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miércoles, 11 de julio de 2012

Del ¡No a la guerra! al ¡Sí a la guerra!


Asturias patria querida se encuentra con el alma dividida, el abanico de la opinión pública se ha abierto por completo. Sí bien hay muchos que se solidarizan con la causa de los mineros, no todos lo hacen con toda su causa, ni por los mismos motivos; por primera vez en la historia de esta comunidad se comienzan a escuchar voces contra los mineros entre los asturianos. Voces claras y contundentes, no quedas y sordas; voces que exigen restituciones y denuncian en voz alta el negocio político-sindical-financiero-social que se ha desarrollado alrededor de la minería durante las últimas décadas. Voces que se quejan de que los principales autores del hundimiento de Asturias, incluida la minería: PSOE-PP-IU-UGT-CCOO-Empresarios subvencionados, sean ahora los mismos que se ponen a la cabeza de la protesta entonando "gritos de guerra". Voces de los trabajadores amenazados de perder su empleo, si se siguen produciendo incidentes violentos en Asturias que convierten esta comunidad en un hervidero que resulta repulsivo para los visitantes en pleno verano, en una situación de crisis galopante.

Mi opinión personal al respecto de la minería de Asturias no es diferente a la de la pesca, la agricultura, la ganadería, la industria, el comercio, el turismo, la construcción o la hostelería. Todos los sectores empresariales y laborales, tradicionales o no, están en franca decadencia en el Principado. Sin embargo, a pesar de que todos los sectores laborales están en franca decadencia en Asturias, sólo la minería ha logrado establecer una protesta organizada que ha llegado a la opinión pública, fundamentalmente por estar organizada por los sindicatos mineros, el apoyo de partidos de la izquierda y algunos medios de comunicación.


La realidad de la minería en Asturias se comprende mucho mejor desde una perspectiva antropológica que ha convertido la historia en leyenda, en un motivo para creer. La urdimbre de la minería asturiana está organizada sobre un fuerte apoyo colectivo a todas las causas individuales, de ahí la fuerza que han llegado a tener los sindicatos mineros en Asturias, influyendo en la formación de Gobiernos, participando en los Consejos de Administración de Cajas de Ahorros, y estando presentes en todo el entramado social del Principado, acumulando un poder que jamás ha tenido ninguna representación sindical en España. Se puede decir que durante décadas no se ha movido una hoja en Asturias sin la participación de los sindicatos mineros.

Actualmente quedan en Asturias en activo menos de 1.300 mineros del carbón, 700 en Hunosa y 600 en empresas privadas. En total en España no alcanzan los 5.000, por tanto son menos del 1 por mil de los parados existentes en España. Sin embargo, al existir en España cerca de seis millones de parados, no es extraño que mucha gente se agrupe alrededor de los que al menos se atreven a protestar. La situación de decadencia que se vive en el Principado de Asturias contribuye a que muchos hagan propia la bandera de los mineros.

Pero la triste realidad de Asturias se puede asociar una vez más a la decadencia de la minería asturiana, actividad condenada a la extinción fulminante y con ello, también se condena a la pérdida de poder de los sindicatos mineros, que en realidad es la causa fundamental de las movilizaciones histéricas (no históricas) que se están produciendo. Esencialmente por dos motivos, el primero que hay muchos sindicalistas de la minería asturiana que están condenados a irse al paro al extinguirse la actividad minera; el segundo que es necesario ocultar el despilfarro cometido por los líderes sindicales y políticos de la izquierda asturiana con los fondos mineros, aproximadamente 12.000 millones de euros que se han dilapidado en inversiones que no han conseguido crear puestos de trabajo (o los han creado efímeramente) que era su principal cometido, pero también en operaciones de inversiones en la propia minería con empresarios que han recibido miles de millones de euros en las últimas décadas.

La marcha negra en realidad es una mancha negra que pende sobre las cabezas de líderes sindicales como José Ángel Fernández Villa por la UGT, políticos del PSOE como Vicente Álvarez Areces o el actual Presidente del Principado, Javier Fernández, o el Delegado de Gobierno del PP, Gabino de Lorenzo o incluso el mismo José Luis Rodríguez Zapatero, que en uno de sus últimos Consejos de Ministros declino investigar el dispendio de unos fondos mineros -490 millones de euros- que fueron señalados por la intervención del Estado como de dudosa adscripción a sus fines, algo que acaba de denunciar el PP y que está dispuesto a investigar en comisión parlamentaria.

