"A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas" Marcel Proust
A grandes males, grandes remedios. Desde mi perspectiva de ciudadano hastiado por el devenir político de este país, quiero destacar varias cosas que no está haciendo bien el Gobierno de Mariano Rajoy.
En primer lugar, señalar con claridad quiénes han sido los autores del desastre en el que nos encontramos, al mismo tiempo que se les exige responsabilidades por el mismo, porque aquí parece que la crisis ocurrió y no tuvo autores intelectuales. El pueblo español, y posiblemente los mercados internacionales, necesitan escuchar de voz del Presidente de Gobierno, que su predecesor ha llevado esta nación discutida y discutible a la misma ruina. Si el contador de nubes no hubiera multiplicado por dos la deuda pública española hoy no estaríamos como estamos, pagando 435 millones de euros diarios por amortización e intereses de la misma. El PP debería convocar en el Parlamento al expresidente Rodríguez Zapatero para que rindiera cuentas del estropicio y ser sometido a una batería de preguntas en el pleno del Congreso sobre las decisiones erróneas que ha tomado, gracias a las que hoy estamos como estamos. El pueblo español se merece esa comparecencia, pues va a pagar sus despropósitos.
En segundo lugar, el Gobierno de Mariano Rajoy está inundando de pesimismo este país, sin hablarnos a los españoles de la ventaja que va a suponer para nuestro futuro esta crisis económica, a la que deberíamos estar agradecidos, pues gracias a ella vamos a poder librarnos de numerosas empresas públicas inútiles, cargos políticos innecesarios, y numerosas gilipolleces que se crearon en la égida del ilustre cejado. No en vano, su intención era crecer el Estado hasta proporciones descomunales para poder situar en su estructura a todos los veneradores del colectivismo, para que los ciudadanos pagaran la Gran Obra. Al quedarnos económicamente en chasis, vamos a poder prescindir de todo lo superfluo, inane e innecesario, algo que permitirá demoler el escenario ilusorio en el que hemos residido los últimos ocho años.
En tercer lugar, la única forma de resolver esta crisis pasa por la reducción de lo público, porque lo público, en realidad es la fortaleza en la que los parásitos sociales anidan y desarrollan toda su estrategia y propaganda para demoler cualquier alternativa que no puedan controlar. Creo que los españoles estamos suficientemente maduros para comprender que si los servicios ofrecidos desde lo público, resultan más onerosos e ineficaces que desde otros ámbitos, es hora de prescindir de ellos, o en su defecto, condenarnos eternamente a pagar muchos más impuestos para que auténticas legiones parasitarias que se han acantonado en las estructuras de poder, las instituciones y los servicios públicos sigan viviendo magníficamente mientras el resto de los españoles estamos condenados a trabajar el doble o el triple para mantenerlos.
Al fin y al cabo, la función del Estado no es proveer de servicios, sino velar porque su gestión sea eficiente, eficaz y asequible a nuestros recursos para sostenerlo. ¿De qué sirven unos servicios públicos que no podemos sostener más que deteriorando nuestra existencia sin fin para poder pagarlos, mientras unos no trabajan porque no pueden y otros trabajan el doble de lo que lo hacían y por la mitad de lo que recibían?
Por último, echo de menos creatividad en este Gobierno, no vamos a pedir genialidad en este país, pero cuando se ha visto que un modelo de gestión ha fracasado no se puede seguir insistiendo. La deriva descafeinada entre una socialdemocracia residual y un paternalismo tutelar, no creo que sea la mejor vía para resolver nuestros problemas. También pienso que le faltan agallas a este Gobierno para reducir de forma inmediata la parafernalia delirante que nos ofrecen los estertores del zapaterismo, con sindicatos que se inmolan cuando ven los garbanzos de sus miembros en peligro, y partidos de izquierda que de forma histérica amenazan y coaccionan al pueblo español con la madre de todas las revoluciones si al Gobierno se le ocurre salirse de la trayectoria trazada por ellos para mantenerse en las poltronas y seguir promoviéndose para el futuro desde el boicot permanente a toda acción de gobierno, la falta de respeto por las instituciones, y la estridente protesta contra la pérdida de sus condiciones de vida, cuando el resto de los españoles ya la hemos perdido gracias a ellos y su gestión delirante de la realidad.
