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jueves, 24 de abril de 2008

Ciutadans, UPyD, y otras miserias

Desde que me largué hace un año de C's -asqueado y hasta las narices- no he mantenido contacto con la mayor parte de la gente que en aquel tiempo conocí, que fue mucha. De muchos guardo buen recuerdo, para los más guardo el más palmario desprecio, y me sigue quedando la sensación de asco, que se difumina muy lentamente.

Cuando se montó UPyD me llamaron de todas partes, pero no quise saber nada del asunto. Visto lo que leo y me cuentan, no me arrepiento. La misma miseria abyecta que vimos en C's se repite en UPyD, con el aderezo de una punta de lanza de políticos ya bregados. Si sumamos la inocencia de los honestos y las ambiciones de los miserables, el cóctel ya tiene todos los ingredientes para ser hediondo de nuevo. Con una vez ya me ha bastado para el resto de mis días.

No voy a entrar en lo que todos sabemos de C's, salvo en un asunto concreto. Básicamente, me refiero a que siempre se obvió lo que sucedía fuera de Cataluña en C's. Si cuando la Agrupación de Madrid creció descomunalmente y tenía una potencia enorme, algo se la hubiera apoyado, creo que hoy hablaríamos de otra cosa bien distinta.

Pero no, para casi todos, lo de fuera de Cataluña fue considerado como un anejo que quitar o poner a conveniencia, sin darse cuenta de que, precisamente, la igualdad de pujanza del partido en toda España era el modo de atizar el fuego y de evitar que el niño narciso y su cohorte de miserables se saliesen con la suya. La responsabilidad concreta de esa falta de apoyo no la achacaría a ninguno de los afiliados de base, ni mucho menos a los tan denostados "críticos", pero sí a los “roblerriveristas” y a muchos de sus contrarios, al parecer hoy vanguardia de UPyD en Cataluña.

En realidad, sí quisiera entrar en otro asunto que sorprendentemente nunca se cita. La responsabilidad de los "intelectuales" que encendieron la mecha. Desde luego, en cuanto a su valentía inicial, nada que objetar. En sus trazas de políticos, no lo son y tampoco puedo reprochar nada. Pero -perdonadme si ofendo- su actitud “vedettista” fue dañina y lamentable.

En algún caso, como el de Carreras, consiguieron deshacer y torcer sectariamente todo. La maniobra del Congreso fundacional intentando cepillarse el ideario de mala manera por detrás, deja a las claras la calaña del sujeto. Otros, fuera por omisión siquiera, tampoco están exentos de responsabilidad. Y digo bien, responsabilidad. Porque me parece poco digno y hasta indecente llamar a las masas a rebelarse, dejar que la gente deje su dignidad y esfuerzo en el empeño, y sólo por "sostenella y no enmendalla" -para que el ego no sufra-, negar que la criatura les nació cojuela y no poner remedio. No reconocer que la criatura cojea, por mucho que sea de la propia entraña, no la hará campeona de atletismo, sino paralítica.

Y así ha sido, sin duda. No hablo a humo de pajas, porque a un par de esos intelectuales tuve la ocasión de tratarlos. A uno mucho, y de intelectual tiene lo que yo de melenudo, aparte de una ambición personal narcisista digna de psiquiatra. El propio Narciso en comparación era un tipo que se tenía en poco aprecio.
A otro de estos intelectuales lo traté menos, y encontré en él el ego y la soberbia más impresionantes que darse pudieran en ser alguno. Este último fue advertido por mí -y por otra mucha gente, me consta- en más de una ocasión de lo que sucedía, pero no quiso verlo y, con poca delicadeza, pero muy cargado de palabras abstrusas -a falta de profundidad, oscuridad-, me vino a insinuar que cómo podía mi tosca mente dudar de su magnífico diagnóstico.

Sí, el niño nos salió “tarao”, pero yo lo parí y nadie me mienta que babea. Leninismo egotista, vaciamiento de la capacidad de cada estrato por ascensión hasta su preclara mente. De asco.

A la tercera advertencia que le hice, contando todo por lo menudo, respondió con un lacónico correo: "Te equivocas". Yo, mierda de baja estofa no tenía por qué entender nada ni merecía mayor explicación. Eso era marzo de 2007. Ganas tengo de reenviárselo y decirle: "Te equivocabas, ¿lo ves ahora?". Pero sería absurdo, porque el problema no era que no supiera que se equivocaba, sino que no quería saberlo. En realidad, tras su frase despectiva, me venía a decir: "No arañes mi ego ni mi soberbia: yo nunca (quiero que me digan que) me equivoco".