Sin embargo, tras la lucha de los mineros también es cierto que está el grito desesperado de una Asturias que agoniza, en la que la cifra de pensionistas (350.000) pronto superará a la de trabajadores (390.000), en una comunidad con la natalidad más baja de Europa, la mortalidad más alta de España, la tasa más elevada de suicidios consumados, la menor inmigración, una de las mayores emigraciones juveniles, la tasa de actividad laboral más baja de España, el potencial de vida más bajo del país, el riesgo de empobrecimiento mayor de España, la comunidad que más población pierde y por último, la más dependiente del Estado.

Razones para una protesta social en Asturias hay desde hace muchos años, sin embargo esta no se había producido hasta ahora, no porque la situación de Asturias haya empeorado de repente, sino porque el Gobierno que está en La Moncloa es del PP y los partidos y sindicatos que han arruinado Asturias son de izquierdas. La ofensiva que se ha producido tiene muchos más motivos políticos que económicos, la finalidad es crear una falacia de que ha sido el Gobierno del PP el que ha hundido la economía asturiana y en particular, la minería asturiana; no es así, al igual que ha ocurrido con el PSOE en España, quienes han hundido este país han sido los gobiernos de Rodríguez Zapatero, engañando a los españoles sin interrupción desde el año 2006, primero negando la existencia de una crisis, posteriormente elevando la deuda pública al doble para que no se notara su existencia hasta que traspasaran los trastos de gobernar a Mariano Rajoy que, mientras el PSOE hundía España, se dedicaba a leer El Marca, recreándose en el “tancredismo” expectante.

Se vuelve a utilizar la misma farsa que se urdió tras el atentado del 11-M en España, se cierra un ciclo, el responsable máximo de aquel conflicto al final fue un minero diagnosticado de esquizofrenia que se curó milagrosamente para poder vender dinamita de una mina medio abandonada a unos “talibanes” que cometieron el mayor crimen de la historia de España. En aquella ocasión, un Rubalcaba que hoy dirige el PSOE convenció a los españoles, en una finta delirante y una campaña perfectamente organizada para que pareciera espontánea de que todo aquello había ocurrido por la mala cabeza de Aznar al hacer que España participara en la guerra de Irak –donde no hubo muertos militares españoles, recordemos que en la “misión de paz” de Afganistán pasan de 100-, el ¡NO A LA GUERRA! fue el grito de rebeldía que se expandió en aquella ocasión, aderezado por los artistas que apoyaban a Zapatero en la defensa de la alegría.

Ocho años después, cuando el PSOE vuelve a estar en la oposición, nuevamente la izquierda recurre a los mineros para que la lleven de nuevo al poder, cuando las urnas les ofrecen los resultados más escuálidos de su historia; otra vez tenemos a los defensores de la alegría animando al personal; otra vez Rubalcaba a punto de repetir lo de: “necesitamos un gobierno que no nos mienta”; otra vez las calles de Madrid colmadas de “luchadores solidarios” , lo único que ha cambiado es el grito de rebeldía, que en esta ocasión es el ¡SÍ A LA GUERRA!

Sobre el atentado del 11-M cada día tengo más dudas de que ocurriera como nos lo han contado, pero sobre lo que no tengo ninguna duda es que los autores de que la prima de riesgo ande rondando los 600 puntos fueron los del PSOE, cuando Zapatero se gastó 400.000 millones de euros de deuda pública, duplicándola, entre 2007-2011, para que ahora tengamos que pagar 435 millones de euros diarios solo de intereses por su mala cabeza, al mismo tiempo que creaba 3,5 millones de nuevos parados durante sus mandatos y elevaba el déficit público hasta el 9,5 %, llevándonos a una situación de ruina casi irreversible.

No creo que todo el carbón de la minería española sea suficiente para borrar los crímenes contra la razón, y los desfalcos que han cometido el PSOE y los sindicatos de clase en este país. Porque a nadie se le olvide que cuando hoy hablamos de crisis financiera en este país, no estamos hablando de otra cosa que de unos políticos del PSOE-PP-IU y unos sindicalistas de UGT-CCOO que formaban los consejos de administración, que transformaron las cajas de ahorros en bancos, con el beneplácito del Banco de España, para borrar las pruebas de las irregularidades que se cometieron durante su gestión y los dineros que desaparecieron como por arte de magia, casualmente igual que los fondos mineros o el dinero dedicado a los trabajadores en Andalucía en los EREs.

Así que se dejen de cuentos y comiencen a rendir cuentas, que nos deben muchas explicaciones a los españoles, además de todo el dinero que ha desaparecido del erario público mientras ellos lo gestionaron. Vamos a necesitar mucha minería para llegar al fondo del asunto, en las montañas de mierda que nos han legado los que decían que venían a salvarnos y nos han llevado a la ruina.

Enrique Suárez

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