Estos conserjes aupados a ministros, a ellos y a ellas me refiero, por supuesto. En la historia de España que es extraordinariamente rica en personajes deleznables, arteros e infames, jamás se había contemplado espectáculo más abominable y espeluznante que el brindado por el Gobierno de José Luis y sus palmeros. Sólo pueden competir en opacidad intelectual y carencias, con la colección de impresentables que acompaña a ese prisionero de las ausencias que es Mariano Rajoy.
Sin embargo hay una pequeña diferencia entre aquellos que gobiernan y aquellos que ejercen la oposición, como nos recuerda Ralf Dahrendorf: “El gobierno requiere talentos distintos a los que exige el ejercicio de la oposición, incluso virtudes diferentes, una “ética de la responsabilidad” práctica en lugar de la pura “ética de la convicción”. En este país, ni Gobierno, ni oposición tienen ética de la responsabilidad, y en vez de talento, del que carecen la inmensa mayoría de los máximos representantes públicos españoles, apañan la figuración con una elegía al talante.
Muchos españoles, cada vez menos afortunadamente, viven en la ilusión democrática de sentirse representados por el Gobierno que detenta el poder en este país, nada más lejos de la realidad, porque la democracia se ha convertido en una coartada del poder para someter a los ciudadanos a servidumbre, volvemos a ser súbditos de un régimen opresor, represor, coercitivo, exactamente igual que en el franquismo.
A los pobres ilusos que piensan que en este país existe una democracia, nada más decirles que un Gobierno que trata de subvertir las reglas del juego es un Gobierno en rebeldía y una oposición que se enajena de su responsabilidad de controlar al Gobierno, por sus intereses exclusivamente electorales, es una oposición infame. La representación política en España está más devaluada que la peseta, que ya no existe. La única representación que existe en España es la de las oligarquías que regentan los partidos políticos, que se han convertido en auténticos proxenetas de esa hetairas que dicen representarnos denominados políticos.
La putrefacción institucional en España es inextinguible por sí misma, necesitamos un proceso de desintoxicación inmediato e inaplazable. La opinión pública responsable, la conciencia de los ciudadanos comprometidos con el futuro de su país, los funcionarios de carrera –no los enchufados por la puerta de atrás-, los jueces ecuánimes que son la inmensa mayoría, los medios de comunicación libres, y las diversas instituciones del Estado no contaminadas, deben establecer una alianza por la regeneración de la política en España.
La situación es tan penosa que sólo se resolverá cuando los políticos restituyan todo el daño que han hecho y paguen con su libertad por el irremediable destino funesto al que nos han arrojado. Hasta que no veamos a miembros del gobierno diputados y militantes de partidos, sindicatos y colectivos en la cárcel, este país no podrá seguir escribiendo las páginas de la historia que se merece. Es hora de que rindan cuentas ante los españoles todos los que han robado, estafado, mentido, y se han aprovechado de la ingenuidad y la ignorancia de los ciudadanos desde la política, con la política, en la política, por la política. Tenemos delincuentes en el partido que patrocina el Gobierno y en los partidos que le hacen oposición. Tenemos los delincuentes que nos merecemos por habernos callado y haber consentido que nos tomen el pelo. El pueblo no tiene la capacidad de gobernarse a sí mismo, pero si tiene la capacidad de expulsar del poder a los que lo administran en su propio interés y beneficio, gracias a la representación que les hemos concedido, tras haber sido embaucados por sus promesas que nunca se cumplieron, ni se cumplirán, ésto debe conducir a una rescisión de contrato.
Cualquier trabajador de este país, por muchos menos errores y disparates de los que ha cometido este Gobierno y esta oposición, habría perdido su puesto de trabajo. ¿Por qué tenemos que conformarnos con unos agentes contratados que nos están robando, mintiendo y asfixiando económicamente? Cómo decía Lord Acton, "los problemas de la democracia se resuelven con más democracia", seamos demócratas, ejerzamos nuestros derechos, expulsemos del poder a estos sinvergüenzas. ¿A qué esperamos?
Biante de Priena
Sin embargo hay una pequeña diferencia entre aquellos que gobiernan y aquellos que ejercen la oposición, como nos recuerda Ralf Dahrendorf: “El gobierno requiere talentos distintos a los que exige el ejercicio de la oposición, incluso virtudes diferentes, una “ética de la responsabilidad” práctica en lugar de la pura “ética de la convicción”. En este país, ni Gobierno, ni oposición tienen ética de la responsabilidad, y en vez de talento, del que carecen la inmensa mayoría de los máximos representantes públicos españoles, apañan la figuración con una elegía al talante.
Muchos españoles, cada vez menos afortunadamente, viven en la ilusión democrática de sentirse representados por el Gobierno que detenta el poder en este país, nada más lejos de la realidad, porque la democracia se ha convertido en una coartada del poder para someter a los ciudadanos a servidumbre, volvemos a ser súbditos de un régimen opresor, represor, coercitivo, exactamente igual que en el franquismo.
A los pobres ilusos que piensan que en este país existe una democracia, nada más decirles que un Gobierno que trata de subvertir las reglas del juego es un Gobierno en rebeldía y una oposición que se enajena de su responsabilidad de controlar al Gobierno, por sus intereses exclusivamente electorales, es una oposición infame. La representación política en España está más devaluada que la peseta, que ya no existe. La única representación que existe en España es la de las oligarquías que regentan los partidos políticos, que se han convertido en auténticos proxenetas de esa hetairas que dicen representarnos denominados políticos.
La putrefacción institucional en España es inextinguible por sí misma, necesitamos un proceso de desintoxicación inmediato e inaplazable. La opinión pública responsable, la conciencia de los ciudadanos comprometidos con el futuro de su país, los funcionarios de carrera –no los enchufados por la puerta de atrás-, los jueces ecuánimes que son la inmensa mayoría, los medios de comunicación libres, y las diversas instituciones del Estado no contaminadas, deben establecer una alianza por la regeneración de la política en España.
La situación es tan penosa que sólo se resolverá cuando los políticos restituyan todo el daño que han hecho y paguen con su libertad por el irremediable destino funesto al que nos han arrojado. Hasta que no veamos a miembros del gobierno diputados y militantes de partidos, sindicatos y colectivos en la cárcel, este país no podrá seguir escribiendo las páginas de la historia que se merece. Es hora de que rindan cuentas ante los españoles todos los que han robado, estafado, mentido, y se han aprovechado de la ingenuidad y la ignorancia de los ciudadanos desde la política, con la política, en la política, por la política. Tenemos delincuentes en el partido que patrocina el Gobierno y en los partidos que le hacen oposición. Tenemos los delincuentes que nos merecemos por habernos callado y haber consentido que nos tomen el pelo. El pueblo no tiene la capacidad de gobernarse a sí mismo, pero si tiene la capacidad de expulsar del poder a los que lo administran en su propio interés y beneficio, gracias a la representación que les hemos concedido, tras haber sido embaucados por sus promesas que nunca se cumplieron, ni se cumplirán, ésto debe conducir a una rescisión de contrato.
Cualquier trabajador de este país, por muchos menos errores y disparates de los que ha cometido este Gobierno y esta oposición, habría perdido su puesto de trabajo. ¿Por qué tenemos que conformarnos con unos agentes contratados que nos están robando, mintiendo y asfixiando económicamente? Cómo decía Lord Acton, "los problemas de la democracia se resuelven con más democracia", seamos demócratas, ejerzamos nuestros derechos, expulsemos del poder a estos sinvergüenzas. ¿A qué esperamos?
Biante de Priena