Sorprende leer algunas cosas, por ejemplo el artículo que ha escrito hoy, precisamente, Juan Antonio Cordero, titulado “Llibertat y Socialisme”, que a la vista de los resultados del Congreso de Hospitalet, será uno de los ideólogos del neociuadadanismo de centro izquierda, opción promovida por Françesc de Carreras y ratificada por la asamblea a primeros de julio.
Y digo sorprende, y añado, hasta la perplejidad extrema, porque precisamente de ese Congreso, y del triunfo de las propuestas de Carreras-Cordero (bien aprovechadas por Rivera), se ha derivado la deserción de dos sectores bien diferentes del partido: por una parte, la izquierda coherente de Félix Pérez Romera, socialista sin reparos, reunida en Alternativa Ciudadana, y por otra, la del sector más liberal, de Luis Bouza-Brey, reunido en la candidatura transversal y alternativa, de Regeneración Democrática, la única que se enfrentó a la lista oficial de Albert Rivera en el Congreso.
Además, resulta fascinante, que los socialistas declarados de Pérez Romera y los liberales confirmados de Bouza-Brey, hayan coincidido en manifestarse respeto mutuo a su honestidad, y en definir la victoria del contubernio Rivera-Carreras-Cordero, como el triunfo del oportunismo en Ciutadans.
Libertad y socialismo
Ver asociadas estos dos conceptos resulta extraño, por ser antagónicos en sí mismos, aunque no por ello dejan de ser complementarios en las democracias avanzadas, en la búsqueda de un Estado de Bienestar.
Precisamente ayer, fue 14 de Julio, el día en que hace 218 años los parisinos decidieron tomar la Bastilla. Libertad, fraternidad, e igualdad fueron los conceptos que surgieron de aquel acontecimiento histórico, al que Arcadi Espada quisiera añadir, con buen criterio, el de diversidad.
Cuando se introduce el concepto de diversidad, todo se transforma y entonces se descubre la distinta interpretación de la libertad por parte de los liberales, y por parte de los socialistas. Los liberales buscan la libertad con reconocimiento de la diversidad, a ésto los socialistas, lo consideran privilegios; es decir, lo que no es igual, lo que es diferente, es un privilegio.
Y de ahí establecen que los nacionalismos no pueden ser aceptados porque son una forma de restituir privilegios reales o inventados, de lo que se pudiera deducir, con unas cuantas vueltas de tuerca, que los nacionalismos serían al final “una forma de liberalismo”.
Pues no, señor Cordero, los nacionalismos son sectarios, como el socialismo; precisamente, ambos comparten la negación de otra diversidad que no sea la suya, y de ahí se deriva el problema de la opresión a la que los liberales nos oponemos, y no como usted aduce en su escrito.
Exactamente lo contrario de lo que usted manifiesta, el nacionalismo no respeta la diversidad, por qué al hacerlo no podría mantener la legitimación de sus propuestas. Sus privilegios provienen, precisamente, de considerar como única diversidad la que ellos contemplan, la suya, al igual que el socialismo.
El socialismo no acepta otra defensa de la democracia que no sea la suya, porque el socialismo instrumentaliza la democracia, y por supuesto, la libertad, en aras de alcanzar un objetivo mayor que es su gran motivación política: la implantación de la igualdad, urbi et orbe.
El liberalismo se contrapone a los dogmatismos, y a cualquier forma de totalitarismo (percepción absoluta de las cosas), incluidos los presupuestos del socialismo, que para nada es relativista. Para los liberales, el socialismo es una creencia seudoreligiosa, que tiene una percepción sectaria de la realidad, que distingue en la sociedad dos clases bien definidas: los que disfrutan de los privilegios, y nosotros, los desposeídos.
El socialismo, democrático o no, sigue siendo dogmático, parte de unos presupuestos establecidos en su día por el marxismo, y tras largo proceso de depuración, deviene en socialismo avanzado, que algunos prefieren denominar socialdemocracia, tras la corrección establecida por Keynes, al proyecto original.
El estado de bienestar, al contrario de lo que se pregona, no es un logro socialdemócrata, señor Cordero, sino una adquisición compartida por las democracias avanzadas, formadas con socialistas, liberales, y conservadores.
