A pesar de los mensajes milenaristas que se escuchan por
diversos países europeos, que anuncian el final del capitalismo, lamento
informar a los detractores que el capitalismo goza de una extraordinaria salud
en este mundo y algo peor en España, gracias a la intervención económica de los
partidos doctrinarios, que están empeñados en que regresemos al pasado, en
forma de estatismo o tercermundismo. Creo que el problema más acuciante al que
nos enfrentamos los españoles, es la inadecuación de los que se postulan para
representantes políticos de los ciudadanos de este país.
Los ciudadanos de este país estamos cada día más hartos de
tener unos representantes políticos que son unos inadaptados, no sólo a los
tiempos actuales, sino a las condiciones vitales de los ciudadanos que
pretenden representar, tampoco les importa demasiado, mientras puedan seguir
viviendo felizmente del pesebre que les concede el poder. Tenemos una casta muy
cateta, esa es la verdad, que aspira a ser desplazada por otra casta aún más
cateta que la que existe, que confunden su versión delirante de la vida y el
mundo con la realidad.
Las versiones, interpretaciones, percepciones limitadas por
los cerebros de los que nos representan sólo son una de las posibles
alternativas para comprender lo que existe. Dudo mucho que en una reunión de
todos los que dicen representarnos lograran establecer una descripción
coherente de la realidad, que coincidiera con la establecida por unos cuantos
miles de ciudadanos de este país. Realmente hablamos de dos mundos, uno el de
los políticos que se afinca en el poder, y otro el de los ciudadanos que se
ubica en el despojo, nada tienen que ver entre ellos, por mucho que se empeñen
las cofradías de las siglas.
Por eso no dejaré de insistir en que los problemas a los que
nos enfrentamos los ciudadanos occidentales poco tienen que ver con el
capitalismo, algo que se puede demostrar fácilmente, hay países que viven en el
capitalismo en los que la mayoría de sus ciudadanos viven muy bien, y sin duda
mucho mejor que en cualquier otra alternativa económica. También es cierto que
en el capitalismo no todos viven igual de bien, está comprobado que aquellos
que trabajan y producen más viven mejor que aquellos que no trabajan o producen
menos, algunos aventureros consideran que esto es una injusticia del
capitalismo, a mí me parece que la injusticia sería, precisamente, que vivieran
igual los que se parten el lomo y los que no pegan palo al agua.
El capitalismo busca el interés económico, evidentemente, esa
es una ley universal, porque muchos de los que dicen que buscan el interés
social, en realidad lo que buscan es no ser desplazados del lugar laboral que
ocupan, habitualmente en algo relacionado con lo público, porque las
condiciones del capitalismo, de eficiencia y eficacia les deje fuera de juego,
en un sistema que valora producciones y salarios. En este país hay más de medio
millón de trabajadores públicos, no funcionarios, empeñados en convencer a los
demás de que son necesarios para que el mundo funcione mejor, cuando en
realidad son manifiestamente prescindibles. Medio millón de cofrades de propaganda
continua son muchos cofrades, para que la procesión no obtenga atención por
parte de la opinión pública. Pero lo que está claro es que cuantos más parásitos innecesarios tenemos en lo público, menos creadores de riqueza se van quedando en lo privado.
Sin embargo, en este país hay dos millones de autónomos que
en estos momentos están sufriendo la opresión de la crisis en sus vidas, para
poder mantener al medio millón de innecesarios que se dedican a dictar moral
para conservar su puesto de trabajo en lo público, pero estos no salen en la
televisión y pasan desapercibidos, pequeños comercios, bares, fontaneros,
albañiles, carpinteros, trabajadores de servicios, que no habiendo recibido la
sonrisa de la fortuna o el enchufe correspondiente por ser unos buenos cofrades
de su causa, están condenados a malvivir para que otros vivan a su costa de
puta madre, mientras mantienen a otros que les dicen lo que tienen que hacer para
ser considerados como ciudadanos ejemplares por los parásitos públicos.
Algún día tendrían que salir en la televisión los autónomos
de este país para decir que opinan de este sistema que premia a los que viven
de dictar discursos morales, mientras otros se parten el espinazo para poder
pagarles el sueldo y las pasan putas para llegar a fin de mes, pagando los
impuestos necesarios para que los nuevos curas sociales puedan vivir felices
diciendo a todos los demás lo que deben hacer, ofreciéndoles en el más allá, lo que son incapaces de procurarles en el más acá.
Enrique Suárez