La siguiente advertencia que le hice no obtuvo siquiera respuesta. Tanto como él me mandó a la mierda con su silencio, le he mandado yo con mi desprecio. Simple ego que va de especial, el buen hombre. Si su enorme ego se hubiera decidido a darle un cimitarrazo público al ninot de Urquinaona, otro gallo cantara ahora mismo. No sé si sería mejor pero, al menos, no sería el mismo gallo. Pero ahí sigue, como en las últimas generales, avalando al niño narciso. Pudo hacer por que el proyecto inicial saliera bien y no hizo, para salvaguardar su ego. Entonces, que se vaya a la mierda y se meta su fingido compromiso donde le quepa.

Entrando en la cuestión de que podrían hacer los "constitucionalistas", al margen de partidos o con la colaboración tangencial de éstos, la cosa tiene muchas esquinas, a mi parecer. Primero, cuando se dice constitucionalista, ¿se identifica con apoyo a la Constitución de 1978? Pues entonces, lo siento, porque soy poco constitucionalista. De hecho, si algo creo que es evidente es que el sistema autonómico ha servido para poco más que para institucionalizar el tradicional caciquismo español. ¿Qué son sino los nacionalismos? Eso mismo, caciquismo, carlismo y una suerte de luddismo político de toque reaccionario.

Si, como parece, ahora el PP está dispuesto a entrar en la asunción del caciquismo como sustancia misma del sistema político, entonces volveremos a los tiempos de la alternancia de liberales y conservadores, con sus burgos podridos, sus pucherazos y las consiguientes decrepitud económica y deslavazamiento político. Una maravilla.

Si, por el contrario, por constitucionalista se entiende quien defiende un sistema de verdadero Estado de Derecho, de supremacía de la ley, sin discrecionalidades, basado en la tradición ilustrada del liberalismo político, entonces sí, soy constitucionalista. Y como consecuencia, gritar a garganta desgarrada que hay que acabar con el estado autonómico y todo el entramado de taifas carlistas confederadas. Si algo creo que es prioritario y previo a cualquier discusión acerca de liberalismo o socialdemocracia, es eso, sin duda.

Quisiera, además, sin ánimo de aguarle la fiesta a nadie, apuntar que somos cuatro gatos, absolutamente cuatro. ¿Creéis que tenemos algo que hacer? Yo creo que no, que no hay nada que hacer, que España es un país de profundo antiliberalismo, de nepotismos de taberna y de ínfulas de feriante de ganado.

No es idiosincrasia, sino falta de instrucción y de ilustración y no parece que las cosas apunten a mitigar esa condena sino más bien a acrecentarla y hacer de ella la sustancia misma del sistema social y político. Precisamente por eso triunfa el discurso de cura de barrio del memo y cabronzuelo de presidente del gobierno que tenemos.

Me parece admirable que haya quien sea capaz de seguir viendo a la gentuza que quedó en C's y tratarse con el niño sin vomitar o sin tener ganas de suicidarlo, pero creo que se equivoca. Quien crea que en C's queda algo de lo que inicialmente lo alimentó, se equivoca totalmente. No creo que quede nada de ello. Si al menos quedasen afiliados...

Y de UPyD, para qué hablar, cuando leo, veo y me cuentan personas que están dentro lo que sucede y que muchos de los antiguos de C's, entre los que se cuenta alguna de la peor gentuza que conocí, andan ya cercanitos a las alturas y mandando las filas. En fin, un desastre total.

Por eso, prefiero quedarme al final con el afecto a la gente decente que conocí, el desprecio hacia los miserables y los impostores y el recuerdo de la ilusión -vana totalmente- de que era posible un movimiento político decente que plantase al menos la semilla de una ilustración mínima en España. Pero no, no fue posible.
Para terminar, al llegar el 2 de mayo dos siglos después hace falta gritar ¡muerte al dos de mayo, a Agustina de Aragón, a Manuela Malasaña, al Duque de Wellington, a Palafox, al Empecinado, a Daoiz y a Velarde! ¡Malditas las batallas de Bailén y de los Arapiles y cuantas vencimos a los franceses! ¡Viva José I de España, vivan el general Hugo y el general Murat y viva Napoleón!

Sé que suena a caricatura, pero pienso que, sin duda, en la derrota de Napoleón de 1812 en España, quien perdió para siempre fue España. Es poco acertado que la Guerra de la Independencia fuera una guerra contra los franceses: fue una guerra contra la Ilustración. La prueba es que, algunos años después, cuando nos volvieron a invadir a través de los Cien Mil Hijos de San Luis, pero para imponer el absolutismo, ni rebelión ni guerra, sólo el maldito ¡vivan las cadenas! que sigue hoy vigente. Por eso mismo, se llamó afrancesados a una buena parte de los liberales, identificando bastardamente liberal con invasión francesa. Queramos o no, la castración política de España proviene de la querencia antiliberal sistemática.

