Una de las primeras medidas que han “exigido” los congregados en la Puerta del Sol es la subida de impuestos, entre todos los que están reunidos haciendo campaña ilegítima contra las elecciones del domingo, es decir, promoviéndose como escudos humanos contra la democracia, posiblemente no generen impuestos ni para pagar la limpieza de la acampada que han organizado, que terminarán pagando los madrileños que si producen impuestos, es decir, los que trabajan cada día y tienen que prescindir de cruzar por el nudo central de comunicaciones de Madrid.
A mí me resulta fascinante que estos demócratas asamblearios que reivindican una democracia real, en realidad funcionen como dictadores organizados que tratan de imponer al prójimo su sagrada voluntad. En Estados Unidos duraban lo que tarda un hambriento en comerse un bocadillo. Sin embargo, en Europa, y fundamentalmente en España, se consideran con el derecho fundamental de exigir a los demás que resuelvan sus problemas y si no que les paguen por mirar los amaneceres desde el kilómetro cero, mientras juegan a revolucionarios.
Si en este país existen cinco millones de parados es precisamente porque una legión de ineptos en el Gobierno, más otros tantos en la oposición, han permitido que la estructura productiva española se haya ido al carajo. Las políticas sociales del PSOE son el origen del 50 % de paro juvenil que existe en nuestro país. Si no se hubieran gastado más de lo que ingresaban ahora no tendríamos una deuda galopante que van a terminar pagando nuestros nietos.
Si las cosas no han funcionado, es porque el nivel de incompetencia e ineptitud de los que han tomado las decisiones ha rayado con los delirios mesiánicos de un iluminado, que pretendía convertir España en un país de funcionarios y pensionistas desde el mismo nacimiento. Las barbaridades que se han cometido en los últimos siete años, las vamos a pagar en los próximo veinte años, y todo para que el iluminado de Rodríguez Zapatero pudiera sentirse feliz creando una Arcadia de paz y amor para sus súbditos.
España tiene menos credibilidad económica que los países subsaharianos, los capitales invertidos provenientes de extranjero han salido huyendo ante la política económica sostenible del Gobierno y sus boutades internacionalistas. Posiblemente son mayoría, los españoles que han pensado en alguna ocasión si Rodríguez Zapatero reune las condiciones necesarias para ser Presidente del Gobierno, y no pocos, en las filas de su propio partido.
Da mucha pena ver a una juventud manipulada hasta el paroxismo haciendo una revolución “espontánea” a tres días de las elecciones que va a perder el PSOE, recuerdan a los sindicatos que en la última huelga general se enfrentaban a los empresarios, pero no al Gobierno; evidentemente porque después de lo que hemos sabido que habían hecho en Andalucía y otros lugares, no iban a enfrentarse contra los socios de sus negocios con dinero público, que proviene de los impuestos que producimos todos los españoles y que ellos se han repartido de forma inícua y delincuente.
La barbaridad está servida, el PSOE en el Gobierno genera la mayor crisis económica de la historia reciente de nuestra democracia, por su absoluta incompetencia e ineptitud, y ahora, casualmente, cuando va a perder las elecciones según todas las encuestas, surge un movimiento social que toma las calles y las plazas para reivindicar que se resuelvan los destrozos, que han creado el gran capital, la derecha y el Vaticano; y todavía terminaremos viendo a algunos dirigentes del PSOE llevando la pancarta de las manifestaciones contra la crisis que ellos mismos han creado. Mientras en países de nuestro entorno europeo se crece al 3 %, y se genera empleo, en España lo hacemos al 0,2 %, con una inflación galopante que se aproxima al 4 %, bajan los sueldos y las pensiones y suben los precios y los impuestos, de lo que se deduce que nos estamos empobreciendo, aproximadamente a un ritmo del 10 % anual. El Estado está en quiebra técnica y sin embargo sigue comportándose como un Estado Providencia, aunque sea al precio de empufarnos por veinte años.
Todavía no he escuchado a los jóvenes reunidos en las plazas de España reivindicar trabajo, sólo hablan de derechos, pero a ninguno se le ha escuchado hablar de deberes, porque los deberes son siempre de los demás, en un prodigio de irresponsabilidad apoteósica; posiblemente lo harán a partir del día 23 de mayo cuando el PSOE abandone el poder en la mayoría de las instituciones del país. Tampoco se ha visto que digan nada contra Zapatero, o contra el Gobierno, el PSOE parece inmune a las críticas de los acampados, algunos si han dicho que la crisis la ha organizado la derecha y el gran capital de los bancos. Y por supuesto, en todos sus comunicados se les ha olvidado pronunciar la palabra libertad, pero si se han encargado de reproducir toda la retahíla terminológica del progresimo más pajiniano y voraz.
