Desde que me largué hace un año de C's -asqueado y hasta las narices- no he mantenido contacto con la mayor parte de la gente que en aquel tiempo conocí, que fue mucha. De muchos guardo buen recuerdo, para los más guardo el más palmario desprecio, y me sigue quedando la sensación de asco, que se difumina muy lentamente.
Cuando se montó UPyD me llamaron de todas partes, pero no quise saber nada del asunto. Visto lo que leo y me cuentan, no me arrepiento. La misma miseria abyecta que vimos en C's se repite en UPyD, con el aderezo de una punta de lanza de políticos ya bregados. Si sumamos la inocencia de los honestos y las ambiciones de los miserables, el cóctel ya tiene todos los ingredientes para ser hediondo de nuevo. Con una vez ya me ha bastado para el resto de mis días.
No voy a entrar en lo que todos sabemos de C's, salvo en un asunto concreto. Básicamente, me refiero a que siempre se obvió lo que sucedía fuera de Cataluña en C's. Si cuando la Agrupación de Madrid creció descomunalmente y tenía una potencia enorme, algo se la hubiera apoyado, creo que hoy hablaríamos de otra cosa bien distinta.
Pero no, para casi todos, lo de fuera de Cataluña fue considerado como un anejo que quitar o poner a conveniencia, sin darse cuenta de que, precisamente, la igualdad de pujanza del partido en toda España era el modo de atizar el fuego y de evitar que el niño narciso y su cohorte de miserables se saliesen con la suya. La responsabilidad concreta de esa falta de apoyo no la achacaría a ninguno de los afiliados de base, ni mucho menos a los tan denostados "críticos", pero sí a los “roblerriveristas” y a muchos de sus contrarios, al parecer hoy vanguardia de UPyD en Cataluña.
En realidad, sí quisiera entrar en otro asunto que sorprendentemente nunca se cita. La responsabilidad de los "intelectuales" que encendieron la mecha. Desde luego, en cuanto a su valentía inicial, nada que objetar. En sus trazas de políticos, no lo son y tampoco puedo reprochar nada. Pero -perdonadme si ofendo- su actitud “vedettista” fue dañina y lamentable.
En algún caso, como el de Carreras, consiguieron deshacer y torcer sectariamente todo. La maniobra del Congreso fundacional intentando cepillarse el ideario de mala manera por detrás, deja a las claras la calaña del sujeto. Otros, fuera por omisión siquiera, tampoco están exentos de responsabilidad. Y digo bien, responsabilidad. Porque me parece poco digno y hasta indecente llamar a las masas a rebelarse, dejar que la gente deje su dignidad y esfuerzo en el empeño, y sólo por "sostenella y no enmendalla" -para que el ego no sufra-, negar que la criatura les nació cojuela y no poner remedio. No reconocer que la criatura cojea, por mucho que sea de la propia entraña, no la hará campeona de atletismo, sino paralítica.
Y así ha sido, sin duda. No hablo a humo de pajas, porque a un par de esos intelectuales tuve la ocasión de tratarlos. A uno mucho, y de intelectual tiene lo que yo de melenudo, aparte de una ambición personal narcisista digna de psiquiatra. El propio Narciso en comparación era un tipo que se tenía en poco aprecio.
A otro de estos intelectuales lo traté menos, y encontré en él el ego y la soberbia más impresionantes que darse pudieran en ser alguno. Este último fue advertido por mí -y por otra mucha gente, me consta- en más de una ocasión de lo que sucedía, pero no quiso verlo y, con poca delicadeza, pero muy cargado de palabras abstrusas -a falta de profundidad, oscuridad-, me vino a insinuar que cómo podía mi tosca mente dudar de su magnífico diagnóstico.
Sí, el niño nos salió “tarao”, pero yo lo parí y nadie me mienta que babea. Leninismo egotista, vaciamiento de la capacidad de cada estrato por ascensión hasta su preclara mente. De asco.