En el sentido político, ¿quién sino el liberalismo perdió la Guerra Civil? Los antiliberales de izquierda contra los antiliberales de derechas y los liberales a no existir nunca. Aclaro que me refiero a liberalismo político, a la base misma de lo que es una democracia parlamentaria moderna, no al liberalismo económico, aunque salvadas las diferencias entre el liberalismo francés y el inglés, resulta difícil separar el político del económico.

Dicho lo cual, seguiré leyendo blogs como este y algunos otros, de vez en cuando, me alegaré de ver por aquí a gente a la que aprecio, pero creo sinceramente que no tenemos nada que hacer, absolutamente nada.

Yo estuve allí

Ciudadanos en la Red: Este testimonio vivido en primera persona, supone el regreso de alguien que un día se tuvo que ir de Ciutadans porque no soportó tanta mezquindad a su alrededor desde la responsabilidad que tenía...., ayer se fue, pero hoy regresa.
¡Bienvenido a la trinchera!, amigo y compañero, no sabes como nos alegramos de que vuelvas a estar entre nosotros. Lo verás en los comentarios.

Ayer conocí a Quino

Con ocasión de la feria del libro vino Quino a Barcelona.

Intercambiamos algunas palabras, estreché su mano y me firmó un autógrafo. No os podéis imaginar la ilusión que me hizo conocerle en persona.

De Napoleón a Zapatero

"Ni reyes, ni políticos, ni jueces, ni clérigos, ni militares, ni intelectuales defienden nuestra condición natural, porque no les conviene".

Quienes niegan la existencia de España se consideran a sí mismos como luchadores por la libertad, y quienes estiman que España es una realidad y defienden su existencia, también se consideran luchadores por la libertad. ¿Y cómo puede ser que la oposición de los objetivos de la contienda iguale a los actores en sus alternativas de cambio o permanencia?.

Es posible que la lucha por y contra España tenga poco que ver con la libertad, pero sin embargo si tiene mucho que ver con la igualdad. Los ciudadanos políticamente españoles son iguales ante la ley, de lo que se deduce que hay ciudadanos españoles que quieren ser desiguales a los demás y reivindican por ello una identidad diferente, y defienden esta reivindicación como “su” lucha por la libertad.

Si trasladamos al mundo de la economía la cuestión se hará más evidente el dislate, imagínense ustedes que en una fábrica un trabajador decide en un momento dado reivindicar desde su victimismo el rango penoso de sus tareas, que son exactamente las mismas que las de sus compañeros, y la empresa le concede un plus por haberse quejado. Se produciría una situación injusta, y los trabajadores no premiados iniciarían una protesta y reclamarían, apelando a la igualdad, las mismas condiciones que disfrutaría el beneficiado. Esto sería reconocido como un acto por la justicia laboral.

Las reivindicaciones nacionalistas de determinadas comunidades en este país no buscan resolver una situación de injusticia previa, más bien lo que pretenden es crear una nueva situación de injusticia, en defensa de su libertad, según dicen, y contra la igualdad con sus similares, según parece.

Su derecho a la autodeterminación es una boutade, porque implica la condena a la indeterminación de una mayoría contra su voluntad y su libertad, pero sin embargo esto es aceptado como “inevitable” por las autoridades españolas, que favorecen los pretendidos derechos de emancipación contra los derechos de permanencia de la inmensa mayoría de habitantes de su país, explícitamente expresados en la Constitución aprobada por todos los españoles.

Los derechos que obligan a los demás a ir contra sus deseos, son imposiciones autoritarias que generan violencia. Las reivindicaciones de los nacionalistas exigen la renuncia de la mayoría de los españoles a sus derechos fundamentales, expresados en la Constitución.

Tras cada nacionalista hay un aprendiz de fascista; algo tan evidente para la razón, sin embargo, es considerado como un error a instancias de la cultura que se ha establecido en este país de conceder privilegios de forma arbitraria a quien más oprime, grita o asesina a los demás. Los españoles estamos secuestrados por una perspectiva errónea de la realidad, instaurada desde criterios de tolerancia y progresismo, inducida por los nacionalismos, auspiciada por los gobiernos del PSOE, y no negada suficientemente por el Partido Popular.

Hace 200 años, Napoleón invadió nuestro país alegando la conquista de Portugal, que era un aliado de sus enemigos ingleses. Hoy, los nacionalistas han invadido psicológicamente nuestro país, arguyendo una reivindicación “justa” de su derecho a la desigualdad con el resto de los españoles, en un país que tiene una Constitución vigente aprobada por los ciudadanos.