Cuanto más tiempo tardemos en abandonar la farsa en la que nos han hecho vivir los del PSOE durante los últimos ocho años, más nos va a costar recobrarnos de sus desmadres. Creo que estos oclócratas le tienen tomada la medida a Mariano Rajoy, saben que de mantener a este país amenazado pueden salvarse del naufragio hasta las próximas elecciones, y el Presidente del Gobierno se ha creído el cuento. De hecho, todas las políticas económicas que ha puesto en marcha hasta ahora, podrían haber sido firmadas por Rodríguez Zapatero sin que le temblara el pulso.
Tengo ganas de escucharle a Mariano Rajoy diciéndole a los españoles que tenemos dos formas de salir de la crisis, una demoliendo buena parte del Estado que han creado los de la izquierda española para atecharse mientras los demás soportamos la tormenta, o bien, pagando los impuestos que nos va a costar mantener un sector público que no podemos permitirnos. Si quieren, les propongo un simple ejercicio de análisis de la propaganda, busquen las noticias sobre "lo público" en España y verán que no hay ni una siquiera que se oponga a su existencia y crecimiento. ¿No es extraño que todas coincidan en el mismo lavado de cerebro?. Hay muchos países avanzados en el mundo y en Europa que no tienen un sector público tan descomunal y sus ciudadanos gozan de mejores servicios que en España.
Mayor sector público no se asocia a mayor bienestar, si descartamos a aquellos que viven magníficamente de defenderlo y a su costa. ¿Y si prescindiéramos de lo público, al menos de lo más innecesario?, tal vez esa sea la única solución a nuestros problemas, por una parte la deuda se reduciría a una velocidad impresionante y por otra, nos libraríamos de una casta parasitaria apalancada en el buen vivir a costa de que los demás cada día vivamos peor.
Va siendo hora de que despertemos de la hipnosis a que nos han sometido la legión de aprovechados que ha arruinado nuestras vidas.
Enrique Suárez
A grandes males, grandes remedios. Desde mi perspectiva de ciudadano hastiado por el devenir político de este país, quiero destacar varias cosas que no está haciendo bien el Gobierno de Mariano Rajoy.
En primer lugar, señalar con claridad quiénes han sido los autores del desastre en el que nos encontramos, al mismo tiempo que se les exige responsabilidades por el mismo, porque aquí parece que la crisis ocurrió y no tuvo autores intelectuales. El pueblo español, y posiblemente los mercados internacionales, necesitan escuchar de voz del Presidente de Gobierno, que su predecesor ha llevado esta nación discutida y discutible a la misma ruina. Si el contador de nubes no hubiera multiplicado por dos la deuda pública española hoy no estaríamos como estamos, pagando 435 millones de euros diarios por amortización e intereses de la misma. El PP debería convocar en el Parlamento al expresidente Rodríguez Zapatero para que rindiera cuentas del estropicio y ser sometido a una batería de preguntas en el pleno del Congreso sobre las decisiones erróneas que ha tomado, gracias a las que hoy estamos como estamos. El pueblo español se merece esa comparecencia, pues va a pagar sus despropósitos.
En segundo lugar, el Gobierno de Mariano Rajoy está inundando de pesimismo este país, sin hablarnos a los españoles de la ventaja que va a suponer para nuestro futuro esta crisis económica, a la que deberíamos estar agradecidos, pues gracias a ella vamos a poder librarnos de numerosas empresas públicas inútiles, cargos políticos innecesarios, y numerosas gilipolleces que se crearon en la égida del ilustre cejado. No en vano, su intención era crecer el Estado hasta proporciones descomunales para poder situar en su estructura a todos los veneradores del colectivismo, para que los ciudadanos pagaran la Gran Obra. Al quedarnos económicamente en chasis, vamos a poder prescindir de todo lo superfluo, inane e innecesario, algo que permitirá demoler el escenario ilusorio en el que hemos residido los últimos ocho años.
