Algo está ocurriendo en nuestro país, cuando la falla de las dos españas se vuelve a abrir, tras el terremoto político que derivó en los escombros de la T4. Porque lo de Barajas fue consecuencia de un seísmo que se ha extendido por toda la geografía nacional, y parte del extranjero. Más que un accidente, ha sido una catástrofe, que es como un accidente a lo bestia.
Nunca ha habido en la reciente democracia española un presidente del Gobierno tan cuestionado, y nunca los españoles han estado tan enfrentados por una cuestión política relacionada con el terrorismo. ETA ha conseguido su principal propósito, dividir a la opinión publica sobre sus acciones y reivindicaciones.
Pero claro una nueva circunstancia descubre nuevos propósitos, el último que ha aparecido sobre la mesa es el siguiente: ¿qué necesidad tenemos de que España como nación siga existiendo?
Alguien se pregunta, proponiendo, por qué no realizar un proyecto de Constitución que permita la disolución nacional en sus componentes. Y no les falta razón, porque la realidad nacional es precisamente esa.
Desde que la Constitución actual se ha aprobado, el Titulo VIII que se dedica a las autonomías, no ha dejado de dar problemas. Hay muchos ciudadanos que no se consideran españoles, sino catalanes, vascos, gallegos, etc; pero además, muchos han opuesto esta condición a la de ser españoles.
Para ser castellano, murciano o andaluz, etc, hay que dejar de ser español. Los políticos nacionalistas han planteado su política en términos salomónicos, o eres de aquí o eres de los españoles, es decir, de los otros; no se puede ser las dos cosas al mismo tiempo.
En estos términos se plantea la propuesta de Estatuto Andaluz, que se votará en esta comunidad el 18 de Febrero próximo. Además, con un añadido curioso, los andaluces que siempre han sido considerados españoles, hasta el punto de que la cara de España que más se ve en el mundo es la andaluza, ahora deben decidir que ellos no son españoles, sino sólo andaluces.
Gracias a la sagacidad de los políticos del PP y el PSOE, Andalucía es la encargada de darle la puntilla a la organización política de nuestro país, a la realidad nacional española; Andalucía, precisamente, que nunca ha puesto en duda su condición hispánica, ni ha tenido necesidad de hacerlo.
Hay muchos ciudadanos que no comprenden la pregunta del referéndum, y otros muchos que no la quieren comprender. Si soy andaluz, ¿dejo de ser español?. Bueno, exactamente, no, usted sigue siendo español, pero España deja de ser Andalucía, que no es lo mismo, porque Andalucía se convierte en una realidad paralela a España, y para que necesitamos dos naciones. Dado el afán nacionalista de otras comunidades como Cataluña o el País Vasco, es el primer paso hacia la disolución de España, o quizás la última línea de resistencia que les queda por vencer.
Por eso es tan importante decir NO al estatuto andaluz, porque al final lo que se decide no es un Sí a Andalucía, sino un NO a España con este Sí. Para no liarnos más, votar Sí, es apoyar la disolución progresiva y paulatina de España; votar No, es impedir que esto ocurra, plantar resistencia a un paso más en la disolución de España, en la que Andalucía no participa, pero que otros están deseando.
Hoy, como siempre, España termina en Andalucía, ojalá se den cuenta los andaluces de la trampa a la que les están sometiendo los políticos. Que van a ser ellos los autores del fin de nuestra realidad nacional, la española; vamos, que diciendo Sí a Andalucía, les van a hacer el juego sucio a otros.
Ojalá los ciudadanos reflexionen y digan NO al Estatuto, que es como decir, SI a Andalucía, pero también SI a España.
Quienes han propuesto este Estatuto, han cometido una imprudencia histórica; el PP y el PSOE, fundamentalmente, más otros como IU. No quiero pensar que lo han hecho sabiendo que les ofrecen a los andaluces darle la puntilla a nuestra realidad nacional, mientras votan que Sí a Andalucía.
Sólo por esta razón, de oponer la realidad nacional de Andalucía a la realidad nacional española, aunque sea de forma enmascarada, este Estatuto ya merece un NO, de cualquier español, de cualquier andaluz, de cualquier ciudadano.
Erasmo de Salinas