El PSOE concede privilegios a las formaciones nacionalistas le ayudan a mantenerse en el gobierno, a cambio de haberse convertido en el principal partido antiespañol. El Partido Popular ha decidido que sigamos mirando a la luna de Valencia, y la nación española, que sigue en su contumacia haciéndose inevitable, ha quedado una vez más inerme. Ni reyes, ni políticos, ni jueces, ni clérigos, ni militares, ni intelectuales defienden nuestra condición natural, porque no les conviene.

Los españoles, una vez más, estamos ante el enemigo interior de la nación española dispuesto a aplastar nuestros derechos para defender sus privilegios.

La defensa de la nación española es la defensa de la Constitución y de su contenido jurídico, sin España los ciudadanos de este país seremos aplastados sin piedad como aquel 2 de mayo de 1808. Entonces el pueblo se levantó en armas contra el invasor, hoy estamos tan absolutamente desactivados que ni siquiera nos importa, con tal de que evitar los problemas, cuando lo que estamos haciendo es permitir que crezcan hasta que no se puedan resolver, entonces posiblemente nos quejaremos, pero ya no servirá de nada.

Biante de Priena

Esos "fachas" del Partido Popular

No recuerdo quien fue el que me relató en su día aquella frase que pronunciaban los anarquistas italianos, quiero recordar: "No te preocupes compañero, iremos de derrota en derrota hasta la derrota final", sin conocer siquiera la trayectoria electoral del Partido Popular a lo largo de la transición española, que solo ha gobernado durante 8 años con el Presidente Aznar.

¿Qué es lo que falla en el Partido Popular?, ¿Por qué no es la opción preferida por los españoles para gobernar en el Estado y si lo es en numerosas autonomías?. Tal vez el problema no sea del Partido Popular, sino de los propios españoles, que deciden votar al PSOE porque prefieren cabrear a los votantes del PP, que a los nacionalistas o a los terroristas de ETA, pues piensan o "les hacen pensar", que un Gobierno del PP sería más conflictivo para el país y habría más problemas que con uno del PSOE.

He elaborado una hipótesis perversa sobre la cuestión, los españoles votan al PSOE porque saben que si votan al PP, los sindicatos de clase se echarían a la calle con todas sus reivindicaciones (ahora permanecen muy callados), los nacionalistas entrarían en confrontación permanente con el Gobierno del Estado, ETA comenzaría una huida aún más desquiciada hacia adelante, y los empresarios apretarían aún más las condiciones salariales de los trabajadores, se volvería a la política de amistad con los Estados Unidos, y tal vez a la guerra de Irak, y no se establecerían medidas compensatorias para "resolver" el problema de las hipotecas, la iglesia católica recuperaría el terreno perdido, y Federico Jiménez Losantos sería nombrado director de RTVE.

Cuando uno contempla esta imagen de la derecha que tiene una mayoría de los ciudadanos españoles, se da cuenta del grado de manipulación del PSOE y su habilidad en la organización del perfil del enemigo, con el despliegue de medios que cuenta gracias a que gobierna y puede repartir dividendos a los medios de comunicación.

Poco tiene que ver el Partido Popular con esa rancia imagen crispada que le han sacado en la foto para la campaña electoral sus rivales del PSOE, pero a fuerza de repetirla a mucha gente se le ha incrustado en la memoria y ahora será difícil extraérsela.

Pero luego también están los errores propios, la ausencia de cohesión en el proyecto, la falta de coherencia ideológica, la praxis decimonónica y el rijoso discurso de la autoridad competente, que está más pasado de moda que las máquinas de coser. Por no hablar del liderazgo insípido de aspirantes y aspiradores, todo es un pequeño desastre que se incrementa con cada nueva derrota.

El Partido Popular ha cometido muchos errores de origen propio, pero también ha soportado un eficaz aplastamiento de sus planteamientos por parte de su rival político, el PSOE. Zapatero es un excelente vendedor de lavadoras, hay que reconocerlo, y en España la ropa está cada día más sucia, pero hay una gran diferencia entre quien te coloca una lavadora en casa a cómodos plazos y quien tiene que lavar la ropa, que al final cada uno tendrá que lavar la suya.

En estas circunstancias no hay esperanza, bueno la hay, pero como si no la hubiera, porque solo con esperanza no vamos a ningún lado, se necesita algo más, tal vez falte inteligencia o sobre estupidez, que no es exactamente lo mismo, pero lo más probable es que sean ambas condiciones las que requieran un cambio para ganar unas elecciones. Dentro de cuatro años, veremos de nuevo al Partido Popular negando, una vez más, que sean "fachas", y va a ser para partirse de risa.

Erasmo de Salinas

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