Ciertamente la ministra de
sanidad no ha estado afortunada, y por
supuesto que deben producirse dimisiones entre los arriesgados responsables que no impidieron que una trabajadora de la
sanidad se marchara de vacaciones después de haber estado al cuidado de dos enfermos
contagiados por el virus ébola. Evidentemente ese fallo de protocolo es
garrafal, al igual que no asistir de forma adecuada la presencia de los
primeros síntomas seis días antes de que fuera confirmado por pruebas
objetivas.
Tampoco es para sentirse
orgulloso de la comunicación al respecto que nos ha brindado del Gobierno de
España por parte de la ministra de sanidad, bienestar social e igualdad, una
profesional de la politología, como su predecesora Leire Pajín y la abogada
Carme Chacón que nada tienen que ver con el ámbito sanitario, ni conocen su
lenguaje para entenderse con los profesionales, ni tampoco entienden los
conceptos para explicárselo a los ciudadanos.
No se puede dar una rueda de prensa ante el primer caso de contagio por
el virus ébola en el mundo occidental, sin convocar a la reunión a las
autoridades epidemiológicas nacionales, el director del centro en el que se
encuentran ingresada la paciente y los que han estado relacionados con ella, y
el encargado de las emergencias nacionales correspondiente para el caso de
contagios por virus de alta letalidad. No estaría mal tampoco convocar a alguien
del ejército especialista en episodios de agresiones NBQ (nuclear,
bacteriológico, químico), que en ocasiones como esta suelen tranquilizar a la
población.
El mensaje también ha fallado, no
se puede decir que no se sabe cómo se ha podido producir que se seguirá
estudiando, eso no es forma de informar
a los ciudadanos asustados por lo que está ocurriendo tanto o más que por lo
que les están contando. Si no se sabe, se dice que se estudian diversas
hipótesis y que el fallo de protocolo se está revisando para que no vuelva a
acontecer, porque en realidad el mayor fallo de la cuestión ha estado en no
tener a ningún supervisor del cumplimiento del protocolo, una figura tan
importante en estos casos como las medidas preventivas o el mismo protocolo.
Por todas estas cuestiones la
ministra de sanidad, Ana Mato debería presentar su dimisión de forma inmediata
aunque fuera efectiva cuando se hubiera acabado este funesto suceso. En Bruselas
han llamado la atención a España porque con estas cosas no se pueden hacer
filigranas estéticas y retóricas vacías.
Dicho todo lo anterior, es
absolutamente deleznable la intervención de Ada Colau, conocida “epidemióloga”,
cabeza de la lista electoral Guanyem, sugiriendo que la acción de repatriar a
dos españoles contagiados por ébola forma parte de un plan de “exterminio
encubierto” de los españoles. Ni tampoco
es de recibo que sindicatos y asociaciones médicas afines a la izquierda
manifiesten ahora que los protocolos, las medidas de prevención y protección de
los trabajadores y las decisiones que se han tomado han sido incorrectas, sin haberse manifestado previamente al respecto.
Tampoco se puede admitir que Gaspar Llamazares de IU, nos hable de propaganda del gobierno, cuando él vive precisamente desde hace 30 años de la propaganda contra el gobierno. Las expresiones desde el nuevo partido de Pablo Iglesias son precisamente el colofón a esta perorata alarmista que espera sacar tajada electoral y convencer de que todos estos representantes de sus intereses sectarios luchan por el bienestar de los españoles. En Podemos se han leído cosas como las siguientes: “No podemos permitirnos, de ninguna manera, un gobierno que se juega nuestras vidas en favor de los buitres de la salud”.
Tampoco se puede admitir que Gaspar Llamazares de IU, nos hable de propaganda del gobierno, cuando él vive precisamente desde hace 30 años de la propaganda contra el gobierno. Las expresiones desde el nuevo partido de Pablo Iglesias son precisamente el colofón a esta perorata alarmista que espera sacar tajada electoral y convencer de que todos estos representantes de sus intereses sectarios luchan por el bienestar de los españoles. En Podemos se han leído cosas como las siguientes: “No podemos permitirnos, de ninguna manera, un gobierno que se juega nuestras vidas en favor de los buitres de la salud”.
El problema que veo en toda esta patulea de impresentables es que
les importa un rábano lo que acontezca con la enferma de ébola, a los españoles
y al lucero del alba, porque están obsesionados en crear una paranoia en sus
seguidores para que no los cambien por cualquier Ariel que acontezca.
Es cierto, a mí no me gusta cómo
ha tratado comunicativamente este problema Ana Mato con sus asesores de sueldos
astrales y sus expertos sanitarios que mandan más que los apóstoles, ni el
Gobierno del PP, ni siquiera Mariano Rajoy. Pero otra cosa es confraternizar y
dar la razón a auténticos desaprensivos, sectarios y lunáticos, que deambulan
entre el mesianismo, la iluminación y la paranoia y dejar en sus manos el
destino de los españoles contagiados o no por el ébola, porque les creo capaces
de pedir el carnet y el resguardo del voto para permitir que la gente se trate
o no de sus problemas. Es lo que tienen los totalitarios de todo a un euro, que
hacen figuras a los estrafalarios miembros de un gobierno de mindundis, con su
retórica bolchevique, delirante y estúpida. Entre dos males, no es posible
elegir ninguno, hay que erradicar ambos.
Cada día estoy más convencido de que
los que representan o aspiran a representar políticamente a los españoles han
sido contagiados por un virus de la estupidez irremediable y eso lleva mal tratamiento,
porque cuando se suben al pedestal ya no tiene antídoto posible, como no sea
bajarlos con un bulldozer. A estos, cuando "okupan" poder, no los desahucia ni el ébola, ni el mismo Dios.
Enrique Suárez