemente después vengan los sindicatos y más tarde, las instituciones públicas.
Las manifestaciones, cada día más numerosas, incrementarán su grado de violencia, algo que ocasionará una represión más agresiva. Surgirán las primeras víctimas y en ese momento, la reacción se hará generalizada y cada vez más osada, legitimada por la coerción que se ejercerá desde el poder.
Los líderes de los partidos políticos españoles actuales tienen la consideración más baja de la historia de la democracia. Más de un 75 % de los españoles consideran a Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba más como un grave problema que como una fuente de soluciones. La connivencia de ambos en ocultar los desmadres de sus respectivos partidos es inadmisible.
Los españoles vamos a pagar la reflotación financiera de los bancos que ayer fueron Cajas de Ahorros esquilmadas por representantes de partidos políticos y sindicatos. El déficit público ya ha superado en un semestre el total previsto para este año. Los políticos exigen a los parados que demuestre que buscan trabajo, mientras se inhiben a la hora de dar explicaciones sobre lo ocurrido, el porqué del hundimiento económico de este país gracias a sus inepcia. No hay ni un político responsable de lo ocurrido en la cárcel, aunque hay muchos imputados. Las autonomías están quebradas gracias a los políticos que las han gobernado y las gobiernan, otro tanto ocurre con los ayuntamientos. Europa está dispuesta a realizar un rescate de este país siempre que sea solicitado por su Gobierno, las condiciones que acompañarán a esta decisión se sumarán a todas las anteriores que fueron tomadas por los gobiernos del PSOE y del PP y no sirvieron para nada, lloverá sobre anegado.
Más de un 50 % de jóvenes en paro es un polvorín dispuesto para una chispa, más de cinco millones de parados están dispuestos a reclamar la vida que les han arrebatado los políticos, exclusivamente para mantener sus privilegios. Los pensionistas congelados, los funcionarios esquilmados, todo el mundo cabreado, están a la espera de un motivo para echarse a la calle, no para protestar, sino para reclamar que los que se han cargado la economía de este país desde la política sean juzgados y encarcelados.
Realmente en este país no queda nadie a quien no le afecte la crisis, una crisis que fue organizada por el PSOE y no resuelta por el PP, que además condonó los crímenes contra la razón y los desfalcos públicos de la época de Zapatero, además de mentir a los españoles para acceder al Gobierno.
Estamos ante el escenario de una revolución próxima, en la que habrá violencia sin duda alguna, y que no cesará hasta que se consiga un cambio definitivo en la relación entre ciudadanos y políticos, una regeneración democrática y una intervención de la justicia en todos los nichos de corrupción del país. Vienen purgas y depuraciones, estallidos sociales y reacciones indeseadas. No es una predicción, sino una constatación de los hechos y de la evolución más probable que acontecerá.
Puede ser mañana o la próxima semana, no creo que pasen un par de meses antes que las cosas de la política en España comiencen a cambiar de forma definitiva y para siempre. Y lo peor es que lo que pronto comenzará no podrá ser detenido ni por los inductores, porque abierta la espita la presión les acabará sobrepasando, mucho menos podrá ser sofocada por los políticos, que son los principales agentes causales de los problemas que hoy tenemos en España y han perdido toda legitimidad para contener la evolución de los hechos.
Estamos ante una incipiente revolución de la que todavía desconocemos comienzo y final. Lo que no sabemos todavía es como quedarán las cosas tras los acontecimientos que viviremos, ni cuanto tiempo durarán, ni el precio que pagaremos por ellos. Ojalá no se produzca ningún daño irreparable, aunque será prácticamente imposible.
Enrique Suárez