Desde las posiciones políticas de izquierdas, se ha criticado siempre la libertad de mercado como un fenómeno que genera desigualdades sociales insoportables, inadmisibles en los sistemas políticos que configuran las democracias más avanzadas.
La crítica a la globalización y a su materialización en el libre mercado, se ha convertido en un fetiche rojo que denuncia, con acierto, que una igualdad de condiciones y reglas, siempre dejará desvalidos a los más desafortunados, y hará más ricos a los más opulentos. Quizás haya algo de cierto en esta reflexión, pero también se debe reconocer que más del 90 % de las ayudas al desarrollo de los países más pobres, proviene de aquellos que participan de sistemas mercantiles abiertos.
El mismo año, 1776, en que los Estados Unidos se declaraban independientes de la metrópolis británica, el escocés Adam Smith, publicaba su obra “La riqueza de las naciones” en la que consideraba una redistribución natural de la riqueza, siempre que el Estado o cualquier otra fuerza ajena al mismo mercado, como el Estado, no interfiriera, ni interviniera en su curso. A esta teoría se la conoce desde entonces como “la mano invisible de Adam Smith”.
Autores como Ricardo, Marx o los Friedman y la escuela de Chicago, abundaron en esta teoría, el primero hablando del valor trabajo, el segundo exponiendo la opresión del proletariado por el capital y los últimos de forma favorable y oponiéndose al Keynesianismo, que proponía la intervención fiscal del Estado sobre el albedrío mercantil.
Las teoría de Keynes, sin embargo, ha triunfado parcialmente en la consecución del conocido como Estado del Bienestar, en que se vive actualmente en los países con democracias avanzadas
La teoría de la mano invisible, con ciertas correcciones ha imperado en el mundo desde entonces, y a fecha actual, tras la caída del telón de acero y la apertura de China, nadie se siente con capacidad para rechazarla, aunque han sido muchas las voces que han tratado de matizarla hacia posiciones que tengan en cuenta las desigualdades sociales existentes en el mundo.
NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÍ
Muchas veces se olvida de forma interesada, que Adam Smith añadió una reflexión a su teoría del libre mercado, la de que solo sería posible su funcionamiento óptimo, siempre que los pueblos o las naciones estuvieran bien gobernados.
Un buen gobierno es la condición sine qua non para que funciónenlos propuestas del economista escocés.
Los pueblos mal gobernados no se pueden beneficiar de las ventajas del libre mercado, y como ejemplos tenemos todos los regímenes que sufrieron el socialismo real, como ejemplo de la construcción del sectarismo burocrático más arbitrario e inmoral.
Los sectarios también tienen su mano invisible, y se puede decir que esta funciona precisamente al contrario de la económica, es urdida y establecida como una estrategia de opresión desde el poder. Lo que se puede aplicar al mercado, debería aplicarse al Estado, pero no es así, pues la administración pública está colonizada por el sectarismo político, que interfiere el buen funcionamiento del sistema.
La corrupción económica es una forma de sectarismo político, organizada, desarrollada y mantenida por las estructuras de poder.
Cada hecho de corrupción, sea una licencia de obras, una concesión, o una información privilegiada, nutre la desigualdad, en un grado insoportable y mucho más que lo podría hacer el libre mercado.
Sin embargo se favorece desde todos los gobiernos, sean de izquierdas o derechas, y los ejemplos existentes son de todos conocidos. Cuando se nombra a un cargo público corruptible, el sectarismo se expande. Sea en las empresas públicas o privadas, en los servicios, en los medios de comunicación, en los órganos de administración del Estado.
TRANSPARENCIA INTERNACIONAL NO VE BIEN A ESPAÑA
Hoy ha salido a la luz pública el informe que esta agencia independiente de prestigio internacional emite sobre la corrupción, el informe Transparency International sobre España, si bien nos deja en el mismo puesto del año pasado, el número 23 de 158 países, no es halagüeño, porque por primera vez en los últimos diez años se ha perdido la línea de estabilidad, lo que quiere decir que la corrupción ha comenzado a aumentar, y esto es la primera vez que ocurre. El informe de 19 páginas no tiene desperdicio y resulta muy recomendable su lectura.
El aprovechamiento de los canales públicos para establecer el cáncer de la corrupción, es posiblemente la causa última de la inmensa mayoría de los males que asedian a nuestra sociedad. Hoy en España, la desigualdad existente proviene en mayor medida de la mano de la corrupción que se oculta para recoger pingües beneficios, que de la mano invisible de Adam Smith.
Resulta paradójico que quienes más denuncian los excesos del libre mercado, sean precisamente, los que más se beneficia con su sectarismo político de sus bondades. Estoy seguro de que quieren despistarnos con su busquen la mano invisible del mercado, para ocultar su mano sectaria en la política.
Hay elecciones municipales, por respeto a vosotros mismos, no voteis a los sectarios, ellos son el mayor mal de nuestros días. No dejeis que guíen la tuya en las urnas; un voto contra el sectarismo, es un voto por la libertad y la democracia. Quítales a los sectarios la oportunidad de robar, te lo agradecerán tus hijos.
