Museo Histórico Municipal de Madrid. Las Cortes de Cádiz de 1812
Verán ustedes ante la penuria que vivimos y las extravagancias que nos obsequian nuestros representantes públicos, sólo queda una alternativa:
definirse.
Vamos a dejarnos de definir la situación, el escenario de la vida pública, de otras diez mil formas más. No sirve de nada, todo es una cuestión de gradiente. Los políticos sólo se distinguen entre sí de forma cuantitativa en el continuo de la usurpación. Los hay que aún conservan cierto barniz, pero la inmensa mayoría están descascarillados y mates.
Y para definirse, mejor comenzar por cuestiones mínimas, bien diferenciadas. Los hombres como hombres y las mujeres, como mujeres, y los homosexuales, como homosexuales. Los jóvenes como jóvenes y los viejos, como viejos. La cuestión es que no nos definan los demás para expoliarnos, o que permanezcamos en la indefinición para facilitar la tarea de nuestra anulación. Que al fin de eso se trata la política, nos definen como electores y ahí se acabó nuestra soberanía ciudadana.
Pues eso, a ponerse las pilas, que como no brille la inteligencia de los ciudadanos en los próximos tiempos, los políticos nos acabarán asfixiando en sus oscuras pretensiones. No, no se devanen el cerebro, todos los políticos en todas las circunstancias, porque al final la cuestión se dirime en trazar una raya que distinga parásitos de contribuyentes, y distinguir quien se queda a un lado y al otro. En un lado los políticos, en otro los ciudadanos, porque no puede haber intereses comunes entre un ladrón y sus víctimas.
¿Y cómo nos definimos?. Sencillo, por lo que somos realmente, no por lo que nos hacen ser para convertirnos en los espectadores que pagan su juego, para pagar la fiesta y perder siempre.
La política en España es un negocio profesionalizado, especializado en la usurpación mantenida y la detentación. Y déjense de tonterías, de que si no se cumple con las reglas impuestas la democracia está en peligro, porque los primeros que han abandonado la democracia son los políticos para transformar los partidos en empresas rentables, que reparten beneficios entre los que asienten y persiguen a los que discrepan.
Tampoco es cuestión de libertad, porque la libertad es poder elegir, y no se puede elegir libremente entre lo malo y lo peor, además no es justo que unos cuantos inanes dispongan de todos los recursos para dilapidarlos a su antojo, y los demás quedemos relegados a lo que decidan concedernos. Hay que invertir el proceso.
Representar a los ciudadanos exige algo más que un partido político, antidemocrático, opresor e injusto, decida que uno de sus miembros, que ha lamido el culo de los dirigentes hasta el desgaste de su lengua, sea considerado como un buen representante por asentir siempre a las veleidades del grupo directivo, liderado por una máscara.
Si los políticos han convertido la política en una mezquindad es su problema, el nuestro, el de los ciudadanos, es que su estupidez no arruine nuestra existencia. Para eso los españoles tenemos que ponernos de acuerdo en varias cosas, la primera en lo que somos, la segunda en lo que queremos, la tercera en como lo conseguimos.
En cuanto a lo que somos, el factor común nos viene dado gracias a nuestra historia, y se actualiza en nuestra Constitución: somos españoles, a secas. Y sólo por eso tenemos libertad, igualdad, derechos, obligaciones, y la voluntad de aceptar exclusivamente un marco de juego democrático y justo. Todo lo demás es engaño.
La segunda está bien clara, que se vayan los políticos a la mierda, porque además de nefastos para nuestro presente, son un peligro indefinido para nuestro futuro.
Y la tercera se debe organizar, pero para comenzar vamos a ponernos en marcha, que el movimiento se demuestra andando, si lo único que nos queda de la democracia es el derecho al voto, utilicémoslo con inteligencia. No para cambiar las cosas, sino para cambiar el sistema, es decir, la realidad en que vivimos.
Dos objetivos para las próximas Elecciones Europeas
1) Que Ciudadanos y UPyD, como representantes últimos en llegar al reparto y por lo tanto también los últimos en defraudarnos, no obtengan ningún voto en las próximas elecciones europeas.
2) Que entre todos los votos a partidos no alcancen 1/3 de la representación de los españoles.
Por qué en el fondo, estas Elecciones Europeas son un referéndum, si votamos a partidos, estamos votando a un sistema corrupto, fundamentado en el engaño y la mezquindad, y ratificando que con nuestro voto que la ausencia de democracia en los partidos, la opresión de todos los partidos sobre los ciudadanos, y los privilegios que obtienen de representarnos, son legítimos.
Nuestro voto, españoles, legitima el sistema político en el que vivimos, y entrega nuestra soberanía a unos desaprensivos para que se financien su existencia, aplastando nuestras necesidades. Si conseguimos los objetivos propuestos, se abrirá un nuevo periodo en el que la libertad podrá regresar a la democracia, limitando el poder de los partidos políticos que nos han estafado.
Así que para no entrar en disquisiciones, si son mejores los galgos que los podencos, decidimos que el voto lo que dirime es si abolimos el canódromo o lo dejamos abierto, para seguir asistiendo al espectáculo de ver como pasan los años y cada vez vamos estando peor. Al final que más da que sean galgos o podencos, todos tratan de capturar a la liebre que somos los ciudadanos españoles, todos iguales en nuestra condición, ante su insidia.
Biante de Priena