Es un logro de la riqueza generada por el capitalismo, el liberalismo del mercado, antes que por la redistribución establecida por el socialismo, el liberalismo y las fuerzas más conservadoras debieron generar los canales para la creación de la riqueza en la revolución industrial: si no hay nada que repartir, mal se redistribuye la nada, como ocurrió al final, en los escenarios burocratizados del socialismo real, en los que los únicos privilegiados eran los dirigentes socialistas.
El resto de España
Así se definía en Ciutadans todo lo que no fuera Cataluña, ahora no sé como se hará. Pero España es un concepto establecido como realidad histórica y cultural definida, y Cataluña es una parte de España, señor Cordero. Recuérdelo, es importante.
Pronto se olvida el señor Cordero de que entre los desposeídos se encuentran el presidente del gobierno actual, el señor Rodríguez Zapatero, el pacifista que negocia con ETA el futuro de España, y el presidente de la Generalitat catalana, el señor Montilla, que precisamente gobierna con una formación como ERC, nacionalista radical e independentista.
Es lastimoso escuchar de forma tan reiterada el monocorde discurso plañidero del nuevo Ciutadans, siempre clamando desde la nostalgia porque el PSC retorne a su seny, que vuelva a ser el movimiento que buscaba el poder del Estado sobre la Sociedad en Cataluña, porque no nos engañemos, a los socialistas españoles nunca les ha importado desde 1812 el concepto de nación española, al que sustituyen siempre por el de Estado español.
Al contrario que los liberales, que siempre han defendido el poder de la Sociedad sobre el Estado, y el de los Ciudadanos sobre los Políticos. En definitiva, el de los hombres y mujeres libres, sobre cualquier otra forma de definirlos y determinarlos.
Y para concluir, ya que menciona a Julio Villacorta, con quien tuve el placer de conversar un buen rato durante el pasado congreso, creo que aunque como el dice se encuentra “expiando sus culpas”, no necesita valedores, ni vindicaciones; se basta y se sobra para interpretarse a sí mismo, a eso se refiere precisamente con haber aprendido la lección. El señor Villacorta se ha hecho militante de Ciutadans, ya no es socialista del PSC.
Precisamente, Julio Villacorta viene del lugar a donde los actuales ideólogos de Ciutadans quieren dirigirse. Creo que deberían dejarse aconsejar por él, porque precisamente por su experiencia personal, tiene muy claro lo que no debe ser Ciutadans, un PSC no nacionalista, y si se me apura, posiblemente coincida con su criterio, siendo él socialista, y yo, liberal.
Enrique Suárez Retuerta
Y digo sorprende, y añado, hasta la perplejidad extrema, porque precisamente de ese Congreso, y del triunfo de las propuestas de Carreras-Cordero (bien aprovechadas por Rivera), se ha derivado la deserción de dos sectores bien diferentes del partido: por una parte, la izquierda coherente de Félix Pérez Romera, socialista sin reparos, reunida en Alternativa Ciudadana, y por otra, la del sector más liberal, de Luis Bouza-Brey, reunido en la candidatura transversal y alternativa, de Regeneración Democrática, la única que se enfrentó a la lista oficial de Albert Rivera en el Congreso.
Además, resulta fascinante, que los socialistas declarados de Pérez Romera y los liberales confirmados de Bouza-Brey, hayan coincidido en manifestarse respeto mutuo a su honestidad, y en definir la victoria del contubernio Rivera-Carreras-Cordero, como el triunfo del oportunismo en Ciutadans.
Libertad y socialismo
Ver asociadas estos dos conceptos resulta extraño, por ser antagónicos en sí mismos, aunque no por ello dejan de ser complementarios en las democracias avanzadas, en la búsqueda de un Estado de Bienestar.
Precisamente ayer, fue 14 de Julio, el día en que hace 218 años los parisinos decidieron tomar la Bastilla. Libertad, fraternidad, e igualdad fueron los conceptos que surgieron de aquel acontecimiento histórico, al que Arcadi Espada quisiera añadir, con buen criterio, el de diversidad.
Cuando se introduce el concepto de diversidad, todo se transforma y entonces se descubre la distinta interpretación de la libertad por parte de los liberales, y por parte de los socialistas. Los liberales buscan la libertad con reconocimiento de la diversidad, a ésto los socialistas, lo consideran privilegios; es decir, lo que no es igual, lo que es diferente, es un privilegio.
Y de ahí establecen que los nacionalismos no pueden ser aceptados porque son una forma de restituir privilegios reales o inventados, de lo que se pudiera deducir, con unas cuantas vueltas de tuerca, que los nacionalismos serían al final “una forma de liberalismo”.