Todas estas cosas y algunas más, invitan a desconfiar del movimiento social 15-M. Mal han comenzado, pidiendo subida de impuestos y no una Auditoría General del Estado en los tres niveles institucionales, para saber a que se han dedicado los impuestos que posiblemente ellos no han pagado, eso no interesa, todo se da por bien invertido, desde la suvención a los indígenas del Orinoco, hasta el patrocinio de la Alianza de Civilizaciones, la propaganda de autoperpetución del PSOE, las inversiones en igualdad en el Oriente Medio o lo que ha pasado con los ERE de Andalucía. Ni una palabra sobre la corrupción socialista.
Mañana, los revolucionarios acampados, harán una asamblea y posiblemente exijan gratuidad existencial, es decir, que el Estado les mantenga sin dar golpe, porque ellos trabajan ya como manifestantes al servicio del progreso de la humanidad. Si apuran a Zapatero, seguro que les incluye en la Seguridad Social como “activistas del progreso” y 400 euros no caerán que está la cosa chunga, pero 380 los asegura Blanco en dos mítines y además, de forma vitalicia.
Lo peor que nos va a legar el PSOE no es la crisis económica, ni el descalabro institucional, ni siquiera la debacle política que han urdido; lo peor es, sin duda, la conciencia parasitaria en la que han imbuido una generación que pide pan a los chorizos y no se atreve a pedir las cabezas de los que han organizado el desaguisado y la restitución de todo lo que han malgastado y robado. Más que una revolución, parece un enmascaramiento de los desastres del PSOE, a ver si alguien se olvida de la que han organizado y les votan para que no venga la derecha y se le ocurra crear trabajo, o al menos, intentarlo. Para exigir, primero hay que producir, algo más que molestias a los que producen y pagan los gastos ocasionados por su primavera revolucionaria. Con pólvora ajena disparamos todos.
Esperanza Aguirre debería salir al kilómetro cero el día 23 de mayo, cuando haya ganado las elecciones, con contratos de trabajos penosos en la mano, seguro que se disolvía la concentración en un santiamén. Prefiero compadecerme de los barrenderos y recogedores de basura, los cuerpos de seguridad que tienen que pasarse la noche de vigilancia, los madrileños que no pueden cruzar por Sol para ir a su trabajo y pierden un par de horas más cada día gracias a los acampad@s; no es hora de apiadarse de los que generan problemas gratuitamente, con todos los que ya tenemos, para tapar el desastre que ha organizado el partido, al que posiblemente, han votado.
Biante de Priena
A mí me resulta fascinante que estos demócratas asamblearios que reivindican una democracia real, en realidad funcionen como dictadores organizados que tratan de imponer al prójimo su sagrada voluntad. En Estados Unidos duraban lo que tarda un hambriento en comerse un bocadillo. Sin embargo, en Europa, y fundamentalmente en España, se consideran con el derecho fundamental de exigir a los demás que resuelvan sus problemas y si no que les paguen por mirar los amaneceres desde el kilómetro cero, mientras juegan a revolucionarios.
Si en este país existen cinco millones de parados es precisamente porque una legión de ineptos en el Gobierno, más otros tantos en la oposición, han permitido que la estructura productiva española se haya ido al carajo. Las políticas sociales del PSOE son el origen del 50 % de paro juvenil que existe en nuestro país. Si no se hubieran gastado más de lo que ingresaban ahora no tendríamos una deuda galopante que van a terminar pagando nuestros nietos.
Si las cosas no han funcionado, es porque el nivel de incompetencia e ineptitud de los que han tomado las decisiones ha rayado con los delirios mesiánicos de un iluminado, que pretendía convertir España en un país de funcionarios y pensionistas desde el mismo nacimiento. Las barbaridades que se han cometido en los últimos siete años, las vamos a pagar en los próximo veinte años, y todo para que el iluminado de Rodríguez Zapatero pudiera sentirse feliz creando una Arcadia de paz y amor para sus súbditos.
España tiene menos credibilidad económica que los países subsaharianos, los capitales invertidos provenientes de extranjero han salido huyendo ante la política económica sostenible del Gobierno y sus boutades internacionalistas. Posiblemente son mayoría, los españoles que han pensado en alguna ocasión si Rodríguez Zapatero reune las condiciones necesarias para ser Presidente del Gobierno, y no pocos, en las filas de su propio partido.