A la tercera advertencia que le hice, contando todo por lo menudo, respondió con un lacónico correo: "Te equivocas". Yo, mierda de baja estofa no tenía por qué entender nada ni merecía mayor explicación. Eso era marzo de 2007. Ganas tengo de reenviárselo y decirle: "Te equivocabas, ¿lo ves ahora?". Pero sería absurdo, porque el problema no era que no supiera que se equivocaba, sino que no quería saberlo. En realidad, tras su frase despectiva, me venía a decir: "No arañes mi ego ni mi soberbia: yo nunca (quiero que me digan que) me equivoco".
La siguiente advertencia que le hice no obtuvo siquiera respuesta. Tanto como él me mandó a la mierda con su silencio, le he mandado yo con mi desprecio. Simple ego que va de especial, el buen hombre. Si su enorme ego se hubiera decidido a darle un cimitarrazo público al ninot de Urquinaona, otro gallo cantara ahora mismo. No sé si sería mejor pero, al menos, no sería el mismo gallo. Pero ahí sigue, como en las últimas generales, avalando al niño narciso. Pudo hacer por que el proyecto inicial saliera bien y no hizo, para salvaguardar su ego. Entonces, que se vaya a la mierda y se meta su fingido compromiso donde le quepa.
Entrando en la cuestión de que podrían hacer los "constitucionalistas", al margen de partidos o con la colaboración tangencial de éstos, la cosa tiene muchas esquinas, a mi parecer. Primero, cuando se dice constitucionalista, ¿se identifica con apoyo a la Constitución de 1978? Pues entonces, lo siento, porque soy poco constitucionalista. De hecho, si algo creo que es evidente es que el sistema autonómico ha servido para poco más que para institucionalizar el tradicional caciquismo español. ¿Qué son sino los nacionalismos? Eso mismo, caciquismo, carlismo y una suerte de luddismo político de toque reaccionario.
Si, como parece, ahora el PP está dispuesto a entrar en la asunción del caciquismo como sustancia misma del sistema político, entonces volveremos a los tiempos de la alternancia de liberales y conservadores, con sus burgos podridos, sus pucherazos y las consiguientes decrepitud económica y deslavazamiento político. Una maravilla.
Si, por el contrario, por constitucionalista se entiende quien defiende un sistema de verdadero Estado de Derecho, de supremacía de la ley, sin discrecionalidades, basado en la tradición ilustrada del liberalismo político, entonces sí, soy constitucionalista. Y como consecuencia, gritar a garganta desgarrada que hay que acabar con el estado autonómico y todo el entramado de taifas carlistas confederadas. Si algo creo que es prioritario y previo a cualquier discusión acerca de liberalismo o socialdemocracia, es eso, sin duda.
Quisiera, además, sin ánimo de aguarle la fiesta a nadie, apuntar que somos cuatro gatos, absolutamente cuatro. ¿Creéis que tenemos algo que hacer? Yo creo que no, que no hay nada que hacer, que España es un país de profundo antiliberalismo, de nepotismos de taberna y de ínfulas de feriante de ganado.
No es idiosincrasia, sino falta de instrucción y de ilustración y no parece que las cosas apunten a mitigar esa condena sino más bien a acrecentarla y hacer de ella la sustancia misma del sistema social y político. Precisamente por eso triunfa el discurso de cura de barrio del memo y cabronzuelo de presidente del gobierno que tenemos.
Me parece admirable que haya quien sea capaz de seguir viendo a la gentuza que quedó en C's y tratarse con el niño sin vomitar o sin tener ganas de suicidarlo, pero creo que se equivoca. Quien crea que en C's queda algo de lo que inicialmente lo alimentó, se equivoca totalmente. No creo que quede nada de ello. Si al menos quedasen afiliados...
Y de UPyD, para qué hablar, cuando leo, veo y me cuentan personas que están dentro lo que sucede y que muchos de los antiguos de C's, entre los que se cuenta alguna de la peor gentuza que conocí, andan ya cercanitos a las alturas y mandando las filas. En fin, un desastre total.
Por eso, prefiero quedarme al final con el afecto a la gente decente que conocí, el desprecio hacia los miserables y los impostores y el recuerdo de la ilusión -vana totalmente- de que era posible un movimiento político decente que plantase al menos la semilla de una ilustración mínima en España. Pero no, no fue posible.
