Las Elecciones Generales serán en Noviembre, posiblemente el día 27, es lo que se desprende de la filtración que ha surgido del Gobierno. Durante los próximos cinco meses España vivirá imbuída en el síndrome de Casandra, que consiste en poder predecir el futuro pero no poder hacer nada para evitarlo.
Mariano Rajoy se enfrentará a Alfredo Pérez Rubalcaba en la conquista de La Moncloa, el PSOE contra el PP y los españoles contra la crisis, el paro, el déficit y la pérdida de calidad de vida, el deterioro del Estado del Bienestar y una deuda galopante, pero también contra la realidad funesta que nos espera.
Con PSOE o con PP, no se espera que se comience a crear empleo hasta pasado el año 2016, es decir, durante toda la próxima legislatura el paro se mantendrá en cifras catastróficas, mientras que los políticos españoles jugarán a su juego de poder y ocuparán el espacio informativo con sus cuitas y broncas, mientras crispan al electorado, que ya contempla la política como la tercera causa de su malestar, tras el paro y la crisis económica.
Nos volverán a inyectar propaganda en vena, contándonos lo mal que lo ha hecho el rival, y lo bien que piensan hacerlo ellos una vez que alcancen el poder. Rubalcaba nos dirá que él no es Zapatero y Rajoy que está preparado. Mientras tanto los indignados, que somos todos los españoles, los que acampan en las plazas de las ciudades y los que se quedan viendo la tele en sus casas, seguiremos asistiendo a un deterioro de nuestro bienestar, al que los políticos, como siempre serán ajenos.
A veces pienso que la realidad de los políticos y la de los ciudadanos que vivimos en España no tienen nada que ver. Los políticos viven su vida en un marco de privilegios, en el que tener un carnet tiene más valor que tener una carrera universitaria, experiencia laboral o las mejores cualidades e intenciones, y en el que tienen garantizado un sueldo, lo hagan bien, mal o peor, mientras dure su mandato y después, pueden vivir de las rentas que les conceden las relaciones adquiridas mientras representaban a los ciudadanos en las instituciones. El modelo de usurpación que en la cúspide del poder se establece por degeneración, se transmite a todos los escalones de la adminitración pública, porque los ineptos no suelen rodearse de capaces, sino más bien todo lo contrario, los incapaces eligen a otros más incapaces a su alrededor para destacar sobre ellos.
Los políticos españoles son una casta privilegiada, formada por cien mil españoles que viven a costa de los demás, haciéndoles la pascua, mientras les prometen el paraiso, una aristocracia singular que mantiene en servidumbre al pueblo soberano en nombre de la democracia y en el dominio de la injusticia.
En las dos últimas legislaturas, España ha retrocedido, hay más pobres (22 % cuando había 19 % en 2004), más parados (cerca de 5 millones cuando había 2,7 millones en 2004), un déficit incontrolado (del 10 % cuando había un 0,35 % en 2004) y una deuda que se incrementa a un ritmo de un millón de euros cada seis minutos. Pero lo más fascinante, es que no hay responsables públicos de este desastre, ni en el Gobierno, ni en la oposición, y que los medios de comunicación de este país nos cuentan las mayores chorradas, pero son incapaces de cumplir con su función social, que es defender los interese de los ciudadanos contra la vesania de los políticos.
Y para resolver estos problemas que asolan a los españoles, ahora tendremos a un Alfredo Pérez Rubalcaba que nos dirá que el PSOE no ha tenido nada que ver en lo ocurrido y a un Mariano Rajoy que dirá que él y el PP, no han hecho nada, ni siquiera oposición desde su estrategia de tancredismo expectante, pero han cobrado su esfuerzo pasivo como si hubieran hecho la mejor oposición de la historia de este país. Zapatero se marchará sin decir adios, con su magnífica sonrisa y su excelente talante, dejándonos por legado la España más destrozada de la democracia, sin haber reconocido públicamente, siquiera, que se ha equivocado, nadie desde la política le exigirá responsabilidades, porque de lo que se trata es de sustituirlo para seguir cometiendo despropósitos.
Los españoles permaneceremos atrapados en el Síndrome de Casandra, sabiendo que se celebrarán unas elecciones que no servirán para otra cosa que para repetir el más de lo mismo cambiando el gobierno del PSOE por el del PP, condenados obligatoriamente a elegir el amo que impondrá el yugo y la decadencia sin fin, una vez más.
Si en algo tienen razón los indignados (los activos y los pasivos) es en el diagnóstico de la situación política que vivimos en España, porque tanta inanidad y estupidez en los mandatarios elegidos en las urnas ya resulta insoportable para cualquiera que no sea imbécil, porque la representación teatral que nos proponen, nada tiene que ver con la democracia, salvo que la democracia sea el reparto injusto de privilegios y beneficios entre los miembros de los partidos políticos y los perjuicios y expolios entre todos los demás, los que votan y los que no votan. No respetan a los ciudadanos, desde el despotismo más delustrado de Occidente, la inmensa mayoría de los políticos que tenemos en España, tendrían serias dificultades para vivir cien veces peor de lo que viven si no estuvieran en la política.
El sistema democrático español está deslegitimado definitivamente por la impostura y la corrupción, por el nepotismo y el caciquismo, por la detentación y la usurpación, por la propaganda y la intoxicación informativa, por el intrusismo de lo más infame de nuestra sociedad en el ámbito de las decisiones políticas que nos terminan afectando a todos. Nada cambiará con unas nuevas elecciones, salvo que sea a peor. Si el PP triunfa las calles se llenarán de indignados y los nuevos parados del PSOE azuzándolos, y si el PSOE triunfa nos hundirá definitivamente, nos expulsarán del euro y tendremos que pagar más impuestos que en Finlandia para que Leire Pajín les conceda subvenciones a las compañeras de su causa allende los mares.
La única forma de resolverlo sería examinar a los políticos exhaustivamente, para saber de antemano si reunen las condiciones suficientes para representar a los ciudadanos, porque manda narices que para conducir un coche haya que examinarse, y para obtener un trabajo de 800 euros al mes se requiera presentarse a una oposición, donde exijan conocimientos, experiencia y un gran esfuerzo y para ser representante de los ciudadanos en la política, se pueda ser prácticamente analfabeto y cobrar bastante más que si se hubiera obtenido una cátedra universitaria en Harvard, se trabajaran 60 horas a la semana en una actividad peligrosa o se dirigiera una empresa con cien trabajadores y todos los problemas que conlleva.
Realmente tenemos los políticos que nos merecemos, un pueblo que no sabe defenderse de los que mandan, perseguir a los que les roban y erradicar a los que les explotan, no se merece un buen gobierno, ni una buena oposición. Nos merecemos a Zapatero, a Rubalcaba o a Rajoy, al PP y al PSOE, y todo lo que nos ocurra, porque al fin y al cabo, es lo que hemos elegido.
Enrique Suárez