Biante de Priena
La crítica a la globalización y a su materialización en el libre mercado, se ha convertido en un fetiche rojo que denuncia, con acierto, que una igualdad de condiciones y reglas, siempre dejará desvalidos a los más desafortunados, y hará más ricos a los más opulentos. Quizás haya algo de cierto en esta reflexión, pero también se debe reconocer que más del 90 % de las ayudas al desarrollo de los países más pobres, proviene de aquellos que participan de sistemas mercantiles abiertos.
El mismo año, 1776, en que los Estados Unidos se declaraban independientes de la metrópolis británica, el escocés Adam Smith, publicaba su obra “La riqueza de las naciones” en la que consideraba una redistribución natural de la riqueza, siempre que el Estado o cualquier otra fuerza ajena al mismo mercado, como el Estado, no interfiriera, ni interviniera en su curso. A esta teoría se la conoce desde entonces como “la mano invisible de Adam Smith”.
Autores como Ricardo, Marx o los Friedman y la escuela de Chicago, abundaron en esta teoría, el primero hablando del valor trabajo, el segundo exponiendo la opresión del proletariado por el capital y los últimos de forma favorable y oponiéndose al Keynesianismo, que proponía la intervención fiscal del Estado sobre el albedrío mercantil.
Las teoría de Keynes, sin embargo, ha triunfado parcialmente en la consecución del conocido como Estado del Bienestar, en que se vive actualmente en los países con democracias avanzadas
La teoría de la mano invisible, con ciertas correcciones ha imperado en el mundo desde entonces, y a fecha actual, tras la caída del telón de acero y la apertura de China, nadie se siente con capacidad para rechazarla, aunque han sido muchas las voces que han tratado de matizarla hacia posiciones que tengan en cuenta las desigualdades sociales existentes en el mundo.
NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÍ
Muchas veces se olvida de forma interesada, que Adam Smith añadió una reflexión a su teoría del libre mercado, la de que solo sería posible su funcionamiento óptimo, siempre que los pueblos o las naciones estuvieran bien gobernados.
Un buen gobierno es la condición sine qua non para que funciónenlos propuestas del economista escocés.
Los pueblos mal gobernados no se pueden beneficiar de las ventajas del libre mercado, y como ejemplos tenemos todos los regímenes que sufrieron el socialismo real, como ejemplo de la construcción del sectarismo burocrático más arbitrario e inmoral.
Los sectarios también tienen su mano invisible, y se puede decir que esta funciona precisamente al contrario de la económica, es urdida y establecida como una estrategia de opresión desde el poder. Lo que se puede aplicar al mercado, debería aplicarse al Estado, pero no es así, pues la administración pública está colonizada por el sectarismo político, que interfiere el buen funcionamiento del sistema.
La corrupción económica es una forma de sectarismo político, organizada, desarrollada y mantenida por las estructuras de poder.
Cada hecho de corrupción, sea una licencia de obras, una concesión, o una información privilegiada, nutre la desigualdad, en un grado insoportable y mucho más que lo podría hacer el libre mercado.
Sin embargo se favorece desde todos los gobiernos, sean de izquierdas o derechas, y los ejemplos existentes son de todos conocidos. Cuando se nombra a un cargo público corruptible, el sectarismo se expande. Sea en las empresas públicas o privadas, en los servicios, en los medios de comunicación, en los órganos de administración del Estado.
TRANSPARENCIA INTERNACIONAL NO VE BIEN A ESPAÑA
Hoy ha salido a la luz pública el informe que esta agencia independiente de prestigio internacional emite sobre la corrupción, el informe Transparency International sobre España, si bien nos deja en el mismo puesto del año pasado, el número 23 de 158 países, no es halagüeño, porque por primera vez en los últimos diez años se ha perdido la línea de estabilidad, lo que quiere decir que la corrupción ha comenzado a aumentar, y esto es la primera vez que ocurre. El informe de 19 páginas no tiene desperdicio y resulta muy recomendable su lectura.
El aprovechamiento de los canales públicos para establecer el cáncer de la corrupción, es posiblemente la causa última de la inmensa mayoría de los males que asedian a nuestra sociedad. Hoy en España, la desigualdad existente proviene en mayor medida de la mano de la corrupción que se oculta para recoger pingües beneficios, que de la mano invisible de Adam Smith.
Resulta paradójico que quienes más denuncian los excesos del libre mercado, sean precisamente, los que más se beneficia con su sectarismo político de sus bondades. Estoy seguro de que quieren despistarnos con su busquen la mano invisible del mercado, para ocultar su mano sectaria en la política.
Hay elecciones municipales, por respeto a vosotros mismos, no voteis a los sectarios, ellos son el mayor mal de nuestros días. No dejeis que guíen la tuya en las urnas; un voto contra el sectarismo, es un voto por la libertad y la democracia. Quítales a los sectarios la oportunidad de robar, te lo agradecerán tus hijos.
Biante de Priena