Para terminar, al llegar el 2 de mayo dos siglos después hace falta gritar ¡muerte al dos de mayo, a Agustina de Aragón, a Manuela Malasaña, al Duque de Wellington, a Palafox, al Empecinado, a Daoiz y a Velarde! ¡Malditas las batallas de Bailén y de los Arapiles y cuantas vencimos a los franceses! ¡Viva José I de España, vivan el general Hugo y el general Murat y viva Napoleón!
Sé que suena a caricatura, pero pienso que, sin duda, en la derrota de Napoleón de 1812 en España, quien perdió para siempre fue España. Es poco acertado que la Guerra de la Independencia fuera una guerra contra los franceses: fue una guerra contra la Ilustración. La prueba es que, algunos años después, cuando nos volvieron a invadir a través de los Cien Mil Hijos de San Luis, pero para imponer el absolutismo, ni rebelión ni guerra, sólo el maldito ¡vivan las cadenas! que sigue hoy vigente. Por eso mismo, se llamó afrancesados a una buena parte de los liberales, identificando bastardamente liberal con invasión francesa. Queramos o no, la castración política de España proviene de la querencia antiliberal sistemática.
En el sentido político, ¿quién sino el liberalismo perdió la Guerra Civil? Los antiliberales de izquierda contra los antiliberales de derechas y los liberales a no existir nunca. Aclaro que me refiero a liberalismo político, a la base misma de lo que es una democracia parlamentaria moderna, no al liberalismo económico, aunque salvadas las diferencias entre el liberalismo francés y el inglés, resulta difícil separar el político del económico.
Dicho lo cual, seguiré leyendo blogs como este y algunos otros, de vez en cuando, me alegaré de ver por aquí a gente a la que aprecio, pero creo sinceramente que no tenemos nada que hacer, absolutamente nada.
Yo estuve allí
Ciudadanos en la Red: Este testimonio vivido en primera persona, supone el regreso de alguien que un día se tuvo que ir de Ciutadans porque no soportó tanta mezquindad a su alrededor desde la responsabilidad que tenía...., ayer se fue, pero hoy regresa.
Cuando se montó UPyD me llamaron de todas partes, pero no quise saber nada del asunto. Visto lo que leo y me cuentan, no me arrepiento. La misma miseria abyecta que vimos en C's se repite en UPyD, con el aderezo de una punta de lanza de políticos ya bregados. Si sumamos la inocencia de los honestos y las ambiciones de los miserables, el cóctel ya tiene todos los ingredientes para ser hediondo de nuevo. Con una vez ya me ha bastado para el resto de mis días.
No voy a entrar en lo que todos sabemos de C's, salvo en un asunto concreto. Básicamente, me refiero a que siempre se obvió lo que sucedía fuera de Cataluña en C's. Si cuando la Agrupación de Madrid creció descomunalmente y tenía una potencia enorme, algo se la hubiera apoyado, creo que hoy hablaríamos de otra cosa bien distinta.
Pero no, para casi todos, lo de fuera de Cataluña fue considerado como un anejo que quitar o poner a conveniencia, sin darse cuenta de que, precisamente, la igualdad de pujanza del partido en toda España era el modo de atizar el fuego y de evitar que el niño narciso y su cohorte de miserables se saliesen con la suya. La responsabilidad concreta de esa falta de apoyo no la achacaría a ninguno de los afiliados de base, ni mucho menos a los tan denostados "críticos", pero sí a los “roblerriveristas” y a muchos de sus contrarios, al parecer hoy vanguardia de UPyD en Cataluña.
En realidad, sí quisiera entrar en otro asunto que sorprendentemente nunca se cita. La responsabilidad de los "intelectuales" que encendieron la mecha. Desde luego, en cuanto a su valentía inicial, nada que objetar. En sus trazas de políticos, no lo son y tampoco puedo reprochar nada. Pero -perdonadme si ofendo- su actitud “vedettista” fue dañina y lamentable.