Pues no, señor Cordero, los nacionalismos son sectarios, como el socialismo; precisamente, ambos comparten la negación de otra diversidad que no sea la suya, y de ahí se deriva el problema de la opresión a la que los liberales nos oponemos, y no como usted aduce en su escrito.
Exactamente lo contrario de lo que usted manifiesta, el nacionalismo no respeta la diversidad, por qué al hacerlo no podría mantener la legitimación de sus propuestas. Sus privilegios provienen, precisamente, de considerar como única diversidad la que ellos contemplan, la suya, al igual que el socialismo.
El socialismo no acepta otra defensa de la democracia que no sea la suya, porque el socialismo instrumentaliza la democracia, y por supuesto, la libertad, en aras de alcanzar un objetivo mayor que es su gran motivación política: la implantación de la igualdad, urbi et orbe.
El liberalismo se contrapone a los dogmatismos, y a cualquier forma de totalitarismo (percepción absoluta de las cosas), incluidos los presupuestos del socialismo, que para nada es relativista. Para los liberales, el socialismo es una creencia seudoreligiosa, que tiene una percepción sectaria de la realidad, que distingue en la sociedad dos clases bien definidas: los que disfrutan de los privilegios, y nosotros, los desposeídos.
El socialismo, democrático o no, sigue siendo dogmático, parte de unos presupuestos establecidos en su día por el marxismo, y tras largo proceso de depuración, deviene en socialismo avanzado, que algunos prefieren denominar socialdemocracia, tras la corrección establecida por Keynes, al proyecto original.
El estado de bienestar, al contrario de lo que se pregona, no es un logro socialdemócrata, señor Cordero, sino una adquisición compartida por las democracias avanzadas, formadas con socialistas, liberales, y conservadores.
Es un logro de la riqueza generada por el capitalismo, el liberalismo del mercado, antes que por la redistribución establecida por el socialismo, el liberalismo y las fuerzas más conservadoras debieron generar los canales para la creación de la riqueza en la revolución industrial: si no hay nada que repartir, mal se redistribuye la nada, como ocurrió al final, en los escenarios burocratizados del socialismo real, en los que los únicos privilegiados eran los dirigentes socialistas.
El resto de España
Así se definía en Ciutadans todo lo que no fuera Cataluña, ahora no sé como se hará. Pero España es un concepto establecido como realidad histórica y cultural definida, y Cataluña es una parte de España, señor Cordero. Recuérdelo, es importante.
Pronto se olvida el señor Cordero de que entre los desposeídos se encuentran el presidente del gobierno actual, el señor Rodríguez Zapatero, el pacifista que negocia con ETA el futuro de España, y el presidente de la Generalitat catalana, el señor Montilla, que precisamente gobierna con una formación como ERC, nacionalista radical e independentista.
Es lastimoso escuchar de forma tan reiterada el monocorde discurso plañidero del nuevo Ciutadans, siempre clamando desde la nostalgia porque el PSC retorne a su seny, que vuelva a ser el movimiento que buscaba el poder del Estado sobre la Sociedad en Cataluña, porque no nos engañemos, a los socialistas españoles nunca les ha importado desde 1812 el concepto de nación española, al que sustituyen siempre por el de Estado español.
Al contrario que los liberales, que siempre han defendido el poder de la Sociedad sobre el Estado, y el de los Ciudadanos sobre los Políticos. En definitiva, el de los hombres y mujeres libres, sobre cualquier otra forma de definirlos y determinarlos.
Y para concluir, ya que menciona a Julio Villacorta, con quien tuve el placer de conversar un buen rato durante el pasado congreso, creo que aunque como el dice se encuentra “expiando sus culpas”, no necesita valedores, ni vindicaciones; se basta y se sobra para interpretarse a sí mismo, a eso se refiere precisamente con haber aprendido la lección. El señor Villacorta se ha hecho militante de Ciutadans, ya no es socialista del PSC.
Precisamente, Julio Villacorta viene del lugar a donde los actuales ideólogos de Ciutadans quieren dirigirse. Creo que deberían dejarse aconsejar por él, porque precisamente por su experiencia personal, tiene muy claro lo que no debe ser Ciutadans, un PSC no nacionalista, y si se me apura, posiblemente coincida con su criterio, siendo él socialista, y yo, liberal.
Enrique Suárez Retuerta