Da mucha pena ver a una juventud manipulada hasta el paroxismo haciendo una revolución “espontánea” a tres días de las elecciones que va a perder el PSOE, recuerdan a los sindicatos que en la última huelga general se enfrentaban a los empresarios, pero no al Gobierno; evidentemente porque después de lo que hemos sabido que habían hecho en Andalucía y otros lugares, no iban a enfrentarse contra los socios de sus negocios con dinero público, que proviene de los impuestos que producimos todos los españoles y que ellos se han repartido de forma inícua y delincuente.
La barbaridad está servida, el PSOE en el Gobierno genera la mayor crisis económica de la historia reciente de nuestra democracia, por su absoluta incompetencia e ineptitud, y ahora, casualmente, cuando va a perder las elecciones según todas las encuestas, surge un movimiento social que toma las calles y las plazas para reivindicar que se resuelvan los destrozos, que han creado el gran capital, la derecha y el Vaticano; y todavía terminaremos viendo a algunos dirigentes del PSOE llevando la pancarta de las manifestaciones contra la crisis que ellos mismos han creado. Mientras en países de nuestro entorno europeo se crece al 3 %, y se genera empleo, en España lo hacemos al 0,2 %, con una inflación galopante que se aproxima al 4 %, bajan los sueldos y las pensiones y suben los precios y los impuestos, de lo que se deduce que nos estamos empobreciendo, aproximadamente a un ritmo del 10 % anual. El Estado está en quiebra técnica y sin embargo sigue comportándose como un Estado Providencia, aunque sea al precio de empufarnos por veinte años.
Todavía no he escuchado a los jóvenes reunidos en las plazas de España reivindicar trabajo, sólo hablan de derechos, pero a ninguno se le ha escuchado hablar de deberes, porque los deberes son siempre de los demás, en un prodigio de irresponsabilidad apoteósica; posiblemente lo harán a partir del día 23 de mayo cuando el PSOE abandone el poder en la mayoría de las instituciones del país. Tampoco se ha visto que digan nada contra Zapatero, o contra el Gobierno, el PSOE parece inmune a las críticas de los acampados, algunos si han dicho que la crisis la ha organizado la derecha y el gran capital de los bancos. Y por supuesto, en todos sus comunicados se les ha olvidado pronunciar la palabra libertad, pero si se han encargado de reproducir toda la retahíla terminológica del progresimo más pajiniano y voraz.
Todas estas cosas y algunas más, invitan a desconfiar del movimiento social 15-M. Mal han comenzado, pidiendo subida de impuestos y no una Auditoría General del Estado en los tres niveles institucionales, para saber a que se han dedicado los impuestos que posiblemente ellos no han pagado, eso no interesa, todo se da por bien invertido, desde la suvención a los indígenas del Orinoco, hasta el patrocinio de la Alianza de Civilizaciones, la propaganda de autoperpetución del PSOE, las inversiones en igualdad en el Oriente Medio o lo que ha pasado con los ERE de Andalucía. Ni una palabra sobre la corrupción socialista.
Mañana, los revolucionarios acampados, harán una asamblea y posiblemente exijan gratuidad existencial, es decir, que el Estado les mantenga sin dar golpe, porque ellos trabajan ya como manifestantes al servicio del progreso de la humanidad. Si apuran a Zapatero, seguro que les incluye en la Seguridad Social como “activistas del progreso” y 400 euros no caerán que está la cosa chunga, pero 380 los asegura Blanco en dos mítines y además, de forma vitalicia.
Lo peor que nos va a legar el PSOE no es la crisis económica, ni el descalabro institucional, ni siquiera la debacle política que han urdido; lo peor es, sin duda, la conciencia parasitaria en la que han imbuido una generación que pide pan a los chorizos y no se atreve a pedir las cabezas de los que han organizado el desaguisado y la restitución de todo lo que han malgastado y robado. Más que una revolución, parece un enmascaramiento de los desastres del PSOE, a ver si alguien se olvida de la que han organizado y les votan para que no venga la derecha y se le ocurra crear trabajo, o al menos, intentarlo. Para exigir, primero hay que producir, algo más que molestias a los que producen y pagan los gastos ocasionados por su primavera revolucionaria. Con pólvora ajena disparamos todos.
Esperanza Aguirre debería salir al kilómetro cero el día 23 de mayo, cuando haya ganado las elecciones, con contratos de trabajos penosos en la mano, seguro que se disolvía la concentración en un santiamén. Prefiero compadecerme de los barrenderos y recogedores de basura, los cuerpos de seguridad que tienen que pasarse la noche de vigilancia, los madrileños que no pueden cruzar por Sol para ir a su trabajo y pierden un par de horas más cada día gracias a los acampad@s; no es hora de apiadarse de los que generan problemas gratuitamente, con todos los que ya tenemos, para tapar el desastre que ha organizado el partido, al que posiblemente, han votado.
Biante de Priena