En algún caso, como el de Carreras, consiguieron deshacer y torcer sectariamente todo. La maniobra del Congreso fundacional intentando cepillarse el ideario de mala manera por detrás, deja a las claras la calaña del sujeto. Otros, fuera por omisión siquiera, tampoco están exentos de responsabilidad. Y digo bien, responsabilidad. Porque me parece poco digno y hasta indecente llamar a las masas a rebelarse, dejar que la gente deje su dignidad y esfuerzo en el empeño, y sólo por "sostenella y no enmendalla" -para que el ego no sufra-, negar que la criatura les nació cojuela y no poner remedio. No reconocer que la criatura cojea, por mucho que sea de la propia entraña, no la hará campeona de atletismo, sino paralítica.
Y así ha sido, sin duda. No hablo a humo de pajas, porque a un par de esos intelectuales tuve la ocasión de tratarlos. A uno mucho, y de intelectual tiene lo que yo de melenudo, aparte de una ambición personal narcisista digna de psiquiatra. El propio Narciso en comparación era un tipo que se tenía en poco aprecio.
A otro de estos intelectuales lo traté menos, y encontré en él el ego y la soberbia más impresionantes que darse pudieran en ser alguno. Este último fue advertido por mí -y por otra mucha gente, me consta- en más de una ocasión de lo que sucedía, pero no quiso verlo y, con poca delicadeza, pero muy cargado de palabras abstrusas -a falta de profundidad, oscuridad-, me vino a insinuar que cómo podía mi tosca mente dudar de su magnífico diagnóstico.
Sí, el niño nos salió “tarao”, pero yo lo parí y nadie me mienta que babea. Leninismo egotista, vaciamiento de la capacidad de cada estrato por ascensión hasta su preclara mente. De asco.
A la tercera advertencia que le hice, contando todo por lo menudo, respondió con un lacónico correo: "Te equivocas". Yo, mierda de baja estofa no tenía por qué entender nada ni merecía mayor explicación. Eso era marzo de 2007. Ganas tengo de reenviárselo y decirle: "Te equivocabas, ¿lo ves ahora?". Pero sería absurdo, porque el problema no era que no supiera que se equivocaba, sino que no quería saberlo. En realidad, tras su frase despectiva, me venía a decir: "No arañes mi ego ni mi soberbia: yo nunca (quiero que me digan que) me equivoco".
La siguiente advertencia que le hice no obtuvo siquiera respuesta. Tanto como él me mandó a la mierda con su silencio, le he mandado yo con mi desprecio. Simple ego que va de especial, el buen hombre. Si su enorme ego se hubiera decidido a darle un cimitarrazo público al ninot de Urquinaona, otro gallo cantara ahora mismo. No sé si sería mejor pero, al menos, no sería el mismo gallo. Pero ahí sigue, como en las últimas generales, avalando al niño narciso. Pudo hacer por que el proyecto inicial saliera bien y no hizo, para salvaguardar su ego. Entonces, que se vaya a la mierda y se meta su fingido compromiso donde le quepa.
Entrando en la cuestión de que podrían hacer los "constitucionalistas", al margen de partidos o con la colaboración tangencial de éstos, la cosa tiene muchas esquinas, a mi parecer. Primero, cuando se dice constitucionalista, ¿se identifica con apoyo a la Constitución de 1978? Pues entonces, lo siento, porque soy poco constitucionalista. De hecho, si algo creo que es evidente es que el sistema autonómico ha servido para poco más que para institucionalizar el tradicional caciquismo español. ¿Qué son sino los nacionalismos? Eso mismo, caciquismo, carlismo y una suerte de luddismo político de toque reaccionario.
Si, como parece, ahora el PP está dispuesto a entrar en la asunción del caciquismo como sustancia misma del sistema político, entonces volveremos a los tiempos de la alternancia de liberales y conservadores, con sus burgos podridos, sus pucherazos y las consiguientes decrepitud económica y deslavazamiento político. Una maravilla.
Si, por el contrario, por constitucionalista se entiende quien defiende un sistema de verdadero Estado de Derecho, de supremacía de la ley, sin discrecionalidades, basado en la tradición ilustrada del liberalismo político, entonces sí, soy constitucionalista. Y como consecuencia, gritar a garganta desgarrada que hay que acabar con el estado autonómico y todo el entramado de taifas carlistas confederadas. Si algo creo que es prioritario y previo a cualquier discusión acerca de liberalismo o socialdemocracia, es eso, sin duda.