En tercer lugar, la única forma de resolver esta crisis pasa por la reducción de lo público, porque lo público, en realidad es la fortaleza en la que los parásitos sociales anidan y desarrollan toda su estrategia y propaganda para demoler cualquier alternativa que no puedan controlar. Creo que los españoles estamos suficientemente maduros para comprender que si los servicios ofrecidos desde lo público, resultan más onerosos e ineficaces que desde otros ámbitos, es hora de prescindir de ellos, o en su defecto, condenarnos eternamente a pagar muchos más impuestos para que auténticas legiones parasitarias que se han acantonado en las estructuras de poder, las instituciones y los servicios públicos sigan viviendo magníficamente mientras el resto de los españoles estamos condenados a trabajar el doble o el triple para mantenerlos.
Al fin y al cabo, la función del Estado no es proveer de servicios, sino velar porque su gestión sea eficiente, eficaz y asequible a nuestros recursos para sostenerlo. ¿De qué sirven unos servicios públicos que no podemos sostener más que deteriorando nuestra existencia sin fin para poder pagarlos, mientras unos no trabajan porque no pueden y otros trabajan el doble de lo que lo hacían y por la mitad de lo que recibían?
Por último, echo de menos creatividad en este Gobierno, no vamos a pedir genialidad en este país, pero cuando se ha visto que un modelo de gestión ha fracasado no se puede seguir insistiendo. La deriva descafeinada entre una socialdemocracia residual y un paternalismo tutelar, no creo que sea la mejor vía para resolver nuestros problemas. También pienso que le faltan agallas a este Gobierno para reducir de forma inmediata la parafernalia delirante que nos ofrecen los estertores del zapaterismo, con sindicatos que se inmolan cuando ven los garbanzos de sus miembros en peligro, y partidos de izquierda que de forma histérica amenazan y coaccionan al pueblo español con la madre de todas las revoluciones si al Gobierno se le ocurre salirse de la trayectoria trazada por ellos para mantenerse en las poltronas y seguir promoviéndose para el futuro desde el boicot permanente a toda acción de gobierno, la falta de respeto por las instituciones, y la estridente protesta contra la pérdida de sus condiciones de vida, cuando el resto de los españoles ya la hemos perdido gracias a ellos y su gestión delirante de la realidad.
Cuanto más tiempo tardemos en abandonar la farsa en la que nos han hecho vivir los del PSOE durante los últimos ocho años, más nos va a costar recobrarnos de sus desmadres. Creo que estos oclócratas le tienen tomada la medida a Mariano Rajoy, saben que de mantener a este país amenazado pueden salvarse del naufragio hasta las próximas elecciones, y el Presidente del Gobierno se ha creído el cuento. De hecho, todas las políticas económicas que ha puesto en marcha hasta ahora, podrían haber sido firmadas por Rodríguez Zapatero sin que le temblara el pulso.
Tengo ganas de escucharle a Mariano Rajoy diciéndole a los españoles que tenemos dos formas de salir de la crisis, una demoliendo buena parte del Estado que han creado los de la izquierda española para atecharse mientras los demás soportamos la tormenta, o bien, pagando los impuestos que nos va a costar mantener un sector público que no podemos permitirnos. Si quieren, les propongo un simple ejercicio de análisis de la propaganda, busquen las noticias sobre "lo público" en España y verán que no hay ni una siquiera que se oponga a su existencia y crecimiento. ¿No es extraño que todas coincidan en el mismo lavado de cerebro?. Hay muchos países avanzados en el mundo y en Europa que no tienen un sector público tan descomunal y sus ciudadanos gozan de mejores servicios que en España.
Mayor sector público no se asocia a mayor bienestar, si descartamos a aquellos que viven magníficamente de defenderlo y a su costa. ¿Y si prescindiéramos de lo público, al menos de lo más innecesario?, tal vez esa sea la única solución a nuestros problemas, por una parte la deuda se reduciría a una velocidad impresionante y por otra, nos libraríamos de una casta parasitaria apalancada en el buen vivir a costa de que los demás cada día vivamos peor.
Va siendo hora de que despertemos de la hipnosis a que nos han sometido la legión de aprovechados que ha arruinado nuestras vidas.
Enrique Suárez