Quisiera, además, sin ánimo de aguarle la fiesta a nadie, apuntar que somos cuatro gatos, absolutamente cuatro. ¿Creéis que tenemos algo que hacer? Yo creo que no, que no hay nada que hacer, que España es un país de profundo antiliberalismo, de nepotismos de taberna y de ínfulas de feriante de ganado.
No es idiosincrasia, sino falta de instrucción y de ilustración y no parece que las cosas apunten a mitigar esa condena sino más bien a acrecentarla y hacer de ella la sustancia misma del sistema social y político. Precisamente por eso triunfa el discurso de cura de barrio del memo y cabronzuelo de presidente del gobierno que tenemos.
Me parece admirable que haya quien sea capaz de seguir viendo a la gentuza que quedó en C's y tratarse con el niño sin vomitar o sin tener ganas de suicidarlo, pero creo que se equivoca. Quien crea que en C's queda algo de lo que inicialmente lo alimentó, se equivoca totalmente. No creo que quede nada de ello. Si al menos quedasen afiliados...
Y de UPyD, para qué hablar, cuando leo, veo y me cuentan personas que están dentro lo que sucede y que muchos de los antiguos de C's, entre los que se cuenta alguna de la peor gentuza que conocí, andan ya cercanitos a las alturas y mandando las filas. En fin, un desastre total.
Por eso, prefiero quedarme al final con el afecto a la gente decente que conocí, el desprecio hacia los miserables y los impostores y el recuerdo de la ilusión -vana totalmente- de que era posible un movimiento político decente que plantase al menos la semilla de una ilustración mínima en España. Pero no, no fue posible.
Para terminar, al llegar el 2 de mayo dos siglos después hace falta gritar ¡muerte al dos de mayo, a Agustina de Aragón, a Manuela Malasaña, al Duque de Wellington, a Palafox, al Empecinado, a Daoiz y a Velarde! ¡Malditas las batallas de Bailén y de los Arapiles y cuantas vencimos a los franceses! ¡Viva José I de España, vivan el general Hugo y el general Murat y viva Napoleón!
Sé que suena a caricatura, pero pienso que, sin duda, en la derrota de Napoleón de 1812 en España, quien perdió para siempre fue España. Es poco acertado que la Guerra de la Independencia fuera una guerra contra los franceses: fue una guerra contra la Ilustración. La prueba es que, algunos años después, cuando nos volvieron a invadir a través de los Cien Mil Hijos de San Luis, pero para imponer el absolutismo, ni rebelión ni guerra, sólo el maldito ¡vivan las cadenas! que sigue hoy vigente. Por eso mismo, se llamó afrancesados a una buena parte de los liberales, identificando bastardamente liberal con invasión francesa. Queramos o no, la castración política de España proviene de la querencia antiliberal sistemática.
En el sentido político, ¿quién sino el liberalismo perdió la Guerra Civil? Los antiliberales de izquierda contra los antiliberales de derechas y los liberales a no existir nunca. Aclaro que me refiero a liberalismo político, a la base misma de lo que es una democracia parlamentaria moderna, no al liberalismo económico, aunque salvadas las diferencias entre el liberalismo francés y el inglés, resulta difícil separar el político del económico.
Dicho lo cual, seguiré leyendo blogs como este y algunos otros, de vez en cuando, me alegaré de ver por aquí a gente a la que aprecio, pero creo sinceramente que no tenemos nada que hacer, absolutamente nada.
Yo estuve allí
Ciudadanos en la Red: Este testimonio vivido en primera persona, supone el regreso de alguien que un día se tuvo que ir de Ciutadans porque no soportó tanta mezquindad a su alrededor desde la responsabilidad que tenía...., ayer se fue, pero hoy regresa.
¡Bienvenido a la trinchera!, amigo y compañero, no sabes como nos alegramos de que vuelvas a estar entre nosotros. Lo verás en los comentarios.